La
inspiración es el ejemplo perfecto de cómo funciona el nivel
invisible de realidad. Dar todo aquello que se necesite. Puede que
una persona no esté preparada para aceptar la percepción y, por lo
tanto, perderá una oportunidad de transformación, pero ésta no es la
cuestión esencial. La mente es más grande que cualquier individuo;
no es un ordenador, es una inteligencia viva que evoluciona y por
ello se necesita una nueva percepción.
En las fases
primitivas de la evolución, la vida se hace más compleja
físicamente; por ejemplo, las algas verdes evolucionaron y se
convirtieron en plantas, desarrollando una capacidad más compleja de
utilizar la luz del sol. La evolución más elevada tiene lugar en la
mente, como cuando se produce un Einstein, por ejemplo. Pero el
cambio de algas a plantas tiene que ver con la inteligencia, con un
momento de inspiración, como ocurre con el descubrimiento de la
relatividad. A diferencia del cerebro, la mente puede evolucionar,
abriéndose paso a través de antiguas limitaciones y glorias para
sentirse libre.