El viaje del Beagle fue,
sin duda, el evento más formativo e importante en la vida de Charles Darwin.
Este transformó a Darwin en un reconocido experto en Historia Natural y
Geología, otorgándole una oportunidad única para colectar animales, plantas
y viajar a través de países poco conocidos por los naturalistas europeos
hasta ese entonces. De mayor alcance, fueron las corrientes intelectuales
que se generaron por el viaje del Beagle. Estas dieron vuelta en la mente de
Darwin hasta que, estimulado por Alfred Russel Wallace en 1859, entraron en
el mundo intelectual con el Origen de las Especies. En este simposio
organizado por el Instituto de Investigaciones Ecológicas y la estación
Biológica "Senda Darwin" conmemoramos hoy a ambos, el viaje y las
realizaciones perennes de Darwin. Sus viajes en Chiloé, y en las fascinantes
cordilleras de Chile, fueron preámbulos importantes a la gestación de la
teoría evolutiva. Esto me llena de emoción hablar el mismo día, 164 años más
tarde, en que Darwin arribó a esta bahía de Chiloé a bordo del Beagle.
Sin embargo, es importante
preguntarse cuales eran los factores sociales, culturales y políticos que
llevaron a Darwin a estas costas, y como estos tiñeron sus experiencias en
Chile? Darwin era un caballero inglés acomodado, bien educado, quien vivió
en la época cuando Jane Austen estaba escribiendo sus historias finamente
inspiradas de modales sociales, justo antes que la reina Victoria llegara al
trono. Darwin naturalmente, llevó consigo muchos de los prejuicios y
percepciones de su clase social y nacionalidad. Darwin viajó en una época
cuando los viajes de exploración servían principalmente a propósitos
nacionales e internacionales. Pocos de nosotros necesitan recordar que
durante los primeros años del s. XIX, Gran Bretaña, Francia, Portugal,
España, los estados Alemanes, Rusia, Argentina, Brasil, y los Estados Unidos
de América, fueron naciones predominantemente expansionistas situadas al
centro de redes comerciales y administrativas en desarrollo que se sostenían
juntas por las rutas comerciales de los océanos. El propósito principal del
Almirantazgo británico al enviar al Beagle a cartografiar las aguas
sudamericanas fue hacer posible tomar decisiones documentadas en las
operaciones comerciales, navales y militares británicas a lo largo de la
costa oriental desde Salvador a Tierra del Fuego, como también capacitar a
Gran Bretaña para establecer una posición comercial fuerte en la
confederación de estados del Río de la Plata (Argentina) recientemente libre
de su obligación de comerciar exclusivamente con España y Portugal. Chile
era por ese entonces un ejemplo famoso de estabilidad independiente y
prosperidad, y Gran Bretaña poseía ya una buena relación comercial
establecida con Bernardo O'Higgins y el gobierno.
La Historia Natural fue una
parte crucial de este esfuerzo. Naturalistas como Darwin a menudo viajaban
en barcos de exploración europeos y se esperaba de ellos que colectaran e
identificaran recursos naturales. Si no había espacio a bordo para un
naturalista educado en la universidad, entonces uno de los oficiales del
barco cumplía ese papel. El cirujano naval, por ejemplo, colectaba
generalmente especímenes de plantas, animales, minerales y etnográficos, e
incluso algunas veces seres humanos vivos, como es el caso de los tres
fueguinos que FitzRoy había "colectado" en el viaje previo del Beagle.
Benjamin Bynoe, el cirujano a bordo del Beagle en el tiempo de Darwin, era
un buen botánico, por ejemplo. Robert FitzRoy, el capitán del Beagle, estaba
profundamente interesado en la geología y fue él quien le dio a Darwin la
copia de los Principios de Geología de Lyell del cual Darwin aprendió a
pensar acerca de la geología de Sudamérica, especialmente de los Andes.
FitzRoy registró cuidadosamente los efectos del terremoto de 1835 en
Concepción y suplió a Lyell con una narración detallada de este fenómeno y
de la elevación de la línea costera asociada debido a la actividad
volcánica. Varios de los demás oficiales colectaron pájaros o hicieron
colecciones de Historia Natural de un tipo u otro.
Evidentemente, Darwin no estaba
solo en sus intereses naturales históricos como tampoco lo estaba cuando iba
a tierra a colectar. Como capitán, Robert FitzRoy le ordenó, por
consideraciones de seguridad, tomar a su sirviente con él en todas las
excursiones a la costa. Darwin frecuentemente contrató guías locales y
ayudantes, algunas veces pagándoles para continuar colectando durante su
ausencia. Mientras estaba en Chiloé, Darwin le pidió a un residente inglés
piloto de barco, un tal Sr. Douglas, llevar los registros de todos los
signos de actividad volcánica en la cordillera vecina. El Sr. Douglas envió
en 1837 una cuenta detallada de estos registros, los cuales todavía figuran
en los archivos en la Biblioteca de la Universidad en Cambridge. Donde
fuera, Darwin pedía opiniones y ayuda a los residentes; y de esta manera
registraba una gran cantidad de información útil acerca de los países que
estaba visitando. Las narraciones escritas de Darwin son importantes no sólo
porque ellas fueran escritas por Darwin, sino también porque ellas preservan
un registro histórico valioso de la vida y opiniones de los habitantes de
estas islas durante los primeros años del s. XIX. Darwin no solo estaba
circunscrito al campo de la Historia Natural. Mientras viajaba por Chile, se
mantuvo tras las huellas de Claudio Gay, el talentoso naturalista francés
que se encontraba entonces colectando y mapeando para la Francia imperial.
Los dos hombres se reunieron brevemente en Santiago. Darwin se molestó al
enterarse que el naturalista francés Alcide D'Orbigny estuvo trabajando
sobre el mismo terreno sudamericano sólo dos años antes que él. "El obtendrá
la crema de todas las cosas buenas antes que yo", dijo Darwin contrariado.
En este sentido, coleccionar era muy parecido a las grandes cacerías del s.
XIX, donde los naturalistas competían por adquirir los mejores o más raros
especímenes reclamando para su propia nación, a veces renombrándolos,
animales y plantas, para luego exhibirlos en sus museos nacionales, o
jardines zoológicos o botánicos. En esa época en Europa, tales instituciones
servían como repositorios para logros nacionalistas o exhibiciones
coloniales. Los especímenes, dicho de otra manera, actuaban como emblemas o
símbolos de poder colonial. Yo debería agregar, que ni Gay, D'Orbigny, ni
Darwin estaban remotamente interesados en donar sus colecciones de Historia
Natural a museos sudamericanos o a estudiosos viviendo en Chile. Ellos
consideraban el material colectado como trofeos para ser llevados a casa a
Europa. Esta forma de imperialismo científico ha sido muy discutida en los
años recientes en Gran Bretaña y Norteamérica y se ha llegado a la
conclusión de re-examinar nuestra conciencia colectiva y tratar de emplearla
mutuamente en una forma mucho más beneficiosa de relaciones científicas
internacionales.
Así, Darwin puede haberse
sentido solo en algún sentido literal, un naturalista solitario detrás de
investigaciones individuales, excepto que el viajaba junto a una red bien
organizada del Imperio donde el mundo entero de la Historia Natural
británica y la sociedad inglesa lo acompañaban constantemente. Sus cartas y
diarios también muestran su apreciación por la hospitalidad y la ayuda que
recibió así como el significado que Chile tuvo en sus investigaciones.
Página 485 del Diario de
Darwin. Journal of Research. Reproducido de Darwin en Chile, Editorial
Universitaria. Yudilevich y Castro, Eds. II edición 1995.
Yo quisiera ahora volver a
algunas de estas investigaciones. Cuando Darwin llego a Chiloé, parece haber
estado en un punto crucial de su viaje intelectual y profundamente
impresionado por los mamíferos fósiles gigantes de la Patagonia y por los
habitantes indígenas de Tierra del Fuego. Estaba pensando acerca de las
causas de extinción entre animales y plantas, y acerca de la unidad de las
relaciones entre diferentes grupos de seres humanos. De la variedad de
experiencias que vivió Darwin, el contraste entre hábitos humanos y estilos
lo conmovieron grandemente. Durante su viaje, Darwin percibió una gran
variedad de gente, lo cual lo ayudó a tomar una perspectiva humanitaria más
amplia uniendo a todos los seres humanos en una hermandad única propia al
hombre.
A las pocas semanas de llegar a
Chile Darwin perfiló una teoría geológica magnífica para describir la
estructura de la cordillera, la cual expandió, basándose en el trabajo de
Charles Lyell, para sugerir que los grandes bloques de la corteza terrestre
estaban moviéndose lentamente hacia arriba y abajo en relación al nivel del
mar, y que la cordillera había sido alzada por actividad volcánica en
tiempos geológicos relativamente recientes. Esto fue una proposición
elegante y original, una que sus contemporáneos habrían pensado absurda si
el no la hubiese apoyado con evidencias en la forma de madera silicificada y
muestras geológicas para probar su hipótesis. El decía que primero lo
sintió, lo que debe ser verdad pues, cuando ascendió el Cerro La Campana,
cerca de Valparaíso en 1834, y vio la neblina llenando los valles como si
ella fueran brazos del mar. Durante el mismo ascenso, ideó una teoría para
describir el origen de los arrecifes de coral por subsidencia del fondo del
océano que es emparejada por pólipos de coral construyendo sus arrecifes
hasta la superficie. Esta teoría no pudo ser confirmada hasta que el Beagle
llegó al océano Indico donde Darwin examinó lagunas de coral y la estructura
de arrecifes en persona.
Chile trajo consigo otro
aspecto menos conocido en las investigaciones biológicas de Darwin, al
ayudarlo a entender las distribuciones geográficas. Darwin notó que algunas
especies no cruzaban las montañas -no podían cruzar las montañas. Animales y
plantas nativos de la región costera generalmente no se encontraban en el
lado oriental de la Cordillera; y viceversa.
Yo sugiero que esta
sensibilidad aguda al aislamiento geográfico y la marcada distribución de
especies chilenas lo ayudaron inmensamente en el momento de analizar los
animales de las Islas Galápagos. A pesar que hoy sabemos que Darwin no
experimentó ninguna revelación evolutiva dramática mientras estuvo en las
Islas Galápagos, yo creo que sin esta experiencia inicial de aislamiento y
los patrones de distribución en Chile y Patagonia el no hubiera estado
preparado para cuestionar más tarde el origen de los organismos que el
encontró, o tan pensativo cuando se preguntó sobre la estabilidad de las
especies durante su viaje rumbo a casa.
Un último punto. Durante su
tiempo en las islas Chonos el también se interesó en especial por el cultivo
de la papa. Darwin pensó que esta forma de papa era mucho más cercana a la
forma silvestre y le dio tubérculos a varios de sus amigos de vuelta en
Inglaterra. Pero cuando en Inglaterra e Irlanda el tizón de la papa afectó
masivamente las plantaciones (1843), los especímenes que trajo desde Chonos
fueron muy útiles. Darwin pensó que estas plantas podrían ser resistentes a
la peste. Desafortunadamente nunca logró convencer a ninguno de sus colegas
científicos de los méritos de estas plantas.
Para finalizar,
quisiera rendir tributo a los extensos registros escritos que Darwin hizo
durante su tiempo en mar y en tierra. Estos documentos están preservados en
su mayoría en Cambridge y somos extremadamente afortunados de tener un
archivo completo de tales manuscritos, cuyo rango va desde los cuadernos de
notas de campo de Darwin, su bitácora científica, y catálogos de especímenes,
hasta su extenso diario personal y su prolífica correspondencia a casa,
haciendo del todo una excelente serie de documentos detallados que no sólo
permiten a los historiadores reconstruir sus viajes y sus exploraciones
intelectuales precursoras, sino también permite a los biólogos retornar con
confianza a los especímenes originales, a los registros de conducta y a las
descripciones de hábitats, o a las primeras evidencias documentadas de algún
ecosistema particularmente frágil.
La
gran diligencia de Darwin como escritor debe seguramente ser
aplaudida durante este simposio así como también su
brillantez excepcional como naturalista viajero.
|
|
|