¿Qué es la autoestima?
¿Qué es la autoestima?
La autoestima está directamente relacionada con la auto imagen o el auto concepto, y que son los conocimientos y sentimientos que el individuo tiene sobre sí mismo. Tanto el desarrollo de la realidad individual como la capacidad de autoestima, están consideradas como un proceso. Ambos factores han de avanzar simultáneamente. La autoestima y el desarrollo personal se complementan entre sí; es imposible avanzar en el camino de la evolución humana sin una estima correcta y sin un crecimiento adecuado. La autoestima implica necesariamente que sintamos que somos valiosos, pero también que somos eficientes.
«La autoestima es una parte fundamental para que el hombre alcance la plenitud y la autorrealización en la salud física y mental, productividad y creatividad, es decir, es la plena expresión de sí mismo». Es apreciar el valor e importancia propios, y tener el carácter para ser responsable de sí y de actuar responsablemente hacia los demás.
«El hombre tiene capacidad para elegir la actitud personal ante cualquier reto o un conjunto de circunstancias y así decidir su propio camino. Lo que el hombre llega a ser lo tiene que ser por sí mismo» (Nathaniel Branden).
A la autoestima se le ha llamado la clave del éxito personal, porque «ese sí mismo» a veces está oculto y sumergido en la inconsciencia o en la ignorancia.
Autoestima es la «suma de la confianza y respeto por uno mismo». En ella hay un sentimiento:
. Me siento capaz de lograr cosas, de superar problemas, de salir adelante. Confío en mis capacidades para enfrentar la vida a pesar de mis límites.
. Me siento valioso y con derecho a ser feliz, y por lo tanto estoy pendiente de mis emociones, deseos y necesidades.
La autoestima influye en cada situación y acto de nuestra vida: en el trabajo, el estudio. La relación de pareja, la diversión y, por supuesto, la sexualidad.
La autoestima es el puente entre quién es y qué hace, entre el éxito interno y el externo. La autoestima significa creer en ti. Se ha definido la autoestima como apreciar sus puntos fuertes y destrezas, tener un sentimiento de poder y responsabilidad por sus propias acciones; un sentido de afecto mutuo entre usted y los demás y un sentido de dedicación a la sociedad ( Lynn Silton).
La autoestima es el antídoto más eficaz contra la depresión, la ansiedad o el estrés. Le permite actuar. La acción sigue al pensamiento. Pensar en lo que no puede hacer a menudo hace que fracase. Quedarse en los ensayos del pasado es un ensayo para repetir la actuación. Por otro lado, la acción positiva puede hacer realidad sus sueños. La energía y dirección centradas conducen a la mejor autoestima y éxito. La autoestima es una experiencia íntima; habita en mi alma. Es lo que yo pienso y siento respecto a mí mismo, no lo que otra persona piensa o siente respecto a mi.
La principal tarea del hombre en la vida es darse nacimiento a sí mismo, llegar a ser lo que potencialmente es. El producto más importante de este esfuerzo es su propia personalidad (Erich Fromm, el Arte de Amar).
Por tanto la autoestima la podemos definir como el conjunto de creencias (limitantes o desarrolladoras) y valores (virtuosos o viciosos) que el sujeto tiene acerca de quién es, de sus capacidades, habilidades, recursos y potencialidades, pasadas, presentes y futuras, que le han conducido hasta donde está y que le llevarán hasta donde crea que puede llegar.
La autoestima adecuada no es algo con lo que nacemos ni es posible comprarla en un puesto de revistas ni en una tienda de videos; no se adquiere por ir a una conferencia ni por asistir a un taller; es, sencillamente, el resultado del esfuerzo personal y cotidiano por alcanzarla, y una vez alcanzada por mantenerla, pues tampoco es un estado que se adquiera de una vez y para siempre: sube, baja, se cuestiona, peligra, se recobra.
Cuando la autoestima es alta, nos sentimos llenos de energía y entusiasmo, nos sentimos capaces de todo, nos sentimos seguros de nuestro propio valer y nuestra importancia. La alta autoestima busca el desafío y el estímulo de los objetivos difíciles y que merecen la pena. Alcanzar dichos objetivos nutre la buena autoestima.
Una persona con autoestima alta piensa que su vida hace una diferencia importante en el mundo y en las personas que le rodean. Tiene confianza en sus capacidades. Se caracteriza por su honestidad, su amor hacia sí misma y hacia los demás y porque expresa su libertad. Demuestra integridad entre sus valores y sus acciones, entre lo que siente y lo que dice, entre su comunicación verbal y no-verbal. Está bien consciente de que su mejor recurso es su propia persona. Sabe que puede contar con ella misma para todo lo que sea necesario. Tiene confianza en su presente y esperanza en el futuro. Se acepta tal como es y, al mismo tiempo, desea mejorar. Disfruta cuando logra mejorar, pero entiende que no siempre es posible.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, mejor preparados estaremos para enfrentar las adversidades; cuanto más flexibles seamos, más resistiremos las presiones que nos hacen sucumbir a la desesperación o a la derrota. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, nuestras comunicaciones tendrán la posibilidad de ser más abiertas, sinceras y adecuadas, porque creeremos que nuestros pensamientos son valiosos y por lo tanto aceptaremos la claridad en lugar de temerla.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más ambiciosos tenderemos a ser, no necesariamente en nuestra carrera o profesión o en un sentido económico, sino en términos de lo que esperamos experimentar en la vida en el plano emocional, creativo, espiritual.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más posibilidades tendremos de entablar relaciones enriquecedoras y no destructivas, ya que lo semejante se atrae, la salud llama a la salud, y la vitalidad y la generosidad de ánimo son más apetecibles que el vacío afectivo y la tendencia a explotar a los demás. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, tendremos más disposición a establecer relaciones positivas en lugar de tóxicas. Esto se debe a que los que se parecen se atraen, y la salud se siente atraída por la salud. La vitalidad y la extroversión de los demás son, naturalmente, más atractivas para las personas con buena autoestima que la vacuidad y la dependencia. Los hombres y mujeres que confían en ellos mismos se sienten atraídos unos por otros de una forma natural. A la inversa, las mujeres y los hombres inseguros también se sienten atraídos y establecen relaciones destructivas.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más nos inclinaremos a tratar a los demás con respeto, benevolencia y buena voluntad, ya que no los percibiremos como amenaza, no nos sentiremos «extraños y asustados en un mundo que nunca hicimos» (citando el poema de A. E. Housman),y porque el respeto por uno mismo es la base del respeto por los demás.
Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más alegría experimentaremos por el solo hecho de ser, de despertarnos a la mañana, de vivir dentro de nuestros cuerpos. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, más ambiciosos seremos, no sólo en sentido profesional o financiero, sino en materia de lo que esperamos experimentar en nuestras vidas: emocional, romántica, intelectual, creativa y espiritualmente. Cuanto más alta sea nuestra autoestima, mayor será el deseo de expresarnos, reflejando nuestra riqueza interior .
Cuando la autoestima es baja, estamos cansados, nada nos entusiasma, nos sentimos inseguros de lo que somos capaces de hacer, sentimos que valemos poco. La baja autoestima busca la seguridad de lo conocido y lo fácil. Confinarse a lo conocido y lo fácil sirve para debilitar la autoestima. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, más urgente será la necesidad de «probarnos» a nosotros mismos o de olvidarnos de nuestras necesidades viviendo de manera mecánica e inconsciente.
La baja autoestima tiende a generar depresión y ansiedad. Si nos sentimos significativamente carentes de eficacia y valor, casi con seguridad sentiremos que la existencia es aterradora e infructuosa.
Una persona con autoestima baja piensa que es insignificante. Se pasa la vida esperando que le ocurran las peores catástrofes, hasta que le ocurren. Vive sus días aislada del mundo. La soledad parece perseguirla. Tiene enormes dificultades para comunicarse. Cuanto más baja sea nuestra autoestima, nuestras comunicaciones tenderán a ser más turbias, evasivas e inadecuadas debido a la desconfianza en nuestros propios pensamientos y sentimientos, así como a la ansiedad ante la respuesta de nuestros interlocutores.
Puesto que la autoestima se aprende, podemos también cambiarla y volverla más positiva.
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