AlmaArtículosAutoconocimiento
Tendencias

La gran elección – Eric Rolf

Eric Rolf

La gran elección

Eric Rolf

Imagina que, de alguna manera, eres tú quién eliges nacer. Tu alma, como parte del proceso, decide tener esta experiencia de ser humano”; encarnarse, tomar un cuerpo y vivir una serie de cualidades y desafíos para evolucionar. Precisamente «ser humano” es uno de los mayores desafíos y muchas veces nos cuesta serlo. Esto forma parte de nuestra misión: venimos a sentir. En este contexto amplio, parece que hablamos de una Gran Elección, que en realidad son dos.

Con la primera nos referimos a la elección de nuestra alma, fuera del cuerpo y del tiempo: la decisión de venir al mundo. Es bastante posible que no creas que tú participaste en esa elección; en cualquier caso, ahora mismo no tiene mucha importancia, ya que tanto si lo elegiste como si no, estás aquí. La segunda gran elección tiene más importancia porque, si no la has hecho ya, la puedes hacer ahora: es la elección de creer que tu vida tiene un sentido y por encima de todo, un propósito.

 

La vida siempre te da la razón. Si tu no crees que hay un camino, no lo habrá, porque puedes pasarte todo el tiempo viendo indicadores de dirección y no hacer caso de ninguno; sigues perdido. Si amplias tu punto de vista y haces caso a esos indicadores, que son los mensajes de la vida, ahí está el camino, lo tienes delante. Por eso decimos que si hay un camino, este libro es una guía. Quien decide si hay camino eres tú.

En cualquier caso, al margen de si crees en ello o no, has vivido, vives y vas a vivir circunstancias que te impactarán con intensidad. Hemos trabajado en este libro para que tengas la oportunidad de alinear esas circunstancias de forma que tengan sentido para ti y puedas disfrutar de un sentido más amplio de la vida. Si no te convence lo que descubres siempre tienes la opción de volver a tus antiguas creencias, o quizá amontonar esos acontecimientos en un pasado absurdo y una existencia casual. Visto así no hay nada que perder y el riesgo realmente vale la pena.

Para nosotros todos esos acontecimientos tienen sentido. Si bien aislados puede parecer que no tienen relación, unidos nos permiten alcanzar una visión global de nuestra vida. Si imaginamos nuestra vida como una gran obra de teatro o una película, podemos ver cada uno de esos acontecimientos como una escena dentro de esa obra. Para poder dar vida a ese acto se necesita un escenario, un director, un guionista y los actores. Los acontecimientos que ocurren en nuestra vida, igual que las escenas dentro de una película, nos sirven para dar sentido y comprender la obra de nuestra vida.

El escenario donde ocurre esta obra maestra es el planeta Tierra. Es un lugar para sentir, le llamamos Tierra pero quizás deberíamos llamarle Agua, porque ésta cubre cerca del 80 % del planeta. Ni siquiera el interior del planeta es sólido, su núcleo es magma, que es también líquido. Le llamamos Tierra para sentirnos más seguros porque la tierra da confianza; desde nuestro punto de vista parece que lo sólido o que la tierra no se mueve. Creemos que uno se puede apoyar en lo que no se mueve, que puede confiar en su estabilidad pero es una simple ilusión ya que todo está en movimiento.
La Tierra es el planeta azul, un lugar para sentir, un planeta más emocional que físico; tiene aspectos externos, pero el interés que se tiene por la parte externa es exagerado; la parte emocional es mucho más amplia que la material. Este es uno de los conocimientos transformadores en el contexto de la Medicina del Alma y en la exploración del camino que aquí presentamos: El verdadero valor del mundo material está en la metáfora que representa, no en su parte física.

Desde el alma se puede sentir fácilmente que el mundo físico tiene su valor como la metáfora que representa; a la persona o personalidad le va a costar más. Cuanto menos estemos identificados con nuestra alma, más difícil nos será aceptar este conocimiento. Somos un alma que ha elegido un cuerpo físico para vivir la aventura que queremos explorar. Elegimos el cuerpo adecuado y es perfecto para lo que necesitamos. Por ejemplo, para ir a bucear hay que llevar gafas, tubo y aletas; esa es la indumentaria que necesitamos para vivir esa aventura concreta. El cuerpo que tenemos y que creamos, nos da una idea concreta de la aventura que hemos venido a explorar.

Una metáfora representa una serie de características o cualidades que pueden manifestarse potencialmente, como por ejemplo, un guerrero representa la valentía, la entrega, la aceptación, la capacidad para arriesgarse, la fuerza, la preparación y el estar centrado, entre otras cosas. La percepción de esas cualidades es subjetiva para cada persona.

 

Una metáfora es también un símbolo que representa toda una dinámica de acontecimientos que están ocurriendo a la vez. Por ejemplo, en Medicina del Alma, un dolor en los riñones representa mucho más que un problema orgánico o muscular. Ese síntoma representa como metáfora, una resistencia o limitación en cómo la persona percibe sus relaciones cercanas. Esa percepción está determinada, no sólo por las circunstancias que están ocurriendo en ese mismo momento, sino por una serie de experiencias a lo largo de toda la vida de la persona. Por eso decimos que todos esos acontecimientos que, en cierta forma, están viviéndose a la vez, están representados por la metáfora del dolor de riñones.

El cuerpo que hemos elegido, igual que nuestro planeta, está compuesto de alrededor de un 80% de agua y ésta es la gran metáfora de las emociones. Donde hay agua hay vida y cuando sientes con intensidad te das cuenta de lo vivo que estás. Vivir es sentir, hemos elegido tener un cuerpo por la capacidad que tenemos de sentir. Sin embargo hay personas que intentan no sentir; quizá porque hayan pasado por episodios dolorosos que han herido sus sentimientos y para evitar que se repita ese sufrimiento, rechazan sentir, huyen de sus emociones.

Si no aceptamos que hemos venido a sentir, nos estamos perdiendo parte de la vida, no sentir es no vivir. El que no quiere sentir está, consciente o inconscientemente rechazando la vida. Ser más sensible no es ser más vulnerable sino más rico, que es el que puede sentir más. Por ejemplo, el que tiene el oído más fino, tiene más capacidad y más posibilidades porque escucha una gama más amplia de sonidos. El que siente más vive con más profundidad y eso le permite aceptar más de la vida. Ser sensible no nos hace más vulnerables, sino que hace que vivamos con más intensidad todas las experiencias. Es de ese sentir con intensidad de donde viene la fuerza para vivir totalmente el instante presente, es extásico.

Hemos confundido el sentir con el sufrir y es importante distinguir entre estas dos experiencias: sufrir es la resistencia a sentir. Si uno siente amor y la mente le dice que no lo puede sentir, aparece el sufrimiento. Sentir es la emoción que nos inunda a través de cómo percibimos nuestra vida y nuestras relaciones. La mente intenta impedir o frenar este sentir porque tiene miedo. Es como intentar cerrar la puerta de las emociones para no dejarlas entrar. El sufrimiento es el choque entre la mente y el corazón, la mente cerrando la puerta, el corazón empujando para entrar. El sufrimiento nos consume, corroe y destruye; es un sufrimiento inútil porque el corazón siempre acaba arrancando la puerta. El sufrimiento es el esfuerzo que hacemos por evitar lo inevitable: sentir y amar.

Si queremos evitar el sufrimiento hay que abrir la puerta, no cerrarla; si abrimos la puerta nos permitimos sentir. Cuanto más abiertos estamos, más suavemente pasan las cosas, las sentimos sin sufrimiento. Si sentimos con tanta intensidad es porque amamos con esa misma intensidad. El amor no se puede parar, frenar o detener porque el corazón no entiende de límites. En lugar de sentir el sufrimiento, podemos sentir el amor sin intentar detenerlo, dejando que pase sin juzgarlo. Si hemos elegido nacer, tener un cuerpo humano, es porque hemos venido a sentir. El cuerpo tiene cinco sentidos externos y diez internos; se llaman así porque son aspectos del sentir. Percibimos nuestras experiencias a través de todos ellos, los internos y externos. Estas experiencias pueden ser físicas o no, pero las percibimos a través de lo que sentimos en el cuerpo, que conecta la realidad interna con la externa.

Fragmento del libro «Contando con tu alma» de Eric Rolf

 

 


 

Loading

Facebook Comments
Ver mas

Deja una respuesta

Botón volver arriba