Autoestima

Cómo poner fin a la autocrítica

Puntos destacados de la historia
  • CÓMO NOS DESESTABILIZAMOS A NOSOTROS MISMOS CON LA AUTOCRITICA

¡BASTA!

Cómo poner fin a la autocrítica

 

CÓMO NOS DESESTABILIZAMOS A NOSOTROS MISMOS CON LA AUTOCRITICA

Nadie nos desestabiliza o debilita desde fuera. Somos nosotros los que nos hacemos vulnerables a nosotros mismos. Me gustaría mostraros cómo tiene esto lugar. No es algo que hagamos intencionadamente, sino por costumbre, por pura rutina, pues en algún momento pasado aprendimos a tratarnos de esa manera.

Deseo mostraros aquí también cómo escapar de la inestabilidad que nosotros mismos nos provocamos. Para ello es necesario que le prestemos mayor atención a nuestros pensamientos, que intentemos observarlos y reparemos en el modo en que hablamos interiormente con nosotros mismos, pues es lo que nos pasa diariamente por la cabeza lo que nos convierte en personas estables o, al revés, inestables.

 

LOS PENSAMIENTOS QUE NOS ANGUSTIAN TIENEN NOMBRE

Nos sentimos con arreglo a la opinión que tenemos de nosotros mismos. Cuando nos insultamos, zaherimos o despreciamos mentalmente nos sentimos mal y, por ende, interiormente inestables. Y los pensamientos por medio de los que nos insultamos y criticamos a nosotros mismos tienen nombre y apellido: «crítico interior».

También se nos avinagra el humor y perdemos la estabilidad interior cuando despreciamos a los demás y despotricamos sobre el mundo. Y los pensamientos con los que maldecimos nuestro medio externo también reciben un nombre: «gruñón interior».

Los dos juntos, el crítico interior y el gruñón interior, funcionan como un dúo infernal, como gemelos diabólicos que nos fulminan con su desprecio. Resulta imposible alcanzar estabilidad y conservar el equilibrio mientras estos dos tipejos retozan a sus anchas en nuestros pensamientos. De ahí que sea tan importante que observemos nuestros pensamientos con lupa. Empezaré hablando aquí del crítico interior, para ocuparme después, en el próximo capítulo, del gruñón interior.

 

AQUÍ ESTOY YO, EL CRÍTICO INTERIOR

¿Te has sorprendido alguna vez insultándote mentalmente a ti mismo, o dedicándote sentencias condenatorias?

Me refiero a pensamientos de este jaez:

«Seré imbécil, he hecho un ridículo espantoso».

«Se me va totalmente la olla, no me entero de nada».

«Tengo un aspecto horrible».

«Estoy como una vaca».

«Odio mi pelo».

«No valgo para esto, nunca lo conseguiré».

«Soy un completo fracasado».

«La culpa la tengo yo».

«Destruyo todo lo que toco».

«Soy demasiado inseguro».

«¡Soy un imbécil, un auténtico imbécil!».

«No hago nada a derechas».

Cuando se te cruzan estos y semejantes pensamientos por la cabeza, es tu crítico interior el que ha tomado la palabra. No es que viva un hombrecillo en tu cabeza, por descontado. Se trata de pensamientos denigrantes que se destacan en la corriente de los pensamientos. Para distinguir mejor estos pensamientos denigrantes del resto se les ha asignado un nombre: crítico interior. Se trata de pensamientos especialmente influyentes con relación a la salud psíquica.

CUANTO MÁS FUERTE SEA TU CRÍTICO INTERIOR TANTO MÁS DÉBIL SERÁ TU CONfiANZA EN TI MISMO

El crítico interior emite juicios negativos sobre nosotros, hace comentarios que nos hacen sentir mal, que nos zahieren y denigran. Si nos tomamos en serio sus cometarios nos herimos a nosotros mismos y nos sentimos fatal, acabados, deprimidos, como un trapo. Nos vemos como unos miserables. Pero por encima de todo, estos pensamientos despectivos nos vuelven muy inestables. Cuando el crítico interior toma la palabra, toda nuestra autoconfianza se va al garete.

La ecuación reza: cuanto más fuerte sea el crítico interior tanto más débil será la confianza en uno mismo. Si tu crítico interior es poderoso, apenas cuentas con defensas para repeler los ataques que recibas del exterior, ni puedes protegerte de las impertinencias y afrentas de otras personas. Pero el germen de tu debilidad ante ataques exteriores se halla en tu interior.

Y si ahora me preguntas: ¿cómo puedo ser interiormente más estable y consciente de mi propio valor?, mi respuesta es: domina a tu crítico interior, pues son los pensamientos despectivos los que te hacen débil y vulnerable. Es la autocrítica la que te debilita y angustia.

EL CRÍTICO INTERIOR SE OCULTA TRAS TUS PENSAMIENTOS COTIDIANOS

Antes de mostrarte cómo mantener a raya a tu crítico interior es importante que lo conozcas mejor. Solo podrás librarte de él si te percatas de cuándo toma la palabra, pues la mayoría de los críticos se ocultan tras la corriente de pensamientos cotidianos. Estás pensando que hoy sería mejor llevarse el paraguas. Pero no recuerdas dónde lo has puesto, no lo encuentras. Dos pensamientos inofensivos. Es entonces cuando el crítico interior toma la palabra y abre fuego: «¡Maldita sea! ¿Pero dónde puede estar? Soy un desastre. Siempre está todo manga por hombro. ¡Esto es absurdo! Nada, que me voy a pasar aquí la tarde buscándolo». He aquí un pequeño ataque crítico colándose entremedias, entre pensamientos completamente normales e inofensivos. Tras ellos se oculta una pequeña vejación, un pequeño puntapié. El sentimiento de inestabilidad, así como la irascibilidad, no proceden de la búsqueda del paraguas. Proceden de los pensamientos que, con ocasión de la búsqueda, cruzan tu mente. Proceden de lo que, al respecto, dice el crítico interior.

 

 

LA OPINIÓN DEL CRÍTICO INTERIOR REZA: NO ERES LO SUFICIENTEMENTE BUENO

El mantra del crítico interior es: no eres normal, y no eres lo suficientemente bueno. Él intenta echártelo en cara en cualquier ocasión y con cualquier medio. Observemos detenidamente las tretas y enredos del crítico interior.

 

 

NO ES POSIBLE DESTRUIR AL CRÍTICO INTERIOR, PERO SÍ DOMARLO

Quizás ahora te des cuenta de que también tú tienes un crítico interior. Y probablemente quieras deshacerte de él en el acto. Por desgracia, esto no es posible. No puede arrancarse al crítico interior como se arranca a las malas hierbas del jardín. Recuerda que son solo pensamientos; mejor dicho: algunos pensamientos que te asaltan. Sí es posible, en cambio, reconocer conscientemente los pensamientos autocríticos y domarlos.

Retrocede interiormente algunos pasos y asómbrate de esa palabrería crítica en tu cabeza. Tal vez ahora puedas, quizá por primera vez, cuestionar toda esa verborrea. Deja de dar crédito a lo que afirma tu crítico interior. Si lo consigues habrás dado un paso de gigante de cara a alcanzar mayor estabilidad interior. Presta atención a tus pensamientos y saca a tu crítico interior de su escondite. Hasta ahora, tu crítico interior ha conseguido ocultarse dentro de ti, pasar desapercibido entre los pensamientos ordinarios de tu vida cotidiana. Ahora le tienes en el punto de mira. Para mantenerlo ahí, debes acudir a una estrategia inmensamente valiosa: tomar distancia.

No tienes que seguir creyendo a tu crítico interior. No es más que una voz en tu mente, y esa voz crítica no dice la verdad sobre ti. Tú eres mucho mejor de lo que afirma tu crítico interior.

 

 

NUESTROS PUNTOS DÉBILES Y POR QUÉ SOMOS A VECES TAN SUSCEPTIBLES

Me gustaría mostraros ahora cómo consigue el crítico interior debilitarnos e irritarnos con sus incesantes comentarios. El crítico interior tiende a la repetición. Nos critica una y otra vez con sus temas favoritos. Entre ellos puede encontrarse nuestro aspecto físico, por ejemplo. O el hecho de no haber terminado el bachillerato o una carrera universitaria. Quizá nos acuse de tener demasiados hijos, o de no tener ninguno. Tal vez nos critique porque estamos divorciados o porque aún no nos hemos casado. Insiste en ello una y otra vez, y otra vez, y otra vez. Siempre la misma letanía.

Los temas favoritos del crítico interior se convierten en nuestros puntos flacos. Al darle crédito a esos juicios críticos sobre nosotros mismos metemos siempre el dedo en las mismas heridas que, naturalmente, se hacen cada vez más profundas. El crítico interior nos condena siempre por lo mismo, y así las heridas que causa nunca se cierran. ¿Os imagináis lo que ocurre cuando alguien del exterior mete el dedo justo en nuestro punto débil? Quizá se trate solamente de una lejana alusión, pero esa vaga alusión toca exactamente nuestro punto flaco, ese en el que nuestro crítico interior no ha parado de pincharnos. Así que nos duele mucho y nuestra reacción es desmesurada. Nos sentimos inmediatamente atacados pese a que, probablemente, no se trate de ningún ataque. Cuando tocan nuestros puntos flacos perdemos la estabilidad interior, somos vulnerables. Y en la debilidad también nos volvemos tóxicos para los demás. Es ahí donde necesitamos un buen escudo emocional.

Me gustaría abundar en el tema de la irritabilidad y la toxicidad ayudándome de dos ejemplos.

Oliver acababa de cumplir treinta años cuando constató en el espejo que cada vez perdía más pelo. Por desgracia para él, en lo tocante al aspecto físico tenía un poderosísimo crítico interior. Su crítico interior le atacaba muy a menudo a consecuencia de la calva que se abría en su cabeza. Ese era el punto flaco de Oliver. Y hay una regla que se cumple con relación a todos los puntos débiles: antes o después alguien mete el dedo en ellos.

Oliver estaba loco de contento con su reciente novia. Pero el amor que sentía por aquella chica sufrió un fuerte revés cuando ella le comentó con la mejor de las intenciones: «Oliver, podrías raparte la cabeza, seguro que te queda mejor que esa media calva». La bienintencionada propuesta golpeó de lleno su punto débil. Oliver se sintió ofendido y se cerró afectivamente. Por la noche apenas le dirigió la palabra. Y cuando a la mañana siguiente su novia lo llamó por teléfono él no contestó. Dejó un mensaje en el contestador automático, pero no recibió respuesta. ¿Qué había hecho ella mal?

LOS PUNTOS DÉBILES SON LOS SECRETOS ASESINOS DE LAS RELACIONES

Nada, en realidad; ella no había hecho nada mal. Solo había tocado sin darse cuenta el punto flaco de Oliver. No sabía que a su novio le dolía tanto el problema de la caída del cabello. Y a Oliver no solo le faltaba pelo en la cabeza, también le faltaba una coraza emocional. Por eso la propuesta de su novia le resultó tan ofensiva. Su irritabilidad se debía a los ataques de su crítico interior.

Por fortuna, su novia permaneció interiormente estable. Le pidió reiteradamente a Oliver que le explicara por qué ya no la llamaba, y al final venció el amor que el muchacho sentía por ella. Oliver consiguió hablar con ella, lo que exigió un par de intentos y un gran esfuerzo de superación por su parte. Reconocer abiertamente los propios puntos flacos comporta siempre una pequeña prueba de valor. Su novia se percató rápidamente de que la calvicie era un tema bastante espinoso, y ambos consiguieron aclarar las cosas. La relación había estado a punto de romperse. Los puntos flacos que no se tematizan y aclaran acaban siendo auténticos asesinos de relaciones.

 

MATERNIDAD Y DESCONCIERTO TOTAL

Lisa era una madre primeriza, y su inexperiencia resultaba un verdadero arsenal para su crítico interior. Aunque cuidaba bien de su hija no era capaz de reconocer su labor ni de valorarse a sí misma. Su crítico interior le reprochaba que otras madres cuidaban mejor de sus hijos, y le aseguraba que la situación le venía grande. Bastaba con que el bebé se echara a llorar para que en su mente aflorara un comentario crítico en primera persona: «No voy a conseguir calmar a mi hija. Lo hago todo mal». El comentario favorito de su crítico interior rezaba: «No vales para ser madre».

CUANDO CONSEJOS BIENINTENCIONADOS METEN EL DEDO EN UN PUNTO FLACO

La maternidad se convirtió así en un punto flaco para Lisa, y se daba cuenta de ello, especialmente, hablando con otras madres. Ellas gustosas le daban consejos sobre cómo cuidar al bebé: «¡Qué ricura la chiquitina! Pero va demasiado abrigada». «Está un poquito pálida. A lo mejor deberías darle más zumo de zanahoria». «Con este tiempo yo le pondría ese gorro». «Esos pañales que estás usando no son buenos. Hay otros mucho mejores».

Aquellos comentarios golpeaban directamente el punto débil de Lisa. Se sentía inmediatamente criticada y puesta en entredicho como madre. Lisa no estaba acorazada emocionalmente en aquella situación. Por eso también reaccionaba de forma tóxica, y a menudo respondía con acritud: «Yo hago con mi hija lo que considero oportuno. Haz tú con el tuyo lo que a ti te parezca». Pero luego se enfadaba consigo misma. Su crítico volvía a abalanzarse sobre ella, ahora por ser tan puntillosa.

 

 

NO TOMARSE EN SERIO LOS COMENTARIOS DEL CRÍTICO INTERIOR

Al principio Lisa pensaba que necesitaba acorazarse frente a las otras madres. Pero contra quien de verdad necesitaba acorazarse era contra su crítico interior, pues su irascibilidad e inestabilidad eran el resultado del parloteo con el que este la hería desde su interior.

Lisa aprendió a conocer mejor a su crítico interior en uno de mis seminarios. Se ejercitó en percibir conscientemente sus pensamientos autocríticos. Pasado poco tiempo era capaz de identificar a su crítico interior con total claridad. Y así consiguió estar en condiciones de cuestionarlo.

Empezó a dejar de creerse los juicios negativos que espetaba su crítico interior. Quizá no trataba tan mal a su hija, y era posible que fuera capaz como madre. Cuanto más reconocía Lisa a su crítico interior tanto más consciente se hacía de su propio valor. Lisa constató la alta frecuencia con que su crítico interior dudaba de ella, y comprendió lo mucho que esto la desconcertaba.

Una vez que Lisa fue capaz de percibir conscientemente a su crítico interior, pudo también hacer una criba en su pensamiento. Dejó de prestarle atención permanente a ese parloteo despectivo y de darle vueltas a las acusaciones. Perdió el interés por dudar de sí misma. Su crítico interior se tranquilizó. Cada vez hablaba menos. Y aunque no dejó de oírle del todo, ya solo pedía la palabra en contadas ocasiones.

Lisa comenzó a sentirse bien. En ausencia del constante parloteo crítico por fin pudo sentirse orgullosa de lo bien que se las arreglaba con su hija. Los comentarios de otras madres también dejaron de representar un problema. Se dio cuenta de que aquellas mujeres no tenían mala intención. Ahora Lisa reaccionaba con calma ante los consejos de las otras madres. Agradecía las sugerencias, sin sentirse atacada. En efecto: Lisa ya estaba acorazada sentimentalmente.

 

 

¿CUÁLES SON TUS PUNTOS DÉBILES?

Tómate un minuto para considerar dónde te hace falta una coraza sentimental.

  • ¿Se agarra también tu crítico interior siempre a los mismos puntos?
  • ¿En torno a qué temas te critica?
  • ¿Qué reproches tienes que escuchar continuamente?
  • ¿Qué te repite tu crítico interior sin cesar?
  • ¿Qué considera tu crítico interior erróneo en ti desde hace años?

Ahora conoces tus puntos débiles, los temas en los que eres ultrasensible. A menudo basta una inofensiva observación proveniente del exterior para que te sientas atacado. Pues bien, acorazarte frente al exterior pasa por acorazarte contra tu crítico interior.

 

 

ASÍ PUEDES CURAR TUS PUNTOS FLACOS

Comienza impidiendo a tu crítico interior que te hiera a partir de ahora. Para conseguirlo es de vital importancia que detectes sus ataques a tiempo y de forma consciente. Fíjate en lo que piensas de ti mismo en la vida cotidiana. Solo así podrás detener un ataque crítico desde el principio. Dicho de forma más sencilla: cuando notes que te desacreditas mentalmente, que te insultas o no paras de criticarte a ti mismo, deja de pensar en el acto. Limítate a decirle «hola» a tu crítico interior. No te enfades con él. No te condenes a ti mismo por tener un crítico interior.

A continuación, dirige tu atención de forma consciente hacia el presente, hacia algo agradable. Para ello sírvete de la criba. Selecciona, de entre lo que se te presenta, aquello que para ti resulte bonito, cordial y beneficioso. Acepta además todo lo que estás sintiendo en ese momento. Abandona los pensamientos críticos emergentes y concéntrate en los que te gustan y benefician.

 

DÓNDE CONSIGUE EL CRÍTICO INTERIOR LA MUNICIÓN

Puedes poner en jaque a tu particular crítico modificando tu enfoque interior (encontrarás más información sobre este tema en el último capítulo de este libro). Tu crítico interior siempre se sirve de tus representaciones ideales y de tus metas para criticarte. Te muestra dónde has contravenido tus propias representaciones ideales, tus propias metas.

Si el aspecto físico es para ti un punto flaco, por ejemplo, debes tener una representación ideal del aspecto que te gustaría tener. Y si no consigues ajustarte a tu representación ideal tu crítico interior te machaca. Para acabar de una vez por todas con este mecanismo debes cambiar tu representación ideal. Abandónala por completo, esto es, acéptate tal y como eres. De ese modo tu crítico interior se quedará sin munición. Si estás completamente de acuerdo contigo mismo y con tu vida no podrá criticarte más.

Busca la representación ideal que subyace a tus puntos débiles y abandónala. Esto te llevará algún tiempo y mucha práctica. Concédete tiempo y practica todos los días. Liberarse de las propias exigencias hacia uno mismo merece la pena en todo caso. Si te aceptas a ti mismo tal como eres, dejas a tu crítico interior sin motivos para ponerte verde. Allí donde antes te criticabas a ti mismo surgirá con el tiempo un «de acuerdo». Y justo en los aspectos en los que antes te sentías inestable e irritado te sentirás progresivamente más estable y seguro de ti mismo.

ERRAR ES HUMANO

Naturalmente, todos cometemos errores alguna vez. Errar es humano. Solo quien está en coma no se equivoca nunca. Ahora bien, ¿podríamos reconocer nuestros errores sin el trabajo y las intervenciones del crítico interior? ¿Conseguiríamos aprender y perfeccionarnos sin las regañinas de nuestro particular crítico? ¿Necesitamos a un crítico interior para llegar a ser mejores?

Tanto tú como yo cometemos a diario errores que conseguimos reconocer y enmendar fácilmente sin ayuda del crítico interior. Nos damos cuenta de que se nos ha olvidado algo y lo recuperamos sin necesidad de reprendernos. Caemos en la cuenta de que hemos dicho o hecho algo inconveniente, y acto seguido pedimos disculpas. De hecho, sin el crítico interior aprendemos más rápida y fácilmente de nuestros errores. Sin dramas, sin autocastigos, sin sentimientos de culpa. Se reconoce el error, se corrige y se sigue adelante. Sin el crítico interior simplemente nos perdonamos a nosotros mismos cuando cometemos errores.

 

UNA INCESANTE BÚSQUEDA DE RECONOCIMIENTO

Mientras el crítico interior pueda desahogarse libremente con nosotros nuestra vida estará marcada por una permanente falta de reconocimiento. En consecuencia, intentaremos cosecharlo en el mundo exterior. Buscaremos el elogio y la confirmación de otras personas. Esperaremos la aprobación de nuestros semejantes. Sin embargo, es precisamente esta búsqueda de reconocimiento en otras personas lo que nos hace vulnerables e inestables.

Comenzamos a prestarles más atención a los demás que a nosotros mismos. Comenzamos a adaptarnos y amoldarnos a los deseos de los demás, a congraciarnos con ellos para que nos den su aprobación. Y al final acabamos haciendo cualquier cosa para satisfacer sus exigencias y expectativas, siempre con el alma en vilo: ¿causo una buena impresión? ¿Les gusto a los demás?

 

 

HIPERSENSIBILIDAD ANTE EL RECHAZO

La susceptibilidad aumenta gradualmente en nosotros. Nos volvemos hipersensibles ante la posibilidad de ser rechazados. Resulta fácil alterarnos y desequilibrarnos. Basta que un colega no nos dé los buenos días para sumergirnos en lucubraciones: «¿Por qué no me habrá saludado? Seguro que tiene algo en mi contra. Pero ¿qué le he hecho yo?». Si alguien menea negativamente la cabeza perdemos el control, cualquiera puede desconcertarnos arqueando críticamente las cejas. Semejante susceptibilidad equivale a un autosabotaje, pues es prácticamente imposible seguir un camino propio si nos concentramos llenos de suspicacia en evitar que nos rechacen.

¿Y qué pasa cuando la gente por la que tanto nos hemos esforzado de hecho no nos aprueba, ni nos aprecia, ni nos proporciona reconocimiento alguno?

Un crítico interior fuerte convierte una circunstancia similar en una verdadera catástrofe. Nos sentimos heridos por dentro y por fuera. Nadie nos quiere. Y eso no va a hacer que nuestro crítico interior guarde un respetuoso silencio, por descontado. El crítico interior no nos cuida, todo lo contrario: cuando estamos en apuros y tenemos problemas eleva el volumen de su voz. Nos echa la culpa por no haber sido lo suficientemente buenos. Tendríamos que haberlo hecho todo mejor, o habernos esforzado más. El crítico interior nos hunde en los momentos de crisis en la miseria, hace que nos sintamos aún más inestables, desequilibrados e irritados. Y nuestros semejantes, que lo perciben, a menudo nos evitan por ello.

 

 

 

 

LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DE NUESTRA VIDA

Entretanto nos olvidamos de lo esencial, y pasamos por alto que la persona más importante de nuestra vida somos nosotros mismos. Es nuestro propio reconocimiento y aprecio lo que ante todo necesitamos, no el de los demás. Pero mientras sea el crítico interior el que determina la música de fondo de nuestro funcionamiento psíquico, cualquier conato de reconocimiento acabará por los suelos. Dicho de otro modo: el cubo tiene un agujero por el que se escapa cualquier principio de autoestima y reconocimiento.

Tú eres, en efecto, la persona más importante en tu vida, y solo tú puedes sorprender in fraganti a tu crítico interior. Percibirlo, descubrir sus movimientos, es el primer paso para librarse de él. Para ayudarte a conseguirlo he recopilado algunas preguntas que pueden revelar sus maniobras. Si das una respuesta sincera a estas preguntas percibirás con claridad cuándo y dónde toma en ti la palabra tu crítico interior.

  • ¿Qué te dices a ti mismo tras haber cometido un error?
  • ¿Cómo te critica tu crítico interior? ¿Te insulta? ¿Te acusa? ¿Se queja, tal vez?
  • Honestamente, ¿qué opinión te merece tu cuerpo, tu aspecto físico general? ¿Cómo te sientes en tu propia piel?
  • ¿Te compara tu crítico interior con otras personas y te hace salir peor parado?
  • ¿Qué es lo que menos le gusta a tu crítico interior de ti? ¿Qué conductas deberías abandonar según él?
  • ¿Inflama tu mala conciencia asegurando que eres el culpable de lo que le frustra o irrita?
  • ¿Has tomado nota de la hora a la que prefiere presentarse tu crítico interior? ¿Cuál es su franja más usual? ¿Por las mañanas en el cuarto de baño, después de levantarte? ¿Por las noches, en la cama, cuando intentas conciliar el sueño? ¿Le gusta presentarse en el trabajo? ¿O cuando llegas a casa cansado y exhausto?
  • ¿Sufres un ataque de tu crítico interior tras estar en compañía de ciertas personas? Por ejemplo, ¿después de haberte reunido con familiares o con determinados amigos?
  • ¿Cómo has repelido hasta ahora los ataques de tu crítico interior?

CÓMO DOMAR A TU CRÍTICO INTERIOR

Una vez que conocemos mejor y hemos observado detenidamente el funcionamiento de los pensamientos autocríticos se plantea la pregunta más importante: ¿Cómo se mantiene a raya y domina al crítico interior?

  • En primer lugar felicítate a ti mismo. Has hecho un buen trabajo, has descubierto a tu crítico interior, lo has sorprendido mientras intentaba socavarte. ¡Bien hecho! Agradécetelo a ti mismo, por favor.
  • No ataques a tu crítico interior. Solo conseguirías hacerle más grande y fuerte. Por el contrario, dile amablemente y con afecto: «¡Hola, tesoro, te he reconocido!». Percibes conscientemente los pensamientos del crítico interior. ¡Formidable! Entonces es el momento de no darle crédito alguno. Tu crítico interior no sabe juzgarte objetivamente. Solamente sabe insultarte, condenarte, atacarte o culparte. Sus ataques son falsos y gratuitos.
  • Aléjate interiormente de él. Distánciate de su despectivo parloteo. Para lograrlo utiliza la criba. De ahora en adelante deja de prestarle atención a esos pensamientos autocríticos. Como ya sabes, la atención actúa como un abono, y seguramente no quieres cultivar y fomentar a tu crítico interior.
  • Deshazte con tu cedazo interior de los cometarios de tu crítico interior. Sal de tus pensamientos. Dirige tu atención hacia algo agradable, hermoso, algo que puedas ver u oír. Y si tu crítico interior vuelve a tomar en tu interior la palabra —lo cual sin duda ocurrirá—, vuelve a comenzar desde cero. Constata cortésmente que le estás hablando otra vez, y acto seguido retírale tu atención. Así consigues escudarte emocionalmente contra tu crítico interior.

 

EL NACIMIENTO DEL CRÍTICO INTERIOR

No hay nada malo en ti, desde luego que no. Aunque tu crítico interior pueda desestabilizarte mucho, él piensa que actúa por tu bien. Es la voz de la adaptación. Él quiere que tú sobrevivas, que seas bien recibido por otras personas.

Nació cuando tú aún eras un niño. Fue entonces cuando aprendiste a criticarte a ti mismo. Lo aprendiste de los adultos de tu entorno. Tus padres te enseñaron cómo relacionarte contigo mismo. Cómo peinarte, cepillarte los dientes y lavarte la cara. Aprendiste a comportarte, y a que no se puede gritar porque si no la gente mira. Al principio te criticaban tus padres. Más tarde conseguiste hacerlo por ti mismo, sin ayuda de tus padres, con el pensamiento, del mismo modo que también aprendiste a lavarte por ti mismo. Fue así como nació tu crítico interior, y él conserva hasta el presente su capacidad de aprender.

Tu crítico interior absorbe todo lo que el exterior le ofrece con relación a metas y representaciones ideales. Y está dispuesto a utilizarlo todo en tu contra. Si sigue estando de moda que mujeres adultas se embutan en estrechísimos pantalones de adolescentes, tu crítico interior toma nota de ello. Y cuando está en el probador te machaca porque tus muslos son demasiado gruesos para esos pantalones. Los probadores son por cierto un lugar de recreo perfecto para el crítico interior.

Es posible que hasta ahora hayas dado crédito a todo lo que tu crítico interior te insinuara. Has tenido por bien encaminados todos esos comentarios autocríticos, has creído en ellos como en que uno más uno son dos. Ellos decidían por ti. Eran la verdad. Ese justamente es el quid de la cuestión: uno se cree absolutamente al crítico interior, lo que dice es la verdad sobre uno mismo. Pero eso es sencillamente falso.

 

 

TU CRÍTICO INTERIOR TE JUZGA MAL

Rematadamente mal. Tu crítico interior pasa por alto todo lo bueno, hermoso y talentoso que hay en ti. En vez de eso, engrandece y exagera cada pequeña imperfección, cada error, cada insignificante fallito. E incluso ahí donde tú te limitas a ser sencillamente como eres, él opina que no es suficiente, que tienes fallos y carencias.

Tu crítico interior miente cuando afirma que tienes que ser juzgado. Y que es importante tasarte, pesarte, revisarte y ponerte un sello. ¡Eso es absolutamente falso! Tú no estás ahí para ser juzgado. No tienes que juzgarte a ti mismo, ni tasarte, ni ponerte sellos acreditativos. Ahí el crítico interior se impone y afirma que sin él, sin sus comentarios, te convertirías en una persona peor. Y yo confío en que a ti esa afirmación solo te cause risa.

 

 

EL SILENCIO DE TU CRÍTICO INTERIOR

Con franqueza: ¿de verdad eres en las fases en las que tu crítico interior permanece en silencio una mala persona? ¿Acaso actúas sin la despectiva tabarra de tu crítico interior en la cabeza como un auténtico descerebrado que roba a las abuelitas y tortura a perritos? No, evidentemente. Cuando el crítico interior guarda silencio te sientes tranquilo, seguro de ti mismo y puede que hasta contento. Sin el crítico interior eres interiormente estable, equilibrado y disfrutas de tu existencia. Y de hecho es exactamente como parece: necesitas al crítico interior tanto como un dolor de muelas. Sí, se vive de maravilla sin él.

Por desgracia, no puedes hacer desaparecer a tu crítico interior. Pero puedes dejar de darle crédito. Puedes dejar de participar de su palabrería crítica. Le privas así de influencia y poder sobre ti. Le retiras la licencia para juzgarte. Y entonces ocurre algo sorprendente: te tranquilizas, y cada vez pide menos la palabra. Ganas en libertad interior, en estabilidad. Te sientes más fuerte, más consciente de tu propio valor. Te entregas por completo a tu persona, a tu medio, sin tener que reflexionar demasiado sobre ti mismo. Haces lo que en cada caso toca y vives tu vida.

Tras identificar y conjurar aquí al crítico interior llega el turno de su hermano gemelo: el gruñón interior. Mientras el crítico interior se abalanza sobre nosotros mismos, el gruñón interior reprende al mundo exterior. Insulta a las personas con las que convivimos y al mundo en general. Sus ataques nos debilitan tanto como los del crítico interior. Pero no lo hará mucho tiempo más.

Las próximas páginas te proporcionarán también un escudo emocional frente al gruñón interior.

  • Nadie puede estabilizarte o desestabilizarte desde el exterior. Solo tú mismo puedes hacerlo.
  • Autodesprecio, dudas sobre nosotros mismo, incluso odio por uno mismo: he aquí la obra del crítico interior. Y llamamos crítico interior a los pensamientos con los que nos condenamos y despreciamos.
  • Presta atención a lo que piensas de ti mismo. Cuanto más poderoso sea tu crítico interior, más endeble será tu confianza en ti mismo y menor tu estabilidad interior.
  • Puedes domar a tu crítico interior no creyéndote ni una palabra de lo que diga y no prestándole atención.
  • Sin su constante parloteo crítico tu vida será mucho más fácil y equilibrada.

 

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