La vacuidad, entendida desde una perspectiva filosófica o espiritual, no implica ausencia, sino la plenitud de posibilidades que emerge del vacío. En el pensamiento budista, se refiere a la ausencia de una existencia intrínseca e independiente en todas las cosas, revelando que todo está interconectado y en constante cambio.

Reflexionar sobre la vacuidad nos invita a desapegarnos de las etiquetas, los juicios y las falsas certezas que nos atan. Reconocer que las cosas no tienen un «ser» fijo nos libera de las expectativas rígidas y del sufrimiento que surge al aferrarnos a lo impermanente.

La vacuidad no es un estado de carencia, sino un espacio abierto para la creatividad, la compasión y la transformación. Al aceptar este vacío lleno de posibilidades, aprendemos a habitar el presente con mayor ligereza, flexibilidad y claridad, conectándonos más profundamente con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.

Con esa postura, usted está enviando dos mensajes para su cerebro y para su vida:

1º… usted no confía en el mañana
2º… usted cree que lo nuevo y lo mejor NO son para usted, ya que se asegura con guardar cosas viejas e inútiles.

Deshágase de lo que perdió el color y el brillo y deje entrar lo nuevo en su casa… y dentro de sí mismo…

JOSEPH NEWTON Principio del vacío