Cómo poner fin a la autocrítica

- CÓMO NOS DESESTABILIZAMOS A NOSOTROS MISMOS CON LA AUTOCRITICA
¡BASTA!
Cómo poner fin a la autocrítica
CÓMO NOS DESESTABILIZAMOS A NOSOTROS MISMOS CON LA AUTOCRITICA
Nadie nos desestabiliza o debilita desde fuera. Somos nosotros los que nos hacemos vulnerables a nosotros mismos. Me gustaría mostraros cómo tiene esto lugar. No es algo que hagamos intencionadamente, sino por costumbre, por pura rutina, pues en algún momento pasado aprendimos a tratarnos de esa manera.
Deseo mostraros aquí también cómo escapar de la inestabilidad que nosotros mismos nos provocamos. Para ello es necesario que le prestemos mayor atención a nuestros pensamientos, que intentemos observarlos y reparemos en el modo en que hablamos interiormente con nosotros mismos, pues es lo que nos pasa diariamente por la cabeza lo que nos convierte en personas estables o, al revés, inestables.
LOS PENSAMIENTOS QUE NOS ANGUSTIAN TIENEN NOMBRE
Nos sentimos con arreglo a la opinión que tenemos de nosotros mismos. Cuando nos insultamos, zaherimos o despreciamos mentalmente nos sentimos mal y, por ende, interiormente inestables. Y los pensamientos por medio de los que nos insultamos y criticamos a nosotros mismos tienen nombre y apellido: «crítico interior».
También se nos avinagra el humor y perdemos la estabilidad interior cuando despreciamos a los demás y despotricamos sobre el mundo. Y los pensamientos con los que maldecimos nuestro medio externo también reciben un nombre: «gruñón interior».
Los dos juntos, el crítico interior y el gruñón interior, funcionan como un dúo infernal, como gemelos diabólicos que nos fulminan con su desprecio. Resulta imposible alcanzar estabilidad y conservar el equilibrio mientras estos dos tipejos retozan a sus anchas en nuestros pensamientos. De ahí que sea tan importante que observemos nuestros pensamientos con lupa. Empezaré hablando aquí del crítico interior, para ocuparme después, en el próximo capítulo, del gruñón interior.
AQUÍ ESTOY YO, EL CRÍTICO INTERIOR
¿Te has sorprendido alguna vez insultándote mentalmente a ti mismo, o dedicándote sentencias condenatorias?
Me refiero a pensamientos de este jaez:
«Seré imbécil, he hecho un ridículo espantoso».
«Se me va totalmente la olla, no me entero de nada».
«Tengo un aspecto horrible».
«Estoy como una vaca».
«Odio mi pelo».
«No valgo para esto, nunca lo conseguiré».
«Soy un completo fracasado».
«La culpa la tengo yo».
«Destruyo todo lo que toco».
«Soy demasiado inseguro».
«¡Soy un imbécil, un auténtico imbécil!».
«No hago nada a derechas».
Cuando se te cruzan estos y semejantes pensamientos por la cabeza, es tu crítico interior el que ha tomado la palabra. No es que viva un hombrecillo en tu cabeza, por descontado. Se trata de pensamientos denigrantes que se destacan en la corriente de los pensamientos. Para distinguir mejor estos pensamientos denigrantes del resto se les ha asignado un nombre: crítico interior. Se trata de pensamientos especialmente influyentes con relación a la salud psíquica.
CUANTO MÁS FUERTE SEA TU CRÍTICO INTERIOR TANTO MÁS DÉBIL SERÁ TU CONfiANZA EN TI MISMO
El crítico interior emite juicios negativos sobre nosotros, hace comentarios que nos hacen sentir mal, que nos zahieren y denigran. Si nos tomamos en serio sus cometarios nos herimos a nosotros mismos y nos sentimos fatal, acabados, deprimidos, como un trapo. Nos vemos como unos miserables. Pero por encima de todo, estos pensamientos despectivos nos vuelven muy inestables. Cuando el crítico interior toma la palabra, toda nuestra autoconfianza se va al garete.
La ecuación reza: cuanto más fuerte sea el crítico interior tanto más débil será la confianza en uno mismo. Si tu crítico interior es poderoso, apenas cuentas con defensas para repeler los ataques que recibas del exterior, ni puedes protegerte de las impertinencias y afrentas de otras personas. Pero el germen de tu debilidad ante ataques exteriores se halla en tu interior.
Y si ahora me preguntas: ¿cómo puedo ser interiormente más estable y consciente de mi propio valor?, mi respuesta es: domina a tu crítico interior, pues son los pensamientos despectivos los que te hacen débil y vulnerable. Es la autocrítica la que te debilita y angustia.
EL CRÍTICO INTERIOR SE OCULTA TRAS TUS PENSAMIENTOS COTIDIANOS
Antes de mostrarte cómo mantener a raya a tu crítico interior es importante que lo conozcas mejor. Solo podrás librarte de él si te percatas de cuándo toma la palabra, pues la mayoría de los críticos se ocultan tras la corriente de pensamientos cotidianos. Estás pensando que hoy sería mejor llevarse el paraguas. Pero no recuerdas dónde lo has puesto, no lo encuentras. Dos pensamientos inofensivos. Es entonces cuando el crítico interior toma la palabra y abre fuego: «¡Maldita sea! ¿Pero dónde puede estar? Soy un desastre. Siempre está todo manga por hombro. ¡Esto es absurdo! Nada, que me voy a pasar aquí la tarde buscándolo». He aquí un pequeño ataque crítico colándose entremedias, entre pensamientos completamente normales e inofensivos. Tras ellos se oculta una pequeña vejación, un pequeño puntapié. El sentimiento de inestabilidad, así como la irascibilidad, no proceden de la búsqueda del paraguas. Proceden de los pensamientos que, con ocasión de la búsqueda, cruzan tu mente. Proceden de lo que, al respecto, dice el crítico interior.
LA OPINIÓN DEL CRÍTICO INTERIOR REZA: NO ERES LO SUFICIENTEMENTE BUENO
El mantra del crítico interior es: no eres normal, y no eres lo suficientemente bueno. Él intenta echártelo en cara en cualquier ocasión y con cualquier medio. Observemos detenidamente las tretas y enredos del crítico interior.
NO ES POSIBLE DESTRUIR AL CRÍTICO INTERIOR, PERO SÍ DOMARLO
Quizás ahora te des cuenta de que también tú tienes un crítico interior. Y probablemente quieras deshacerte de él en el acto. Por desgracia, esto no es posible. No puede arrancarse al crítico interior como se arranca a las malas hierbas del jardín. Recuerda que son solo pensamientos; mejor dicho: algunos pensamientos que te asaltan. Sí es posible, en cambio, reconocer conscientemente los pensamientos autocríticos y domarlos.
Retrocede interiormente algunos pasos y asómbrate de esa palabrería crítica en tu cabeza. Tal vez ahora puedas, quizá por primera vez, cuestionar toda esa verborrea. Deja de dar crédito a lo que afirma tu crítico interior. Si lo consigues habrás dado un paso de gigante de cara a alcanzar mayor estabilidad interior. Presta atención a tus pensamientos y saca a tu crítico interior de su escondite. Hasta ahora, tu crítico interior ha conseguido ocultarse dentro de ti, pasar desapercibido entre los pensamientos ordinarios de tu vida cotidiana. Ahora le tienes en el punto de mira. Para mantenerlo ahí, debes acudir a una estrategia inmensamente valiosa: tomar distancia.
No tienes que seguir creyendo a tu crítico interior. No es más que una voz en tu mente, y esa voz crítica no dice la verdad sobre ti. Tú eres mucho mejor de lo que afirma tu crítico interior.
NUESTROS PUNTOS DÉBILES Y POR QUÉ SOMOS A VECES TAN SUSCEPTIBLES
Me gustaría mostraros ahora cómo consigue el crítico interior debilitarnos e irritarnos con sus incesantes comentarios. El crítico interior tiende a la repetición. Nos critica una y otra vez con sus temas favoritos. Entre ellos puede encontrarse nuestro aspecto físico, por ejemplo. O el hecho de no haber terminado el bachillerato o una carrera universitaria. Quizá nos acuse de tener demasiados hijos, o de no tener ninguno. Tal vez nos critique porque estamos divorciados o porque aún no nos hemos casado. Insiste en ello una y otra vez, y otra vez, y otra vez. Siempre la misma letanía.
Los temas favoritos del crítico interior se convierten en nuestros puntos flacos. Al darle crédito a esos juicios críticos sobre nosotros mismos metemos siempre el dedo en las mismas heridas que, naturalmente, se hacen cada vez más profundas. El crítico interior nos condena siempre por lo mismo, y así las heridas que causa nunca se cierran. ¿Os imagináis lo que ocurre cuando alguien del exterior mete el dedo justo en nuestro punto débil? Quizá se trate solamente de una lejana alusión, pero esa vaga alusión toca exactamente nuestro punto flaco, ese en el que nuestro crítico interior no ha parado de pincharnos. Así que nos duele mucho y nuestra reacción es desmesurada. Nos sentimos inmediatamente atacados pese a que, probablemente, no se trate de ningún ataque. Cuando tocan nuestros puntos flacos perdemos la estabilidad interior, somos vulnerables. Y en la debilidad también nos volvemos tóxicos para los demás. Es ahí donde necesitamos un buen escudo emocional.
Me gustaría abundar en el tema de la irritabilidad y la toxicidad ayudándome de dos ejemplos.
Oliver acababa de cumplir treinta años cuando constató en el espejo que cada vez perdía más pelo. Por desgracia para él, en lo tocante al aspecto físico tenía un poderosísimo crítico interior. Su crítico interior le atacaba muy a menudo a consecuencia de la calva que se abría en su cabeza. Ese era el punto flaco de Oliver. Y hay una regla que se cumple con relación a todos los puntos débiles: antes o después alguien mete el dedo en ellos.
Oliver estaba loco de contento con su reciente novia. Pero el amor que sentía por aquella chica sufrió un fuerte revés cuando ella le comentó con la mejor de las intenciones: «Oliver, podrías raparte la cabeza, seguro que te queda mejor que esa media calva». La bienintencionada propuesta golpeó de lleno su punto débil. Oliver se sintió ofendido y se cerró afectivamente. Por la noche apenas le dirigió la palabra. Y cuando a la mañana siguiente su novia lo llamó por teléfono él no contestó. Dejó un mensaje en el contestador automático, pero no recibió respuesta. ¿Qué había hecho ella mal?
LOS PUNTOS DÉBILES SON LOS SECRETOS ASESINOS DE LAS RELACIONES
Nada, en realidad; ella no había hecho nada mal. Solo había tocado sin darse cuenta el punto flaco de Oliver. No sabía que a su novio le dolía tanto el problema de la caída del cabello. Y a Oliver no solo le faltaba pelo en la cabeza, también le faltaba una coraza emocional. Por eso la propuesta de su novia le resultó tan ofensiva. Su irritabilidad se debía a los ataques de su crítico interior.
Por fortuna, su novia permaneció interiormente estable. Le pidió reiteradamente a Oliver que le explicara por qué ya no la llamaba, y al final venció el amor que el muchacho sentía por ella. Oliver consiguió hablar con ella, lo que exigió un par de intentos y un gran esfuerzo de superación por su parte. Reconocer abiertamente los propios puntos flacos comporta siempre una pequeña prueba de valor. Su novia se percató rápidamente de que la calvicie era un tema bastante espinoso, y ambos consiguieron aclarar las cosas. La relación había estado a punto de romperse. Los puntos flacos que no se tematizan y aclaran acaban siendo auténticos asesinos de relaciones.
MATERNIDAD Y DESCONCIERTO TOTAL
Lisa era una madre primeriza, y su inexperiencia resultaba un verdadero arsenal para su crítico interior. Aunque cuidaba bien de su hija no era capaz de reconocer su labor ni de valorarse a sí misma. Su crítico interior le reprochaba que otras madres cuidaban mejor de sus hijos, y le aseguraba que la situación le venía grande. Bastaba con que el bebé se echara a llorar para que en su mente aflorara un comentario crítico en primera persona: «No voy a conseguir calmar a mi hija. Lo hago todo mal». El comentario favorito de su crítico interior rezaba: «No vales para ser madre».
CUANDO CONSEJOS BIENINTENCIONADOS METEN EL DEDO EN UN PUNTO FLACO
La maternidad se convirtió así en un punto flaco para Lisa, y se daba cuenta de ello, especialmente, hablando con otras madres. Ellas gustosas le daban consejos sobre cómo cuidar al bebé: «¡Qué ricura la chiquitina! Pero va demasiado abrigada». «Está un poquito pálida. A lo mejor deberías darle más zumo de zanahoria». «Con este tiempo yo le pondría ese gorro». «Esos pañales que estás usando no son buenos. Hay otros mucho mejores».
Aquellos comentarios golpeaban directamente el punto débil de Lisa. Se sentía inmediatamente criticada y puesta en entredicho como madre. Lisa no estaba acorazada emocionalmente en aquella situación. Por eso también reaccionaba de forma tóxica, y a menudo respondía con acritud: «Yo hago con mi hija lo que considero oportuno. Haz tú con el tuyo lo que a ti te parezca». Pero luego se enfadaba consigo misma. Su crítico volvía a abalanzarse sobre ella, ahora por ser tan puntillosa.
NO TOMARSE EN SERIO LOS COMENTARIOS DEL CRÍTICO INTERIOR
Al principio Lisa pensaba que necesitaba acorazarse frente a las otras madres. Pero contra quien de verdad necesitaba acorazarse era contra su crítico interior, pues su irascibilidad e inestabilidad eran el resultado del parloteo con el que este la hería desde su interior.
Lisa aprendió a conocer mejor a su crítico interior en uno de mis seminarios. Se ejercitó en percibir conscientemente sus pensamientos autocríticos. Pasado poco tiempo era capaz de identificar a su crítico interior con total claridad. Y así consiguió estar en condiciones de cuestionarlo.
Empezó a dejar de creerse los juicios negativos que espetaba su crítico interior. Quizá no trataba tan mal a su hija, y era posible que fuera capaz como madre. Cuanto más reconocía Lisa a su crítico interior tanto más consciente se hacía de su propio valor. Lisa constató la alta frecuencia con que su crítico interior dudaba de ella, y comprendió lo mucho que esto la desconcertaba.
Una vez que Lisa fue capaz de percibir conscientemente a su crítico interior, pudo también hacer una criba en su pensamiento. Dejó de prestarle atención permanente a ese parloteo despectivo y de darle vueltas a las acusaciones. Perdió el interés por dudar de sí misma. Su crítico interior se tranquilizó. Cada vez hablaba menos. Y aunque no dejó de oírle del todo, ya solo pedía la palabra en contadas ocasiones.
Lisa comenzó a sentirse bien. En ausencia del constante parloteo crítico por fin pudo sentirse orgullosa de lo bien que se las arreglaba con su hija. Los comentarios de otras madres también dejaron de representar un problema. Se dio cuenta de que aquellas mujeres no tenían mala intención. Ahora Lisa reaccionaba con calma ante los consejos de las otras madres. Agradecía las sugerencias, sin sentirse atacada. En efecto: Lisa ya estaba acorazada sentimentalmente.
¿CUÁLES SON TUS PUNTOS DÉBILES?
Tómate un minuto para considerar dónde te hace falta una coraza sentimental.
- ¿Se agarra también tu crítico interior siempre a los mismos puntos?
- ¿En torno a qué temas te critica?
- ¿Qué reproches tienes que escuchar continuamente?
- ¿Qué te repite tu crítico interior sin cesar?
- ¿Qué considera tu crítico interior erróneo en ti desde hace años?
Ahora conoces tus puntos débiles, los temas en los que eres ultrasensible. A menudo basta una inofensiva observación proveniente del exterior para que te sientas atacado. Pues bien, acorazarte frente al exterior pasa por acorazarte contra tu crítico interior.
ASÍ PUEDES CURAR TUS PUNTOS FLACOS
Comienza impidiendo a tu crítico interior que te hiera a partir de ahora. Para conseguirlo es de vital importancia que detectes sus ataques a tiempo y de forma consciente. Fíjate en lo que piensas de ti mismo en la vida cotidiana. Solo así podrás detener un ataque crítico desde el principio. Dicho de forma más sencilla: cuando notes que te desacreditas mentalmente, que te insultas o no paras de criticarte a ti mismo, deja de pensar en el acto. Limítate a decirle «hola» a tu crítico interior. No te enfades con él. No te condenes a ti mismo por tener un crítico interior.
A continuación, dirige tu atención de forma consciente hacia el presente, hacia algo agradable. Para ello sírvete de la criba. Selecciona, de entre lo que se te presenta, aquello que para ti resulte bonito, cordial y beneficioso. Acepta además todo lo que estás sintiendo en ese momento. Abandona los pensamientos críticos emergentes y concéntrate en los que te gustan y benefician.
DÓNDE CONSIGUE EL CRÍTICO INTERIOR LA MUNICIÓN
Puedes poner en jaque a tu particular crítico modificando tu enfoque interior (encontrarás más información sobre este tema en el último capítulo de este libro). Tu crítico interior siempre se sirve de tus representaciones ideales y de tus metas para criticarte. Te muestra dónde has contravenido tus propias representaciones ideales, tus propias metas.
Si el aspecto físico es para ti un punto flaco, por ejemplo, debes tener una representación ideal del aspecto que te gustaría tener. Y si no consigues ajustarte a tu representación ideal tu crítico interior te machaca. Para acabar de una vez por todas con este mecanismo debes cambiar tu representación ideal. Abandónala por completo, esto es, acéptate tal y como eres. De ese modo tu crítico interior se quedará sin munición. Si estás completamente de acuerdo contigo mismo y con tu vida no podrá criticarte más.
Busca la representación ideal que subyace a tus puntos débiles y abandónala. Esto te llevará algún tiempo y mucha práctica. Concédete tiempo y practica todos los días. Liberarse de las propias exigencias hacia uno mismo merece la pena en todo caso. Si te aceptas a ti mismo tal como eres, dejas a tu crítico interior sin motivos para ponerte verde. Allí donde antes te criticabas a ti mismo surgirá con el tiempo un «de acuerdo». Y justo en los aspectos en los que antes te sentías inestable e irritado te sentirás progresivamente más estable y seguro de ti mismo.