7. Es mi intención respetarme a mí mismo en toda ocasión
"Ya somos uno e imaginamos no serlo.
Y lo que hemos de recuperar es nuestra unidad original.
Lo que tengamos que ser es lo que somos." Thomas Merton
7. Es mi intención respetarme a mí mismo en toda ocasión
" Una persona no puede sentirse cómoda sin aceptarse a sí misma."
MARK TWAlN
He aquí una sencilla verdad para empezar este capítulo: no surgiste de una partícula material como te han hecho creer. Tu concepción en el momento de la gozosa unión de tus padres no fue tu comienzo. No tuviste comienzo. Esa partícula emanó del campo de la energía universal de la intención, como todas las partículas.
Tú eres una pieza de esa mente universal de la Creación; debes ver a Dios en tu interior y considerarte una creación divina para tener acceso a la fuerza de la intención en tu vida. Presta mucha atención a esta idea ahora mismo, en este momento, mientras lees estas palabras. Medita sobre la importancia de lo que estás leyendo. Eres una parte de Dios. Eres una creación viva emanada de la mente universal de la Fuente omnicreadora. Dios y tú sois lo mísmo. En palabras muy sencillas, cuando te amas a ti mismo y confías en ti, amas la sabiduría que te creó y confías en ella, y, cuando no consigues amarte ni confiar en ti mismo, estás negando esa sabiduría infinita en favor de tu ego. Es muy importante recordar que en todo momento de tu vida tienes la posibilidad de ser huésped de Dios o rehén de tu ego,
¿Huésped o rehén?
Tu ego es la serie de creencias sobre las que he hablado anteriormente, que te definen como lo que logras y acumulas en un sentido material. Tu ego es el único responsable de los sentimientos de duda y rechazo de ti mismo.
Cuando intentas vivir según los baremos de bajo nivel de tu ego, eres rehén de ese mismo ego, Se calibra tu valía como persona por lo que has adquirido y lo que has logrado. Si tienes menos cosas eres menos valioso y, por consiguiente, no mereces el respeto de los demás. Si los demás no te respetan y tu valía depende de cómo te vean los demás, no puedes siquiera concebir el respeto de ti mismo. Te conviertes en rehén de esa baja energía del ego, que te impulsa constantemente a respetarte a ti mismo a través del respeto de los demás.
La convicción de tu ego de que estás separado de todos, separado de lo que te falta en la vida, y algo aún más atroz, que estás separado de Dios, pone todavía más obstáculos a tu capacidad para estar a la altura de la intención del respeto a ti mismo. La idea que mantiene el ego de la separación fomenta los sentimientos de competir con todos y de calibrar tu valía por las veces que acabas siendo el vencedor. Como rehén del ego no lograrás respetarte a ti mismo porque te sientes juzgado por tus fracasos. De esta sombría situación, provocada por el ego negativo, surge el rechazo de ti mismo. Te captura y te convierte en su rehén, sin permitirte ser huésped de aquello de lo que procedes. Ser huésped de Dios significa ver siempre tu auténtica conexión con la Fuente. Es comprender que resulta imposible desconectarte de la Fuente de la que procedes.
Personalmente, disfruto enormemente siendo huésped de Dios, Mientras escribo aquí todas las mañanas, noto cómo recibo ideas y palabras de la fuerza de la intención, lo que me permite plasmar esas palabras en las páginas. Confío en que esa Fuente me proporcione las palabras y, por consiguiente, confío en la Fuente que me trajo a este mundo físico. Estoy eternamente conectado a ella. En esta consciencia sencillamente no tiene cabida una falta de respeto por tener la intención de que este libro adquiera forma. He llegado a la conclusión de que soy digno de mi intención de escribir este libro, de que se publicara y de que hoy lo tengas en tus manos. Por decirlo de otro modo: respeto la parte de Dios que yo soy. Me enchufo a la potencia de la intención, y mi respeto por ella aumenta el respeto por mí mismo. Al amarte y respetarte acoges a Dios e invitas a la energía de la Creación a tu consciencia, a tu vida cotidiana, mientras te conectas a la fuerza de la intención.
La energía de la intención y el respeto por ti mismo. Si no te consideras digno de hacer realidad tus intenciones en cuanto a la salud, la riqueza o las relaciones amorosas, estarás creando un obstáculo que impedirá que llegue el flujo de la energía creativa a tu vida cotidiana. Recuerda que en el universo todo es energía, que se mueve a distintas frecuencias. Cuanto más alta sea la frecuencia, más próximo estarás a la energía espiritual. En las frecuencias más bajas te encuentras con la escasez y los problemas. La intención misma es un campo de energía unificada que dispone dar la vida a todo.
Este campo alberga las leyes de la naturaleza y es el dominio interior de todo ser humano. Es el campo de todas las posibilidades, tuyo por obra y gracia de tu existencia. Mantener un sistema de creencias que reniega de tu conexión con la intención es la única forma de no llegar a la fuerza de la intención desde el campo de lo infinito. Sí estás convencido de que no eres digno de disfrutar de ese campo de todas las posibilidades, irradiarás esa clase de baja energía, que se convertirá en la pauta de la energía que atraes, y enviarás al universo el mensaje de que eres indigno de recibir la ilimitada abundancia del Espíritu creador. Al cabo de poco tiempo empezarás a actuar con esa convicción íntima de falta de respeto por ti mismo. Te considerarás apartado de la posibilidad de recibir el apoyo amante del campo creador de la intención y detendrás el flujo de esa energía a tu vida- ¿Por qué? Porque te consideras indigno. Esta falta de respeto basta para impedir que tus intenciones lleguen a tu vida.
Por la ley de la atracción, atraes falta de respeto cuando te declaras indigno de ser respetado. Envía el mensaje de que eres indigno al proveedor de todo y literalmente le dirás a la Fuente universal: «Deten el flujo de cuanto deseo» que viene hacia mí, porque no me creo digno de recibirlo». La Fuente universal responderá deteniéndolo, haciendo que te reafirmes en tu convicción interna de no ser digno y atrayendo más falta de respeto de múltiples formas. Faltarás al respeto a tu cuerpo con demasiada comida y con sustancias tóxicas. Mostrarás la falta de respeto por ti mismo en tu forma de actuar, en tu forma de vestir, en no hacer ejercicio, en el trato a los demás... y la lista es interminable.
El antídoto para este terrible panorama consiste en comprometerte interiormente a respetarte y a sentirte digno de cuanto tiene que ofrecerte el universo. Sí alguien tiene derecho al éxito y la felicidad, todos lo tenemos, porque todos estamos siempre conectados a la intención. Más sencillamente; si te faltas al respeto a ti mismo, no solo faltas al respeto a una de las mayores creaciones de Dios, sino a Dios. Cuando no respetas a tu Fuente, le estás diciendo que no y dándole la espalda a la fuerza de la intención. Así se detiene el flujo de la energía que te permite poner en práctica tu firme propósito individual. Ni todo el pensamiento positivo del mundo te servirá de nada sí esos pensamientos no emanan del respeto por tu conexión con la intención. Debes amar y reverenciar la fuente de tus pensamientos, y eso significa tener el respeto por ti mismo que armoniza con la Fuente omnisciente de la inteligencia. ¿Cuál es ía fuente de tus pensamientos?
Tu condición del ser, de donde proceden tus pensamientos y acciones. Cuando no respetas tu ser activas una reacción en cadena que culmina en la frustración de tus intenciones. El respeto por ti mismo debería ser tu estado natural, como lo es para todo el reino animal. No verás ningún ratón que se considere indigno de lo que tiene intención de tener. Si fuera así, el animal sencillamente moriría actuando sobre la base de su íntima convicción de que no se merece la comida o el refugio, ni cualesquiera cosas que deseen los ratones. Sabe que es respetable; no ve razón alguna para rechazarse, y vive su condición de ser ratón en perfecto orden. El universo provee, y él atrae esas provisiones hacia su mundo.
Lo que piensas de ti mismo es lo que piensas del mundo
¿Cómo ves el mundo en el que vives? ¿Cómo piensas que son realmente las personas en general? ¿Crees que el mal triunfa sobre el bien? ¿Está el mundo lleno de personas egocéntricas, egoístas? ¿Puede salir adelante el pequeño? ¿Son todos los representantes y entidades gubernamentales corruptos y de poca confianza? ¿Es la vida injusta? ¿Es imposible salir adelante sin buenos contactos?
Todas estas actitudes surgen de la valoración que hagas de tu interacción personal con la vida. Si tus pensamientos reflejan una visión pesimista del mundo, eso mismo es lo que sientes sobre tí. Si tus pensamientos reflejan una visión optimista del mundo, entonces eso es lo que sientes sobre tu vida. La actitud que tengas ante el mundo en general es un buen indicador del respeto que sientes por tu capacidad para traer a este mundo lo que deseas. El pesimismo da a entender que no suscribes la idea de tener acceso a la fuerza de la intención para que te ayude a crear tu propia realidad gozosa.
Recuerdo haber oído la siguiente conversación tras los acontecimientos del 11-S en Nueva York. Un señor estaba hablando con su nieto, y le decía:
—Hay dos lobos aullando dentro de mí. Uno está lleno de ira, odio, amargura y deseo de venganza. El otro lobo que tengo dentro está lleno de amor, generosidad, compasión y deseo de perdón.
—¿Qué lobo crees que ganará? —preguntó el niño.
—Al que le dé de comer —contestó el abuelo.
Siempre hay dos maneras de considerar las condiciones de nuestro mundo, Podemos ver el odio, los prejuicios, los malos tratos, el hambre, la pobreza y la delincuencia y llegar a la conclusión de que este mundo es terrible. Podemos dar de comer a ese lobo aullante, y entonces veremos todavía más de lo que detestamos. Pero eso solo contribuirá a llenarnos de las mismas cosas que consideramos tan malignas.
O podemos contemplar el mundo desde una postura de amor y respeto por nosotros mismos y ver las mejoras que se han producido en las relaciones entre las razas, la caída de tantas dictaduras, el descenso de la criminalidad, el desmantelamiento de los terribles sistemas de apartheid, la elevada consciencia del movimiento ecologista y el deseo por parte de tantos de librar al mundo de las armas nucleares y de destrucción masiva. Debemos recordar que por cada acto de maldad en el mundo hay un millón de actos de bondad, como dar de comer al segundo lobo que aulla desde la postura de la esperanza para la humanidad. Sí te ves como una creación divina, eso buscarás en tu visión del mundo, y los negativistas y catastrofistas no ejercerán ninguna influencia sobre ti ni sobre el respeto por tí mismo. Cuando tienes una visión sombría del mundo, no eres receptivo al potencial apoyo que existe para ayudarte con tus intenciones individuales. ¿Por qué habrían de acudir los demás en tu ayuda cuando los consideras despreciables? ¿Por qué tendría que sentirse atraída la fuerza universal hacia lo que la repele? ¿Cómo podría un mundo tan corrupto servir de ayuda a alguien con tan nobles intenciones? Las respuestas a estas preguntas son evidentes. Atraes a tu vida lo que sientes en tu interior. Si te sientes indigno de ser respetado, atraes la falta de respeto. La falta de respeto por ti mismo es el resultado de una conexión excepcionalmente oxidada con el campo de la intención. Hay que limpiar y purificar esa conexión, algo que tiene lugar en la mente.
He elegido a propósito el «respeto a sí mismo» como primer capítulo de la segunda parte sobre la aplicación de la intención, porque sin una elevada autoestima se paraliza por completo el proceso de la intención. Sin un constante respeto por ti mismo el proceso de la intención funciona en los niveles más bajos. El campo universal de la intención es el amor, la bondad y la belleza, que prodiga para cuanto trae al mundo material. Quienes desean reproducir las obras de la mente universal omnicreadora deben estar en armonía con los atributos del amor, la bondad y la belleza. Si no respetas a alguien o algo creado por Dios, faltas al respeto a esa fuerza creativa. Tú eres una de esas creaciones. Si no te tratas con respeto, abandonas, apartas o cuando menos mancillas tu conexión con la fuerza de la intención. Es importante que reconozcas que tu visión del mundo se basa en lo mucho que te respetas a tí mismo. Si crees en las posibilidades infinitas ganarás un voto para tus propias posibilidades. Si te apoyas con firmeza en el potencial de los seres humanos para vivir en paz y eres receptivo a todo, serás alguien en paz y receptivo a las posibilidades de la vida. Si sabes que el universo es abundante, próspero y accesible a todos, te situarás en el lado en el que esa abundancia también te llegará a ti.
Tu nivel de autoestima debe derivar de saber en lo más íntimo que posees una conexión sagrada. Que nada haga temblar esos sagrados cimientos. Así se limpiará tu vínculo con la intención, y siempre sabrás que el respeto por ti mismo es una elección personal. No tiene nada que ver con lo que puedan pensarlos demás de ti.
El respeto por ti mismo deriva únicamente de ti mismo.
El sí mismo en el respeto por sí mismo. Quizá el mayor error que cometamos, causa de la pérdida de autoestima, consista en dar mayor importancia a las opiniones de los demás que a la opinión que tenemos de nosotros mismos. El respeto por sí mismo significa literalmente eso, pues procede del sí mismo. Este sí mismo surgió de un campo universal de la intención que había dispuesto traerte aquí, del infinito estado informe a un ser compuesto por moléculas y sustancia física. Si no te respetas a ti mismo, desprecias el proceso de la Creación, No faltarán opiniones sobre ti. Si consientes que debiliten el respeto por ti mismo, buscarás el respeto de los demás por encima del tuyo y renunciarás a ti mismo.
Entonces intentarás volver a conectarte con el campo de la intención con actitudes de baja energía como la censura, la hostilidad y la ansiedad. Te deslizarás hacia vibraciones de baja energía que te obligarán a atraer cada vez más cantidad de esas bajas energías a tu vida. Recuerda que es la alta energía lo que anula y transforma la baja energía. La luz destruye la oscuridad; el amor disuelve el odio. Si has permitido que alguno de esos pensamientos y opiniones negativos te dirijan para formar la base de tu autorretrato, le estás pidiendo a la mente universal que haga lo mismo. ¿Por qué? Porque a altas frecuencias, la Fuente universal de la intención es creatividad, amor, bondad, belleza y abundancia en estado puro. El respeto por sí mismo atrae la energía más alta, y la falta de respeto por sí mismo atrae la más baja. No conoce otro camino.
Las opiniones negativas de los demás representan su ego de baja energía actuando en ti. En otras palabras: si juzgas a alguien, no lo amas en ese momento. Del mismo modo los juicios que emiten sobre ti tampoco proceden de! amor, pero no tienen nada que ver con el respeto por ti mismo. Sus juicios y también los tuyos te distancian de tu Fuente, y por consiguiente de la fuerza de la intención. Como dice mí amigo y colega Gerald Jampolsky; «Cuando logro resistir la tentación de juzgar a los demás, los veo como maestros del perdón en mi vida, y me recuerdan que únicamente puedo sentirme tranquilo cuando en lugar de juzgar perdono».
Así es como se vuelve al sí mismo en el respeto por sí mismo. En lugar de juzgar a quienes te juzgan y, por consiguiente, mermar el respeto por ti mismo, les envías un silencioso mensaje de perdón e imaginas que hacen lo mismo contigo.Así te conectas con la intención y garantizas que siempre respetarás tu propia divinidad. Habrás despejado el camino para poder disfrutar de la gran fuerza que es tuya por derecho propio en el campo de la intención.
Hacer de tu intención tu realidad
Por último, en esta parte ofrezco diez maneras de cultivar tu intención para respetarte en todo momento.
Primer paso. Ante un espejo, mírate a los ojos y di: “me quiero” el mayor número de veces posible durante el día, «Me quiero»: estas dos palabras mágicas te ayudan a mantener el respeto por ti mismo. Ten en cuenta que al principio puede resultarte difícil por las circunstancias a las que has estadg expuesto durante toda tu vida y porque esas palabras pueden sacar a la superficie restos de falta de respeto a los que tu ego quiere que sigas aferrando te.
Tu impulso más inmediato puede consistir en verlo como expresión del deseo de tu ego de ser superior a todos ios demás. Pero eso no es una afirmación del ego, sino del respeto a ti mismo Trasciende esa mentalidad del ego y proclama tu amor por ti mismo y tu conexión con el Espíritu de Dios. Eso no te hace superior a nadie, sino igual a todos, y exalta el hecho de que seas una parte de Dios. Proclámalo por tu autoestima. Proclámalo por respeto a lo que dispuso que vinieras a este mundo. Proclámalo porque es la forma de mantenerte conectado con tu Fuente y recuperar la fuerza de la intención. Me quiero. Dilo sin vergüenza. Dilo con orgullo y sé esa imagen del amor y el respeto hacia sí mismo.
Segundo paso. Escribe lo siguiente y repítelo una y otra vez para tus adentros: soy tan sano y perfecto como fui creado. Que este pensamiento te acompañe adondequiera que vayas. Plastifícalo y guárdalo en un bolsillo, o colócalo en el salpicadero del coche, en el frigorífico o junto a la cama; que esas palabras se conviertan en fuente de alta energía y autoestima. Por el simple hecho de tener esas palabras junto a tí y de compartir el mismo espacio, su energía fluirá directamente hacia ti. El respeto por ti mismo surge del hecho de que respetes la Fuente de la que procedes y de que hayas tomado la decisión de volver a conectarte con ella, independientemente de lo que piensen los demás. Es muy importante que no dejes de recordar al principio que eres digno del infinito respeto de la única Fuente con la que siempre puedes contar, la parte de la energía de Dios que te define. Si lo recuerdas, obrará maravillas por tu autoestima, y en consecuencia por tu capacidad para utilizar la fuerza de la intención en tu vida.
Recuerda lo siguiente: yo no soy mi cuerpo. No soy lo que acumulo. No soy mis logros. No soy la fama que tengo. Soy tan sano y perfecto como fui creado.
Tercer paso. Prodiga más respeto a los demás y a la vida entera. Quizá el mayor secreto de la autoestima consista en valorar más a los demás. La forma más fácil de hacerlo es ver en ellos la expresión de Dios. Deja de juzgar el aspecto, los éxitos y los fracasos de los demás, su posición social, su riqueza o su pobreza y prolonga la valoración y el amor a la Fuente de la que salieron. Todos somos hijos de Dios; todos. Intenta verlo incluso en quienes parecen actuar de una forma impía. Has de saber que prodigando amor y respeto puedes darle la vuelta a esa energía y dirigirla de nuevo a su Fuente en lugar de alejarla de ella. En definitiva: irradia respeto porque eso es lo que tienes que ofrecer. Irradia censura y baja energía y eso es lo que atraerás. Recuerda que cuando juzgas a los demás no ios defines a ellos, sino que te defines a ti mismo como alguien que necesita juzgan Lo mismo es aplicable a quienes te juzgan a ti.
Cuarto paso. Manifiesta ante ti mismo y ante cuantos conozcas: soy de aquí. La sensación de saber que estás en tu sitio es uno de los atributos más elevados en la pirámide de la autorrealización de Abraham Maslow (que analizo al principio del siguiente capítulo). Sentir que no tienes nada que ver con el sitio en el que estás o que te encuentras donde no deberías estar puede deberse a la falta de respeto por ti mismo. Respétate y respeta tu divinidad sabiendo que todos tienen su sitio. Es algo que nunca deberías cuestionarte. Tu presencia en el universo prueba que estás en tu sitio. Nadie puede decidir si estás en tu sitio. Formas parte de un sistema inteligente. La sabiduría de la Creación dispuso que estuvieras aquí, en este lugar, en esta familia, con estos hermanos y padres, ocupando este espacio único. Repítelo y proclámalo cuanto sea necesario: soy de aquí. Y lo mismo ocurre con los demás. Nadie está aquí por casualidad.
Quinto paso. Recuerda que nunca estás solo. El respeto a mí mismo se mantendrá intacto mientras sepa que es imposible que esté solo. Tengo un «jefe» que nunca me abandona y que está a mi lado incluso cuando parece que he abandonado mi Fuente. Pienso que si la mente universal siente el suficiente respeto como para permitir que yo venga aquí y funcionar a través de mí y protegerme en los momentos en que me he extraviado por peligrosos senderos no espirituales-, esa asociación merece un respeto recíproco. Recuerdo que mi amigo Pat McMahon, presentador de un programa de entrevistas en radio KTAR de Phoenix, Arizona, me contó su encuentro con la madre Teresa en el estudio antes de entrevistarla para su programa. Le rogó que le dejara hacer algo por ella. «Lo que sea», aseguró mi
amigo. Ella lo miró y dijo: «Levántate mañana a las cuatro de la mañana y sal a las calles de Phoenix. Busca a alguien que viva allí y que crea que está solo, y convéncelo de que no lo está». Un gran consejo, porque quienes se regodean en dudar de sí mismos y parecen perdidos, han perdido la autoestima, porque han olvidado que no están solos.
Sexto paso. Respeta tu cuerpo. Se te ha concedido un cuerpo perfecto para alojar tu ser interior, invisible, durante unos breves momentos de la eternidad. Independientemente del tamaño, la forma, el color o cualesquiera enfermedades, es una creación perfecta para el propósito por el que viniste aquí. No tienes que esforzarte para estar sano; la salud es algo que ya posees, si no la alteras. Quizá hayas alterado tu cuerpo sano sobrealimentándolo, privándolo de ejercicio o sobreestimulándolo con toxinas o drogas que lo han dejado enfermo, fatigado, nervioso, angustiado, hinchado, o con una lista interminable de enfermedades.
Puedes empezar a hacer realidad la intención de llevar una vida de respeto a ti mismo honrando el templo que te alberga. Sabes lo que tienes que hacer. No necesitas otra dieta, un manual de gimnasia ni un entrenador personal. Ve a tuinterior, escucha tu cuerpo y trátalo con la dignidad y el amor que requiere el respeto a ti mismo.
Séptimo paso. Medita para mantenerte en contacto consciente con tu Fuente, que siempre te respeta. No me cansaré de repetirlo: la meditación es una forma de experimentar lo que no pueden percibir los cinco sentidos. Cuando estás conectado al campo de la intención, estás conectado con la sabiduría que existe en tu interior. Esa sabiduría divina siente gran respeto por tí, y te sigue respetando mientras estás aquí. La meditación es una forma de asegurarte que te mantienes en un estado de respeto a ti mismo. A pesar de lo que ocurra a tu alrededor, cuando entras en el sagrado espacio de la meditación se disipan todas las dudas sobre tu valía como creación. Saldrás de la solemnidad de la meditación sintiéndote conectado a tu Fuente y disfrutando del respeto por todos los seres, especialmente tú mismo.
Octavo paso. Desagravia a los adversarios. El acto de desagraviar envía una señal de respeto a tus adversarios, Al irradiar esa energía indulgente notarás que esa misma clase de energía positiva, respetuosa, fluye hacía ti. Al tener la grandeza suficiente como para desagraviar y sustituir la energía de la ira, la amargura y la tensión por la de la bondad —aunque sigas insistiendo en que tú tienes la razón—, te respetarás a ti mismo mucho más que antes de tu acto de perdón, Si estás lleno de rabia hacia alguien, eso significa que a una enorme parte de ti le molesta la presencia de esa energía debilitadora. Párate un momento a pensar, ahora mismo, y enfréntate a esa persona que destaca en tu mente como alguien a quien has herido, o que te ha herido a ti, y dile que te gustaría desagraviarla. Ya verás como te sientes mucho mejor Esa agradable sensación de haber aclarado las cosas es el respeto a uno mismo. Se necesita mucho más valor, fortaleza de carácter y convicción para desagraviar que para seguir aferrado a los sentimientos de baja energía.
Noveno paso. Recuerda el sí mismo en el respeto a sí mismo. Para hacerlo, has de reconocer que las opiniones de los demás sobre ti no son hechos, sino opiniones. Cuando hablo en público, ante quinientas personas, al final de la tarde hay quinientas opiniones sobre mí en la sala. Yo no soy ninguna de esas opiniones. No soy responsable de lo que piensen de mí. De lo único que puedo ser responsable es de mi carácter, y eso es aplicable a todo el mundo. Si me respeto a mí mismo, confío en ese sí mismo del respeto a sí mismo. Si dudo de mí mismo, o si me castigo, no solo pierdo el respeto por mí mismo, sino que atraigo más dudas y más opiniones de baja energía con las que seguir castigándome. No se puede mantener el vínculo con la mente universal, que dispone que todos estemos aquí, si no consigues confiar en en si mismo para el respeto a sí mismo.
Décimo paso. Has de mantenerte en un estado de agradecimiento. En los siguientes capítulos descubrirás que el agradecimiento es el paso final. Más vale que aprecies y no que desprecies cada cosa que se te presente en la vida. Cuando dices «Gracias, Dios mío, por todo» y cuando expresas agradecimiento por tu vída y por todo lo que ves y experimentas, respetas la Creación. Ese respeto existe en tu interior, y solo puedes dar lo que tienes dentro. El estado de agradecimiento es lo mismo que el estado de respeto, el respeto a ti mismo, que das a manos llenas y que te será devuelto multiplicado por diez. Voy a concluir este capítulo con las palabras de Jesús de Nazaret, pronunciadas por boca de uno de sus apóstoles, San Mateo (Mateo, 5, 48): «Sé, por tanto, perfecto, como perfecto es tu Padre celestial».
Vuelve a conectarte con la perfección de la que surgiste.