"La eternidad no es el más allá... es esto. Si no la alcanzas aquí, no la alcanzarás en ninguna parte."
Joseph Campbell
Voy a aconsejarte que hagas un pequeño ejercicio aquí y ahora. Cierra este libro y di en voz alta; «No soy de aquí». Deja que el significado de las palabras te llegue claramente. El significado es que tú estás en este mundo, pero no eres de este mundo. Te han enseñado que quien eres es un cuerpo con tu nombre, compuesto de moléculas, huesos, tejidos, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno. Te conoces como la persona con tu nombre y te identificas con la persona con las cosas y los logros que has acumulado. Ese yo también posee una información terrible. Sabe que, si tiene suerte, está destinado a envejecer, enfermar y perder todo lo que ha amado. Y que después morirá. Se trata de una versión abreviada de lo que te ha ofrecido el mundo, que probablemente te ha dejado confuso, atónito, por lo absurdo de lo que llamamos «vida». Ante tan sombría perspectiva, que infunde miedo, incluso terror, quisiera explicar un concepto que disipará el terror. Quiero que sepas que no tienes por qué compartir la idea de que somos sólo un montón de huesos y tejidos destinado a ser aniquilado en el proceso de envejecimiento.
Hemos surgido de un campo universal de la Creación que yo llamo intención. En cierto sentido, esa mente universal es completamente impersonal. Es puro amor, cariño, belleza y creatividad, en continua expansión e infinita abundancia. Tú has emanado de esa mente universal, y, como digo incesantemente, lo universal significa en todo tiempo y en todo lugar, o en otras palabras, el infinito. Mientras tus deseos estén alineados con el movimiento hacia ese principio imperecedero, no existe nada en la naturaleza que te impida satisfacer esos deseos. Solamente cuando decides que el ego se oponga al movimiento expansivo y receptivo de la mente infinita de la intención es cuando no se realizan tus deseos. La vida en sí misma es eterna, y tú surges de esa nada, de esa no cosa llamada vida. Tu capacidad para conectar con lo eterno y vivir en el aquí y el ahora decidirá si sigues conectado a la intención.
La vida es eterna
Todos vivimos en un escenario en el que convergen múltiples infinitudes. Echa un vistazo esta noche y contempla la infinitud del espacio. Hay estrellas tan lejanas que se miden por la distancia que recorre la luz en un año terrestre. Más allá de esas estrellas que puedes ver hay infinidad de galaxias que se extienden hasta lo que llamamos eternidad, Y el espacio que tú ocupas es infinito. Su inmensidad es tan excesiva que no podemos abarcarla. Estamos en un universo infinito, sin principio ni fin. Fíjate en esta frase: «Si la vida es infinita, esta no es la vida». Vuelve a leerla y ten cuenta que la vida es realmente infinita. Podemos verlo en todo, si lo observamos meticulosamente. Por consiguiente, tenemos que llegar a la conclusión de que la vida, en cuanto a nuestro cuerpo y todos sus logros y posesiones, que sin excepción comienzan y acaban siendo polvo, no es la vida misma. Comprender la verdadera esencia de la vida podría cambiar drásticamente tu vida, para mejor. Se trata de un tremendo cambio interior que elimina el miedo a la muerte (¿cómo vas a temer algo que no puede existir?) y te conecta permanentemente con la Fuente infinita de la Creación que lo dispone todo desde el mundo del Espíritu infinito hasta un mundo finito. Aprende a sentirte cómodo con el concepto de la infinitud y a verte como un ser infinito.
Mientras que nosotros estamos en este mundo finito de principios y fines, la fuerza de la intención mantiene su naturaleza infinita porque es eterna. Cualquier cosa que experimentes que no sea eterna, sencillamente no es vida. Es una ilusión creada por tu ego, que intenta mantener una identidad y un domicilio distintos de su Fuente infinita. Este cambio para verte a tí mismo como un ser espiritual infinito con una experiencia humana y no lo contrario, es decir, un ser humano con una experiencia espiritual ocasional, conlleva una carga de miedo para la mayoría de las personas.
Te ruego que examines esos temores y te enfrentes con ellos inmediatamente; el resultado será una conexión permanente con la abundancia y la receptividad de la Fuente universal que dispone toda la Creación en la forma temporal.
Tu miedo al infinito
Todos estamos en un cuerpo que va a morir, y lo sabemos; sin embargo, como no podemos imaginárnoslo para nosotros mismos, actuamos como si no fuera así. Es casi como sí nos dijéramos: «Todos se mueren menos yo». Esto se puede atribuir a algo que observó Freud. Como nuestra propia muerte nos resulta inimaginable, nos limitamos a negarla y a vivir la vida como sí no fuéramos a morir... por el terror que nos infunde nuestra propia muerte. Al ponerme a escribir este capítulo, le dije a un amigo que mi objetivo consistía en dejar al lector con una ausencia total del miedo a la muerte. Me gustaría saber, lector, si te afecta de ese modo, incluso a pequeña escala.
Cuando tenía siete años vivía con mi hermano mayor, David, en una casa de acogida en Michigan, en el 231 de Townhall Road, Mt. Clemens, Las personas que nos acogieron mientras mi madre trabajaba para reunir a su familia eran el señor y la señora Scarf. Hay algo que recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. David y yo estábamos sentados en la galería de atrás de nuestra casa, y la señora Scarf salió llorando, con dos plátanos en la mano. Nos dio uno a cada uno y dijo: «El señor Scarf ha muerto esta mañana». Era la primera vez que yo experimentaba el concepto de muerte en un ser humano. Con la inocencia de mis siete años, intentando aliviar su dolor, que era evidente, le pregunté: «¿Cuándo va a volver?». La señora Scarf respondió con una palabra que no olvidaré jamás. Simplemente dijo: «Nunca». Me fui arriba, a mi litera, pelé el plátano, e intenté comprender el concepto de «nunca». ¿Qué significa realmente estar muerto para siempre? Podría haberme hecho a la idea de mil años, o mil años luz, pero la idea de «nunca» era tan aplastante, tan sin final, que casi me dieron ganas de vomitar. ¿Qué hice para enfrentarme con esa idea incomprensible de «nunca»? Sencillamente me olvidé del asunto y me dediqué a ser un niño de siete años en una casa de acogida. A eso se refería Castaneda cuando dijo que todos estamos en tipos cuerpos camino de la muerte, pero actuamos como si no fuera así, y esa es nuestra mayor perdición.
La propia muerte. Existen dos puntos de vista fundamentales sobre el dilema de la propia muerte. Según el primero, somos cuerpos físicos que nacen y viven durante cierto tiempo; por último nos deterioramos, la carne se desgasta, morimos y seguimos muertos para siempre. Tanto si aceptas esta perspectiva de una forma consciente o no, resulta espantoso desde el punto de vista de los vivos. A menos que aceptes el segundo punto de vista, es muy comprensible el temor a la muerte.
O quizá la acojas si detestas o temes la vida. Según el segundo punto de vista, sencillamente somos eternos, un alma eterna en una expresión temporal de carne, es decir, que sólo muere el cuerpo físico, que somos perfectos como somos creados, y que nuestra condición física emana de la mente universal de la intención.
Esa mente universal es y sigue siendo amorfa, la energía pura del amor, la belleza, la generosidad, la creatividad, y no puede morir, puesto que no posee forma: ni forma, ni muerte, ni límites ni deterioro, ni carne, ni posibilidad de consumirse, ¿Cuál de estos dos puntos de vista te ofrece más consuelo? ¿Cuál va asociado a la paz y el amor? ¿Cuál provoca miedo y angustia? No cabe duda de que la idea de un yo infinito te mantiene en buenas relaciones con la infinitud. Saber que, en primer lugar, y por encima de todo, eres un ser infinito conectado conscientemente con tu Fuente, que es eterna y omnipresente, es la perspectiva más reconfortante.
Por su naturaleza infinita, está en todas partes, y de allí se deduce que la totalidad del Espíritu debe estar presente en cada punto del espacio en el mismo momento.
El Espíritu está presente, enteramente, en todas partes, tú incluido. Jamás puedes estar separado de él. Aprenderás a reírte de la absurda idea de que puedes estar separado de la mente universal. Es tu Fuente, Tú eres ella. Dios es la mente por mediación de la cual piensas y existes. Está siempre conectada contigo, incluso si no crees en ella. Ni siquiera un ateo tiene que creer en Dios para experimentarlo. La cuestión que se plantea no es si tu cuerpo va a morir, sino en qué lado de la infinitud deseas vivir. Tienes dos posibilidades: vivir en el lado Inactivo o en el lado activo de la infinitud. En cualquier caso, tienes una cita con el infinito, y no hay forma de evitarla. Tu cita con la infinitud. Vuelve a leer la cita de Joseph Campbell al principio de este capítulo. ¡La eternidad es ahora! Ahora mismo, aquí mismo, eres un ser infinito. Una vez superado el temor a la muerte como final, te fusionas con el infinito y sientes el alivio y el consuelo que proporciona darte cuenta de eso. En este mundo material todo lo identificamos con un continuo espacio-temporal. Sin embargo, la infinitud no tiene preferencia ni por el tiempo ni por el espacio. Tú no eres los elementos que constituyen tu cuerpo; simplemente utilizas esos elementos.
Traspasas el espacio y el tiempo y te fundes con la mente infinita, universal. Si todavía no lo has reconocido es porque tienes miedo. Puedes mantener tu cita con la infinitud mientras estás en tu cuerpo temporal, con su adhesión esclava al tiempo y al espacio. El objetivo que persigo en este capítulo es ayudarte a tomar conciencia de esto y a que lo hagas. Si llegas a esa fusión, te garantizo una vida sin temor a la muerte.
Vamos a echar un vistazo a los elementos de la prisión espacio-temporal en la que encontramos nuestro cuerpo material y todos sus tesoros. El factor del espacio significa que experimentamos una separación de todos y de todo. Según mis límites, este es mi espacio; ese es tu espacio. Incluso tu amigo del alma víve en un mundo distinto del tuyo. Por mucho que te acerques en el espacio, os separan los límites. En el espacio, siempre estamos separados. Intentar imaginar un mundo infinito sin espacio y separación resulta sumamente difícil, hasta que concertamos una cita con la infinitud.
El tiempo también constituye un factor de separación. Estamos separados de todos los acontecimientos y recuerdos de nuestro pasado. Todo lo que ha ocurrido está separado de lo que ocurre ahora. El futuro también está separado del aquí y el ahora en que vivimos. No podemos conocer el futuro, y el pasado se ha perdido. Por consiguiente, estamos separados de todo lo que ha sido y de lo que será por esa misteriosa ilusión llamada tiempo.
Cuando el alma infinita abandona el cuerpo, deja de estar sometida a las restricciones del tiempo y el espacio. La separación ya no puede intervenir. De modo que la pregunta que planteo no es si crees tener una cita con la infinitud, sino cuándo acudirás a esa cita inevitable. Puedes hacerlo ahora, mientras estás vivo en tu cuerpo, en la ilusión del espacio y el tiempo, o puedes hacerlo a la hora de la muerte. Si decides acudir a la cita con la infinitud cuando aún estés vivo y respirando, será como aprender a morir mientras estás vivo. Una vez hecha esa transición al lado activo de la infinitud, se disuelve el miedo a la muerte y te ríes de su estupidez.
Comprende tu verdadera esencia, mira a la muerte a los ojos y rompe las ataduras que te esclavizan a ese temor. No morimos. Anúncialo. Medita sobre ello.
Considéralo desde este punto de vista: si no fueras un ser infinito, ¿de qué serviría tu vida? Sin duda, no solo realizar los movimientos de nacer, trabajar, acumular, perderlo todo, enfermar y morir. Al despertar ante tu esencia infinita y mantenerte conectado a las siete caras de la intención empiezas a liberarte de las limitaciones que te ha impuesto el ego. Pones en movimiento la orientación de la mente universal infinita, que te ayudará y, sobre todo, sientes la paz que se apodera de ti cuando expulsas el temor a la muerte y la condición de ser mortal. Me conmueven las historias de grandes maestros espirituales cuando abandonan este plano terrenal sintiéndose dichosos y sin temor. He aquí las últimas palabras de algunas de las personas que admiro:
Ha llegado la hora que tanto había esperado.Teresa de Ávila
Seamos más amables los unos con los otros. Aldous Huxley
Si esto es la muerte, es más fácil que la vida, Robert Louis Stevenson
!Se acabó la tierra! Estoy contento. John Quincy Adams
Oiré en el cielo. Ludwig van Beethoven
Luz, luz; el mundo necesita más luz. Johann Wolfgang von Goethe
Voy a ese país al que he deseado ir toda la vida. William Blake
Allí es muy hermoso. Thomas Edison
Ramf Kamf Kam} [Dios, Dios, Dios] Mahatma Gandhi
¿Por qué no escribes tus últimas palabras y te conviertes en un ser infinito mientras aún ocupas tu cuerpo? Mientras reflexionas sobre tu cita con la infinitud, fíjate en cómo vivimos la mayoría de nosotros.
Sabemos que estamos en un cuerpo que morirá, pero nos comportamos como si no fuera a ocurrimos a nosotros. Este punto de vista pertenece al lado inactivo de la Infinitud, donde no vemos la conexión con la intención ni nuestra capacidad para mantenernos en armonía con el Espíritu creativo. Examinemos la diferencia fundamental entre mantener la cita con la infinitud ahora o en la hora de la muerte. En el primer caso, estarás en el lado activo de la infinitud; en el otro, la evitarás quedándote en el lado inactivo.
El lado activo e inactivo de la infinitud
En el lado activo de la infinitud tienes plena conciencia de estar en un cuerpo que va a morir. Además, en el fondo sabes que no eres ese cuerpo, su mente, ni ninguno de sus logros y posesiones. En el lado activo de la infinitud te aferras a esa correa del trolebús del que hablaba antes, que está conectada a la intención, y eres observador de todas tus experiencias sensoriales. Quizá no te parezca gran cosa, pero te aseguro que en cuanto trasladas tu consciencia interior al lado activo de la infinitud empiezas a notar sucesos milagrosos en tu vida cotidiana. En el lado activo de la infinitud eres, en primer lugar y por encima de todo, un ser espiritual viviendo una experiencia humana temporal y vives todas tus relaciones desde esa perspectiva. En el lado inactivo de la infinitud tu experiencia de la vida es la contraria. Ahí, en primer lugar y por encima de todo, eres un ser humano que ocasionalmente vive una experiencia espiritual. Tu vida se guía por el miedo a la muerte, la separación de los demás, una actitud competitiva y la necesidad de dominar y ganar.
El lado inactivo de la infinitud te separa de la fuerza de la intención
A continuación explico algunas de las diferencias que observo entre quienes viven en el lado activo de la infinitud y quienes niegan su naturaleza eterna y optan por el lado inactivo.
El sentido de destino. En el lado activo de la infinitud tu conexión con la intención dejará de considerarse una opción para convertirse en una llamada a la que tienes que contestar. El lado inactivo te lleva a ver la vida como un caos, un sinsentido, mientras que situarte en el lado activo te lleva a cumplir un destino que sientes en lo más profundo de tu ser.
Cuando pienso en mi vida pasada, me doy cuenta de que mi sentido del destino me mostró el camino desde edad temprana. Sabía desde niño que podía manifestarla abundancia en mi vida. Mientras estaba en las aulas del colegio y la universidad, mortalmente aburrido con los profesores que transmitían su falta de pasión a las deprimentes clases, yo soñaba con hablar ante un amplío público. Juré en aquellos días de juventud que viviría mi pasión, y sabía que estaba aquí por una razón. No podía consentir que nada ni nadie me apartara de mí camino. Siempre he sentido que era un alma infinita, disfrazada en diversas épocas de marido, padre, escritor, conferenciante y norteamericano de más de 1,80 de estatura. Porque vivo en el lado activo de la infinitud, tengo un sentido del destino que no me permitirá morir con toda la música que aún llevo en mí.
Todos podemos elegir lo mismo. Simplemente abandona la idea de que eres un cuerpo destinado a morir y busca tomar conciencia de tu ser inmortal. En el lado activo de la infinitud encontrarás tu ser más grande, una pequeña parte del cual se ha materializado en tu cuerpo. Te garantizo que simplemente por reconocer que eres un ser infinito y, por consiguiente, indestructible, tu conexión con la intención y la capacidad de manifestar cuanto deseas dentro de los confines de tu Fuente universal se convertirán en tu realidad. No hay otra forma.
El sentido del destino te permite saber que estás jugando este juego de la vida en el lado activo de la infinitud. Antes de acceder al sentido del destino, tu motivación era lo que deseabas de la vida y lo que te gustaría hacer. En el lado activo de la infinitud, comprendes que ya es hora de hacer lo que tu destino dispuso que hicieras. Deja de parecerte bien tontear con la esperanza de que las cosas salgan bien, esperando a que cambie tu suerte y a que otros vengan a ayudarte. El sentido del destino te permite comprender lo siguiente: soy eterno, y eso significa que aparecí aquí procedente de la infinitud de la intención espiritual para cumplir un destino y obrar en consecuencia. Empiezas a declarar tus objetivos en el lenguaje de la intención, sabiendo que se materializarán. Consigues el apoyo de la fuerza de la intención para seguir tu camino. No puedes fallar, porque en el infinito no existen los fallos.