5. El impacto sobre los demás al estar conectado con la intención
(segunda parte)
Tu presencia permite a los demás sentirse mejor con ellos mismos. ¿Has notado alguna vez que en presencia de ciertas personas te sientes mejor contigo mismo? Su energía compasiva surte un efecto perceptiblemente agradable, sencillamente elde sentirte bien contigo mismo. Tendrás un impacto en los demás con esta energíade la compasión a medida que desarrolles tu conexión con la intención. Los que te rodean notarán que los comprendes, que te preocupas y te interesas por ellos como individuos. Con esta clase de conexión con la intención es menos probable que centres la conversación en ti mismo y utilices a los demás para complacer a tu ego.
Por el contrario, estar en compañía de alguien que se muestra desdeñosa o indiferente te influye de una forma completamente distinta. Si esa es la baja energía que transmites a los demás, es bastante probable que después del encuentro contigo no se sientan precisamente bien con ellos mismos, a menos que estén tan fuertemente conectados a la intención que puedan anular ei efecto de la baja energía. Estos pensamientos y conductas de energía sumamente baja son evidentes si te sirves de cualquier tema de conversación que surja para hablar de ti mismo. Cualquier conducta similar despliega una energía dominada por el ego que tiene un impacto desagradable en los demás. Además, los deja con la sensación de ser insignificantes, y evidentemente se sienten peor cuando se trata de una pauta que se repite en una relación importante.
Tu presencia permite a los demás sentirse unidos. El efecto de estar en presencia de personas que expresan altas frecuencias consiste en sentirse unidos y conectados con toda la naturaleza» la humanidad y la intención. A medida que elevas tus frecuencias, el efecto que tienes sobre los demás los invita a estar en el mismo equipo. Os sentís unidos y deseáis ayudaros mutuamente para cumplir un objetivo común.
El sentimiento contrario al de la unidad consiste en sentirse polarizado y aislado. La baja energía exige mucho y siempre va en contra de los demás. Por consiguiente, es inevitable que derive en una situación de victoria o derrota. Las energías del antagonismo, la censura, el odio y similares crean una fuerza contraria en la que alguien tiene que perder. Cuando tienes un enemigo, necesitas establecer un sistema de defensa, y la defensa llega a ser lo que caracteriza tu relación. La necesidad de una persona de llevar la contra y polarizar pone en movimiento las condiciones de la guerra. La guerra siempre es cara. Todo eso puede evitarse manteniéndose conectado a la intención y llevando esa energía más alta a tus relaciones, permitiendo a cuantos conozcas que sientan la unidad contigo, con todos los demás, con la naturaleza y con Dios, Tu presencia transmite la sensación de un propósito. Cuando te encuentras en las energías espirituales más altas, proporcionas a los demás algo casi inexplicable. Tu presencia y tu conducta en un espacio de amor, aceptación, generosidad, sin crítica, se convierte en catalizador para que los demás sientan que tienen un propósito en la vida.
Al mantenerte en las energías más altas del optimismo, el perdón, la comprensión, la veneración por el Espíritu, la creatividad, la serenidad y la dicha, irradias esa energía y llevas las energías más bajas a tus vibraciones superiores. Esas personas, a quienes no influyes a propósito, empiezan a notar tu veneración y tu serenidad. Cumples tu propio objetivo, que gira en torno al servicio a los demás y por consiguiente a Dios; y por añadidura, ganas aliados.
Me han dicho miles de personas que el simple hecho de asistir a un sermón o una charla en una iglesia cuyo principal mensaje es la esperanza, el amor y la generosidad les motiva lo suficiente como para comprometerse a cumplir su propósito. Cuando yo soy el orador, siempre entro por la parte trasera de la habitación para tener tiempo de beber de la energía de la esperanza, el optimismo y el amor. Literalmente siento su energía colectiva. Es como una tranquila oleada de placer, como si por mi interior corriera el agua tibia de una ducha. Eso es la energía. En eso consiste la intención, y la poderosa motivación que ayuda a todos a tener esperanza y un propósito.
Tu presencia permite a los demás confiar en las auténticas conexiones personales. Al transmitir los rasgos de la intención a los demás, permites la presencia de la confianza. Observarás la tendencia y la disposición de los demás a confiar en ti y abrirse a ti. Esto guarda relación con la cualidad de la confianza. En la atmósfera de la energía superior, las personas confían y desean compartir, contigo su historia personal. Al estar tan conectado con la intención, eres más como Dios, ¿y en quién confiarías más que en Dios para compartir tus secretos?
Recientemente, en el transcurso de una excursión para observar ballenas, una mujer que no sabía nada de mí me desveló la historia de sus relaciones fracasadas y lo insatisfecha que se sentía. Durante la conversación, en un campo de energía que permite y alienta la confianza, se arriesgó a abrir su corazón a un desconocido.
(Me ha ocurrido con frecuencia desde que vivo los principios de las siete caras de la intención.) Como decía San Francisco de Asís: «De nada sirve caminar hasta un sitio para predicar a menos que el caminar sea la prédica». Al final descubrirás que al llevar esta energía de la intención, incluso los desconocidos harán todo lo posible para servirte y ayudarte a lograr tus intenciones,
Se ponen de manifiesto los resultados opuestos cuando emites las frecuencias de la energía inferior. Si tu energía de desconfianza se muestra de una forma ansiosa, crítica, dictatorial, superior o exigente, los demás no se sentirán dispuestos a ayudarte a conseguir lo que quieres. La verdad es que tus emisiones de baja energía a veces fomentan en los demás el deseo de obstaculizar tus intenciones. ¿Por qué? Porque tus bajas energías contribuyen a crear una contrafuerza, estalla el conflicto, se necesitan ganadores y perdedores y surgen los enemigos, todo ello por no estar dispuesto a mantenerte conectado con las caras de la intención.
Tu presencia sirve de inspiración a los demás para alcanzar la grandeza. Cuando estás conectado con el Espíritu y reflejas sosegadamente esa consciencia, te conviertes en fuente de inspiración para los demás. En cierto sentido, es uno de los efectos más potentes que transmite a los demás el estar conectado con la intención. La palabra inspiración significa «en el espíritu». El hecho de que estés en el espíritu significa que más que informar inspiras con tu presencia. No inspiras a los demás insistiendo o exigiendo para que te presten atención.
Durante los años que llevo dando clases, escribiendo, dando conferencias y produciendo cintas y vídeos, he observado que se da un proceso doble. Me siento con un propósito, inspirado y conectado con el Espíritu universal en todo mi trabajo, y miles o incluso millones de personas se sienten inspiradas por mi propia inspiración. El segundo factor es la cantidad de personas que me han ayudado en mi trabajo. Me han enviado material, me han enviado relatos que me han servido de inspiración y, literalmente, han colaborado conmigo en la creación. Cuando inspiras a los demás con tu presencia, utilizas la fuerza creadora de la intención en beneficio de todas las personas con las que tienes contacto, incluido tu mismo. Apoyo con entusiasmo esta forma de ser, y no me cabe duda de que todos podemos ser una presencia que inspire a los demás.
Tu presencia alinea a los demás con la belleza. Cuando estás conectado a la intención, ves belleza por todas partes porque irradias la cualidad de la belleza. Tu percepción del mundo cambia drásticamente. En la energía más alta de la intención ves la belleza en todos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, blancos y negros, sin distinciones. Todo se percibe desde la perspectiva del reconocimiento, no de la crítica. Cuando transmites esa sensación de apreciación de la belleza a los demás, las personas tienden a verse como tú las ves. Se sienten más atractivas y mejor consigo mismas al propagar la alta energía de la belleza. Cuando las personas se sienten bellas actúan de una forma bella. Tu consciencia de la belleza impulsa a otros a ver el mundo que los rodea de la misma manera. El beneficio es doble también en este caso. En primer lugar, ayudas a los demás a apreciar la vida y a que sean más felices gracias a su inmersión en un mundo de belleza. En segundo lugar, tus propias intenciones cuentan con la ayuda de las personas que han incrementado su autoestima recientemente. La belleza prolifera en los demás gracias a tu presencia cuando estás conectado a la intención.
Tu presencia transmite salud en lugar de enfermedad. La conexión con tu Fuente te mantiene centrado en lo que intentas poner de manifiesto en tu vída, evitando dedicar energía a lo que no deseas. Ese centro interno no te permite lamentarte de tus achaques ni pensar en la enfermedad, el dolor o los problemas físicos.
Tu energía está siempre centrada en crear amor y en expandir la perfección de la que surgiste, lo que incluye tu cuerpo y todas tus creencias sobre tu ser físico. En el fondo sabes que tu cuerpo es un sistema de milagros. Sientes gran respeto por su prodigiosa capacidad de autocuración y de funcionar por sí mismo sin tu intervención. Sabes que tu ser físico está inspirado por una fuerza divina que hace que lata su corazón, que digiera su comida y que sus uñas crezcan, y que esa misma fuerza es receptiva a una salud infinitamente abundante.
Cuando llevas ante la presencia de los demás un reconocimiento sano del milagro que representa tu cuerpo, desactivas sus esfuerzos por pensar en la enfermedad, la mala salud y el deterioro. Aún más; cuanto más alta sea la resonancia de tu campo de energía, más podrás influir en los demás con tu energía curativa. (Véase el capítulo 13 para una exposición más amplia de la curación y la intención.) Toma conciencia de tu prodigiosa capacidad para influir en la curación y la salud de quienes te rodean sencillamente con la presencia silenciosa de tu conexión de alta energía a la intención. Es una energía que literalmente emana de ti.
Con la esperanza de que reconozcas la importancia de elevar tu nivel de energía, concluiré este capítulo con un breve vistazo al impacto que recibe nuestra civilización cuando los niveles de energía están sincronizados con la Fuente de nuestra Creación. Se necesita una mente abierta y un poquito de imaginación, pero yo sé que es verdad! y sería una negligencia por mi parte no decirlo. Quizá les parezca extraño, incluso descabellado, a quienes no pueden comprender cómo todos los que habitamos este planeta estamos conectados y, por consiguiente, nos influimos recíprocamente a distancias que nuestros sentidos no pueden percibir.
Tu impacto en la consciencia de toda la humanidad
Hace muchos años estuve con una de mis hijas cuando asistía a un largo programa en un campamento para ayudarla a enfrentarse con algunos de los problemas de la adolescencia. Lo último que le dijo el monitor del campamento fue lo siguiente «Recuerda en todo momento que lo que piensas y lo que haces afecta a otras personas». Esto no solo es aplicable a los amigos, la familia, los vecinos y los compañeros de trabajo. Estoy convencido de que influimos a toda la humanidad. Por eso, mientras lees este capítulo, ten en cuenta que lo que piensas y haces afecta a todos los demás.
En Power vs. Force, David Hawkins dice lo siguiente: «En este universo interconectado, toda mejora que hacemos en nuestro mundo privado mejora el mundo en general. Todos flotamos en el nivel colectivo de la consciencia de la humanidad, de modoque cualquier incremento que añadimos vuelve a nosotros. Todos incrementamos la prosperidad común con nuestros esfuerzos para beneficiar a la vida. Es un hecho científico que lo que es bueno para ti es bueno para mí». Los comentarios y conclusiones del doctor Hawkins cuentan con el respaldo de veintinueve años de intensa investigación, e invito al lector a que los estudie. A continuación voy a resumir algunas de esas conclusiones y su relación con el impacto que tenemos en los demás cuando estamos conectados a la intención.
En esencia, cada persona individual, y también los grupos, pueden calibrarse por sus niveles de energía. En términos generales, las personas de energía baja no saben distinguir entre lo verdadero y lo falso. Se les puede decir cómo tienen que pensar, a quién tienen que odiar, a quién matar, y se las puede aborregar en una mentalidad de pensamiento de grupo basada en detalles tan triviales como a qué lado del río nacieron, qué creían sus padres y sus abuelos, la forma de sus ojos y cientos de factores relacionados con su apariencia y la total identificación con su mundo material. Según Hawkins, aproximadamente el 87 por ciento de la humanidad se calibra en un nivel colectivo de energía que los debilita. Cuanto más altos los niveles de la vibración de frecuencia, menos personas hay en ellos. Los niveles más elevados están representados por las personas realmente grandes que creaton las pautas espirituales que llevan siguiendo verdaderas multitudes desde hace siglos. Están asociadas a la divinidad y ponen en acción los campos que atraen la energía y que influyen a toda la humanidad.
Justo por debajo del nivel de energía de la pura iluminación se encuentran los niveles asociados con la experiencia denominada trascendencia, autorrcalización o consciencia de Dios. Ahí es donde habitan los llamados santos. Justo por debajo de este nivel se sitúa la pura alegría, y el distintivo de ese estado es la compasión. Quienes alcanzan ese nivel sienten un mayor deseo de poner su consciencia al servicio de la vida misma que de los individuos concretos.
Por debajo de estos niveles supremos, en los que pocos consiguen mantenerse permanentemente, se encuentran los niveles del amor incondicional, la generosidad, la aceptación de todos y la apreciación de la belleza, y, en un nivel más limitado pero también profundo, las siete caras de la intención que se describen en los primeros capítulos de este libro. Por debajo de los niveles de energía que nos fortalecen están los niveles de baja energía de la ira, eí miedo, el dolor, la apatía, la culpa, el odio, la crítica y la vergüenza; todo eso nos debilita y nos influye de tal manera que inhibe nuestra conexión con el nivel de energía universal de la intención.
Lo que me gustaría es que dieras un gran salto de fe conmigo, al tiempo que expongo algunas de las conclusiones a las que llega el doctor Hawkins en su segundo libro, titulado The Eye of the I [El ojo del yo]. Mediante su método quinesiológico, muy preciso para pruebas de verdad y mentira, ha calibrado el número aproximado de personas cuya energía se encuentra en el nivel que debilita, o por debajo de él. Me gustaría que reflexionases sobre sus hallazgos y las conclusiones que saca sobre nuestra influencia en la civilización. Hawkins sugiere que es crucial para todos nosotros comprender la importancia de elevar nuestra frecuencia de vibración hasta el nivel en el que empezamos a coincidir con la energía de la Fuente universal o, en otras palabras, a establecer conexión con la fuerza de la intención.
Uno de los aspectos más fascinantes de esta línea de investigación es la idea del contrapeso. Las personas de alta energía sirven de contrapeso al efecto negativo de las personas de baja energía, pero no se da sobre una base de uno a uno, por ese 87 por ciento de la humanidad que se encuentra en las frecuencias bajas, debilitadoras. Como ya he explicado anteriormente, una persona conectada a la intención puede ejercer una enorme influencia sobre muchas personas de energías más bajas. Cuanto más asciendas en la escala para convertirte en la luz de la iluminación y conocer la consciencia de Dios, más energía de vibraciones negativas podrás contrapesar. A continuación presento unos datos fascinantes de las investigaciones del doctor Hawkins para que los estudies mientras reflexionas sobre el impacto que puedes tener en la humanidad simplemente por estar en los peldaños más altos de la escalera de la intención.
• Un individuo que vive y vibra con la energía del optimismo y la disposición de no criticar a los demás servirá de contrapeso para la negatividad de 90.000 individuos que se sitúan en los niveles debilitadores más bajos.
• Un individuo que vive y vibra con la energía del amor y el respeto puros por la vida entera servirá de contrapeso a la negatividad de 750.000 individuos que se sitúan en los niveles debilitadores más bajos.
• Un individuo que vive y vibra con la energía de la iluminación, de la dicha y la paz infinitas servirá de contrapeso a la negatividad de diez millones de personas que se sitúan en los niveles debilitadores más bajos (hay aproximadamente veintidós de esos sabios vivos en la actualidad).
• Un individuo que vive y vibra con la energía de la gracia, el espíritu puro más allá del cuerpo, en un mundo de no dualidad o absoluta unidad, servirá de contrapeso a la negatividad de setenta millones de personas que se sitúan en los niveles debilitadores más bajos (hay aproximadamente diez de esos sabios vivos en la actualidad).
A continuación veremos dos convincentes estadísticas realizadas por el doctor Hawkins tras veintinueve años de estudio sobre los factores determinantes de la conducta humana.
1. Una sola encarnación del nivel más elevado de la consciencia en este período de la historia al que pueda concederse el título de «Señor», como Señor Krisna, Señor Buda o Señor Jesucristo, servirá de contrapeso a la negatividad colectiva de toda la humanidad en el mundo actual.
2. La negatividad de toda la población humana se autodestruiría si no fuera por los efectos de contrapeso de esos campos de energía más alta.
Las implicaciones de estos datos son muy importantes para descubrir formas de mejorar la consciencia humana y elevarnos hasta el lugar donde coincidimos con la energía de la intención de la que procedemos. Al elevar tu frecuencia vibratoria siquiera ligeramente, hasta un lugar en el que practiques regularmente la generosidad, el amor y la receptividad, y en el que veas la belleza y el infinito potencial para el bien en los demás y en ti mismo, servirás de contrapeso a 90.000 personas de este planeta que viven en los niveles de baja energía de la vergüenza, la ira, el odio, la culpa, La desesperación, la depresión, etcétera.
Me viene a la cabeza cómo gestionó John F. Kennedy la crisis de los misiles en Cuba, en los años sesenta. Estaba rodeado de asesores que lo alentaban a que recurriera a las bombas nucleares en caso necesario. Pero su energía y la de unos cuantos colegas de confianza empapados del potencial para una solución pacífica sirvieron de contrapeso a la inmensa mayoría de quienes abogaban por el ataque y la belicosidad. Una persona con una energía espiritual muy alta puede lograr que la posibilidad de la guerra quede en la categoría del último recurso. Esto también es aplicable a nuestras vidas. Lleva la energía de la intención ante la presencia del conflicto, incluso en las cuestiones familiares, y podrás anular y transformar la baja energía hostil con tu presencia.
Eso es lo que hago yo en una situación hostil, cuando unos jóvenes bajo la influencia de las drogas y el alcohol estaban a punto de pelearse mientras un montón de gente los jaleaba En una ocasión me limité a pasar entre dos potenciales combatientes tarareando una canción: “Sin duda Dios está presente aquí». Y con esa simple energía se tranquilizó el ambiente y se elevó el nivel de energía para la paz. Otra vez me acerqué a una mujer en pleno ataque de ira contra su hijo de dos años en una tienda de comestibles, y le estaba gritando las cosas más espantosas que se puedan imaginan. Me trasladé silenciosamente al campo de la energía, sin decir nada, pero irradiando mi deseo de una energía de amor más alta, y eso anuló la baja energía del odio.
Considera la importancia de tomar conciencia de la influencia que ejerces sobre los demás y recuerda que al elevar tu nivel de energía hasta un lugar en el que estás en armonía con la intención te transformas en instrumento, o canal, de la paz, Esto funciona en todas partes, de modo que debes ser parte del contrapeso a la negatividad humana que encuentres en tu vida.
Cinco sugerencias para poner en práctica las ideas de este capítulo
1. Toma conciencia de la importancia de hacer divinas todas tus relaciones. La relación sagrada no se basa en ninguna religión. La relación sagrada resalta el despliegue del Espíritu en todas las personas. Tus hijos son seres espirituales que aparecen a través de ti, no por ti. Tu relación amorosa puede centrarse en desear para tu pareja lo que deseas para ti. Si deseas libertad, deséala para todos cuantos amas. Si deseas abundancia, deséala en primer lugar para los demás. Si deseas felicidad, deséala aún más para otros, y házselo saber. Cuánto más sea la santidad el eje de tus relaciones, más te fundirás con la intención.
2. Cuando se plantea una cuestión moral sobre cómo actuar con otros, simplemente pregúntate: ¿qué haría el Mesías? Esta pregunta interior te devuelve a la tranquilidad de ia intención. El Mesías representa las siete caras de la intención manifestadas en un ser espiritual con una experiencia humana. De este modo honras al Jesucristo que hay en ti y en todos los demás. Practica el desear para otros lo que deseas para ti siendo como Cristo más que cristiano, como Mahoma más que musulmán y como Buda más que budista.
3.Ten cuidado con las críticas que te diriges a ti mismo y a otros. Haz un esfuerzo consciente por trasladarte a unos pensamientos y sentimientos compasivos. Da una bendición silenciosa a los mendigos en lugar de considerarlos unos vagos o una sangría de la economía. Los pensamientos de compasión elevan el nivel de energía y contribuyen a mantenerse conectados a la intención. Sé compasivo con cuantos te encuentres con toda la humanidad, con todo el reino animal, con nuestro planeta y nuestro cosmos. A cambio, la Fuente universal de la vída te concederá su compasión, ayudándote a manifestar tu intención individual. Es la ley de la atracción. Irradia compasión, vuelve a atraerla, irradia hostilidad y crítica y vuelve a atraerlas. Observa tus pensamientos, y cuando no sean compasivos, cámbialos.
4. Sea lo que quieren los demás, deséaselo con tanta fuerza que disperses esa energía hacia fuera y puedes actuar desde ese nivel de consciencia espiritual. Intenta sentir qué haría más felices y satisfechos a los demás. Después envía la alta energía de la intención a esa sensación y concéntrate en emitir esa energía, sobre todo cuando estés en presencia de otros. Eso contribuirá a crear un campo doblemente alto para que se manifiesten tales intenciones.
5. Ten continuamente presente que por el simple hecho de pensar y sentir en armonía con las siete caras de la intención estarás contrarrestando la negatividad colectiva de al menos 90.000 personas, y quizá de millones. No hay que hacer nada, ni convertir a nadie. No hay metas que alcanzar. Sólo elevar tu nivel de energía hasta las frecuencias de la creación, la generosidad, el amor, la belleza, en continua expansión, inagotablemente abundantes y receptivas a todo sin criticar.
Esas actitudes internas te elevarán al nivel en el que tu presencia influirá positivamente en la humanidad. En Autobiografía de un yogui, Swami Sri Yukteswar le dice a Paramahansa Yogananda: «Cuanto más profunda es la autorrealización de una persona, más influye esa persona en el universo entero con sus sutiles vibraciones espirituales y menos la afecta el flujo de los fenómenos».
Tienes una responsabilidad con toda la familia humana, la de mantenerte conectado a la Intención. Si no, en este mismo momento podrías estar deprimiendo a alguien en Bulgaria, por ejemplo.
El mahatma Gandhi resume con las siguientes palabras este capítulo sobre como podemos influir en el mundo manteniéndonos conectados a lo que dispuso que viniéramos aquí: «Debemos ser el cambio que deseamos ver en el mundo». Siéndolo, nos conectamos con la parte eterna de nosotros que surge en la infinitud.
Esa idea de la infinitud y de aceptar cómo afecta a nuestra capacidad para conocer y utilizar la fuerza de la intención es tremendamente misteriosa. Es el tema del último capítulo de la primera parte de este libro. Estudiaremos el infinito a partir de un cuerpo y una mente que comienzan y acaban en el tiempo, pero que de todos modos saben que el yo está, ha estado y siempre estará aquí.