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"El poder de la intención"

de Wayne Dyer

2- Las siete caras de la intención (Primera parte)

 
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2. Las siete caras de la intención

Ni cuatro mil libros de metafísica podrían enseñarnos qué es el alma.
Voltaire

 

De pensar en la intención a conocer la intención

Ayer, mientras escribía este libro aquí, en Maui, experimenté un saber que voy a intentar explicar.

 

Una mujer japonesa llegó hasta la orilla arrastrada por el oleaje, su cuerpo hinchado por el agua del mar que había tragado. Me arrodillé ante ella, con otras personas, para tratar de que recuperase el ritmo cardíaco con reanimación cardiopulmonar, mientras sus amigos japoneses gritaban angustiados al ver lo vano de nuestros esfuerzos. De repente noté la calmada consciencia del espíritu de aquella mujer flotando sobre nuestras tentativas por salvarla. Mientras observaba aquella escena en la playa, noté la presencia de una energía sosegada, tranquila, y, sin saber por qué, comprendí que no iba a reanimarse y que ya no estaba conectada al cuerpo que tantas personas bien intencionadas, incluyéndome a mí, estaban intentando devolver a la vida.

Este sosegado saber hizo que me levantara, juntara las manos y rezara en silencio una oración por ella.

Éramos de distintas partes del mundo y ni siquiera hablábamos el mismo idioma, y sin embargo me sentía conectado a ella. Me sentía en paz, con la certeza de que su espíritu y el mío estaban conectados de algún modo en el misterio de la naturaleza pasajera y efímera de nuestra vida física.

Mientras me alejaba de allí, mis pensamientos no estaban dominados por el dolor de la muerte. Por el contrario, sabía y sentía que la partida del espíritu de aquella mujer, de aquel cuerpo sin vida, hinchado, formaba parte inexplicablemente de un orden divino perfecto. No podía demostrarlo. No tenía pruebas científicas. No lo pensaba; lo sabía. Este es un ejemplo de lo que quiero decir con el saber silencioso. Aún noto la presencia de esa mujer mientras escribo esto, al cabo de veinticuatro horas. En La fuerza del silencio, Carlos Castañeda describe el saber silencioso como «algo que tenemos todos, algo que posee absoluto dominio, absoluto conocimiento de todo, Pero no puede pensar, y por consiguiente no puede hablar de lo que sabe... El hombre ha renunciado al saber silencioso en favor del mundo de la razón. Cuanto más se aferra al mundo de la razón, más efímero es el propósito».

Como la intención se presenta en este libro como un campo de energía invisible inherente a toda forma física, pertenece, por lo tanto, al mundo inexplicable, inmaterial, del Espíritu. El Espíritu escapa a nuestros esfuerzos por explicarlo y definirlo, porque es una dimensión ajena a principios y fines, ajena a los límites, ajena a los símbolos y ajena a la forma misma. Por consiguiente, las palabras habladas y escritas, los símbolos para comunicar nuestras experiencias en este mundo, no pueden explicar reamente el Espíritu como explican el mundo físico.

Estoy de acuerdo con la frase de Voltaire del principio de este capítulo y estoy dispuesto a reconocer que no puedo enseñarle con autoridad a nadie qué es el espíritu ni trazar con palabras un cuadro preciso de cómo es. Lo que sí puedo hacer es describir mi forma de conceptuafizar la intención. Si fuera posible descorrer el velo que oculta el campo de la intención a la percepción sensorial y la mente racional. Expondré mi concepto de lo que denomino las siete caras de la intención».

Estos puntos representan cómo me imagino yo el aspecto de la fuerza de la intención.

Creo que la intención es algo que podemos sentir y conocer, que podemos conectarnos con ella y confiar en ella. Es una conciencia interior que notamos explícitamente, pero que al mismo tiempo no podemos describir con palabras.

Empleo este concepto para orientarme en el camino hacia la fuerza de la intención que es la fuente de la creación y para activarla en mi vida cotidiana.

Espero que también tú empieces a reconocer lo que necesitas personalmente para empezar a activar la intención en tu vida. Las siguientes descripciones salen de mi experiencia con maestros, mi trabajo profesional con otras personas durante los últimos treinta anos, de toda una biblioteca de metafísica que he leído y estudiado y de mi evolución personal. Voy a intentar transmitir mi saber personal sobre los extraordinarios beneficios que reporta vincularse a la intención. Confío en que te inspire el saber silencioso de la fuerza de la intención y que sigas creando una experiencia cada día más mágica, para tí y para cuantas personas haya en tu vida.

El saber silencioso comienza cuando invitas a la fuerza de la intención a representar un papel activo en tu vida. Se trata de una elección privada y muy personal que no hay que explicar ni defender. Cuando tomas esta decisión íntima, el saber pasará gradualmente a formar parte de tu conciencia normal, cotidiana. Al abrirte a la fuerza de la intención empiezas a saber, a conocer que la concepción, el nacimiento y la muerte son aspectos naturales del campo de energía de la creación. Es ínútíl intentar pensar o razonar una forma de llegar a la intención. Si destierras tus dudas y confías en tus intuiciones, dejarás espacio para que fluya la fuerza de la intención.

Puede parecer un galimatías, pero yo prefiero considerarlo de otra manera: vaciar la mente y penetrar en el misterio. En este sentido, dejo a un lado los pensamientos racionales y me abro a la magia y la excitación de una conciencia nueva, iluminadora.

J. Krishnamurti, uno de los grandes maestros que me han influido, comentó en una ocasión: «Estar vacío, completamente vacío, no es nada a lo que hayas de temer.

Es absolutamente imprescindible que la mente esté desocupada, que no se le imponga nada, que esté vacía, porque solo entonces puede trasladarse a profundidades desconocidas».

Deja este libro unos momentos y empieza a confiar y a experimentar tranquilamente la conciencia de tu ser no físico; déjate llevar. En primer lugar, cierra los ojos y vacía tu mente de pensamientos racionales, aleja ese guirigay que te ronda. A continuación, pulsa la tecla de borrar cada vez que te surja la duda. Por último, ábrete al vacío. Entonces empezarás a descubrir cómo conocer silenciosamente la fuerza de la intención. (En el siguiente capítulo profundizaré en otros métodos para acceder a la intención y volver a conectarse a ella.)

Pero a continuación voy a describir lo que creo que podríamos ver si saliéramos de nosotros mismos, si flotáramos por encima de nuestro cuerpo, como el espíritu de la señora japonesa de la playa. Desde esa perspectiva me imagino mirando las caras de la intención con ojos capaces de ver vibraciones más altas.

Las siete caras de la intención

orn1. La cara de la creatividad.
La primera de las siete caras de la intención es la expresión creativa de la fuerza de la intención que nos proyectó, nos trajo aquí y creó un entorno compatible con nuestras necesidades. La fuerza de la intención tiene que ser creativa, porque en otro caso nada nacería, A mí me parece una verdad irrefutable sobre el espíritu/intención, porque su propósito consiste en dar la vida en un entorno adecuado, ¿Por qué he llegado a la conclusión de que la fuerza de la intención, que da la vida, dispone que tengamos vida y que la tengamos con una abundancia creciente? Porque, si fuera al contrario, no podría adquirir forma la vida tal y como la conocemos.

El hecho mismo de que podamos respirar y experimentar la vida, para mí es prueba suficiente de que la naturaleza del Espíritu que da la vida es creativo en su núcleo mismo. Puede parecer evidente, o por el contrario, confuso o incluso irrelevante. Pero hay una cosa clara: que estás aquí en tu cuerpo físico, y que en su momento eras un embrión, y antes una semilla, y antes de eso, energía amorfa. Esa energía amorfa contenía la intención, que te trajo de ninguna parte a aquí y ahora. En los niveles más elevados de la conciencia, la intención te inició en el sendero hacia tu destino. La cara de la creatividad te dispone hacía una continua creatividad para que crees y contribuyas a crear cualquier cosa sobre la que dirijas tu fuerza de la intención. La energía creativa forma parte de tí; se origina en el Espíritu dador de vida que te disporte.

orn2. La cara de la bondad.
Cualquier fuerza a cuya naturaleza sea inherente la necesidad de crear y convertir la energía en una forma física ha de ser bondadosa. También en esta ocasión lo deduzco de lo contrario. Si en el corazón mismo de la fuerza de la intención, que todo lo da, se albergara el deseo de no ser bondadosa, de ser malévola o perjudicial, la creación resultaría imposible. En el momento en que una energía no bondadosa adquiriese forma, se destruiría el Espíritu que da la vida. Pero la fuerza de la intención tiene una cara bondadosa. Es energía bondadosa con la intención de que lo que está creando florezca y crezca, y que sea feliz y plena. Decidir ser bondadoso es decidir activar en tu vida la fuerza de la intención. Diversas investigaciones han demostrado el efecto positivo de la bondad sobre el sistema inmunológico y el aumento de la producción de serotonina en el cerebro. La serotonina es una sustancia que se produce de forma natural en el cuerpo y que nos hace sentir más tranquilos, cómodos e incluso felices.

En realidad, la función de la mayoría de los antidepresivos consiste en estimular la producción química de serotonina para ayudar a aliviar la depresión. Las investigaciones han demostrado que un simple acto de bondad hacia otra persona mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y estimula la producción de serotonina en quien recibe y en quien realiza ese acto bondadoso. Aún más sorprendente es que las personas que son testigos de ese acto obtengan parecidos beneficios. Imagínate lo que supone: que prodigar, recibir o ser testigo de la bondad influyen beneficiosamente en la salud y los sentimientos de quienes participan en ese acto, con el rostro sonriente de la bondad y de la creatividad. Cuando no eres bondadoso, tapas la cara de la bondad y te apartas de la fuerza de la intención. Ya la llames Dios, Espíritu, Fuente o intención, ten presente que los pensamientos no bondadosos debilitan tu conexión y que los pensamientos bondadosos la fortalecen. La creatividad y la bondad son dos de las siete caras de la intención.

orn3. La cara del amor
La tercera de las siete caras de la intención es la del amor. Hemos de llegar a la irrefutable conclusión de que existe una naturaleza que otorga la vida inherente a la fuerza de la intención, ¿Cómo llamar a esta
cualidad que fomenta, amplía y apoya toda la vida sino amor? Es la fuerza impulsora primordial del Espíritu universal de la intención. Como lo expresó Ralph Waldo Emerson: «El amor es la palabra más elevada y sinónimo de Dios». El campo energético de la intención es puro amor que desemboca en un entorno vigorizante y de absoluta cooperación.

En él no se desarrollan la censura, el odio, la ira, el temor ni los prejuicios. Por eso, sí fuéramos capaces de ver realmente ese campo, veríamos creatividad y bondad en un campo infinito de amor. Entramos en el mundo físico de los límites y los comienzos a través del campo de fuerza universal del puro amor. Esta cara de la intención que es una expresión de amor solo desea que crezcamos y prosperemos, que nos convirtamos en todo lo que somos capaces de convertirnos. Cuando no nos encontramos en armonía con la energía del amor nos alejamos de la intención y se debilita nuestra capacidad para activarla mediante la expresión del amor. Por ejemplo, si no haces lo que amas ni amas lo que haces, tu fuerza de intención se debilita y atraes a tu vida más insatisfacción, algo que no forma parte de la cara del amor. En consecuencia, en tu vida aparecerán más elementos que no amas.

Pensamientos y emociones son pura energía, unas más altas y rápidas que otras.

Cuando las energías más altas ocupan el mismo campo que las más bajas, estas últimas se transforman en energías más altas. Un ejemplo sencillo consistiría en una habitación oscura que tiene una energía más baja que una habitación inundada de luz. Como la luz se mueve con mayor rapidez que la no luz, cuando se enciende una vela en una habitación oscura no solo desaparece y se disuelve la oscuridad, sino que parece transformarse en luz como por arte de magia. Lo mismo se puede decir del amor, que es una energía más alta y más rápida que el odio. En su conocida oración, San Francisco implora a Dios: «Donde existe el odio, deja que siembre el amor». Lo que está buscando es la fuerza para disolver el odio y convertirlo en la energía del amor El odio se convierte en amor cuando la energía del amor está en su presencia. Lo mismo puede decirse de todos nosotros. El odio, dirigido hacia ti mismo o hacia otros, puede convertirse en la fuerza de la intención que concede y garantiza la vida.

Así lo expresaba Pierre Teilhard de Chardin: «La conclusión es siempre la misma: el amor es la energía más poderosa del mundo, y también la más desconocida»,

orn4. La cara de la belleza.
La cuarta cara de la intención que yo propongo es la belleza. ¿Qué otra cosa podría ser una expresión creativa, bondadosa y amante sino bella? ¿Por qué iba a decidir la inteligencia organizadora de la intención manifestarse de una forma que le repugnara? Por supuesto, no lo hace. De modo que podemos llegar a la conclusión de que la naturaleza de la intención tiene una interacción eterna de amor y belleza, y añádela expresión de la belleza a la cara de la fuerza de la intención creativa, bondadosa y amante.

El genial poeta romántico John Keats concluye así su «Oda a una urna griega»: «La belleza es verdad, la verdad belleza. Es cuanto sabéis en la tierra, y cuanto necesitáis saber». Evidentemente, la verdad existe en la creación de todo. Es la verdad que se muestra aquí bajo cierta forma. Está aquí bajo una forma que es expresión del invisible poder creador. Por eso coincido con Keats en que tenemos que saber silenciosamente que la verdad y la belleza son una y la misma cosa. De la verdad del espíritu creador en una expresión de la fuerza de la intención surge la verdad como belleza. Este saber lleva a ideas valiosas para ejercitar la voluntad, la imaginación y la intuición individuales.

Para comprender la importancia de la belleza como una de las caras de la intención, hay que recordar lo siguiente: los pensamientos bellos construyen un alma bella. Al hacerte receptivo a ver y sentir la belleza que te rodea, sintonizas con la fuerza creadora de la intención que existe en el interior de todo el mundo natural, en el que tú estás incluido.

Al decidir ver belleza en todo, incluso una persona nacida en la pobreza y la ignorancia podrá experimentar la fuerza de la intención. Al buscar la belleza en las peores circunstancias posibles con un propósito individual nos conectamos con la fuerza de la intención. Y funciona. Tiene que funcionar. La cara de la belleza siempre está presente, incluso donde los demás no ven belleza.

Me sentí muy honrado de participar en un debate con Viktor Frankl en 1978, en Viena. Recuerdo con toda claridad que compartió conmigo y con el público su idea de que es ía capacidad de ver la belleza en todas las circunstancias lo que da significado a la vida. En su libro El hombre en busca de sentido* (Trad. cast, El Poder de la Intención 23 Herder, Barcelona, 2001.)describe el cuenco de agua sucia con una cabeza de pescado flotando que le daban sus carceleros nazis en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Se acostumbró a ver belleza en esa comida, en lugar de centrarse en el horror que le producía.

Consideraba su capacidad para ver belleza en todas partes un factor vital para sobrevivir en aquellos campos espeluznantes. Viene a recordarnos que si nos centramos en lo feo, atraemos más fealdad a nuestros pensamientos, a nuestras emociones y en última instancia a nuestra vida. Al decidir aferramos a nuestra pequeña parcela de libertad incluso en las peores situaciones podemos procesar nuestro mundo con la energía del reconocimiento y la belleza, y crear la oportunidad de trascender nuestras circunstancias.

Me encanta la respuesta de la madre Teresa de Calcuta cuando le preguntaron sobre esta cualidad: «¿Qué hace todos los días en las calles de Calcuta para cumplir su misión?». Ella contestó: «Todos los días veo a Jesucristo con todos sus angustiosos disfraces»

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