“Sostengo que el sentimiento religioso cósmico es la más fuerte y
noble de las incitaciones a la investigación científica”.
ALBERT EINSTEIN
Capítulo 1
LA EXPERIENCIA CURATIVA
A lo largo de mis muchos años de prác tica como sanadora he tenido
el privilegio de trabajar con infinidad de personas encantadoras. Me
complace presentar aquí a algunas de ellas y narrar sus respectivas
historias, que confieren un enorme sentido de realización a la vida
de alguien dedicado a mi trabajo.
Mi primer cliente, cuya curación
conocí cierto día de octubre de 1984, fue una mujer cercana
a la treintena llamada Jenny. Es una maestra llena de
vitalidad, de cerca de 1,65 m de estatura, grandes ojos
azules y cabello oscuro.
Sus
amigos la llaman la «dama de la lavanda», porque le
encanta esta flor
y lleva continuamente un ramillete. Jenny es, además,
propietaria de una floristería a la que dedica parte de
su tiempo y crea exquisitos adornos florales para bodas
y otras celebraciones. Por aquel entonces llevaba varios
años casada con un próspero profesional de la
publicidad. Jenny sufrió un aborto unos meses antes y no
había conseguido quedarse nuevamente embarazada. Cuando
acudió al tocólogo para averiguar por qué no podía
volver a concebir, la noticia que éste le dio fue
decepcionante: después de numerosas pruebas y según la
opinión de otros médicos, el especialista llegó a la
conclusión de que debería someterse a una histerectomía
a la mayor brevedad posible. En el útero, justo donde
había estado fijada la placenta, se observan células
anormales. Jenny se asustó y quedó muy perturbada. Ella
y su marido habían esperado a tener una posición
económica más sólida para empezar a crear una familia.
Ahora parecía que aquella posibilidad se había esfumado.
La primera vez que Jenny acudió a mi consulta, en agosto
de aquel año, no me contó su historial médico. Se limitó
a decirme: «Necesito su ayuda. Dígame lo que ve en mi
cuerpo. He de tomar una decisión importante». Durante la
sesión curativa, exploré su campo energético, o aura,
utilizando mi
«elevada percepción sensorial» (EPS). Pude «ver» algunas
células anómalas en el interior del útero, en
su parte izquierda. Al mismo tiempo, «vi» las
circunstancias que habían rodeado el aborto. Las células
anómalas estaban situadas donde había estado unida la
placenta. Además, «escuché» algunas palabras que
describían el estado de Jenny y lo que se podía hacer al
respecto. Percibí que necesitaba
un mes de descanso, yendo a la playa, tomando unas
vitaminas específicas, manteniendo una dieta
concreta y meditando a solas no menos de dos horas al
día. Después, una vez que hubiera pasado el mes
curándose a sí misma, volvería al mundo de la medicina
convencional para que le hicieran nuevas pruebas. Se me
dijo que la curación había sido completa y que no
necesitaba volver a mi consulta. Durante la curación,
recibí información sobre su actitud psicológica y sobre
la forma en que ésta afec - taba a su incapacidad de
autocuración. Se sentía culpable de su aborto. En
consecuencia, se estaba creando una tensión indebida e
impedía que su cuerpo se curara a sí mismo tras la
gestación fallida. También se me dijo algo fundamental
para mí: que ella no debería acudir a otro médico por lo
menos durante un mes, ya que los distintos diagnósticos
y las presiones para que se sometiera a una
histerectomía agravaban enormemente su es trés. El
ferviente deseo de tener un hijo le rompía el co- razón.
Cuando salió de mi consulta se encontraba algo más
aliviada y dijo que pensaría en todo lo que había
sucedido durante la sesión de curación.
En octubre, cuando Jenny volvió, lo primero que hizo fue
abrazarme estrechamente, entregándome un
cariñoso poema como muestra de agradecimiento. Las
pruebas médicas resultaron normales. Había pasado el mes
de agosto cuidando de los niños de unos amigos en Fire
lsland. Durante ese tiempo siguió manteniendo su dieta,
tomó las vitaminas y se pasó mucho tiempo sola
practicando su autocuración. Decidió esperar unos
cuantos meses y, transcurridos éstos, intentar quedarse
embarazada otra vez. Un año después me enteré de que
Jenny había dado a luz un niño que gozaba de perfecta
salud.
El segundo cliente que tuve aquel día de octubre fue
Howard Es el padre de Mary, a la que traté hace
algún tiempo. A Mary le habían hecho un frotis de
Papanicolau clase tres (condición precancerosa) en el
que se detec tó un proceso que desapareció en unas seis
curaciones. Desde hace varios años se ha sometido
habitualmente a tales pruebas. Mary, que es enfermera,
es fundadora y directora de una organización que se
dedica a actualizar la formación de sus colegas y que
facilita enfermeras a los hospitales del área de
Filadelfia. Se interesó por mi trabajo y suele enviarme
clientes con regularidad.
Howard llevaba varios meses visitándome. Se trata de un
obrero jubilado, una persona con la que
resulta delicioso trabajar. La primera vez que vino a
verme su piel tenía un tono ceniciento y estabaaquejado
de constantes dolores en la zona cardiaca. Ni siquiera
podía ir de un lado a otro de una habitación sin
sentirse cansado. Después de la primera sesión de
curación, su semblante adquirió un tono rosado y se
disipó el dolor. Tras dos meses de curaciones semanales
podía de nuevo realizar esfuerzos y hasta bailar. Mary y
yo trabajamos conjuntamente para combinar la curación
mediante la imposición de manos con medicaciones a base
de hierbas que le había recetado un médico naturópata
para limpiar sus arterias de placas. Aquel día seguí
equilibrando y reforzando este campo. Su mejoría era
evidente tanto para los médicos como para sus amigos.
Otro de los clientes que vi ese mismo día fue Ed. La
primera vez me visitó porque tenía molestias en la
muñeca. Las articulaciones de los brazos y de la muñeca
se le debilitaban cada vez más. También sentía dolor en
el orgasmo durante las relaciones sexuales. Desde hacía
tiempo se venía quejando de debilidad en la espalda, y
la dolencia había progresado tanto que no podía llevar
nada en las manos, ni siquiera unos cuantos platos. En
la primera sesión de curación que le dediqué, «vi» en su
campo aural que cuando tenía unos 12 años sufrió una
lesión en el cóccix. En el momento en que se produjo esa
lesión tenía importantes dificultades con las
incipientes sensaciones sexuales de la pubertad. El
accident e redujo dichas dificultades, de forma que pudo
arreglárselas mejor.
El cóccix quedó oprimido hacia la izquierda y no podía
desplazarse en su camino habitual para ayudar
al bombeo del fluido cerebroespinal en su recorrido
normal. Esto dio lugar a un gran desequilibrio que
debilitó todo su sistema energético. El paso siguiente
de este proceso degenerativo fue el debilitamiento
de la parte inferior de la espalda, luego de la parte
media y finalmente de la superior. Cada vez que se
debilitaba a causa de la falta de flujo energético en
una parte de su cuerpo, otra parte intentaba compensar
la debilidad. Empezó a soportar una enorme tensión en
las articulaciones del brazo, que finalmente cedieron y
se debilitaron. Todo este proceso duró varios años.
Ed y yo mantuvimos un proceso curativo fructífero a lo
largo de varios meses. Lo primero que hice fue trabajar
con el flujo energético para liberar la región coccígea,
realinearla y luego aumentar y equilibrar dicho flujo
energético a través de todo su sistema. Su fortaleza fue
volviendo poco a poco. Aquella tarde, el único síntoma
que aún perduraba era una ligera debilidad en la muñeca
izquierda. Pero artes de dedicarle mi atención,
equilibré y reforcé de nuevo todo su campo energético.
Luego dediqué un tiempo adicional a permitir que la
energía curativa fluyera a su muñeca.
El último cliente de ese día fue Muriel, una artista
casada con un prestigioso cirujano. Era su tercera
visita. Tres semanas antes se había presentado en mi
consulta aquejada de una gran hinchazón en el tiroides.
En aquella primera cita utilicé de nuevo mi alta
percepción sensorial (EPS) para obtener información
sobre el estado de Muriel. Pude ver que la inflamación
tiroidea no era debida a un cáncer y que con sólo dos
sesiones de curación combinadas con la medicación que le
habían recetado sus doctores la inflamación
desaparecería. Vi que no era necesaria una intervención
quirúrgica. Ella me confirmó que había visitado a varios
médicos, los cuales le habían recetado fármacos para
reduc ir el ta- maño del tiroides. Le dijeron que la
medicación lo reduciría algo, pero que seguía
necesitando una intervención y que había la posibilidad
de que se tratara de un cáncer. La operación estaba
prevista para la semana siguiente a nuestra segunda
cita. Le apliqué dos sesiones de curación en el plazo de
una semana. Para cuando llegó el momento de la
intervención ya no había necesidad de operarla; los
médicos se quedaron sorprendidí simos. Muriel regresó
aquel día para asegurarse de que todo había vuelto a ser
normal y sano, y lo era.
¿Cómo se producen estos efectos aparentemente mi
lagrosos? ¿Cómo consigo ayudar a estas
personas? El proceso que empleo se denomina imposición
de manos, curación por la fe o curación espiritual. No
se trata de un proces o misterioso, ni muchísimo menos,
sino de algo directo, aunque complicado a veces. Es un
procedimiento que implica la restauración del equilibrio
del campo energético que nos rodea, al que yo denomino
«campo energético humano». Todos tenemos un campo
energético
o aura que envuelve nuestro cuerpo físico y penetra en
él. Este campo energético se halla íntimamente
relacionado con la salud. La elevada percepción
sensorial es una forma de percibir cosas que escapan al
alcance normal de los sentidos humanos. Con él se puede
ver, oír, oler, gustar y tocar cosas que normalmente no
son perceptibles. La elevada percepción sensorial es una
forma de «ver» en la que se percibe una imagen mental
sin tener que emplear la visión normal. No es
imaginación; a veces se le denomina clarividencia. La
EPS revela el dinámico mundo del fluido que interac túa
con los campos energéticos vitales y trasfunde todas las
cosas. Durante la mayor parte de mi vida he intentado
adentrarme en ese mar de energía vital que es nuestra
existencia. Así he descubierto que esa energía nos
apoya, nos nutre, nos infunde vitalidad. Con ella
detectamos a las demás . personas, formamos parte de
ella, y ella forma parte de nosotros.
Mis clientes y alumnos me preguntan cuándo vi por
primera vez ese campo energético que rodea a las
personas. ¿Cuándo comprendí que era una herramienta
útil? ¿Qué tal sienta poseer esa capacidad para percibir
cosas que se salen del alcance normal de los sentidos
humanos? ¿Poseo algo especial, o es una cosa que se
puede aprender? De ser así, ¿qué pueden hacer para am
pliar su propio alcance perceptivo y qué valor tiene
ello para sus vidas? Para contestar a estas preguntas
debo volver al principio.
Tuve una infancia muy sencilla. Me crié en una granja de
Wisconsin y, como no había por allí muchos
niños con quienes jugar, me pasaba muchas horas sentada
en el bosque, en solitario, totalmente
inmóvil esperando a que se me acercaran los animales.
Practiqué la integración con mi entorno. Pasó mucho
tiempo antes de que empezara a comprender la importancia
que tenían aquellos períodos de silencio y espera. En
esos momentos plenos de tranquilidad en el bosque
entraba en un estado de conciencia ampliada que me
permitía percibir cosas que se salían del alcance de la
experiencia hu- mana. Recuerdo que era capaz de saber
dónde estaba cada animal sin necesidad de mirar; podía
detectar su estado. Practicaba caminando a ciegas por el
bosque y sentía dónde estaban los árboles mucho antes de
tocarlos con las manos extendidas. Me di cuenta de que
los árboles eran mucho más grandes de lo que parecían a
la vista. Los árboles están rodeados por campos
energéticos, y lo que yo detectaba eran esos campos. Más
tarde aprendí a ver los campos energéticos de los
árboles y de los animales. Descubrí que todas las cosas
tienen un campo energético que las rodea, y que su aspec
to se asemeja al de la luz de una vela. También empecé a
comprender que todas las cosas están interconectadas por
medio de estos campos energéticos, que no existe es
pacio alguno que no lo posea. Todo, incluida yo misma,
vive en un mar de energía.
Este descubrimiento no me resultó excitante. Fue
simplemente una experiencia propia, algo tan naturalcomo
ver a una ardilla comiendouna bellota en la rama de un
árbol. Nunca utilicé tales experienciaspara formular
teoría alguna sobrela formade actuar delmundo; las
acepté como algo perfectamentenatural, di por supuesto
que todo el mundo las conocía y olvidé el asunto.
A medida que alcanzaba laadolescencia fuiabandonando mis
visitas al bosque. Empecé a interesarme por la forma en
que sedesarrollaban todas lascosas y por las causas que
las generaban. Planteabainfinidad de preguntas, tratando
de encontrar un
orden yentender el comportamiento del mundo. Fui ala
universidad, obtuve el masteen ciencias en la rama de
física atmosférica y luego trabajé comoinvestigadora en
la NASA durantevarios años.
Más tarde me preparé para convertirme en consultora
y,sólo después de algunos añosde prestar asesoramiento,
empecé a ver colores alrededor de las cabezas humanas,
lo cual me recordó mis experiencias infantiles en el
bosque. Entonces me di cuenta de que aquellas imágenes
fueron el principio de mi elevada percepción sensorial o
clarividencia. Mis deliciosas y secretas aventuras
infantiles curación de enfermos graves. me condujeron,
en último término, al diagnóstico y a la
Al mirar atrás, puedo ver la pauta de desarrollo de mi
capacidad, que se inició al nacer. Es como si mi vida
hubiera sido guiada por una mano invisible que me
condujo y me hizo vivir cada experiencia paso a paso,
como en los cursos escolares, en la escuela que llamamos
vida.
Lo sucedido en el bosque meayudó aampliarmis sentidos.
Luego, la formación universitaria me ayudóa desarrollar
una mente lógica;seguidamente, la experiencia como
asesora me abrió los ojos y elcorazón hacia la
humanidad. Y, por último,mi formaciónespiritual (a la
que me referiré más adelante)aportó la suficiente
credibilidad amisexperiencias comopara pensar en ellas
como algo «real» yaceptarlas como tales. Empecéentonces
acrear unmarco que me permitiría entender
estasexperiencias. Poco a poco,
laelevadapercepciónsensorial yel campo energético humano
empezaron aser partes integrantes de mi propia vida.
Estoy firmemente convencida deque puedenconvertirse
enparte de la vida de cualquier persona. Paradesarrollar
la EPS es necesarioentrar en unestado deconciencia
ampliada, para lo que existendiversos métodos. La
meditación se estáconvirtiendo en elmás conocido de
ellos. Se puede practicarde muy diversas formas, y
esimportantedescubrir la másapropiada para cada uno. Más
adelante, a lolargo del libro, ofreceré
algunassugerenciassobre meditación para que el lector
pueda elegir. Tambiénhe descubierto que se puedeentrar
en elestado deconciencia ampliada haciendo jogging,
paseando,pescando, sentándose en las dunas arenosas de
la playapara observar el movimiento de las olas, obien
permaneciendo sentado en elbosque,comohacía yo de niña.
¿Practica el lector alguna de estasformas de acceso a
tal estado,llámesemeditación,ensoñación o de cualquier
otra forma? Lo másimportante es concederse
eltiemposuficientepara escuchar el propio yo; un tiempo
en el que labulliciosa mente -queconstantemente nos dice
lo quehemos de hacer, cómo prodríamos habertriunfado en
una disputa, quédebíamoshaberhecho, qué es lo que va mal
dentro de nosotros, etc.permanezca silenciosa. Cuando
seha logradodescartar eseincesante parloteo, se abre
ante nosotrostodo un nuevo mundo dearmoniosa
ydulcerealidad. Ellector empezará a integrarse en el
entorno,como hacía yo en el bosque. Ymejorará.al
mismotiempo, no sólono perderá su individualidad, sino
que laEl proceso de integración connuestroentorno es
otraforma de describir la experiencia de unaconciencia
ampliada. Volvamos, por ejemplo, a la vela y su llama.
Normalmente nos autoidentificamoscomo un cuerpo (la cera
y elpabilo) dotadode conciencia (la llama). Cuando
entramos en el estado deconciencia ampliada
nospercibimos anosotrosmismoscomo la luz que surge de la
vela. ¿Dóndeempieza la luz y dónde termina la llama?
Parece quehubiera una línea divisoria, ¿pero dónde
estáexactamente cuando observamos de cerca?
La llama estátotalmente penetrada por la luz. ¿Pene tra
enla llama la luz de la habitación, que no es la de la
vela (marde energía)? Sí. ¿Dónde empieza la luz dela
habitación y dónde termina la dela llama?
La física dice que la luz de una llama no tiene límites,
quellega al infinito. Así pues, ¿dóndese
encuentranuestro lími te último? La experiencia que he
adquiridocon la EPS, derivada de unaconcienciaampliadaes
que noexiste límite alguno. Cuanto más amplío
miconciencia, más se ensancha miEPS y mayorcapacidad
tengo para ver una realidad que está ahí ya, pero que
antes se encontraba fuera de mi campo de percepción. A
medida que la EPS se hace más amplia percibo una mayor
realidad. Al principio sólo era capaz de ver los campos
energéticos más bastos que rodean las cosas, los cuales
apenas se extienden a tres centímetros de la superficie.
Pero a medida que fui adquiriendo experiencia vi que el
campo se prolongaba mucho más allá, aunque aparentemente
se trataba de una sustancia más fina, o de una luz menos
intensa. En cada paso que daba creía que había
encontrado la línea de límite; más tarde, sin embargo,
podía percibirla a mayor distancia. ¿Hasta dónde llega,
pues, la línea? He llegado a la conclusión de que sería
más fácil decir que sólo existen capas: la capa de la
llama, luego la luz de la llama, después la luz de la
habitación. Cada línea más difícil de distinguir que la
anterior. La percepción de cada capa exterior requiere
un estado de conciencia más ampliado y una EPS mejor
afinada. A medida que el estado de conciencia se amplía,
la luz que antes vimos amortiguada se abrillanta y cobra
mayor definición.
A medida que desarrollaba mi elevada percepción
sensorial a lo largo de los años fui recopilando las
observaciones que hacía. En su mayor parte se produjeron
durante los quince años en que trabajé como consultora.
Dado que había recibido originalmente una formación en
ciencias físicas, cuando empecé a «ver» el fenómeno
energético alrededor de los cuerpos humanos me sentía
bastante escéptica. Pero como el fenómeno persistía
incluso cuando cerraba los ojos para descartarlo, o
cuando me movía por la habitación, empecé a observarlo
más atentamente. Así dio comienzo un viaje que me llevó
a mundos cuya existencia desconocía, cambiando por
completo la forma en que experimentaba la realidad, la
gente, el universo y mi relación con él.
Vi que el campo energético está íntimamente relacionado
con la salud y el bienestar de la persona. Si
alguien está enfermo, tal circunstancia se reflejará en
su campo energético en forma de flujo de energía
desequilibrado o de energía estancada que ha dejado de
fluir y se presenta en colores oscuros. Por contra, una
persona saludable muestra colores brillantes que fluyen
con facilidad en un campo equilibrado. Tales colores y
formas son específicos en cada enfermedad. La EPS
resulta extraordinariamente valiosa en las prácticas de
la medicina y el asesoramiento psicológico. Utilizando
la EPS he alcanzado una gran experiencia en el
diagnóstico de problemas tanto físicos como
psicológicos,
así como en la provisión de medios para resolver tales
problemas.
Con la EPS, el mecanismo de la enfermedad psicosomática
aparece nítidamente ante los ojos. Se pone de manifiesto
la forma en que se inician la mayoría de las
enfermedades en los campos energéticos para transmitirse
luego al cuerpo, a través del tiempo y la forma de vida,
hasta convertirse en una dolenciagrave. Muchas veces,
lafuente ocausaprimigenia de este proceso guarda
relación con un traumapsicológico o un traumatismofísico,
o con unacombinación de ambos. Como quiera que la EPS
revelala forma en la que se
patológico.inició laenfermedad,también permite conocer
el modo de invertir el proceso
Durante el proceso deaprendizajeparaobservarel campo
capté también la forma de interactuarconscientemente con
él,comoconcualquier otra cosa que pueda ver. Podía
manipular mi propio campopara que interactuara con el
deotra persona.
Pronto supe cómo reequilibrar un campo energéticoenfermo
de manera que lapersona afectadarecuperara su salud. Más
aún, me encontré recibiendoinformación sobre la causade
laenfermedad de micliente. Parecía proceder de lo que,
en apariencia,era una inteligencia superior a lamía, o a
laquenormalmente consideraba como mía. El proceso
derecepción de este tipo deinformación sedenomina
genéricamente canalización. La información ca-nalizada
se presentaba enforma depalabras,conceptos o imágenes
simbólicas que penetraban en mimente mientras
estabareequilibrando el campoenergético de mi cliente.
Siempre que hago esto meencuentro en un estadoalterado
deconciencia.
Logro buenos resultados en la recepción de
informacióncombinando varias formas deutilización de
laEPS (es decir, canalizando o viendo). Relaciono lo que
herecibido, sea mediante unaimagensimbólica enmi mente,
un concepto o un mensaje verbal directo, conlo que he
observado en elcampoenergético. Porejemplo, en un caso
oí directamente «tiene cáncer», yvi que el campo
energético de mi paciente, unamujer, mostraba un punto
negro. Este punto negro secorrespondió, en cuanto
atamaño,forma yemplazamiento, con el resultado de una
exploración por TACque le hicieron más tarde.
Esta forma de combinar la información recibida mediante
la EPS presenta unanotable eficacia, y yo healcanzadoun
alto grado de precisión en la descripción particular de
las condi-ciones de cualquiercliente.
También reciboinformación sobre qué acciones de
autoayuda debeemprender el cliente en elcurso desu
proceso de curación. Por lo general, ello implica una
serie desesiones curativas
quesuelenprolongarsedurantesemanas o meses, dependiendo
de la gravedad dela enfermedad. El proceso decuración
incluye elreequilibrio del campo, el cambio de la forma
de vida yel tratamiento del trauma que se está
iniciando.
Es esencial que analicemos elsignificado másprofundo de
nuestras enfermedades. Hemos de formularnospreguntas
tales como: ¿qué significa para mí la enfer medad?, ¿qué
enseñanzas me puede aportar? La enfer - medad puede ser
considerada como un mensaje que nos transmite el cuerpo.
Dice: Aguarda un momento; algo
no va bien. No prestas atención a todo tu ser, estás
ignorando algo muy importante para ti. ¿Qué es? Hay que
explorar de esta forma el origen de la enfermedad, sea
en el nivel psicológico o sentimental, en el nivel de la
comprensión o, simplemente, como causa de un cambio en
el estado habitual de la persona, que puede no ser
consciente de ello. Volver a estar sano exige mucho más
trabajo y cambio personales que el mero hecho de ingerir
unas píldoras recetadas por el médico. Sin ese cambio
personal, el individuo llegará a crear otro problema que
le hará retroceder al origen primero de la enfermedad.
He comprobado que la clave está en la fuente.
Y tratar la fuente exige, por
lo general, un cambio en la forma de vida, lo que, en último
término, conduce a una existencia más acorde con el núcleo
del propio ser. Conduce a una parte más profunda de nosotros
mismos que a veces se denomina el yo elevado o la esencia
interna de la divinidad.