El séptimo mandamiento del éxito
Debes sacudir las telarañas de tu mente antes de que éstas te aprisionen. |
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La mente es un lugar propio, y en sí misma puede hacer del infierno un
cielo, o del cielo un infierno.
¿Por que sigues pensando en el amor que hace mucho perdieras por tu propia
tontería y temeridad? ¿Ese recuerdo te ayudará a lograr una mejor
digestión
esta mañana?
¿Por qué te sigues condoliendo de tus fracasos? ¿Mejorarán las lágrimas
tus
habilidades mientras trabajas para tu familia?
¿Por qué sigues recordando el rostro que te hizo daño? El pensamiento de
una dulce venganza ¿te ayudará a dormir mejor esta noche?
Los amigos muertos, los empleos fallidos, las palabras que hirieron, las
penalidades inmerecidas, el dinero perdido, las heridas que no sanan, las
metas no alcanzadas, las ambiciones destruidas, las lealtades
quebrantadas...
¿por qué has conservado todo ese nocivo acervo como si tuviera algún
valor?
¿Por qué has permitido que esas telarañas de infamia se extiendan por el
ático
de tu mente hasta que ya casi no hay lugar para un pensamiento feliz
acerca
del presente?
Echa fuera esas hebras trágicas del pasado que se han acumulado con los
años. Con el tiempo, sus purulentas entrañas te asfixiarán si no te
apresuras.
La capacidad de olvidar es una virtud, no un vicio.
Y, sin embargo, saber que el ayer con todos sus errores y cuidados, sus
dolores y sus lágrimas, ha pasado para siempre y ya no puede hacerte daño,
no es suficiente. De la misma manera tienes que pensar que no puedes hacer
nada acerca del mañana, con sus posibles angustias y desaciertos, hasta
que
el sol vuelva a levantarse. Todo lo que posees, lo que puedes acomodar a
tu
voluntad es el momento actual.