TERCER
COMPROMISO DEL ÉXITO
Estoy despierto. |
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Me siento invadido por una gozosa anticipación.
Ahora experimento extraños murmullos en mi corazón al recibir
cada nuevo
día con alegría y confianza, en vez de hacerlo con
autocompasión y temor.
Aquel que padece, recuerda. Jamás repetiré
los fracasos y los vanos errores
del pasado, ahora que cuento con
estos pergaminos para servirme de guía.
Cada día, me aventuraré a
salir al mundo acompañado por tres nuevos aliados
muy poderosos: la
confianza, el orgullo y el entusiasmo. Tengo confianza en
que lograré
enfrentarme a cualquier desafío, el orgullo me exige que me desempeñe
al máximo de mis capacidades y lograré todo esto porque he redescubierto
ese
poder tan especial que faltaba en mi vida desde mi infancia, el
poder del entusiasmo.
Cada acto memorable en la historia del
mundo es un fruto del entusiasmo.
Jamás se ha logrado nada grandioso
sin él, porque le brinda un nuevo significado
a cualquier desafío o
a cualquier ocupación, no importa lo atemorizantes o lo
difíciles que
sean. Sin entusiasmo, estoy condenado a una vida de
mediocridad, pero
con él podré obrar milagros.
Hay un nuevo significado en mi existencia. El fracaso ya no es
mi constante
compañero. La nada, el aislamiento, la impotencia, la
tristeza, las
vejaciones y la desesperación del pasado se han
desvanecido desde aquel
día, no hace mucho tiempo, en que recordé
como sonreír.
Ya otros han empezado a reflejar mis sonrisas y mi solicitud,
Comparto con
alegría la luz del amor y la felicidad.
Siempre
bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
El entusiasmo es la mayor ventaja del mundo. Su valor potencial
supera con
mucho al del dinero, el poder y la influencia. Sin ayuda
de nadie, el
entusiasta convence y domina en donde las riquezas
acumuladas por el
pequeño ejército de trabajadores apenas provocarían
un estremecimiento de
interés. El entusiasmo pasa por encima del
prejuicio y la oposición,
desdeña la inactividad, toma por asalto la
ciudadela de su objetivo y lo
mismo que una avalancha, aplasta y
absorbe todos los obstáculos que
encuentra en su camino. He aprendido
una gran lección... ¡el entusiasmo es
mi fe en acción! Si tengo fe no
puedo fallar.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Algunos de nosotros nos mostramos entusiastas en ocasiones y
unos cuantos
incluso conservan sus anhelos durante un día o una
semana. Todo eso es muy
bueno, pero yo debo desarrollar el hábito, y
lo haré, de conservar mi entusiasmo
indefinidamente, con toda
honestidad y sinceridad, de manera que el éxito
que disfruto el día
de hoy, pueda repetirse el día de mañana y la próxima
semana y el
próximo mes. El entusiasmo, el amor por cualquier cosa que esté
haciendo en un momento determinado, obra en formas maravillosas que ni
siquiera necesito comprender, pero lo que sí sé es que les brindará una
vitalidad adicional a mis músculos y a mi mente. Primero debemos
desarrollar nuestros hábitos y después, buenos o malos, estos nos
formarán
a nosotros. El entusiasmo será el carruaje que me conducirá
hacia una vida
mejor. Ya he empezado a sonreír, anticipando todas las
cosas buenas que
vendrán.
Siempre bañaré
mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
El entusiasmo puede desplazar castillos y cautivar a las
bestias. Es el
genio de la sinceridad, y la verdad muy rara vez
resulta victoriosa sin él.
Lo mismo que muchos más, he permitido que
mi vida se guíe de acuerdo con
las falsas ideas de las verdaderas
recompensas, en la creencia de que la
comodidad y el lujo deben ser
mis metas, cuando todo lo que en verdad
necesita cualquiera de
nosotros para sentirnos realmente felices es algo
con qué
entusiasmarnos. El entusiasmo beneficiará mi futuro más de lo que
las
lluvias de primavera nutren al trigo.
De ahora en adelante, todos
mis días sean diferentes de los días del
pasado. Jamás volveré a
considerar que cualquier cosa que deba hacer para
sostener mi
existencia es trabajo, ya que entonces experimentaré la tensión
de la
necesidad en mi trabajo y las horas de cada día durarán lo que parece
un eternidad. Permítanme, más bien, olvidarme de que debo trabajar para
comer, abordando los afanes de cada día con toda mi energía, mi atención
y
con un espíritu animoso. Con estas cualidades, me desempeñaré mejor
que
nunca antes y si esta producción entusiasta se prolonga, día tras
día,
estoy seguro de que llegaré a ser más valioso para mí mismo y
para el mundo.
No hay ninguna persona, ninguna ocupación o ningún
problema que no puedan
verse afectados por lo positivo de mi actitud.
Siempre bañaré mis días en el dorado resplandor del entusiasmo.
Bajo ese deslumbrante resplandor podré ver, por vez primera,
todas las
cosas buenas que permanecieron ocultas a mis ojos durante
todos esos años
de inutilidad. Así como el joven amante posee una
percepción más refinada y
en el objeto de su afecto puede ver cientos
de virtudes y encantos
invisibles a los ojos de los demás, así yo,
impregnado de entusiasmo, habré
incrementado mi poder de percepción y
amplificado mi visión, hasta que
logre ver la belleza y el encanto
que los demás no pueden discernir y que
pueden ser la compensación
por las pesadas cargas de trabajo monótono,
privaciones, penurias e
incluso de la persecución. Con entusiasmo puedo
sacarle el mejor
partido a cualquier situación, e incluso si llegase a
tropezar de vez
en cuando, como les sucede hasta a los más talentosos, me
levantaré y
seguiré adelante con mi vida.
Siempre bañaré mis días en el
dorado resplandor del entusiasmo.
Qué inmenso regocijo experimento, al saber que poseo este gran
poder de
modificar mis días y toda mi vida con mi actitud. Qué pena
me dan todas
esas legiones que no saben que pueden emplear esta
poderosa fuerza, una
fuerza que ya poseen en su interior, para guiar
su futuro.
Le volveré la espalda al calendario y adoptaré el irresistible
encanto de
la juventud, con su entusiasmo que burbujea como un
manantial de aguas que
baja de la montaña. La juventud, no ve la
oscuridad más adelante, no ve
ninguna trampa de la cual no sea
posible de escapar.