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El Cristo es una Energía de puro Amor Divino. Fue creado para
hacer un Puente y de esta forma asistimos a llegar a nuestra Divina Presencia Yo Soy.
En la carta o imagen esta graficado para nuestra comprensión
como intermediario entre la parte humana y la Divinidad, pero en realidad es toda una
bella unidad de Luz. El, es un Puente entre lo humano y lo Divino, actúa como un
transformador reductor de la Energía que desciende desde la Magna Presencia hacia
nuestros vehículos. Es un Ser de Luz inteligente, con una conciencia pura y perfecta que
crece y se incrementa con el Cuerpo Causal.
Cuando vivimos en las cualidades de Dios, el Cristo se expande y
se incrementa el Bien de nuestro Cuerpo Causal.
El Santo Ser Crístico es nuestro Ordenador de Energía y si
conscientemente le entregamos el comando de nuestros vehículos no habría ningún
despilfarro de energía. Actúa como un Observador Silencioso, conociendo nuestro
recorrido, sosteniendo nuestro Patrón de Perfección, dirigiendo al elemental del cuerpo
en las tareas a realizar para la formación de una forma infante, para la restauración de
alguna parte dañada, es quien nos transmuta el día de nuestro cumpleaños, para que la
cercanía de la Divina Presencia, sus regalos y bendiciones puedan ser absorbidas con mas
profundidad. Cuando estamos desencarnados moran en la Cuarta Esfera y fueron otorgados a
la Raza Humana para acelerar la unidad con nuestra Divinidad. De El proceden los ímpetus
e inspiraciones de bien, que nos llevan a desear ser mejores, mas amorosos, perdonadores y
a expandir la bondad de corazón.
Nos ayuda a comprender que cada ser humano esta llamado a
convertirse en el Cristo, así como lo manifestó el Amado Jesús cuando camino la Tierra.
La Nueva Era es un tiempo de Cristos manifestados, expandidos, es
un tiempo de Amor, de Paz y de Pureza y nos haría muy bien recordar en todo momento que
cada hermano nuestro lleva un Cristo en su corazón y así conectarnos con esa esencia
Crística que es todo lo noble y bueno de esa individualidad y no mas con su personalidad,
evitando de esta forma la posibilidad de sentir, pensar o actuar de alguna forma menor a
la Presencia Crística.
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