La expresión <<signo solar>> significa que si,
por ejemplo, el lector es Géminis, el sol estaba en la zona del
zodíaco a la que se denomina Géminis en el momento en que él nació,
aproximadamente entre el 21 de mayo y el 21 de junio inclusive. Se
encontrará que las fechas que cubren los períodos de los signos
solares son levemente diferentes, según cual sea el libro de
astrología que se lea. La mayoría de los astrólogos procuran no
confundir al lego con la información de que el Sol cambia el signo
por la mañana, la tarde o la noche de un día determinado.
Está muy bien y es muy fácil hacer como que cada
nuevo signo empieza precisamente a medianoche, pero no es así. Por
ejemplo, excepción hecha de las variaciones que dependen de los años
bisiestos, durante los últimos decenios y en la actualidad, el Sol
sale de Aries para entrar en Tauro en algún momento del 20 de abril.
Es importante saber que el 20 de abril corresponde a ambos signos,
porque de otra manera uno puede pasarse la vida pensando que es
Tauro cuando en realidad es Aries. Reacuérdese que si alguien nació
el primero o el último día de cualquiera de los periodos de los
signos solares que se enumeran en este libro, será necesario saber
la hora exacta del nacimiento, así como la latitud y longitud del
lugar donde éste se produjo, para deducir si a esa hora el Sol había
cambiado o no de signo.
Un relato comenzado en días lejanos, cuando
resplandecían los soles del verano; una simple canción que nos
marcaba el ritmo con que remábamos...
Algún día, el lector querrá sin duda tener los
detalles completos de su propia carta natal. Entretanto, puede estar
seguro de que el estudio de su signo solar es importante como primer
paso. Sin embargo, el estudio del propio signo solar no ha de
confundirse con el estudio de las predicciones basadas
exclusivamente en dicho signo solar que aparecen en periódicos y
revistas. Es posible que con frecuencia tales predicciones
impresionen por su exactitud, pero están lejos de ser infalibles.
Solamente una carta natal calculada para la hora y
el minuto precisos del nacimiento del consultante puede ser, en un
ámbito tan especializado, realmente digna de confianza.
Por otra parte, no hay que creer la tan corriente
acusación según la cual ese tipo de predicciones no son más que <<un
montón de consideraciones generales que es posible combinar de
manera tal que puedan aplicarse a cualquiera>>. Esta afirmación es
igualmente falsa. Las predicciones (aunque seria mejor hablar de
indicaciones) se aplican, tal como se las presenta, a la persona
Tauro, Piscis o Virgo, individualmente. No son validas sin
discriminación para cualquiera de los doce signos solares.
Quienes las escriben son profesionales competentes
que se basan en cálculos matemáticos de los aspectos que se forman
entre el Sol natal del consultante y los planetas que se mueven en
lo alto, y que, en esa misma medida, ofrecen un alto grado de
precisión. Las discrepancias se deben al hecho de que no son
cálculos basados en el grado exacto del Sol natal de cada lector, ni
en los aspectos adicionales condicionados por los otros ocho
planetas de su carta natal, sin hablar de su Luna natal. Así y todo,
estas indicaciones pueden ser interesantes y útiles, siempre y
cuando se tengan en cuenta las discrepancias.
El Sol es el más poderoso de todos los cuerpos
estelares. Influye de modo tan decisivo en la personalidad que es
posible dar una imagen asombrosamente exacta del individuo nacido en
el momento en que este astro ejercía su poder a través de las
influencias conocidas y predecibles de un determinado signo
astrológico. Estas vibraciones electromagnéticas (ya que en el
estado actual de la investigación no tenemos mejor término para
designarlas) seguirán, a lo largo de toda la vida, imprimiendo en
esa persona las características de su signo solar.
El Sol no es el único factor que hay que tener en
cuenta en el análisis del comportamiento humano y de sus rasgos,
pero es, con mucho, la más importante entre las consideraciones
aisladas.
Hay astrólogos para quienes un libro sobre los
signos solares es una generalización comparable a la que implica
reunir en un solo grupo a todos los polacos, irlandeses, chinos,
negros, italianos o judíos, o para el caso, a todos los carniceros,
panaderos, fabricantes de velas, comerciantes o jefes de tribu. Por
más que yo respete su opinión, no puedo coincidir con ellos. Es
verdad que los signos solares pueden llevar a conclusiones erróneas
si no se los usa con la actitud correcta. Pero a falta de una carta
natal, superan en mucho a cualquier otro método rápido y fidedigno
de analizar a la gente y aprender a entender la naturaleza humana.
El signo solar de un individuo alcanzará una
exactitud aproximada del ochenta por ciento, y en ocasiones hasta
del noventa. ¿No es acaso mucho mejor que no saber nada? Claro que
el diez o el veinte por ciento restante es importantísimo y hay que
tenerlo en cuenta, pero si uno conoce el signo solar de una persona,
está sustancialmente mejor informado que quienes nada saben de ella
en absoluto. No hay peligro alguno en aplicar este conocimiento, si
ello se hace con discreción. Instale el lector en su mente un
policía imaginario que no deje de advertirle que puede errar el
blanco por ese diez o veinte por ciento, y de esa forma podrá
valerse con confianza del método.
¿Qué es un signo solar? Una zona particular del
zodíaco, ya sea Aries, Tauro, Géminis o la que sea, en la cual
estaba situado el sol en el momento en que alguien respiró por
primera vez, una posición exacta tomada de una serie de tablas a las
que se llama efemérides, calculadas por los astrónomos. Como se
señala en la nota al lector que precede al índice, si alguien nació
el primero o el último día de cualquier período de un signo solar,
tendrá que saber la hora exacta del nacimiento, así como las
coordenadas geográficas del sitio en que éste se produjo, para
establecer si a esa hora el sol había cambiado o no de signo. En
otras palabras, las fechas que señalan el comienzo y el término de
los períodos de signos solares en diferentes libros de astrología
son aproximadas, y recordarlo es importantísimo.
A esos dos días se les llama las cúspides, y no hay
que dejarse confundir por ellos. Hay astrólogos que les asignan
incluso un tiempo mas largo, pero de cualquier manera, es un punto
en el que se ha insistido demasiado para el lego. Dígase lo que se
diga, si cuando el lector nació el sol estaba en Géminis, pues
estaba en Géminis, por más cerca que estuviera de la cúspide, y a
otra cosa. Las influencias del signo anterior o posterior a Géminis
que pudieran actuar sobre su personalidad jamás llegarían a hacer de
las características de Géminis algo tan nebuloso que el nativo se
convirtiera en un Tauro o en un Cáncer. Nada puede oscurecer el
brillo del sol mientras éste se encuentra efectivamente en un signo,
y las variaciones que se derivan del hecho de haber nacido en una
cúspide no son nunca tan notables que lleguen a alterar
sustancialmente la personalidad solar básica. Lo importante es
establecer, mediante la hora del nacimiento, que el sujeto nació
efectivamente en una cúspide y, una vez tenido esto en cuenta,
olvidarse de ello.
¿Qué es una carta natal? Se la puede considerar como
una fotografía de la posición exacta de todos los planetas en el
cielo en el momento del nacimiento; la imagen se obtiene mediante
precisos cálculos matemáticos. Aparte del Sol y de la Luna (las dos
luminarias), hay ocho planetas que influyen sobre la vida, de
acuerdo con los signos en los cuales se hallaban en el momento del
nacimiento, con su distancia recíproca en grados (aspectos) y su
situación exacta.
Si el lector nació el 9 de junio, naturalmente es
Géminis, porque el Sol estaba en Géminis, y en su carácter
aparecerán ocho de cada diez rasgos de Géminis. Sin embargo, es
posible que la Luna, que rige las emociones, estuviera en ese
momento en Aries y coloree las actitudes emocionales del nativo con
matices arianos. Mercurio, que rige la mente, tal vez se hallara en
Cáncer, de manera que sus procesos mentales mostrarán con frecuencia
la naturaleza de Cáncer. Si Marte, que rige entre otras cosas el
discurso y los movimientos, se hallaba en Tauro, el nativo hablará
con bastante lentitud, como un Tauro. Quizás Venus estuviera en
Capricornio, lo que le daría esencialmente la actitud de este signo
en los aspectos amorosos, artísticos y creativos... y así
sucesivamente, con los demás planetas. Sin embargo, ninguna de estas
situaciones borrará totalmente las cualidades básicas del Sol en
Géminis; simplemente, matizará los detalles de una personalidad
compleja.
Hay otros factores que es menester considerar si se
pretende alcanzar un cien por ciento de exactitud en el análisis.
Para empezar, los aspectos formados entre los planetas y las
luminarias en el momento del nacimiento pueden modificar sus
posiciones en los signos. Pero la consideración más importante es el
ascendente –es decir el signo que se elevaba sobre el horizonte
hacia el este en el momento en que el nativo respiró por primera
vez– y su grado exacto. El ascendente modifica en gran medida el
aspecto personal (aunque también el signo solar tenga mucho que
decir al respecto) y forma la verdadera naturaleza intima del
nativo, sobre la cual se basan las motivaciones del signo solar. Si
el ascendente del lector es Acuario, por ejemplo, es posible que
tenga fuertes tendencias acuarianas que le lleven a preguntarse por
qué las descripciones de su Sol en Géminis no incluyen todas sus
idiosincrasias y secretos anhelos. Las dos posiciones más
importantes en cualquier carta natal, después del signo solar, son
el ascendente y el signo lunar.
Puede ser interesante que el lector pida su
ascendente a un astrólogo (la forma mas rápida de hacerlo es por
teléfono) y lea después la descripción de ese signo, junto a la de
su signo solar. Se encontrará con que la mezcla de ambos configura,
en grado notable, su personalidad total. Si incorpora a los otros
dos el signo lunar, como tercer integrante de la mezcla, obtendrá
finalmente una imagen mas completa.
Veamos ahora las casas del horóscopo, es decir las
localizaciones computadas matemáticamente en la carta natal que
ejercen su influencia sobre las diferentes áreas de la vida del
nativo. Las casas son doce, una para cada signo. La primera casa
está siempre regida por el signo del ascendente, y así
sucesivamente, en sentido contrario al de las agujas del reloj sobre
el círculo que forma el horóscopo. El astrólogo que ha calculado
cuidadosamente la carta natal del nativo, basándose en la hora
exacta de su nacimiento y en su situación geográfica, debe
interpretar el significado de la influencia de cada signo sobre
estas casas –o situaciones– teniendo también en cuenta los planetas
que caen en sus áreas especificadas. La combinación de todos los
factores citados para analizar el carácter, las potencialidades y
las indicaciones de errores y posibilidades, presentes y futuras,
del nativo (las cuales se basan en el desarrollo y desplazamiento de
los planetas a sus posiciones planetarias natales) es lo que
constituye el arte de la síntesis en astrología. Es eso lo que exige
al astrólogo tiempo, talento, esfuerzo y conocimiento. El cálculo de
la carta natal en si es una tarea relativamente simple si se siguen
ciertas fórmulas matemáticas.
Pero volvamos al signo solar del lector, ya que
después de todo es a eso a lo que se refiere este libro. En cierto
modo, decir que uno es Géminis se parece bastante a decir que es
neoyorquino, cosa que no es una generalización en la medida en que
parece serlo. ¿No sería bastante fácil distinguir a un tejano en un
bar de Nueva York, o a un neoyorquino en un restaurante de Texas?
¿No es considerable la diferencia entre un político de Georgia y un
industrial de Chicago? Claro que si, y bien marcada.
Imagínese el lector que es un tejano, y que se está
hablando de un hombre que está a punto de llegar para una reunión de
negocios. <<Es neoyorquino>>, dice alguien, e inmediatamente se
forma una imagen. Es probable que hable de manera más rápida y
entrecortada que un tejano, que sea menos cálido en sus relaciones
personales y que quiera ir inmediatamente a hablar de negocios, sin
demasiados preliminares sociales. Probablemente tendrá prisa por
firmar de una vez los contratos para alcanzar un avión que le lleve
de vuelta a la costa este. Será un individuo de cierto grado de
complejidad, y probablemente mas liberal que el tejano en materia
política. ¿A que se debe la probabilidad de que esta impresión
instantánea sea bastante exacta? A que el neoyorquino vive una vida
acelerada en una ciudad acelerada, donde las reacciones lentas
pueden ser causa de que se quede sin asiento en el metro o sin taxi
en un día de lluvia. Continuamente está en contacto con gente
famosa, de modo que no es fácil que se quede pasmado. Tiene acceso a
los últimos estrenos teatrales y a los mejores museos, así que para
él es difícil no estar al día. Debido a las elevadas cifras de
criminalidad y a las ajetreadas condiciones de vida, no será tan
hospitalario como el tejano, ni se mostrará tan interesado en su
prójimo como éste: su personalidad será un tanto mas fría.
Claro que un neoyorquino puede ser Tauro y hablar
lentamente, o Capricornio y moverse con lentitud, pero no será tan
lento como el Tauro o el Capricornio de Texas. Tampoco un Géminis,
rápido en el pensamiento y en la acción, será tan rápido si vive en
Texas como si vive en Nueva York. Todo es relativo.
De acuerdo, es neoyorquino. Supongamos ahora que el
lector descubre que es italiano. Otra imagen. Hace guiones para
televisión. Una tercera imagen. Es casado y tiene seis hijos, y se
nos va revelando una nueva dimensión del hombre. Por ende (aunque
esto es una analogía y, como todas las analogías, imperfecta), decir
que el hombre es neoyorquino es como decir que es Géminis, por
ejemplo, e ir agregando el resto de la información es comparable a
saber que cuando nació la Luna estaba en Virgo y tenía como
ascendente Escorpio, etcétera.
Pero, incluso sin la información adicional, con sólo
saber que un hombre es neoyorquino uno lleva considerable ventaja a
quienes no saben si es tibetano o nativo de las Islas del Sur. De la
misma manera, aunque no se cuente con una carta natal, el solo hecho
de saber que alguien es Leo o Géminis hace que uno pueda
comprenderlo mejor que quienes no saben si tiene que vérselas con un
fogoso Sagitario o con un terrestre Tauro.
Es verdad que un horóscopo detallado puede revelar
de manera infalible los más sutiles matices del carácter. Puede
indicar marcadas inclinaciones hacia (o contra) la tendencia a ser
drogadicto, la promiscuidad, la frigidez, la homosexualidad, los
matrimonios múltiples, una infancia con perturbaciones, el
alejamiento o el apego neurótico hacia la familia, talentos
latentes, potenciales financieros y de profesión. Puede mostrar
claramente tendencias a la honradez o la delincuencia, a la crueldad
y la violencia, temores, fobias y capacidades psíquicas, amén de
muchos otros puntos débiles y fuertes de la personalidad que pueden
mantenerse latentes durante años para después hacer irrupción bajo
la influencia de progresiones y tránsitos planetarios que afectan a
las posiciones planetarias natales durante un período transitorio.
Se revelan la susceptibilidad y la inmunidad a los accidentes y
enfermedades, como también las actitudes secretas hacia la bebida,
el sexo, el trabajo, la religión, los hijos, la aventura... y la
lista podría seguir indefinidamente.
Para una carta natal calculada con exactitud no hay
secretos, a no ser el referente a la decisión personal del nativo en
cuanto a la medida en que resuelva ejercitar su libre albedrío
individual.
Sin embargo, a falta de un análisis tan completo,
para todo el mundo puede ser provechoso estudiar los signos solares,
y este conocimiento puede hacer que nos tratemos unos a otros con
más tolerancia. Una vez que se comprende con que profundidad forman
parte ciertas actitudes de la naturaleza de la gente, uno puede
aceptar mejor su comportamiento. Saber algo sobre los signos solares
puede ayudar a los serenos y equilibrados padres Escorpio a tener
más paciencia con la rápida vivacidad que puede, de otra manera,
parecerles inquietud sin sentido en un niño Géminis. Ayuda a los
estudiantes extrovertidos a comprender a sus profesores
introvertidos, y viceversa. A Virgo se le perdonará su meticulosidad
si se entiende que nació para mantener derecho hasta el último pelo,
y para deshacer enredos examinando todos los detalles. Es mas fácil
soportar el descuido de Sagitario cuando uno está al tanto de que
está demasiado ocupado defendiendo causas para fijarse en todo
momento por dónde va o darse cuenta de a quien pisa.
Su franqueza será menos hiriente para quien conozca
su compulsión a decir la verdad a cualquier precio.