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Los Signos del Zodiaco y su Carácter

PROLOGO

Linda Goodman

 

NOTA AL LECTOR

La expresión <<signo solar>> significa que si, por ejemplo, el lector es Géminis, el sol estaba en la zona del zodíaco a la que se denomina Géminis en el momento en que él nació, aproximadamente entre el 21 de mayo y el 21 de junio inclusive. Se encontrará que las fechas que cubren los períodos de los signos solares son levemente diferentes, según cual sea el libro de astrología que se lea. La mayoría de los astrólogos procuran no confundir al lego con la información de que el Sol cambia el signo por la mañana, la tarde o la noche de un día determinado.

Está muy bien y es muy fácil hacer como que cada nuevo signo empieza precisamente a medianoche, pero no es así. Por ejemplo, excepción hecha de las variaciones que dependen de los años bisiestos, durante los últimos decenios y en la actualidad, el Sol sale de Aries para entrar en Tauro en algún momento del 20 de abril. Es importante saber que el 20 de abril corresponde a ambos signos, porque de otra manera uno puede pasarse la vida pensando que es Tauro cuando en realidad es Aries. Reacuérdese que si alguien nació el primero o el último día de cualquiera de los periodos de los signos solares que se enumeran en este libro, será necesario saber la hora exacta del nacimiento, así como la latitud y longitud del lugar donde éste se produjo, para deducir si a esa hora el Sol había cambiado o no de signo.

PRÓLOGO

Como entender los signos solares.

Un relato comenzado en días lejanos, cuando resplandecían los soles del verano; una simple canción que nos marcaba el ritmo con que remábamos...

Algún día, el lector querrá sin duda tener los detalles completos de su propia carta natal. Entretanto, puede estar seguro de que el estudio de su signo solar es importante como primer paso. Sin embargo, el estudio del propio signo solar no ha de confundirse con el estudio de las predicciones basadas exclusivamente en dicho signo solar que aparecen en periódicos y revistas. Es posible que con frecuencia tales predicciones impresionen por su exactitud, pero están lejos de ser infalibles.

Solamente una carta natal calculada para la hora y el minuto precisos del nacimiento del consultante puede ser, en un ámbito tan especializado, realmente digna de confianza.

Por otra parte, no hay que creer la tan corriente acusación según la cual ese tipo de predicciones no son más que <<un montón de consideraciones generales que es posible combinar de manera tal que puedan aplicarse a cualquiera>>. Esta afirmación es igualmente falsa. Las predicciones (aunque seria mejor hablar de indicaciones) se aplican, tal como se las presenta, a la persona Tauro, Piscis o Virgo, individualmente. No son validas sin discriminación para cualquiera de los doce signos solares.

Quienes las escriben son profesionales competentes que se basan en cálculos matemáticos de los aspectos que se forman entre el Sol natal del consultante y los planetas que se mueven en lo alto, y que, en esa misma medida, ofrecen un alto grado de precisión. Las discrepancias se deben al hecho de que no son cálculos basados en el grado exacto del Sol natal de cada lector, ni en los aspectos adicionales condicionados por los otros ocho planetas de su carta natal, sin hablar de su Luna natal. Así y todo, estas indicaciones pueden ser interesantes y útiles, siempre y cuando se tengan en cuenta las discrepancias.

El Sol es el más poderoso de todos los cuerpos estelares. Influye de modo tan decisivo en la personalidad que es posible dar una imagen asombrosamente exacta del individuo nacido en el momento en que este astro ejercía su poder a través de las influencias conocidas y predecibles de un determinado signo astrológico. Estas vibraciones electromagnéticas (ya que en el estado actual de la investigación no tenemos mejor término para designarlas) seguirán, a lo largo de toda la vida, imprimiendo en esa persona las características de su signo solar.

El Sol no es el único factor que hay que tener en cuenta en el análisis del comportamiento humano y de sus rasgos, pero es, con mucho, la más importante entre las consideraciones aisladas.

Hay astrólogos para quienes un libro sobre los signos solares es una generalización comparable a la que implica reunir en un solo grupo a todos los polacos, irlandeses, chinos, negros, italianos o judíos, o para el caso, a todos los carniceros, panaderos, fabricantes de velas, comerciantes o jefes de tribu. Por más que yo respete su opinión, no puedo coincidir con ellos. Es verdad que los signos solares pueden llevar a conclusiones erróneas si no se los usa con la actitud correcta. Pero a falta de una carta natal, superan en mucho a cualquier otro método rápido y fidedigno de analizar a la gente y aprender a entender la naturaleza humana.

El signo solar de un individuo alcanzará una exactitud aproximada del ochenta por ciento, y en ocasiones hasta del noventa. ¿No es acaso mucho mejor que no saber nada? Claro que el diez o el veinte por ciento restante es importantísimo y hay que tenerlo en cuenta, pero si uno conoce el signo solar de una persona, está sustancialmente mejor informado que quienes nada saben de ella en absoluto. No hay peligro alguno en aplicar este conocimiento, si ello se hace con discreción. Instale el lector en su mente un policía imaginario que no deje de advertirle que puede errar el blanco por ese diez o veinte por ciento, y de esa forma podrá valerse con confianza del método.

¿Qué es un signo solar? Una zona particular del zodíaco, ya sea Aries, Tauro, Géminis o la que sea, en la cual estaba situado el sol en el momento en que alguien respiró por primera vez, una posición exacta tomada de una serie de tablas a las que se llama efemérides, calculadas por los astrónomos. Como se señala en la nota al lector que precede al índice, si alguien nació el primero o el último día de cualquier período de un signo solar, tendrá que saber la hora exacta del nacimiento, así como las coordenadas geográficas del sitio en que éste se produjo, para establecer si a esa hora el sol había cambiado o no de signo. En otras palabras, las fechas que señalan el comienzo y el término de los períodos de signos solares en diferentes libros de astrología son aproximadas, y recordarlo es importantísimo.

A esos dos días se les llama las cúspides, y no hay que dejarse confundir por ellos. Hay astrólogos que les asignan incluso un tiempo mas largo, pero de cualquier manera, es un punto en el que se ha insistido demasiado para el lego. Dígase lo que se diga, si cuando el lector nació el sol estaba en Géminis, pues estaba en Géminis, por más cerca que estuviera de la cúspide, y a otra cosa. Las influencias del signo anterior o posterior a Géminis que pudieran actuar sobre su personalidad jamás llegarían a hacer de las características de Géminis algo tan nebuloso que el nativo se convirtiera en un Tauro o en un Cáncer. Nada puede oscurecer el brillo del sol mientras éste se encuentra efectivamente en un signo, y las variaciones que se derivan del hecho de haber nacido en una cúspide no son nunca tan notables que lleguen a alterar sustancialmente la personalidad solar básica. Lo importante es establecer, mediante la hora del nacimiento, que el sujeto nació efectivamente en una cúspide y, una vez tenido esto en cuenta, olvidarse de ello.

¿Qué es una carta natal? Se la puede considerar como una fotografía de la posición exacta de todos los planetas en el cielo en el momento del nacimiento; la imagen se obtiene mediante precisos cálculos matemáticos. Aparte del Sol y de la Luna (las dos luminarias), hay ocho planetas que influyen sobre la vida, de acuerdo con los signos en los cuales se hallaban en el momento del nacimiento, con su distancia recíproca en grados (aspectos) y su situación exacta.

Si el lector nació el 9 de junio, naturalmente es Géminis, porque el Sol estaba en Géminis, y en su carácter aparecerán ocho de cada diez rasgos de Géminis. Sin embargo, es posible que la Luna, que rige las emociones, estuviera en ese momento en Aries y coloree las actitudes emocionales del nativo con matices arianos. Mercurio, que rige la mente, tal vez se hallara en Cáncer, de manera que sus procesos mentales mostrarán con frecuencia la naturaleza de Cáncer. Si Marte, que rige entre otras cosas el discurso y los movimientos, se hallaba en Tauro, el nativo hablará con bastante lentitud, como un Tauro. Quizás Venus estuviera en Capricornio, lo que le daría esencialmente la actitud de este signo en los aspectos amorosos, artísticos y creativos... y así sucesivamente, con los demás planetas. Sin embargo, ninguna de estas situaciones borrará totalmente las cualidades básicas del Sol en Géminis; simplemente, matizará los detalles de una personalidad compleja.

     

Hay otros factores que es menester considerar si se pretende alcanzar un cien por ciento de exactitud en el análisis. Para empezar, los aspectos formados entre los planetas y las luminarias en el momento del nacimiento pueden modificar sus posiciones en los signos. Pero la consideración más importante es el ascendente –es decir el signo que se elevaba sobre el horizonte hacia el este en el momento en que el nativo respiró por primera vez– y su grado exacto. El ascendente modifica en gran medida el aspecto personal (aunque también el signo solar tenga mucho que decir al respecto) y forma la verdadera naturaleza intima del nativo, sobre la cual se basan las motivaciones del signo solar. Si el ascendente del lector es Acuario, por ejemplo, es posible que tenga fuertes tendencias acuarianas que le lleven a preguntarse por qué las descripciones de su Sol en Géminis no incluyen todas sus idiosincrasias y secretos anhelos. Las dos posiciones más importantes en cualquier carta natal, después del signo solar, son el ascendente y el signo lunar.

Puede ser interesante que el lector pida su ascendente a un astrólogo (la forma mas rápida de hacerlo es por teléfono) y lea después la descripción de ese signo, junto a la de su signo solar. Se encontrará con que la mezcla de ambos configura, en grado notable, su personalidad total. Si incorpora a los otros dos el signo lunar, como tercer integrante de la mezcla, obtendrá finalmente una imagen mas completa.

Veamos ahora las casas del horóscopo, es decir las localizaciones computadas matemáticamente en la carta natal que ejercen su influencia sobre las diferentes áreas de la vida del nativo. Las casas son doce, una para cada signo. La primera casa está siempre regida por el signo del ascendente, y así sucesivamente, en sentido contrario al de las agujas del reloj sobre el círculo que forma el horóscopo. El astrólogo que ha calculado cuidadosamente la carta natal del nativo, basándose en la hora exacta de su nacimiento y en su situación geográfica, debe interpretar el significado de la influencia de cada signo sobre estas casas –o situaciones– teniendo también en cuenta los planetas que caen en sus áreas especificadas. La combinación de todos los factores citados para analizar el carácter, las potencialidades y las indicaciones de errores y posibilidades, presentes y futuras, del nativo (las cuales se basan en el desarrollo y desplazamiento de los planetas a sus posiciones planetarias natales) es lo que constituye el arte de la síntesis en astrología. Es eso lo que exige al astrólogo tiempo, talento, esfuerzo y conocimiento. El cálculo de la carta natal en si es una tarea relativamente simple si se siguen ciertas fórmulas matemáticas.

Pero volvamos al signo solar del lector, ya que después de todo es a eso a lo que se refiere este libro. En cierto modo, decir que uno es Géminis se parece bastante a decir que es neoyorquino, cosa que no es una generalización en la medida en que parece serlo. ¿No sería bastante fácil distinguir a un tejano en un bar de Nueva York, o a un neoyorquino en un restaurante de Texas? ¿No es considerable la diferencia entre un político de Georgia y un industrial de Chicago? Claro que si, y bien marcada.

Imagínese el lector que es un tejano, y que se está hablando de un hombre que está a punto de llegar para una reunión de negocios. <<Es neoyorquino>>, dice alguien, e inmediatamente se forma una imagen. Es probable que hable de manera más rápida y entrecortada que un tejano, que sea menos cálido en sus relaciones personales y que quiera ir inmediatamente a hablar de negocios, sin demasiados preliminares sociales. Probablemente tendrá prisa por firmar de una vez los contratos para alcanzar un avión que le lleve de vuelta a la costa este. Será un individuo de cierto grado de complejidad, y probablemente mas liberal que el tejano en materia política. ¿A que se debe la probabilidad de que esta impresión instantánea sea bastante exacta? A que el neoyorquino vive una vida acelerada en una ciudad acelerada, donde las reacciones lentas pueden ser causa de que se quede sin asiento en el metro o sin taxi en un día de lluvia. Continuamente está en contacto con gente famosa, de modo que no es fácil que se quede pasmado. Tiene acceso a los últimos estrenos teatrales y a los mejores museos, así que para él es difícil no estar al día. Debido a las elevadas cifras de criminalidad y a las ajetreadas condiciones de vida, no será tan hospitalario como el tejano, ni se mostrará tan interesado en su prójimo como éste: su personalidad será un tanto mas fría.

Claro que un neoyorquino puede ser Tauro y hablar lentamente, o Capricornio y moverse con lentitud, pero no será tan lento como el Tauro o el Capricornio de Texas. Tampoco un Géminis, rápido en el pensamiento y en la acción, será tan rápido si vive en Texas como si vive en Nueva York. Todo es relativo.

De acuerdo, es neoyorquino. Supongamos ahora que el lector descubre que es italiano. Otra imagen. Hace guiones para televisión. Una tercera imagen. Es casado y tiene seis hijos, y se nos va revelando una nueva dimensión del hombre. Por ende (aunque esto es una analogía y, como todas las analogías, imperfecta), decir que el hombre es neoyorquino es como decir que es Géminis, por ejemplo, e ir agregando el resto de la información es comparable a saber que cuando nació la Luna estaba en Virgo y tenía como ascendente Escorpio, etcétera.

Pero, incluso sin la información adicional, con sólo saber que un hombre es neoyorquino uno lleva considerable ventaja a quienes no saben si es tibetano o nativo de las Islas del Sur. De la misma manera, aunque no se cuente con una carta natal, el solo hecho de saber que alguien es Leo o Géminis hace que uno pueda comprenderlo mejor que quienes no saben si tiene que vérselas con un fogoso Sagitario o con un terrestre Tauro.

Es verdad que un horóscopo detallado puede revelar de manera infalible los más sutiles matices del carácter. Puede indicar marcadas inclinaciones hacia (o contra) la tendencia a ser drogadicto, la promiscuidad, la frigidez, la homosexualidad, los matrimonios múltiples, una infancia con perturbaciones, el alejamiento o el apego neurótico hacia la familia, talentos latentes, potenciales financieros y de profesión. Puede mostrar claramente tendencias a la honradez o la delincuencia, a la crueldad y la violencia, temores, fobias y capacidades psíquicas, amén de muchos otros puntos débiles y fuertes de la personalidad que pueden mantenerse latentes durante años para después hacer irrupción bajo la influencia de progresiones y tránsitos planetarios que afectan a las posiciones planetarias natales durante un período transitorio. Se revelan la susceptibilidad y la inmunidad a los accidentes y enfermedades, como también las actitudes secretas hacia la bebida, el sexo, el trabajo, la religión, los hijos, la aventura... y la lista podría seguir indefinidamente.

Para una carta natal calculada con exactitud no hay secretos, a no ser el referente a la decisión personal del nativo en cuanto a la medida en que resuelva ejercitar su libre albedrío individual.

Sin embargo, a falta de un análisis tan completo, para todo el mundo puede ser provechoso estudiar los signos solares, y este conocimiento puede hacer que nos tratemos unos a otros con más tolerancia. Una vez que se comprende con que profundidad forman parte ciertas actitudes de la naturaleza de la gente, uno puede aceptar mejor su comportamiento. Saber algo sobre los signos solares puede ayudar a los serenos y equilibrados padres Escorpio a tener más paciencia con la rápida vivacidad que puede, de otra manera, parecerles inquietud sin sentido en un niño Géminis. Ayuda a los estudiantes extrovertidos a comprender a sus profesores introvertidos, y viceversa. A Virgo se le perdonará su meticulosidad si se entiende que nació para mantener derecho hasta el último pelo, y para deshacer enredos examinando todos los detalles. Es mas fácil soportar el descuido de Sagitario cuando uno está al tanto de que está demasiado ocupado defendiendo causas para fijarse en todo momento por dónde va o darse cuenta de a quien pisa.

Su franqueza será menos hiriente para quien conozca su compulsión a decir la verdad a cualquier precio.

No se sentirá el lector tan dolido cuando Capricornio no prorrumpa en gritos de admiración ante el regalo que acaban de hacerle, si recuerda que, aunque su agradecimiento es profundo, él es incapaz de expresar abiertamente su placer. También su insistencia en el deber resultará menos irritante si quien la padece sabe que la disciplina que él mismo se impone es tan severa como la que impone a otros. Resulta un tanto más soportable hacer frente a las interminables discusiones y vacilaciones de Libra para quien sepa que, en virtud de su signo solar, lo único que intenta el nativo es ser justo y llegar a una decisión imparcial. Acuario no le parecerá al lector tan impertinente cuando se meta en su vida privada si se detiene a pensar que los de ese signo son individuos creados con una urgencia incontrolable de investigar las motivaciones de la gente.

En muy raras ocasiones puede uno encontrarse, digamos, con un Leo que tenga cinco o seis planetas en Piscis. Es obvio que las influencias de Piscis se proyectarán en él con la intensidad suficiente para que se haga difícil adivinar su signo solar, ya que pesarán bastante sobre las cualidades típicas de Leo.

Pero una situación tal, rara vez se da, y si el lector se encuentra completamente familiarizado con los doce signos solares en detalle, el nativo no podrá ocultarle siempre su verdadera naturaleza. Por mas que se esfuerce el pez por esconder al león, el signo solar de Leo jamás se eclipsará del todo, y siempre será posible pescarlo desprevenido.

Jamás cometáis el error de quedaros en la superficie cuando se trata de reconocer los signos solares. No todos los Capricornio son mansos, ni todos los Leo se mostrarán exteriormente dominantes, ni son vírgenes todos los Virgo. De vez en cuando os encontraréis con un Aries que tiene cuenta de ahorros, con un Géminis tranquilo o incluso con un Piscis con sentido práctico. Pero hay que mirar mas allá de ese par de rasgos que pueden despistarlo a uno, y se encontrará al ostentoso Capricornio atisbando el Quién es quién, al tímido Leo con cara de pocos amigos porque han ofendido su vanidad, y al insó1ito Virgo presumido comprando insecticida a granel, porque así sale mas barato. Es posible que un Géminis tranquilo no sea rápido para hablar, pero la mente le funciona a la velocidad de un jet. Un excepcional Aries ahorrativo irá al banco con una chaqueta de color rojo vivo o responderá a un interlocutor grosero, y un Piscis práctico no deja de escribir secretamente poesía o invita a comer a seis huérfanos para el día de Acción de Gracias. Si el lector mantiene abiertos los ojos y los oídos, nadie puede ocultar con éxito a su observación de qué signo solar es. Hasta los animalitos domésticos mostrarán rasgos inconfundibles de su signo solar. No es cuestión de cambiarle de lugar el plato de comida a un gato Virgo, y mas vale no olvidarse de hacer fiestas a un perro Leo.

Diviértase el lector practicando con gente famosa, políticos, héroes y heroínas de novelas. Intente descubrir de qué signo son, o a qué signo representan mejor, y aguzará así su percepción astrológica. Se puede, incluso, probar con los personajes de historietas. El bueno de Charlie Brown es evidentemente Libra, y Lucy sólo puede ser una Sagitario con ascendente Aries y la Luna en Virgo. En cuanto a Snoopy, bueno, cualquiera puede ver que es un perro Acuario, con la forma en que se pone esa bufanda inverosímil y esa gorra de aviador de la primera guerra mundial, para perseguir a un imaginario Barón Rojo desde el techo de su perrera. (También es posible que Snoopy tenga una influencia desfavorable de Neptuno.) No deje el lector de hacer la prueba, que se divertirá muchísimo. Pero lo mas importante es que, al jugar el juego de los signos solares, irá aprendiendo algo muy serio y útil: a reconocer los sueños ocultos de la gente, sus esperanzas secretas y su verdadero carácter; a comprender sus necesidades mas profundas; a gustar mas de ellos y a conseguir que ellos gusten de uno; a conocer realmente a las personas que conoce. Es un mundo más feliz, y la gente es bastante mejor, cuando uno busca el arco iris que está oculto dentro de ella.

¿No es acaso éste el principal problema de la vida, la comprensión? Abraham Lincoln lo dijo con sencillez y precisión: <<Corregir los males, grandes y pequeños, que surgen de la enemistad positiva entre extraños, sean estos naciones o individuos, es una de las funciones mas elevadas de la civilización>>.

Empezad, pues, ahora mismo a estudiar vuestros signos solares, actuad con razonable cautela cuando los apliquéis, y la gente se preguntará admirada de dónde habéis sacado vuestra nueva capacidad de percepción, así que empecéis a revelar su verdadera naturaleza. En realidad, la comprensión de los doce signos solares puede cambiar literalmente vuestra vida. Estáis en camino de comprender a personas que no conocéis siquiera.

Pronto os sentiréis más próximos a amigos y extraños, ¿y no es eso realmente maravilloso?

Encantada de conoceros...

LINDA GOODMAN

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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