Procederemos ahora a estudiar la Naturaleza del
Universo, como un todo, y también en sus partes. ¿Qué es el
Universo? Hemos visto ya que nada puede existir fuera del TODO;
entonces ¿El Universo es el TODO? No, no puede serlo, porque el
Universo parece estar hecho de muchas, de múltiples unidades, y
está en continuo cambio; Y de todas maneras, no está de acuerdo
con las ideas que nos hemos visto obligados a aceptar respecto
al TODO, según ya indicamos en nuestra lección anterior.
Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la
inevitable consecuencia que se presenta en la mente
aparentemente. Pero esto no satisface la pregunta, porque
nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del Universo.
Y si el universo es algo y no es el TODO, ¿Qué puede ser?
Examinemos la cuestión.
Si el Universo existe absolutamente, o por lo
menos parece que existe, debe proceder en alguna forma del TODO,
ser su creación. Pero como algo no puede venir de nada, ¿de qué
pudo crearlo el TODO? Algunos filósofos han contestado a esta
pregunta diciendo que el TODO creó el Universo del sí mismo,
esto es, sacándolo de su propia sustancia. Mas esta respuesta no
sirve, puesto que el TODO no puede ser aumentado, ni disminuido,
ni dividido, según hemos ya visto, y aunque así fuera no podría
cada partícula del Universo estar segura de ser el TODO, puesto
que éste no puede perder el conocimiento de sí mismo, ni
convertirse en un átomo o fuerza ciega o un ser viviente
inferior. Algunos, habiendo realizado que el TODO es todo, y
reconociendo que ellos existían, han llegado a la extraordinaria
conclusión de que ellos y el TODO eran idénticos, y han llenado
el aire con sus gritos de «yo soy Dios», sirviendo de solaz a
las multitudes y de motivo de pena para los sabios.
Si el átomo gritara «yo soy hombre», todavía
sería modesto en comparación.
Pero ¿qué es, en realidad, el Universo, si no es
el TODO ni ha sido creado por Él separándolo de su propia
sustancia? ¿Que otra cosa debe ser? O, mejor preguntado. ¿De qué
otra cosa puede haberlo hecho? Esta es la gran cuestión. Nos
encontramos con que el principio de correspondencia (véase el
capítulo I) viene en nuestra ayuda. El antiguo axioma hermético
«como es arriba es abajo» puede ser empleado ahora para iluminar
este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que pasa en
los planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro
propio. El principio de correspondencia puede aplicarse a esto
lo mismo que a cualquier otro problema. Veamos. En su propio
plano de existencia, ¿cómo crea el hombre? Primero, puede crear
haciendo o construyendo algo con los materiales que el mundo
externo le brinda. Mas esto no nos sirve, porque fuera del TODO
no existen materiales de ninguna clase con los que Él pueda
crear. En segundo lugar, el hombre puede crear por medio de la
fecundación, que no es más que su multiplicación, acompañada por
la transferencia de una parte de su propia sustancia a la matriz
de la madre. Mas esto tampoco nos sirve, porque el TODO no puede
transferir o substraerse a sí mismo una porción, ni puede
reproducirse o multiplicarse a sí mismo. En el primer caso habrá
una substracción de su sustancia o adición al TODO, lo que es un
absurdo.
¿No existe otro medio por el cual crea el
hombre? Sí, hay otro: la creación mental. Al crear en esta
forma, él no emplea materiales que le aporte el mundo externo,
ni se reproduce a sí mismo, y, sin embargo, su espíritu
compenetra su creación mental.
Siguiendo el principio de correspondencia, se
puede pensar justificadamente que el TODO crea el Universo
mentalmente, de una manera parecida al proceso mediante el cual
el hombre crea sus imágenes mentales. Y he aquí que en esta
descripción coinciden tanto el dictamen dado por la razón como
el de las almas iluminadas, según se puede encontrar en sus
escritos o en sus enseñanzas. Tales son las doctrinas de los
sabios. Tales las que enseñó Hermes.
El TODO no puede crear de ninguna manera,
excepto mentalmente, sin emplear ni materiales (pues no hay
ninguno), ni reproduciéndose (lo que también es imposible). No
hay escapatoria para esta conclusión de la razón, la que, como
hemos ya visto, concuerda perfectamente con lo que dicen los
iluminados. De igual manera que podéis vosotros crear un
universo en vuestra propia mente, así el TODO crea los Kosmos en
la suya propia.
Mas vuestro universo sería la creación de una
mente finita, en tanto que la del TODO sería la creación de un
infinito. Las dos son iguales en clase, pero difieren
infinitamente en grado. Examinaremos más estrictamente el
proceso de la creación y manifestación conforme vayamos
avanzando en nuestro estudio. Mas este es el punto que debéis
fijar por ahora en vuestras mentes: El Universo y todo lo que él
contiene es una creación mental del TODO; todo es mente.
«El TODO crea en su mente infinita, innumerables
universos, los que existen durante eones de tiempo, y así y
todo, para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de
un millón de universos no significa más que el tiempo que se
emplea en un abrir y cerrar de ojos.»
El
Kybalion.
«La mente infinita del TODO es la matriz del
Kosmos.»
El
Kybalion.
El principio de género o generación (véase el
capítulo I y otros que seguirán) se manifiesta en todos los
planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según ya
hemos indicado anteriormente, el «género» no significa «sexo»,
pues este último no es más que la manifestación material del
género. «Género» significa «lo relativo» a la generación o
creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea, sea en el
plano que sea, es principio de género se está allí manifestando.
Y esto es verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los
universos.
Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando
que hay un dios creador macho y otro hembra. Esto no sería más
que una mistificación de las antiguas enseñanzas al respecto. La
verdad es que el TODO, en sí mismo, está más allá del género,
así como también está más allá de toda otra ley, incluyendo las
del tiempo y del espacio. Él es la ley de la cual todas las
leyes proceden, y, por lo tanto no puede estar sujeto a estas
últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano de la
generación o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y
con el Principio, pues se está moviendo en un plano inferior de
existencia. Y consecuentemente, Él manifiesta el principio de
género, en sus aspectos masculino y femenino, en el plano
mental, por supuesto.
Esta idea podría parecer un tanto chocante, si
la oís por primera vez, mas otras veces la habéis aceptado
pasivamente en vuestras concepciones diarias. Habláis de la
paternidad de Dios y de la maternidad de la Naturaleza, de Dios
como padre divino y de la Naturaleza como madre Universal, y así
habréis conocido instintivamente el principio del Género en el
Universo. ¿No es así?
Mas las enseñanzas herméticas no implican una
dualidad real —el TODO es UNO— siendo los dos aspectos simples
fases de manifestación. La doctrina es que el principio
masculino manifestado por el TODO permanece, en cierta manera,
aparte de la creación mental del Universo. Proyecta su voluntad
sobre el principio femenino (que puede ser llamado naturaleza),
siendo en ésta que comienza la obra evolutiva de un Universo,
desde simples «centros de actividad» hasta el hombre, y aun a
más elevados planos de existencia que el humano, todo ello de
acuerdo con bien establecidas leyes de la Naturaleza. Si
preferís las antiguas imágenes mentales, podéis concebir el
principio masculino como Dios, el padre, y el principio femenino
como Naturaleza, la madre universal, de cuya matriz todas las
cosas nacen. Esto es algo más que una simple figura poética de
lenguaje, es una idea del proceso de la creación de un Universo.
Pero recordad siempre que el TODO es UNO, y que en su mente
infinita es donde crean y generan y existen los Kosmos.
Podría ayudaros a concebir esto propiamente el
aplicarle la ley de correspondencia en vuestra propia mente.
Sabéis que esa parte de vosotros que llamáis «yo», en cierto
sentido, permanece aparte de la creación y de vuestras imágenes
mentales en el intelecto. La parte de la mente en la que se
efectúa la generación de imágenes puede ser llamada el «mí», en
distinción con el «yo», que permanece aparte y que examina los
pensamientos, ideas e imágenes del «mí». Como «arriba es abajo»,
acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplearse para
resolver los enigmas de los planos superiores e inferiores.
¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos,
sintáis una reverencia instintiva hacia Padre‑Madre? ¿Es
maravilloso que cuando consideráis las obras y maravillas de la
Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo más profundo de
vuestro ser? Es a vuestra madre‑mente a quien os estáis
estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre.
No vayáis a suponer que el pequeñísimo mundo que
os circunda —la Tierra— que no es más que un grano de arena en
el Universo, es el universo mismo. Hay millones y millones de
tales mundos, y aun muchos mayores que él. Y aun hay millones de
millones de tales universos que existen en la Mente del Único. Y
aun en nuestro sistema solar hay regiones y planos de vida muy
superiores a los nuestros, y seres comparados con los que
nosotros somos lo que las amebas respecto al hombre. Hay seres
cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del
hombre, y éste jamás ha soñado que pudieran existir. Mas, a
pesar de esto, esos seres fueron en poco tiempo lo que nosotros
ahora, y seremos un tiempo como ellos son y aun superiores,
porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que nos
dicen los iluminados.
La muerte no es real, ni aun en sentido
relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y
seguiremos ascendiendo a planos de vida cada vez más elevados,
durante eones y eones de tiempo. El universo es nuestra casa,
nuestro hogar y podemos explorarlo hasta sus más lejanos
confines, antes de la consumación de los tiempos. Estamos en la
mente del TODO y nuestras posibilidades y oportunidades son
infinitas, lo mismo en el tiempo que en el espacio. Y al fin del
gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus creaciones en
sí mismo, marcharemos alegremente porque entonces seremos
capaces de comprender la verdad toda de ser UNO con el TODO.
Esto es lo que nos afirman los iluminados, esos que han avanzado
tanto en el sendero de la realización.
Y, en el entretanto, estemos tranquilos y
serenos; estamos seguros y protegidos por el Poder Infinito del
Padre‑Madre Mente.
«En la Mente del Padre‑Madre, los hijos están en
su hogar.»
El
Kybalion.