Damos a continuación algunos de los más importantes
axiomas herméticos, tomados de El Kybalion, con algunos
comentarios agregados. Que cada uno los haga suyos y los practique y
emplee, porque nunca serán realmente una posesión propia hasta que
se los haya llevado a la práctica.
«Para cambiar vuestra característica o estado
mental, cambiad vuestra vibración.»
Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante
un esfuerzo de la voluntad, fijando la atención deliberadamente
sobre el estado deseado. La voluntad es la que dirige a la atención,
y ésta es la que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar
atento, por medio de la voluntad y se habrá resuelto el problema de
dominar las propias modalidades y estados de la mente.
«Para destruir un grado de vibración no deseable,
póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese a la
atención en le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable
se mata cambiando su polaridad.»
Ésta es una de las más importantes fórmulas
herméticas y está basada sobre verdaderos principios científicos. Ya
se indicó que un estado mental y su opuesto eran sencillamente dos
polos de una misma cosa, y que mediante la transmutación mental esa
polaridad podía ser invertida. Los modernos psicólogos conocen ese
principio y lo aplican para disolver los hábitos no deseables,
aconsejando a sus discípulos la concentración sobre la opuesta
cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo
tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y
entonces el miedo desaparecerá. Algunos autores han expresado esta
idea, ilustrándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay
que perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad, sino
que es muchísimo mejor abrir las ventanas y dejar entrar la luz, y
la oscuridad desaparecerá por sí sola. Para matar una cualidad
negativa es necesario concentrarse sobre el polo positivo de esa
misma cualidad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de
negativas en positivas, hasta que finalmente se polarizará en el
polo positivo, en vez de estarlo en el negativo. La inversa es
también verdad, porque muchos han encontrado el dolor por haberse
permitido vibrar demasiado constantemente en el polo negativo de las
cosas. Cambiando la polaridad pueden dominarse las modalidades y
estados mentales, rehaciendo toda la disposición propia y
construyendo así el carácter. Mucha parte del dominio que los
herméticos avanzados poseen sobre su mentalidad es debida a la
inteligente aplicación de la polaridad, que es uno de los más
importantes aspectos de la transmutación mental. Recuérdese el
axioma hermético, citado anteriormente, que dice:
«La mente, así como los metales y los elementos,
puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de
polo a polo, de vibración en vibración.»
Dominar la polaridad significa dominar los
principios de la transmutación o alquimia mental; porque, salvo que
se adquiera el arte de cambiar la propia polaridad, no se podrá
afectar el ambiente que nos rodea. Si comprendemos ese principio
podemos cambiar nuestra propia polaridad, así como la de los demás,
siempre que dediquemos a ello el tiempo, el cuidado, el estudio y la
práctica necesarios para dominar ese arte. El principio es verdad,
pero los resultados que se obtienen dependen de la persistente
paciencia y práctica del estudiante.
«El ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la
polarización.»
Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los
herméticos sostienen que el principio del Ritmo se manifiesta en el
Plano Mental, así como en el Plano Físico, y que la encadenada
sucesión de modalidades, sentimientos, emociones y otros estados
mentales, son debida al movimiento oscilante del péndulo mental, que
nos arrastra de un extremo a otro. Los herméticos enseñan además que
la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a
sobreponernos a la operación del Ritmo en la conciencia. Como ya
hemos explicado, existe un plano de conciencia superior, así como
uno inferior, y el maestro, elevándose mentalmente al plano
superior, hace que la oscilación del péndulo mental se manifieste en
el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando así su
conciencia de la oscilación contraria.
Ésta se efectúa polarizándose en el Yo Superior,
elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de
conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una
cosa y permitir que ésta pase por debajo. El hermético avanzado se
polariza en el polo positivo de su ser, el YO SOY, más bien que en
el polo de su personalidad, y, rehusando y negando la operación del
Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme en
su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin
cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los
individuos que han alcanzado cualquier grado de dominio propio,
comprendan o no la ley. Esas personas rehúsan sencillamente el
dejarse arrastrar por la oscilación, y afirmando resueltamente su
superioridad permanecen polarizados positivamente. El maestro por
supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccionamiento porque
comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de
una ley Superior, y mediante su voluntad adquiere un grado de
equilibrio y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan
llevar de un lado a otro por las oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio
del Ritmo no puede ser destruido, porque es indestructible. Sólo es
posible sobreponerse a una ley equilibrándola con otra,
manteniéndose así el equilibrio. Las leyes del equilibrio operan
tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas
leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, contrabalanceándolas.
«Nada escapa al principio de causa y efecto, pero
hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear las leyes del
plano superior para dominar a las del inferior.»
Comprendiendo la práctica de la polarización, el
hermético se eleva al plano superior de causalidad, equilibrando así
las leyes de los planos inferiores. Elevándose sobre el plano de las
causas ordinarias se convierte uno, hasta cierto punto, en una
causa, en vez de ser un simple efecto. Pudiendo dominar los
sentimientos y modalidades propias, y neutralizando el ritmo, se
puede rehuir gran parte de las operaciones de la ley de causa y
efecto en el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar,
obedeciendo al ambiente que las rodea, a las voluntades y deseos de
algunos hombres más fuertes que ellas, a los efectos de las
tendencias heredades o a las sugestiones u otras causas exteriores,
no siendo más que simples fichas en el tablero de ajedrez de la
vida. Elevándose sobre esas causas, los herméticos avanzados buscan
un plano de acción mental superior, y dominando sus propias
cualidades, se crean un nuevo carácter, cualidades y poderes,
mediante los cuales se sobreponen a su ambiente ordinario,
haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos individuos
ayudan a la realización del juego de la vida conscientemente, en vez
de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades externas.
Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por
él. Por supuesto, aun los seres más elevados están sujetos a este
principio según se manifiesta en los planos superiores, pero en los
inferiores son señores y no esclavos. Según dice El Kybalion:
«El sabio
sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes
que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que
están por debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo,
forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se
sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en
vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de
aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse
arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo el
nadador, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley.
Aquél que esto comprenda va en el buen camino que conduce a la
Maestría.»
Para concluir, recordamos nuevamente el axioma
hermético que dice que: «La verdadera transmutación hermética es un
arte mental».
En dicho axioma el hermético indica que el ambiente
externo se influencia mediante el poder de la mente. El Universo,
que es totalmente mental, puede ser solamente dominado mediante la
mentalidad. En esta verdad se encontrará la explicación de todos los
fenómenos y manifestaciones de los diversos poderes mentales que
tanto están atrayendo la atención actualmente, en pleno siglo XX.
Tras toda la enseñanza dada por las diversas escuelas o religiones,
yace siempre constantemente el principio de la substancialidad
mental del Universo. Si éste es mental, en su naturaleza intrínseca,
fácilmente se deduce que la transmutación mental debe modificar y
transformar las condiciones y los fenómenos del Universo, y que la
mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se
comprende esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas
dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la explicación es por
demás clara y sencilla.
«El TODO es MENTE; el Universo es mental.»
El esoterismo es rico en palabras claves, símbolos y
«esencias» conceptuales. Su transmisión, a través de las edades,
implicó un esforzado aprendizaje, una memorización de significados,
«acentos» y una persistente custodia de sus valores originales para
que nada de lo preservado perdiera su color, su sabor, su propósito
y su intensidad. Al amparo de tales premisas fue creciendo
paulatinamente el árbol de la ciencia hermética que reconoce como
sus raíces a El Kybalion. Y este último resumen de un
conocimiento intemporal, encontró en Hermes Trismegisto a su más
consumado mentor y mensajero. En estas páginas redactadas con
hondura y exactitud por tres iniciados, es posible pasar revista a
tópicos realmente sapienciales sobre la filosofía oculta. Sus
principios rectores (en los que el mentalismo, la correspondencia,
la vibración, la polaridad, causa y efecto, y la generación juegan
papeles preponderantes); la transmutación mental, la totalidad, el
universo mental, la paradoja divina y los axiomas herméticos son tan
sólo algunos de los temas tan bien expuestos aquí. El Kybalion
es, pues, una exposición sincera y rotunda de los esquemas básicos
del esoterismo, y como muy bien lo señalan los tres iniciados, no se
proponen erigir un nuevo templo de la sabiduría, sino poner manos
del investigador la llave que abrirá las numerosas puertas internas
que conducen hacia el Templo del Misterio.