Una noche de julio
de 1947, una fuerte tormenta sacudió una zona situada a 120 km. al
noroeste de Roswell, cerca del pueblo de Corona, en el estado de Nuevo
México. Un granjero, Mac Brazel, escuchó esa noche durante la tormenta,
una fuerte explosión, ese sonido era completamente diferente al de un
relámpago.
A la mañana
siguiente, acompañado de su hijo de siete años, descubrieron a medio
kilómetro de su granja, trozos de metales brillantes y opacos que se
encontraban esparcidos. El extraño material, delgado y liviano como el
papel, no podía ser doblado con mucha facilidad, no podía ser quemado, y
algunos poseían jeroglíficos o símbolos geométricos. Poseían un color
rosado o morado metálico. Brazel llenó su camión con este material y lo
mostró a sus amigos y vecinos. El hacendado se dirigió hacia Roswell
para mostrar su hallazgo al aguacil y explicarle lo ocurrido.
Desafortunadamente para los militares, Barney Barnett, ingeniero civil
que trabajaba para el gobierno federal, llegó de casualidad al lugar del
accidente antes que las tropas. No solo Barney penetró al lugar, sino
también un grupo de estudiantes y arqueólogos. Lo que ellos encontraron
fue descrito en detalle por un amigo cercano de la familia Barnett, Vern
Maltais, a quien Barnett le había confiado la historia. Según el amigo
de la familia Barnett encontró un objeto metálico con forma de disco,de
7 a 9 metros de diámetro. Cerca, el ingeniero civil advirtió algunos
cadáveres. Los describió como pequeños humanos, de 1,2 m de alto con
cabezas grandes y cuerpos delgados.
Los militares
llegaron poco tiempo después y expulsaron a los civiles del lugar,
examinaron las piezas que Brazel había traído y procedieron a
entrevistarlo. El personal militar que se presento estaba compuesto por
el Cnel. William Blanchard y el mayor Jesse Marcel.
El campo de
escombros, según el oficial de inteligencia aérea Jesse Marcel, tenía
1,2 km. de largo y entre 60 y 90 m de ancho. "Nosotros procedimos a
recoger las piezas. Muchas de ellas tenían números y jeroglíficos,
difíciles de leer. Nada del material estaba quemado.Trate de quemar el
metal pero era imposible encenderlo. Se parecía al papel de estaño de un
paquete de cigarrillos. Traté de hundirlo con un mazo de 16 libras y no
lo logré. El general Ramey me advirtió que debía guardar silencio acerca
del choque". El lugar era tomado por los militares. Unicamente personas
del más alto nivel de seguridad podían acercarse al lugar del incidente.
El coronel Blanchard notificó al comando superior y envió las muestras
al aeropuerto militar de Fort Worth para su examen.
Glen Dennis, un
embalsamador de la morgue de Roswell, recibió una llamada telefónica. Le
preguntaron sobre la forma mas adecuada de preservar cuerpos que han
estado en descomposición, y que si poseía algún ataúd del tamaño de un
niño herméticamente sellado.
Posteriormente, Glen Dennis conoció a una joven enfermera del club de
oficiales de Roswell, era una persona muy religiosa y se la podía
observar muy inquieta. Le contó a Dennis como había sido llamada para
asistir a dos doctores haciendo las autopsias a seres pequeños, no
humanos. Describió el terrible olor y que había un cuerpo en buen
estado, las diferencias entre su anatomía y la anatomía humana. Le dio a
Dennis los detalles físicos y dijo que no eran cuerpos humanos.
Al día
siguiente, los cuerpos y grandes piezas del lugar del incidente, fueron
enviados por aire a Andrews AFB en Washington D.C.
El oficial de
Información Pública Walter Haut, emitió un comunicado de prensa acerca
del choque que conmovió al mundo."Como oficial de relaciones públicas,
para la base del 509 Grupo de Bombarderos, recibí una llamada del
comandante, Cnel. William Blanchard. Me dijo muy específicamente lo que
deseaba que se dijera en el comunicado de prensa: el hecho que poseíamos
restos de un platillo volador estrellado a unos 120 km. al noroeste de
Roswell, y que las piezas habían sido traídas a la oficina del aguacil
por un hacendado de la región. También me dijo que el mayor Marcel,
máximo oficial de inteligencia de la base, llevaría el material al Campo
Aéreo Fort Worth, del Ejército, y se lo entregaría al brigadier general
Roger Ramey, nuestro comandante superior.Blanchard también dijo:
Asegúrese de llevar la declaración en la mano. Entréguela a todos los
medios de comunicación".
Camino a la base
aérea, Jesse Marcel se detuvo en su hogar a las 2 AM, y mostró unas
piezas extrañas a su esposa y su hijo de 11 años, Jesse Marcel Jr. Les
dijo