XX
Pero sucedió que el principito, habiendo atravesado arenas, rocas y
nieves, descubrió finalmente un camino. Y los caminos llevan siempre
a la morada de los hombres.
-¡Buenos días! -dijo.
Era un jardín cuajado de rosas.
-¡Buenos días! -dijeran las rosas.
El principito las miró. ¡Todas se parecían tanto a su flor!
-¿Quiénes son ustedes? -les preguntó estupefacto.
-Somos las rosas -respondieron éstas.
-¡Ah! -exclamó el principito.
Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había dicho que era la única
de su especie en todo el universo. ¡Y ahora t.enía ante sus ojos más
de cinco mil .todas semejantes, en un solo jardín!
Si ella viese todo esto, se decía el principito, se sentiría vejada,
tosería muchísimo y simularía morir para escapar al ridículo. Y yo
tendría que fingirle cuidados, pues sería capaz de dejarse morir
verdaderamente para humillarme a mí también... "
Y luego continuó diciéndose: "Me creía rico con una flor única y
resulta que no tengo más que una rosa ordinaria. Eso y mis tres
volcanes que apenas me llegan a la rodilla y uno de Ios cuales acaso
esté extinguido para siempre. Realmente no soy un gran príncipe... "
Y echándose sobre la hierba, el principito lloró.
XXI
Entonces apareció el zorro:
-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió
pero no vío nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -díjo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa
"domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy
molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa.
¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
-volvió a preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear
vínculos... "
-¿Crear vínculos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía
más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te
necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para
ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si
tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú
serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el
mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo
que ella me ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de
cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí.
Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por
consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará
llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los
demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos
me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira!
¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto
el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan
nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y
será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado
también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el
trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho
tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-.
Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo
hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios
hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al
principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el
rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de
malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si
vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo
empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me
sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así
lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça
sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace
que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a
otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves
bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días
maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los
cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo
no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue
acercando eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte
daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el
mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha
domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro
era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros.
Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó
diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por
ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí
rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más
importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella
a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo
dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he
oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi
rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más
simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es
invisible para los ojos.