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EL LIBRITO

AZUL

CAPITULO IV

EL DECRETO

 

Conny Méndez

 

 

 

CAPITULO IV

 

Cada palabra que se pronuncia es un decreto que se manifiesta en lo exterior. La palabra es el pensamiento hablado.

Jesús dijo dos cosas que no han sido tomadas en serio. Una, "Por tus palabras serás condenado y por tus palabras serás justificado". Esto no significa que los demás nos juzgarán por lo que decimos, aunque esto también es verdad; como habrás visto ya, el Maestro enseñaba metafísica, solo que la raza no estaba aún lo suficiente ma­dura para entenderla. En varias ocasiones lo advirtió diciendo que tenía aún muchas otras cosas qué decir, pero que no podrían ser com­prendidas. En otras ocasiones dijo que aquel que tuviera oídos para oír, que escuchara. La segun­da referencia que hizo al poder de la palabra fue: "No es lo que entra por su boca lo que contamina al hombre, sino lo que de su boca sale; porque lo que de la boca sale, del corazón procede". Más claro no se puede expresar.

Te propongo que pongas atención a todo lo que tú decretas en un solo día. Vamos a recor­dártelo. "Los negocios están malísimos". "Las cosas andan muy malas". "La juventud está per­dida". "El tráfico está imposible". "El servicio está insoportable". "No se consigue servicio". "No dejes eso rodando porque te lo van a robar". "Los ladrones están asaltando en todas las esqui­nas". "Tengo miedo de salir". "Mira que te vas a caer". "Cuidado que te matas". "Te va a pisar un carro". "¡Vas a romper eso!". "Tengo muy mala suerte". "No puedo comer eso, me hace daño". "Mi mala memoria ...", "mi alergia...", "mi dolor de cabeza...", "mi reumatismo...", "mi mala digestión..." "¡Ese es un bandido!", "esa es una desgraciada". "Tenía que ser, cuando no". No te sorprendas ni te quejes si al expre­sarlo lo ves ocurrir. Lo has decretado. Has dado una orden que tiene que ser cumplida. Ahora recuerda y no olvides jamás, cada palabra que pronuncias es un decreto. Positivo o negativo Si es positivo se te manifiesta en bien. Si es nega­tivo se te manifiesta en mal, si es contra el pró­jimo es lo mismo que si lo estuviera decretando contra ti. SE TE DEVUELVE. Si es bondadoso y comprensivo hacia el prójimo, recibirás bon­dad y comprensión de los demás hacia ti. Y cuando te suceda algo molesto, negativo, desagra­dable, no digas "¡Pero si yo no estaba pensando ni temiendo que me fuera a suceder esto!". Ten la sinceridad y la humildad de tratar de recordar en cuáles términos te expresaste de algún pró­jimo. En qué momento salió de tu corazón un concepto viejísimo, arraigado allí, que tal vez no es sino una costumbre social como la genera­lidad de esas citadas más arriba y que tú real­mente no tienes deseos de seguir usando.

Como el sentimiento que acompaña a un pensamiento es lo que lo graba más firmemente en el subconsciente, el Maestro Jesús, que jamás empleó palabra superfluas, lo expresó muy bien al decir, "lo que de la boca sale, del corazón procede", y esto nos da la clave inequívoca. El primer sentimiento que nos enseña es el temor. Nos lo enseñan nuestros padres, primeramente, y luego nuestros maestros de religión. Al sentir un temor se nos acelera el corazón. Solemos decir "por poco se me sale el corazón por la boca" para demostrar el grado de temor que sentimos en un momento dado. El temor es lo que está por detrás de todas las frases negativas que te he citado más arriba.

San Pablo dijo: "Somos transformados por la renovación de nuestras mentes". Cada vez que te encuentres diciendo una frase negativa, sabrás qué clase de concepto errado tienes arraigado en el subconsciente, sabrás a qué clase de sentimien­to obedece: temor o desamor, tájalo, bórralo negándolo por mentiroso y afirma la Verdad, si no quieres continuar manifestándolo en tú exterior. Al poco tiempo de esta práctica notarás que tu hablar es otro. Que tu modo de pensar es otro. Tú y tú vida se estarán transformando por la renovación de tu mente.

Cuando estés en reunión de otras personas, te darás perfecta cuenta de la clase de conceptos que poseen y los constatarás en todo lo que les ocurre. Siempre que escuches conversaciones ne­gativas no afirmes nada de lo que expresen. Piensa "no lo acepto ni para mi ni para ellas". No tienes que decírselo a ellas.

 

Es mejor no divulgar la verdad que estás aprendiendo, no  porque haya que ocultarlo sino porque hay una máxima ocultista que dice: "Cuando el discípulo está preparado aparece el maestro". Por ley de atracción, todo el que está preparado para subir de grado es automáticamente acercado al que lo pueda adelantar, de manera que no trates de hacer labor de catequista.

 

No obligues a nadie a recibir lecciones sobre la Verdad porque te puedes encontrar que aquellos que tú creías más dispuestos, son los que menos simpatizan con ella. A esto se refería Jesús cuando dijo: "No déis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas de­lante de los cerdos, no sea que los pisoteen, y se vuelvan y os despedacen".

 

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