CAPITULO VI
Sólo te falta este capítulo para
terminar de conocer el Primer Principio de la Creación: El
Principio de Mentalismo cuyo lema es "Todo es Mente".
Jesucristo dijo: "Sois dioses"
(Evangelio de San Juan, cap. 10-34). Así como la Creación,
toda ella fue un pensamiento manifestado, así el hombre, que
es un dios en potencia, crea con el pensamiento todo lo que
él ve manifestado a igualdad y semejanza de su Creador. Esto
ya lo aprendiste. También has aprendido la mecánica de esta
creación mental; el carácter (positivo o negativo) de lo
creado: la fuerza (fe o temor), que determina el carácter;
la manera de cambiar el aspecto exterior de lo que hayas
creado (negando y afirmando); el poder de la palabra; que
es el pensamiento hablado y que por lo tanto confirma las
órdenes que has dado con tus pensamientos; y finalmente la
fórmula infalible para crear, manifestar y obtener lo mejor,
lo más alto, lo perfecto: "Conociendo la Verdad", en
acatamiento a la ordenanza del Maestro Jesús Sabes que esta
Verdad es que fuimos creados perfectos por un Creador
perfecto, con la esencia perfecta de El mismo, con libre
albedrío para crear de manera positiva o negativa; por lo
tanto el "mal" no es una creación de Dios No tiene ningún
poder frente a la Verdad. Que desaparece al sustituir el
pensamiento, y la palabra positiva Jesús dijo: "no resistáis
al mal" (S. Mateo, 5-39) o sea, que domináramos el mal con
el bien La verdad única es el Bien.
De ahora en adelante no podrás jamás
volver a culpar a nadie de lo que te ocurra. Tendrás que
mirarte frente a frente y preguntarte "¿Cómo fue mi clima
mental en esta circunstancia? ¿Fue positivo o negativo? ¿He
sentido fe o temor? ¿Qué especie de decretos he lanzado con
mis palabras?" Por sus frutos los conoceréis" Tendrás que
sincerarte y contestar la verdad ¿Te complace lo que estás
viendo? ¿O te desagrada? Tú dirás.
Ahora, en metafísica cristiana decimos
que Dios tiene siete aspectos: Amor, Verdad, Vida.
Inteligencia, Alma, Espíritu y Principio. Como ves, todos
estos aspectos son estados invisibles. Mentales, pues. No
los podemos ver ni tocar. Sentimos y apreciamos sus efectos.
Existen, actúan, son reales, son cosas y ninguno se puede
negar.
Amor se le llama al carácter de Dios,
el primer aspecto de Dios, la fuerza más potente de todas
las fuerzas y la más sensible. Pocas personas saben lo que
es realmente el amor. La mayoría cree que es aquello que se
siente hacia los padres, los hijos, los esposos, los
enamorados, etc. Afecto, cariño, atracción, antipatía y odio
son todos diferentes grados de una misma cosa: sensación. El
amor es muy complejo y no se puede definir con una sola
palabra pero ya que en nuestro planeta se entiende por amor
la sensación, y aunque ésta no es sino, como quien dice, el
bordecito exterior del amor, tratemos de acercar la
sensación lo más que se pueda al amor, para comenzar a
comprenderlo. El punto central en la escala que va desde el
odio hasta el sentimiento que allí llamamos "amor", es la
tolerancia y la buena voluntad.
Parece una contradicción, pero cuando
se "ama" mucho mucho o demasiado, faltan tolerancia y buena
voluntad. Cuando se odia, faltan la tolerancia y la buena
voluntad. O sea, que tanto el excesivo amor como el excesivo
desamor son la negación de la tolerancia y la buena
voluntad. Jesús dijo "Paz a los hombres de buena voluntad".
Lo cual implica que lo que pase de allí no trae paz. La paz
está en el centro, el perfecto equilibrio, ni de más ni de
menos, en todo. Todos los excesos, aún el exceso de Bien
(exceso de dinero, de amor, de caridad, de oración, de
sacrificio, etc.) desequilibran el peso de la balanza;
llevan más hacia uno de los lados, y quitan la paz. Cuando
el Génesis dice: "de todos los frutos del paraíso podéis
comer, salvo del fruto del árbol de la ciencia del Bien y
del Mal" se refiere a eso precisamente. El tronco del árbol
simboliza el centro, el equilibrio. Las ramas parten de ese
centro, desprendiéndose hacia todos lados produciendo
"frutos". Algunos se manifiestan buenos, otros malos.
Simbolizan los extremos. Verás pues que "el fruto
prohibido" que tanta tribulación ha causado en el mundo no
es otra cosa que los extremos, el exceso en todos los
aspectos, pues Dios, que todo lo creo, declaró toda su obra
"buena" (léelo en Génesis) y sólo menciona la palabra "Mal"
con respecto al exceso.
Un paréntesis para recomendarte que
leas y medites el capítulo 3 de Eclesiastés que comienza:
"Todo tiene su tiempo. . ." (La
Biblia).
Volvamos al Amor. Aquellas madres que
dicen amar tanto a sus hijos que no les permiten separarse
del nido, ni casarse, ni actuar independientemente de ellas
cuando ya son hombres y mujeres mayores de edad, no aman.
Son egoístas y lo que sienten es deseo de posesión. Aquellas
novias y esposas que sufren torturas de celos, igualmente.
Esos tipos de "amor" no son otra cosa que exceso de
sentimiento. Sobrepasan la medida y por lo tanto se van muy
lejos de la tolerancia y la buena voluntad.
Por lo general el exceso de sentimiento
prueba que hay falla de desarrollo de la inteligencia. Esto
sin duda causará indignación en aquellas personas que se
llenan la boca diciéndose "muy sentimentales". A nadie le
agrada que otro le descubra su falta de inteligencia, pero
pueden comprobarlo. El exceso de emotividad, como todo
exceso, es "malo". Es prueba de que falta lo que le haga
contrapeso. El exceso de calor, por ejemplo, se equilibra
con igual cantidad de frío para llevarlo a ser soportable o
desagradable. La inteligencia es fría. La emoción es
cálida. Una gran capacidad emotiva es una cualidad
magnífica y muy deseable, siempre que esté equilibrada con
igual capacidad intelectual. Esto es lo que produce los
grandes artistas. Pero el artista tiene su arte en que
volcar toda su potencia emotiva. En cambio la persona
exageradamente emotiva y con poco desarrollo intelectual
vuelca toda su pasión en los seres humanos que la rodean,
pretende atarlos y que cumplan su antojo.
El remedio para la excesiva emotividad
es pensar y reflexionar mucho, sobre todo ponerse a meditar
durante un rato y diariamente, en la inteligencia.
Comenzando por preguntarse: ¿Qué cosa es la inteligencia?
Continuando por pensar en que todo contiene inteligencia en
el universo, las plantas, los animales, etc. y terminando
por afirmar: "Yo soy inteligente, con la inteligencia de
Dios mismo, ya que soy creado de la esencia misma del
Creador; por la inteligencia, con la inteligencia y de la
inteligencia de Dios". A los pocos días de repetir este
tratamiento se notará ya un cambio en la elasticidad y la
penetración mental; y con sólo una semana del ejercicio se
aprecia la transformación en la forma de amar a los demás,
una serenidad y una generosidad peculiar que uno nunca se
hubiera creído capaz de expresar. Al mismo tiempo se nota un
cambio total en los demás, hacia uno mismo. Esto se debe a
que somos "individuos" o sea, indivisibles; y lo que afecta
a uno afecta a todos. El escalón que subas tú ayuda a toda
la raza.
Ahora pasaremos a tratar sobre el
enemigo Número Uno de toda la humanidad: El resentimiento y
el rencor, por no decir el odio. Casi no hay seres humanos
que estén exentos de resentimientos, sin saber que esto
amarga la vida entera, influencia en mal toda manifestación
y es causa de todas las decepciones que sufrimos, aun cuando
se aprende a "negar y afirmar", a "conocer la Verdad", a
vigilar y corregir los pensamientos y las palabras. Un solo
resentimiento, un rencor grabado en el subconsciente y en
el alma actúan como una fuentecita de hiel emanando su gota
de amargura, tiñéndolo todo y contrariando sorpresivamente
nuestros mayores anhelos. Nada, ni la demostración más
perfecta puede perdurar mientras exista aquel foco
infeccioso malogrando nuestro propio ser. La Biblia, las
iglesias, las religiones se cansan de abogar por el perdón y
el amor hacia los enemigos; y todo es en vano mientras no
enseñen la forma práctica de imponernos el perdón hacia los
que nos hieren. Mucho se escucha decir "Yo perdono pero no
puedo olvidar". Mentira. Mientras uno recuerde un daño, no
lo ha perdonado.
Vamos a dar la fórmula infalible para
perdonar y olvidar al mismo tiempo, para nuestra propia
conveniencia ya que esto nos establece en el punto central
del equilibrio, el de la tolerancia y la buena voluntad y
siendo este esfuerzo AMOR. San Juan, el Apóstol de amor
dice: "El amor es el cumplimiento de la ley". Cumplir con la
ley del amor es cumplir con todas las leyes. Es estar con
Dios, en Dios, es ser dichosos, satisfechos y completos en
todas nuestras manifestaciones. Mi maestro decía: El hombre
que ama bien es el hombre más poderoso del mundo. Y aquí la
receta para bien amar: Cada vez que sientas algo
desagradable hacia otro; o bien que te encuentres
resintiendo algo que te hayan hecho; o que te reconozcas un
franco rencor o un deseo de venganza, ponte deliberadamente
a recordar (no es tratar de olvidar lo de ahora), es a
recordar todo lo bueno que conoces de aquella otra persona.
Trata de revivir los ratos agradables que gozaste en su
compañía, en tiempos pasados, anteriormente al momento que
te hirió. Insiste en rememorar lo bueno, sus buenas
cualidades, la forma en que pensabas de ella.
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