El 29 de abril de 1980, di mi conferencia inaugural como profesor de
matemáticas de la cátedra Lucasiana en Cambridge. El título era: “¿Está
a la vista el fin de la Física Teórica? y en ella describí el progreso
que ya habíamos experimentado en el entendimiento del universo durante
los últimos siglos, al mismo tiempo que me preguntaba cuales eran las
posibilidades de encontrar finalmente una teoría completa y unificada
del todo hacia finales de siglo. Bien, el final del siglo ya está casi
aquí. Aunque hemos recorrido un largo camino, particularmente durante
los últimos 3 años, no parece que vayamos a conseguirlo.
En mi lectura de
1980 describí como habíamos dividido el problema de encontrar una teoría
del todo en un número de partes más manejables. Primeramente habíamos
dividido la descripción del universo que nos rodea en dos partes. La
primera de ellas es un conjunto de leyes locales que nos dicen como
evoluciona cada región del universo en el tiempo si sabemos su estado
inicial, y cómo es afectada por otras regiones. La otra parte consta de
un conjunto de lo que denominamos condiciones límite. Estas, especifican
lo que sucede en el borde del espacio y el tiempo. Ellas determinan cómo
empezó el universo, y quizás, cómo va a terminar. Mucha gente,
incluyendo probablemente a la mayoría de los físicos, sienten que las
tareas de la física teórica deberían estar confinadas a la primera
parte, es decir a formular leyes locales que describan cómo evoluciona
el universo a medida que el tiempo transcurre. Ellos considerarían la
cuestión del cómo se determinó el estado inicial como algo que va más
allá del ámbito de la física, perteneciendo al reino de la metafísica o
la religión. Pero yo soy un desvergonzado racionalista. En mi opinión
las condiciones límite que determinan el estado inicial del universo son
una materia tan legítima y sujeta al escrutinio de los científicos como
lo son las leyes que gobiernan su evolución posterior.
A principios
de la década de los 60, las fuerzas que los físicos conocían se
clasificaron en cuatro categorías que parecerían estar separadas e
independizadas entre si. La primera de las cuatro categorías era la de
la fuerza gravitatoria, la cual es portada por una partícula llamada
gravitón.
La gravedad es, con mucho, la más débil de las cuatro fuerzas. Sin
embargo, corrige su baja potencia mediante la posesión de dos
importantes propiedades. La primera es que es universal, es decir,
afecta a cada partícula del universo en la misma forma. Todos los
cuerpos se atraen entre si. Ninguno deja de sentirse afectado o repelido
por la gravedad. La segunda propiedad importante de la fuerza
gravitatoria es que puede operar a través de largas distancias. Juntas,
estas dos propiedades significan que las fuerzas gravitatorias entre las
partículas de un cuerpo grande se suman entre si, y pueden dominar por
encima de las otras fuerzas.
La segunda de
las cuatro categorías en las que se dividen las fuerzas corresponde a la
fuerza electromagnética, la cual es portada por una partícula llamada
fotón. El electromagnetismo, es un millón de billones de billones de
billones de billones más poderoso que la fuerza gravitatoria, y al igual
que la gravedad, puede actuar a través de grandes distancias. Sin
embargo, al contrario que la gravedad, no actúa en todas las partículas
de la misma forma. Algunas partículas son atraídas por ella, otras no
son afectadas y otras son repelidas.
La atracción
y repulsión entre las partículas en dos cuerpos grandes anulará cada una
casi exactamente, al contrario que las fuerzas gravitatorias entre las
partículas, que sería atractiva con todas. Esto explica que nos caigamos
hacia el suelo, y no hacia el aparato de televisión. Por otro lado, en
la escala de las moléculas y los átomos, con solo un relativamente
pequeño número de partículas, las fuerzas electromagnéticas dominan
completamente a las gravitatorias. En la escala aún más pequeña de los
núcleos atómicos, es decir la trillonésima parte de un centímetro, la
tercera y cuarta categorías: las fuerzas nucleares débil y fuerte,
dominan al resto de fuerzas.
La gravedad y
el electromagnetismo se describen en función de lo que llamamos teorías
de campos, en las que hay un conjunto de números en cada punto del
espacio y tiempo que determinan las fuerzas gravitatoria y
electromagnética. Cuando yo empecé a investigar en 1962, se creía
generalmente que las fuerzas nuclear débil y fuerte no podían ser
descritas por una teoría de campo. Pero los informes de la muerte de la
teoría de campos demostraron ser una exageración. Un nuevo tipo de
teoría de campos fue presentada por Chen Ning Yang y Robert Mills. En
1967, Abdus Salam y Steven Weinberg demostraron que una teoría de este
tipo no solo describiría las fuerzas nucleares débil y fuerte sino que
también podría unificarlas con la fuerza electromagnética. Recuerdo que
la mayoría de los físicos trataron con desprecio a esta teoría de campo.
Sin embargo, concordaba tan bien con los experimentos que en 1979 se le
otorgó el Premio Nóbel a Salam, Weinberg y Glashow, que habían propuesto
teorías unificadas similares. El comité del Nóbel realmente se arriesgó
con su decisión ya que la confirmación final de la teoría no llegaría
hasta 1983, con el descubrimiento de las partículas W y Z. (Siento la
pronunciación de W y Z, sobre todo para aquellos que son británicos y no
usan un sintetizador de voz americano).
El éxito
provocó la búsqueda de una sola teoría de “gran unificación” de Yang-Mills
que describiese a los tres tipos de fuerza. Las teorías de gran
unificación no son muy satisfactorias. En realidad, su nombre es
básicamente una exageración. No son realmente grandes ya que contienen
al menos 40 números que no pueden predecirse con antelación sino que
tienen que ajustarse para que casen con los experimentos. Se podría
esperar que la teoría final del universo sea única y que no contenga
cantidades ajustables. ¿Cómo va a ser que estos valores sean elegidos?
Pero la
objeción más poderosa a las grandes teorías de unificación era que no
estaban unificadas completamente. No incluían a la gravedad y no existía
ninguna forma aparente de ampliarlas de modo que lo hicieran. Pudiera
ser que no existiera una única teoría fundamental. En lugar de eso,
podría haber una colección de teorías aparentemente diferentes, cada una
de las cuales funcionaría bien en ciertas situaciones. Las teorías
diferentes concordarían entre si en aquellas regiones de validez en la
que se superpusieran. Por ello, podrían ser contempladas como aspectos
diferentes de la misma teoría. Pero tal vez no existiese una única
formulación de la teoría que pudiese aplicarse en todas las situaciones.
Podemos
comparar la física teórica al hecho de cartografiar la Tierra. Se puede
representar exactamente una pequeña región de la superficie de la
tierra, en forma de mapa, en una hoja de papel. Pero si se intenta hacer
un mapa de una región más grande se obtendrían distorsiones debido a la
curvatura de la Tierra. No es posible representar cada punto de la
superficie de la Tierra en un único mapa. En lugar de ello, usamos una
colección de mapas que concuerdan en aquellas regiones donde se
superponen.
Como dije,
incluso si encontramos una teoría unificada completa, tanto con una
única formulación, como con una serie de teorías superpuestas, solo
habremos solucionado la mitad del problema. La teoría unificada nos dirá
como evoluciona el universo en el tiempo dado un estado inicial. Pero la
teoría no especificará en si misma las condiciones límites en el borde
del espacio y el tiempo que determinan el estado inicial. Esta cuestión
es fundamental para la cosmología. Podemos observar el estado presente
del universo, y podemos usar las leyes de la física para calcular cómo
pudo ser en épocas anteriores. Pero todo lo que esto nos dice es que el
universo es ahora como es, porque entonces era como era. No podemos
entender por qué el universo tiene el aspecto que tiene a no ser que la
cosmología se convierta en una ciencia, en el sentido de que pueda hacer
predicciones. Y para hacer esto necesitamos una teoría de las
condiciones límite del universo.
Ha habido
varias sugerencias para las condiciones iniciales del universo, tales
como la hipótesis del túnel y el así llamado escenario pre-big bang.
Pero en mi opinión, la más elegante, con mucho, es la que Jim Hartle y
yo llamamos la propuesta de no-límites. Esta puede enunciarse como: la
condición de límite del universo es que no tiene límite. En otras
palabras, el espacio y el tiempo imaginario unidos se curvan hacia atrás
sobre si mismos de modo que forman una superficie cerrada como la
superficie de la Tierra, pero con más dimensiones. La superficie de la
Tierra tampoco tiene límites. No existen informes fiables de que alguien
haya caído en el abismo del fin del mundo.
La condición
de no-límite y las otras teorías son simplemente proposiciones para las
condiciones de límite del universo. Para probarlas tenemos que calcular
que predicciones pueden extraerse de ellas y compararlas con las nuevas
observaciones que están empezando a hacerse. De momento, las
observaciones no son lo bastante buenas como para distinguir entre estas
diferentes clases de mapa. Pero en los próximos años, se acometerán
nuevas observaciones que podrán salvar esta cuestión. La cosmología vive
un período excitante. Apuesto mi dinero por la condición de no-límite.
Se trata de una explicación tan elegante que estoy seguro que Dios la
habría elegido.
El progreso
efectuado con los intentos de unificar la gravedad con el resto de
fuerzas ha sido enteramente teórico. Esto ha llevado a alguna gente como
al físico John Horgan a afirmar que la física esta muerta porque se ha
convertido simplemente en un juego matemático, no relacionado con la
experimentación. Pero yo no estoy de acuerdo. Aunque no podamos producir
partículas de la energía de Planck – la energía a la cual la gravedad se
unificaría con las otras fuerzas – existen predicciones que pueden ser
verificadas a niveles más bajos de energía. El Super Colisionador
Superconductor que estaba siendo construido en Texas podría haber
alcanzado esas energías pero fue cancelado cuando los Estados Unidos
iniciaron una fase de recesión económica. De modo que tendremos que
esperar a que se concluya el Gran Colisionador de Hadrones que está
siendo construido en Ginebra.
Asumiendo que
los experimentos de Ginebra confirmen la teoría actual, ¿cuáles son las
perspectivas de completar una teoría unificada? En 1980 dije que pensaba
que había una oportunidad del 50% de encontrar una teoría completa de
unificación durante los siguientes 20 años. Esa es aún mi estimación,
pero los próximos 20 años empiezan ahora. Volveré dentro de otros 20
años para decirles si lo hemos conseguido.
El
profesor Stephen Hawking de la Universidad de Cambridge habló para un
teatro abarrotado en el Salón de Convocatorias el 27 de Abril. El evento
estuvo patrocinado por la Global Knowledge Foundation.
Imágenes de la conferencia tomadas de :
http://vassa.net/hawking-uoft.htm