Déme
un trozo de tiza --dijo Schwab. Y luego, volviéndose a un obrero
cercano-: ¿Cuántas veces descargó el horno el turno de hoy?
Sin
decir palabra, Schwab trazó un gran número seis en el piso y se
alejó.
Cuando entró el turno de la noche, los obreros vieron el seis y
preguntaron qué significaba aquello.
-Hoy
estuvo el jefe -fue la respuesta- y después de preguntarnos cuántas
veces descargamos el horno, escribió en el piso ese seis, el número
que le dijimos.
A la
mañana siguiente volvió Schwab al taller. El turno de la noche había
borrado el seis y escrito un siete.
Cuando los obreros diurnos fueron a trabajar, vieron esa cifra. ¿De
modo que los de la noche creían ser mejores, eh? Bien: ya les iban
a enseñar a trabajar. Se pusieron a la tarea con entusiasmo y
cuando se marcharon aquella noche dejaron en el piso un enorme
número diez.
A
poco, este taller, que se había quedado atrás en producción, rendía
más que cualquier otro de la fábrica. ¿Cuál es el principio?
Dejemos que Charles Schwab nos lo diga. "La forma de conseguir que
se hagan las cosas -dice Schwab- es estimular la competencia. No
hablo del estímulo sórdido, monetario, sino del deseo de
superarse."
¡El
deseo de superarse! ¡El desafío! ¡Arrojar el guante! Un medio
infalible de apelar a los hombres de carácter.
Sin
un desafío, Theodore Roosevelt no habría sido jamás presidente de
los Estados Unidos. Apenas de regreso de Cuba se le quería designar
candidato a gobernador del Estado de Nueva York. La oposición
descubrió que ya no era residente legal en el estado; y Roosevelt,
atemorizado, quería retirar su candidatura. Pero Thomas Collier
Platt le arrojó el guante. Volviéndose de pronto hacia Roosevelt
exclamó con su voz potente: "¿Es un cobarde el héroe del cerro de
San Juan?"
Roosevelt emprendió la lucha, y lo demás es ya cosa de la historia.
Ese desafío no solamente cambió su vida sino que tuvo un efecto
tremendo sobre la historia de la nación.
"Todos los hombres tienen temores, pero los valientes los olvidan y
van adelante, a veces hasta la muerte, pero siempre hasta la
victoria." Ese era el lema de la Guardia Real en la antigua Grecia.
Qué mayor desafío puede ofrecerse que la oportunidad de superar
estos temores.
Cuando Al Smith era gobernador de Nueva York, se vio en un grave
aprieto. Sing Sing, la más famosa penitenciaría después de la Isla
del Diablo, no tenía alcaide.
A
través de sus murallas corrían rumores muy feos, escándalos y otras
cosas. Smith necesitaba un hombre fuerte para que dirigiera la
prisión, un hombre de hierro. Pero, ¿quién? Llamó a Lewis E. Lawes,
de New Hampton.
-¿Qué
le parecería ir a hacerse cargo de Sing Sing? -dijo jovialmente
cuando Lawes estuvo ante él-. Allí necesitaban a un hombre de
experiencia.
Lawes
quedó alelado. Conocía los peligros de Sing Sing. Era un cargo
político, sujeto a las variaciones de los caprichos políticos. Los
alcaides entraban y salían de allí rápidamente; uno había durado
apenas tres semanas. Y él tenía que tener en cuenta su carrera.
¿Valía la pena correr ese riesgo?
Y
entonces Smith, que advirtió su vacilación, se echó hacia atrás y
sonrió:
Joven, no lo puedo censurar por tener miedo. Es un lugar muy bravo.
Necesita mucha valentía un hombre, para ir allí y quedarse.
¿Un
desafío, eh? Lawes aceptó entonces la idea de intentar una labor
que requería un hombre de hierro.
Fue a
Sing Sing. Y se quedó allí, hasta ser el más famoso de los alcaides
habidos en la penitenciaría. Su libro “Veinte
mil años en Sing Sing”
se
vendió a centenares de miles de lectores. Lawes ha hablado por
radio; sus relatos de la vida en una prisión han inspirado muchas
películas. Y su "humanización" de los criminales ha producido
milagros en cuanto a las reformas carcelarias.
"Según mi experiencia -ha dicho Harvey S. Firestone, fundador de la
gran empresa Firestone Tire & Rubber Company- con la paga por sí
sola no se atrae ni se retiene a la gente de algún valor. Creo que
es más bien el juego mismo ..."
Frederic Herzberg, uno de los grandes tratadistas del comportamiento
humano, estuvo de acuerdo en este punto. Estudió en profundidad la
actitud ante el trabajo de miles de personas, desde obreros de
fábricas hasta importantes ejecutivos. Y descubrió que el factor más
motivador, la faceta del trabajo que resultaba más estimulante,
era... ¿Cuál creen ustedes? ¿El dinero? ¿Las buenas condiciones de
trabajo? ¿Los beneficios adicionales? No, nada de eso. El principal
factor motivador de la gente era el trabajo mismo. Si el trabajo era
excitante e interesante, el obrero lo enfrentaba con gusto, y ésa
era toda la motivación que necesitaba para hacerlo bien.
Eso
es lo que encanta a toda persona que triunfa: el juego. La
oportunidad de expresarse. La oportunidad de demostrar lo que vale,
de destacarse, de ganar. Esto es lo que da atracción a las carreras
pedestres. El deseo de sobresalir. El deseo de sentirse importante.
REGLA 12
Lance, con tacto, un reto amable.
En
pocas palabras
LOGRE
QUE LOS DEMAS PIENSEN COMO USTED
REGLA 1
La
única forma de salir ganando en una discusión es evitándola.
REGLA
2
Demuestre respeto por las opiniones ajenas. Jamás diga a una persona
que está equivocada.
REGLA
3
Si
usted está equivocado, admítalo rápida v enfáticamente.
REGLA
4
Empiece en forma amigable.
REGLA
5
Consiga que la otra persona diga "Sí, sí", inmediatamente.
REGLA
6
Permita que la otra persona sea quien hable más.
REGLA
7
Permita que la otra persona sienta que la idea es de ella.
REGLA
8
Trate
honradamente de ver las cosas desde el punto de vista de la otra
persona.
REGLA
9
Muestre simpatía por las ideas y deseos de la otra persona.