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CÓMO GANAR AMIGOS E INFLUIR SOBRE  LAS PERSONAS

Tercera Parte

Logre que los demás piensen como usted

Capitulo 12

CUANDO NINGUNA OTRA COSA LE DÉ RESULTADO, PRUEBE ESTO

DALE CARNEGIE

 

Capitulo 12

CUANDO NINGUNA OTRA COSA LE DÉ RESULTADO, PRUEBE ESTO

Charles Schwab tenía un capataz de altos hornos cu­yo personal no producía su cuota de trabajo.

 
   

-¿Cómo es --preguntó Schwab- que un hombre de su capacidad no consigue que esta planta rinda lo que debe?

-No sé -respondió el hombre-. He pedido a los obreros que trabajen más; les he dado el ejemplo; los he regañado; los he amenazado con el despido. Pero nada se consigue. No producen, y nada más.

Estaba cayendo el día, poco antes de que entrara a trabajar el turno de la noche.

 

Déme un trozo de tiza --dijo Schwab. Y luego, vol­viéndose a un obrero cercano-: ¿Cuántas veces descargó el horno el turno de hoy?

Sin decir palabra, Schwab trazó un gran número seis en el piso y se alejó.

Cuando entró el turno de la noche, los obreros vieron el seis y preguntaron qué significaba aquello.

-Hoy estuvo el jefe -fue la respuesta- y después de preguntarnos cuántas veces descargamos el horno, escri­bió en el piso ese seis, el número que le dijimos.

A la mañana siguiente volvió Schwab al taller. El turno de la noche había borrado el seis y escrito un siete.

Cuando los obreros diurnos fueron a trabajar, vieron esa cifra. ¿De modo que los de la noche creían ser mejo­res, eh? Bien: ya les iban a enseñar a trabajar. Se pusie­ron a la tarea con entusiasmo y cuando se marcharon aquella noche dejaron en el piso un enorme número diez.

A poco, este taller, que se había quedado atrás en producción, rendía más que cualquier otro de la fábrica. ¿Cuál es el principio?

Dejemos que Charles Schwab nos lo diga. "La forma de conseguir que se hagan las cosas -dice Schwab- es estimular la competencia. No hablo del estímulo sórdi­do, monetario, sino del deseo de superarse."

¡El deseo de superarse! ¡El desafío! ¡Arrojar el guan­te! Un medio infalible de apelar a los hombres de ca­rácter.

Sin un desafío, Theodore Roosevelt no habría sido jamás presidente de los Estados Unidos. Apenas de re­greso de Cuba se le quería designar candidato a gober­nador del Estado de Nueva York. La oposición descu­brió que ya no era residente legal en el estado; y Roose­velt, atemorizado, quería retirar su candidatura. Pero Thomas Collier Platt le arrojó el guante. Volviéndose de pronto hacia Roosevelt exclamó con su voz potente: "¿Es un cobarde el héroe del cerro de San Juan?"

Roosevelt emprendió la lucha, y lo demás es ya cosa de la historia. Ese desafío no solamente cambió su vida sino que tuvo un efecto tremendo sobre la historia de la nación.

"Todos los hombres tienen temores, pero los valien­tes los olvidan y van adelante, a veces hasta la muerte, pero siempre hasta la victoria." Ese era el lema de la Guardia Real en la antigua Grecia. Qué mayor desafío puede ofrecerse que la oportunidad de superar estos te­mores.

Cuando Al Smith era gobernador de Nueva York, se vio en un grave aprieto. Sing Sing, la más famosa peni­tenciaría después de la Isla del Diablo, no tenía alcaide.

A través de sus murallas corrían rumores muy feos, es­cándalos y otras cosas. Smith necesitaba un hombre fuerte para que dirigiera la prisión, un hombre de hierro. Pero, ¿quién? Llamó a Lewis E. Lawes, de New Hamp­ton.

-¿Qué le parecería ir a hacerse cargo de Sing Sing? -dijo jovialmente cuando Lawes estuvo ante él-. Allí necesitaban a un hombre de experiencia.

Lawes quedó alelado. Conocía los peligros de Sing Sing. Era un cargo político, sujeto a las variaciones de los caprichos políticos. Los alcaides entraban y salían de allí rápidamente; uno había durado apenas tres semanas. Y él tenía que tener en cuenta su carrera. ¿Valía la pena correr ese riesgo?

Y entonces Smith, que advirtió su vacilación, se echó hacia atrás y sonrió:

Joven, no lo puedo censurar por tener miedo. Es un lugar muy bravo. Necesita mucha valentía un hombre, para ir allí y quedarse.

¿Un desafío, eh? Lawes aceptó entonces la idea de in­tentar una labor que requería un hombre de hierro.

Fue a Sing Sing. Y se quedó allí, hasta ser el más famoso de los alcaides habidos en la penitenciaría. Su libro “Veinte mil años en Sing Sing” se vendió a cen­tenares de miles de lectores. Lawes ha hablado por radio; sus relatos de la vida en una prisión han inspirado muchas películas. Y su "humanización" de los crimina­les ha producido milagros en cuanto a las reformas car­celarias.

"Según mi experiencia -ha dicho Harvey S. Firesto­ne, fundador de la gran empresa Firestone Tire & Rub­ber Company- con la paga por sí sola no se atrae ni se retiene a la gente de algún valor. Creo que es más bien el juego mismo ..."

Frederic Herzberg, uno de los grandes tratadistas del comportamiento humano, estuvo de acuerdo en este punto. Estudió en profundidad la actitud ante el trabajo de miles de personas, desde obreros de fábricas hasta importantes ejecutivos. Y descubrió que el factor más motivador, la faceta del trabajo que resultaba más esti­mulante, era... ¿Cuál creen ustedes? ¿El dinero? ¿Las buenas condiciones de trabajo? ¿Los beneficios adicio­nales? No, nada de eso. El principal factor motivador de la gente era el trabajo mismo. Si el trabajo era excitan­te e interesante, el obrero lo enfrentaba con gusto, y ésa era toda la motivación que necesitaba para hacerlo bien.

Eso es lo que encanta a toda persona que triunfa: el juego. La oportunidad de expresarse. La oportunidad de demostrar lo que vale, de destacarse, de ganar. Esto es lo que da atracción a las carreras pedestres. El deseo de so­bresalir. El deseo de sentirse importante.

REGLA 12

Lance, con tacto, un reto amable.

 En pocas palabras

LOGRE QUE LOS DEMAS PIENSEN COMO USTED

 REGLA 1

La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola.

REGLA 2

Demuestre respeto por las opiniones ajenas. Jamás diga a una persona que está equivocada.

REGLA 3

Si usted está equivocado, admítalo rápida v enfáticamente. 

REGLA 4

Empiece en forma amigable.

REGLA 5

Consiga que la otra persona diga "Sí, sí", inmediatamente.

REGLA 6

Permita que la otra persona sea quien hable más. 

REGLA 7

Permita que la otra persona sienta que la idea es de ella.

REGLA 8

Trate honradamente de ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona.

REGLA 9

Muestre simpatía por las ideas y deseos de la otra persona.

REGLA 10

Apele a los motivos más nobles.

REGLA 11

Dramatice sus ideas.

REGLA 12 Lance, con tacto, un reto amable.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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