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Neale Donald Walsch

Conversaciones con Dios

Capitulo IV

 

¡Vaya! ¡La verdad es que me inspiras!

Bueno. Si Dios no puede inspirarte, ya me dirás quién demonios va a hacerlo.

 ¿Siempre eres así de impertinente?

 No he pretendido que fuera una impertinencia. Léelo de nuevo.

 ¡Ah! Ahora lo veo.

 Exacto.

Sin embargo, estaría bien que fuera impertinente, ¿no?

 No sé. Estoy acostumbrado a que mi Dios sea un poco más serio.

 Bueno, pues hazme un favor, y no intentes contenerme. Y, por cierto: hazte el mismo favor a ti mismo.

Lo único que ocurre es que tengo un gran sentido del humor. Te diría que tú también deberías tenerlo a la hora de considerar todo lo que has hecho en la vida, ¿no? Quiero decir que, a veces, tengo que reírme de ello.

Pero eso está bien, ¿sabes?, pues Yo sé que al final todo acabará bien. 

¿Qué quieres decir con eso?

Quiero decir que no puedes perder la partida. No puedes fracasar. No entra en el plan. No hay modo de que no llegues a donde vas. No hay modo de que equivoques tu destino. Si Dios es tu objetivo estás de suerte, pues Dios es tan grande que no puedes perderte.

 Esa es la gran preocupación, por supuesto. La gran preocupación es que, de un modo u otro, la liemos y no lleguemos  a verte ni a estar contigo nunca.

¿Quieres decir “ir al cielo”?

 Sí. A todos nos da miedo ir al infierno.

 De modo que por eso os habéis colocado allí de entrada: para evitar ir allí ¡Hummm...! ¡Una estrategia interesante!

 

  ¿Lo ves? ¡Vuelves a ser impertinente!

 No puedo ayudarte. ¡Todo este asunto del infierno hace que surja lo peor de Mí!

 ¡Desde luego, eres un buen comediante!

 ¿Has necesitado todo este tiempo para descubrirlo? ¿Te has fijado en el mundo últimamente?

 Eso me hace pensar en otra pregunta. ¿Por qué no arreglas el mundo, en lugar de permitir que se vaya al infierno?

 

¿Por qué no lo haces tú?

 Yo no tengo el poder de hacerlo.

 ¡Tonterías! Tienes el poder y la capacidad de acabar con el hambre en el mundo en este momento, de curar las enfermedades en este instante. ¿Y si te dijera que vuestro propio estamento médico oculta métodos de curación, se niega a aceptar medicinas y procedimientos alternativos, porque amenazan la propia estructura de la profesión de “curar”? ¿Y si te dijera que los gobiernos no quieren acabar con el hambre en el mundo? ¿Me creerías?

 Este asunto me ha traído de cabeza. Sé que ese es el punto de vista populista, pero no puedo creer que realmente sea cierto. Ningún médico niega una curación. Nadie quiere ver morir a sus compatriotas.

 Ningún médico individual; es cierto. Ningún compatriota particular; es correcto. Pero cuando hablamos del estamento médico y del estamento político, hablamos de algo institucionalizado, y son las instituciones las que lo hacen, a veces de manera muy sutil, a veces incluso inconsciente, pero inevitablemente... ya que, para dichas instituciones, se trata de una cuestión de supervivencia.

Así, por ponerte sólo un ejemplo muy sencillo y evidente, los médicos occidentales rechazan la eficacia curativa de los médicos orientales porque aceptarla, admitir que determinadas modalidades alternativas pueden proporcionar una curación, supondría desgarrar el propio tejido de la institución tal como está estructurado.

Esto no es malévolo, pero es insidioso. El estamento no lo hace porque sea malo; lo hace porque tiene miedo.

Todo ataque es una llamada de socorro.

 Eso lo he leído en un libro.

 Yo lo puse allí.

 ¡Chico, tienes una respuesta para todo!

 Eso me recuerda que no hemos hecho más que empezar con tus preguntas. Estábamos hablando de cómo poner tu vida en marcha. Cómo hacer que “despegue”. Estaba hablando del proceso de creación.

 Sí, y yo no dejaba de interrumpirte.

 Eso está bien, pero volvamos a ello, pues no nos interesa perder el hilo de algo muy importante.

La vida es una creación, no un descubrimiento.

No vives cada día para descubrir qué te espera ese día, sino para crearlo. Estás creando tu realidad cada minuto, probablemente sin saberlo.

   

He aquí el cómo y el porqué:

1.       Yo os he creado a imagen y semejanza de Dios.

2.       Dios es el creador.

3.       Sois tres en uno. Puedes llamar a esos tres aspectos del ser como quieras: Padre, Hijo y Espíritu Santo; mente, cuerpo y espíritu; superconsciente, consciente y subconsciente.

4.       El proceso de creación procede de estas tres partes de vuestro cuerpo. Dicho de otro modo, creáis a los tres niveles. Las herramientas de creación son: el pensamiento, la palabra y la obra.

5.       Toda creación se inicia con el pensamiento (“Procede del Padre”). Toda creación pasa después a la palabra (“Pedid y se os dará, hablad y se os hará”). Toda creación se completa en la obra (“Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”).

6.       Aquello que pensáis pero no decís crea a un nivel. Aquello que pensáis y decís crea a otro nivel. Aquello que pensáis, decís y hacéis se hace manifiesto en vuestra realidad.

7.       Pensar, decir y hacer algo, si no creéis verdaderamente en ello, es imposible. Por lo tanto, el proceso de creación debe incluir la creencia, o el conocimiento. Éste es fe absoluta. Esta más allá de la esperanza. Es conocimiento de una certeza (“Por vuestra fe seréis sanados”). En consecuencia, la parte activa de la creación incluye el conocimiento. Se trata de una claridad esencial, una certeza total, una completa aceptación de algo en tanto realidad.

8.       Este nivel de conocimiento es un nivel de intensa e increíble gratitud. Es un agradecimiento por adelantado. Y quizás sea ésta la clave más importante de la creación: estar agradecido antes de, y por, la creación. Esta actitud de darla ya por hecha no es algo que haya que perdonar, sino algo que hay que alentar. Es un signo seguro de la cualidad de Maestro. Todos los Maestros saben por adelantado que la obra se ha realizado.

9.       Celebra y disfruta de todo lo que creas y has creado. Rechazar cualquier parte de ello significa rechazarte a ti mismo. Sea lo que sea lo que se presente como parte de tu creación, poséelo, reivindícalo, bendícelo, agradécelo. Procura no condenarlo (“¡maldita sea!”), puesto que condenarlo significa condenarte a ti mismo.

10.   Si hay algún aspecto de tu creación del cual veas que no disfrutas, bendícelo y simplemente cámbialo. Elige de nuevo. Provoca una nueva realidad. Piensa una nueva idea. Pronuncia una nueva palabra. Haz algo nuevo. Hazlo con magnificencia, y el resto del mundo te seguirá. Pídelo. Exígelo. Di: “Yo soy el Camino y la Vida. Sígueme”.

De este modo se manifiesta la voluntad de Dios, “así en la Tierra como en el Cielo”.

 Si es tan sencillo como eso, si todo lo que necesitamos son esas diez etapas, ¿por qué no es así para la mayoría de nosotros? 

Sí es así, y para todos vosotros. Algunos de vosotros utilizáis el “sistema” conscientemente, con pleno conocimiento, y otros lo utilizáis inconscientemente, sin saber siquiera lo que estáis haciendo.

Algunos de vosotros camináis despiertos, y otros camináis dormidos.

Pero todos vosotros estáis creando vuestra realidad - creando, no descubriendo -, utilizando el poder que os he dado y el proceso que acabo de describir.

Así pues, me has preguntado cuando “despegará” tu vida, y te he dado la respuesta.

Harás que tu vida “despegue” cuando, primero, logres pensar en ella con suma claridad. Piensa en lo que quieres ser, hacer y tener. Piensa en ello a menudo, hasta que lo veas muy claro. Entonces, cuando logres dicha claridad, no pienses en nada más. No imagines otras posibilidades. Disciplina tu mente para que mantenga con firmeza el pensamiento creador original.

Cuando tus pensamientos sean claros y firmes, empieza a hablar de ellos como verdades. Grítalos fuerte. Utiliza el gran mandato que hace surgir el poder creador: yo soy. Afirma “yo soy” a los demás. “Yo soy” constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que sea lo que pienses, sea lo que sea lo que digas, tras las palabras “yo soy” ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las llevará a ti.

No hay ningún otro modo de que el universo pueda funcionar. Ninguna otra ruta que pueda tomar. El universo responde al “yo soy” como un genio en una botella.

 

Dices “Libera toda duda. Rechaza todo temor. Descarta todo pesimismo”, como si dijeras “Póngame una barra de pan”. Pero todo esto resulta más fácil de decir que de hacer. “Desecha todos los pensamientos negativos de tu construcción mental” podría ser también  “sube al Everest antes de almorzar”. Se trata de una orden excesivamente grande.

 Canalizando tus pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es subir al Everest.) Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo.

El primer paso consiste en aprender a controlar sus pensamientos; a pensar en lo que piensas.

Cuando te sorprendes a ti mismo teniendo pensamientos negativos - pensamientos que nieguen tu más alta idea de ti mismo -, piensa otra vez. Quiero que lo hagas literalmente. Si piensas que estas abatido, hecho polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, piensa otra vez. Si piensas que el mundo es un lugar malo, lleno de acontecimientos negativos, piensa otra vez. Si piensas que tu vida se rompe en pedazos, y te parece que nunca la podrás recomponer, piensa otra vez.

Puedes entrenarte en hacer esto. (¡Fíjate en lo bien entrenados que estáis en no hacerlo!)

Gracias. Nunca nadie me había expuesto el proceso de una manera tan clara. Quisiera que fuera tan fácil de hacer como de decir; pero, al menos, creo que ahora lo entiendo con claridad.

Bueno. Si necesitas un repaso, disponemos de varias vidas.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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