Bueno. Si Dios no puede inspirarte, ya me dirás quién demonios va a
hacerlo.
¿Siempre
eres así de impertinente?
No
he pretendido que fuera una impertinencia. Léelo de nuevo.
¡Ah!
Ahora lo veo.
Exacto.
Sin embargo, estaría bien que fuera impertinente, ¿no?
No
sé. Estoy acostumbrado a que mi Dios sea un poco más serio.
Bueno,
pues hazme un favor, y no intentes contenerme. Y, por cierto: hazte el
mismo favor a ti mismo.
Lo único que ocurre es que tengo un gran sentido del humor. Te diría que
tú también deberías tenerlo a la hora de considerar todo lo que has
hecho en la vida, ¿no? Quiero decir que, a veces, tengo que reírme de
ello.
Pero eso está bien, ¿sabes?, pues Yo sé que al final todo acabará bien.
¿Qué quieres decir con eso?
Quiero
decir que no puedes perder la partida. No puedes fracasar. No entra en
el plan. No hay modo de que no llegues a donde vas. No hay modo de que
equivoques tu destino. Si Dios es tu objetivo estás de suerte, pues
Dios es tan grande que no puedes perderte.
Esa
es la gran preocupación, por supuesto. La gran preocupación es que, de
un modo u otro, la liemos y no lleguemos a verte ni a estar contigo
nunca.
¿Quieres
decir “ir al cielo”?
Sí.
A todos nos da miedo ir al infierno.
De
modo que por eso os habéis colocado allí de entrada: para evitar ir
allí ¡Hummm...! ¡Una estrategia interesante!
¿Lo
ves? ¡Vuelves a ser impertinente!
No
puedo ayudarte. ¡Todo este asunto del infierno hace que surja lo peor de
Mí!
¡Desde
luego, eres un buen comediante!
¿Has
necesitado todo este tiempo para descubrirlo? ¿Te has fijado en el mundo
últimamente?
Eso
me hace pensar en otra pregunta. ¿Por qué no arreglas el mundo, en lugar
de permitir que se vaya al infierno?
¿Por qué no lo haces tú?
Yo no tengo el poder de hacerlo.
¡Tonterías! Tienes el poder y la capacidad de acabar con el hambre en el
mundo en este momento, de curar las enfermedades en este instante. ¿Y si
te dijera que vuestro propio estamento médico oculta métodos de
curación, se niega a aceptar medicinas y procedimientos alternativos,
porque amenazan la propia estructura de la profesión de “curar”? ¿Y si
te dijera que los gobiernos no quieren acabar con el hambre en el
mundo? ¿Me creerías?
Este asunto me ha traído de cabeza. Sé que ese es el punto de vista
populista, pero no puedo creer que realmente sea cierto. Ningún médico
niega una curación. Nadie quiere ver morir a sus compatriotas.
Ningún médico individual; es cierto. Ningún compatriota
particular; es correcto. Pero cuando hablamos del estamento médico y
del estamento político, hablamos de algo institucionalizado, y
son las instituciones las que lo hacen, a veces de manera muy sutil, a
veces incluso inconsciente, pero inevitablemente... ya que, para dichas
instituciones, se trata de una cuestión de supervivencia.
Así, por ponerte sólo un ejemplo muy sencillo y evidente, los médicos
occidentales rechazan la eficacia curativa de los médicos orientales
porque aceptarla, admitir que determinadas modalidades alternativas
pueden proporcionar una curación, supondría desgarrar el propio tejido
de la institución tal como está estructurado.
Esto no es malévolo, pero es insidioso. El estamento no lo hace porque
sea malo; lo hace porque tiene miedo.
Todo
ataque es una llamada de socorro.
Eso lo he leído en un libro.
Yo lo puse allí.
¡Chico, tienes una respuesta para todo!
Eso me recuerda que no hemos hecho más que empezar con tus preguntas.
Estábamos hablando de cómo poner tu vida en marcha. Cómo hacer que
“despegue”. Estaba hablando del proceso de creación.
Sí, y yo no dejaba de interrumpirte.
Eso está bien, pero volvamos a ello, pues no nos interesa perder el hilo
de algo muy importante.
La vida
es una creación, no un descubrimiento.
No vives cada día para descubrir qué te espera ese día, sino para
crearlo. Estás creando tu realidad cada minuto, probablemente sin
saberlo.
He aquí el cómo y el porqué:
1.Yo os he creado a imagen y semejanza de Dios.
2.Dios es el creador.
3.Sois tres en uno. Puedes llamar a esos tres aspectos del ser
como quieras: Padre, Hijo y Espíritu Santo; mente, cuerpo y espíritu;
superconsciente, consciente y subconsciente.
4.El proceso de creación procede de estas tres partes de vuestro
cuerpo. Dicho de otro modo, creáis a los tres niveles. Las herramientas
de creación son: el pensamiento, la palabra y la obra.
5.Toda creación se inicia con el pensamiento (“Procede del
Padre”). Toda creación pasa después a la palabra (“Pedid y se os dará,
hablad y se os hará”). Toda creación se completa en la obra (“Y el verbo
se hizo carne, y habitó entre nosotros”).
6.Aquello que pensáis pero no decís crea a un nivel. Aquello que
pensáis y decís crea a otro nivel. Aquello que pensáis, decís y hacéis
se hace manifiesto en vuestra realidad.
7.Pensar, decir y hacer algo, si no creéis verdaderamente en
ello, es imposible. Por lo tanto, el proceso de creación debe incluir la
creencia, o el conocimiento. Éste es fe absoluta. Esta más allá
de la esperanza. Es conocimiento de una certeza (“Por vuestra fe
seréis sanados”). En consecuencia, la parte activa de la creación
incluye el conocimiento. Se trata de una claridad esencial, una certeza
total, una completa aceptación de algo en tanto realidad.
8.Este nivel de conocimiento es un nivel de intensa e increíble
gratitud. Es un agradecimiento por adelantado. Y quizás sea ésta
la clave más importante de la creación: estar agradecido antes de, y
por, la creación. Esta actitud de darla ya por hecha no es algo que haya
que perdonar, sino algo que hay que alentar. Es un signo seguro de la
cualidad de Maestro. Todos los Maestros saben por adelantado que
la obra se ha realizado.
9.Celebra y disfruta de todo lo que creas y has creado. Rechazar
cualquier parte de ello significa rechazarte a ti mismo. Sea lo que sea
lo que se presente como parte de tu creación, poséelo, reivindícalo,
bendícelo, agradécelo. Procura no condenarlo (“¡maldita sea!”), puesto
que condenarlo significa condenarte a ti mismo.
10.Si hay algún aspecto de tu creación del cual veas que no
disfrutas, bendícelo y simplemente cámbialo. Elige de nuevo. Provoca una
nueva realidad. Piensa una nueva idea. Pronuncia una nueva palabra. Haz
algo nuevo. Hazlo con magnificencia, y el resto del mundo te seguirá.
Pídelo. Exígelo. Di: “Yo soy el Camino y la Vida. Sígueme”.
De este modo se manifiesta la voluntad de Dios, “así en la Tierra como
en el Cielo”.
Si es tan sencillo como eso, si todo lo que necesitamos son esas diez
etapas, ¿por qué no es así para la mayoría de nosotros?
Sí es así, y para todos vosotros. Algunos de vosotros utilizáis el
“sistema” conscientemente, con pleno conocimiento, y otros lo utilizáis
inconscientemente, sin saber siquiera lo que estáis haciendo.
Algunos de vosotros camináis despiertos, y otros camináis dormidos.
Pero todos vosotros estáis creando vuestra realidad - creando, no
descubriendo -, utilizando el poder que os he dado y el proceso
que acabo de describir.
Así pues, me has preguntado cuando “despegará” tu vida, y te he dado la
respuesta.
Harás que tu vida “despegue” cuando, primero, logres pensar en ella con
suma claridad. Piensa en lo que quieres ser, hacer y tener. Piensa en
ello a menudo, hasta que lo veas muy claro. Entonces, cuando logres
dicha claridad, no pienses en nada más. No imagines otras
posibilidades. Disciplina tu mente para que mantenga con firmeza el
pensamiento creador original.
Cuando tus pensamientos sean claros y firmes, empieza a hablar de ellos
como verdades. Grítalos fuerte. Utiliza el gran mandato que hace surgir
el poder creador: yo soy. Afirma “yo soy” a los demás. “Yo soy”
constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que
sea lo que pienses, sea lo que sea lo que digas, tras las palabras “yo
soy” ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las
llevará a ti.
No hay ningún otro modo de que el universo pueda funcionar. Ninguna otra
ruta que pueda tomar. El universo responde al “yo soy” como un genio en
una botella.
Dices “Libera toda duda. Rechaza todo temor. Descarta todo pesimismo”,
como si dijeras “Póngame una barra de pan”. Pero todo esto resulta más
fácil de decir que de hacer. “Desecha todos los pensamientos negativos
de tu construcción mental” podría ser también “sube al Everest antes de
almorzar”. Se trata de una orden excesivamente grande.
Canalizando tus pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es
tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es subir al
Everest.) Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo.
El primer paso consiste en aprender a controlar sus pensamientos; a
pensar en lo que piensas.
Cuando te sorprendes a ti mismo teniendo pensamientos negativos -
pensamientos que nieguen tu más alta idea de ti mismo -, piensa otra
vez. Quiero que lo hagas literalmente. Si piensas que estas
abatido, hecho polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, piensa
otra vez. Si piensas que el mundo es un lugar malo, lleno de
acontecimientos negativos, piensa otra vez. Si piensas que tu
vida se rompe en pedazos, y te parece que nunca la podrás recomponer,
piensa otra vez.
Puedes
entrenarte en hacer esto. (¡Fíjate en lo bien entrenados que estáis en
no hacerlo!)
Gracias. Nunca nadie me había expuesto el proceso de una manera tan
clara. Quisiera que fuera tan fácil de hacer como de decir; pero, al
menos, creo que ahora lo entiendo con claridad.
Bueno. Si necesitas un repaso, disponemos de varias vidas.