Juan visualiza el texto de su trabajo en
el monitor de la computadora mientras tipea. Un mensaje aparece
diciéndole que tiene un error de ortografía. Borra el error y
efectúa la corrección. Nadie espera que él grite o culpe al monitor
por el error.
Pedro no ha querido ir a la escuela
durante varios días. Esto no es frecuente en él. Siempre se levanta
y se viste solo. "El transporte estará aquí en unos pocos minutos",
le recuerda la madre -"necesitas estar listo". Le ha hablado pero
todavía no sabe qué le ocurre. Piensa hablar con la maestra. Su
reacción es típica de los padres en esas situaciones. Nadie
esperaría de ella que mire en su interior para encontrar la fuente
del problema y su solución.
Bill, que tiene cuarenta años, tiene un dolor crónico severo en la
baja espalda. Es un cliente voluntario en un programa de
entrenamiento para terapistas. "¿Cuánto tiempo ha tenido ese
dolor?", pregunta un terapeuta. "¿Cuándo comenzó?", pregunta otro.
"¿Ha estado experimentando tensión últimamente?", sigue otra
pregunta. Luego, de la nada surge una pregunta inesperada. "¿Qué me
ocurre en mi interior que se muestra como el problema en la espalda
de Bill?" "¿Quién es el que se hace el sabio?", pregunta el
instructor sospechosamente.
La responsabilidad total,
como el dinero creciendo en los árboles, nunca ocurre.
No ocurre nunca en la faz de la tierra, ni en las
relaciones, ni en las unidades familiares, ni en los
lugares de trabajo, ni en los negocios, ni en los
gobiernos locales, estatales y nacionales, ni en las
comunidades religiosas y ciertamente tampoco en los
lugares terapéuticos. No existe. Desafortunadamente,
problemas, enfermedades y aún la muerte son el
resultado.
Hay
un modo, no obstante, para salir de los problemas y las enfermedades
para cualquier individuo dispuesto a ser 100% responsable de crear su
vida así como es momento a momento. En el proceso sanador hawaiano
antiguo de Ho' oponopono, el inidividuo le pide al Amor que rectifique
los errores en su interior. "Lo siento: por favor perdona lo que está
ocurriendo en mi interior que se manifiesta en este problema". La
responsabilidad del Amor es entonces trasmutar los errores en su
interior que se manifiestan como el problema. El Amor hace esto borrando
y corrigiendo, como en ejemplo de Juan, en la computadora de la mente.
Si la madre de Pedro pide, el Amor borrará los errores de su mente que
se manifiestan como el problema del hijo. En su trabajo, los terapistas
pueden pedirle al Amor que cancele errores en sus mentes que muestran
los errores en sus pacientes. En el casamiento de total responsabilidad
con el Amor, los problemas se resuelven, la salud se restablece y la
vida se renueva. Esto se evoca líricamente en el soneto de Shakespeare
CXLVI:
"Vive, alma, a expensas de tu servidor;
que aumenten sus fatigas tu tesoro;
y cambia horas de espuma por divinas.
Sé rica adentro en vez de serlo afuera.
Devora tú a la muerte y no la
nutras,
pues si ella muere no podrás morir."
William Shakespeare
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