Te
sientes bien en tu interior solamente si ellos deciden administrarte
alguna dosis de alabanza.
La
necesidad de la aprobación de otra persona está mal, pero se llega
al verdadero problema cuando dicha necesidad se convierte en
necesidad de apoyo de toda la gente para cada acción que emprendamos
o hayamos cumplido.
Si sufres ese
tipo de necesidad, te expones a sobrellevar muchas miserias y
frustraciones en la vida. Y lo que es peor aún, estarás incorporando
una imagen de persona inexistente que acabará en el tipo de
autorrechazo del que hablamos en el capítulo anterior.
Hay que
deshacerse de la necesidad de aprobación. Nada de signos de
interrogación aquí. Hay que erradicarla completamente de tu vida si
quieres lograr tu realización personal. Esa necesidad es un
psicológico callejón sin salida que no te aporta ningún tipo de
beneficio.
Es
imposible vivir en este mundo sin provocar la desaprobación de la
gente, a veces en forma grave. Así es la humanidad; así son los
impuestos que se pagan por estar "vivo", algo que simplemente no se
puede evitar. Una vez traté a un hombre maduro que encajaba
perfectamente en el tipo de mentalidad de necesidad de aprobación.
Ozzie, que así se llamaba, tenía un conjunto de ideas y creencias
respecto a temas tan polémicos como el aborto, el control de la
natalidad, la guerra en el Oriente Medio, Watergate, la política y
todo lo demás.
Cada vez que
encontraba resistencia o rechazo ante sus ideas, se descomponía.
Gastaba gran parte de su energía tratando de conseguir el apoyo de
la demás gente a todo lo que él decía y hacía. Me relató un
incidente en el que cuando él declaró ante su suegro que creía
firmemente en la eutanasia, notó que éste arrugaba el ceño.
Inmediatamente, actuando casi por reflejo, Ozzie modificó su
postura... "Lo que quise decir es que si una persona está
absolutamente consciente y en posesión de todas sus facultades y
pide que lo maten, entonces la eutanasia está bien." Se dio cuenta
entonces que su suegro estaba de acuerdo con él y respiró con más
facilidad. Ante su jefe declaró también su aprobación de la
eutanasia, pero esta vez la desaprobación fue vociferante... "¿Cómo
puede decir una cosa semejante?, ¿no se da cuenta que está jugando a
ser Dios?" Ozzie no pudo tolerar un repudio semejante y rápidamente
cambió de postura... "Lo que quise decir es que, sólo en casos
extremos, cuando el enfermo ha sido declarado legalmente muerto,
entonces me parece bien que se lo desenchufe."
Finalmente su
jefe estuvo de acuerdo con él y Ozzie pudo nuevamente bajar de la
picota. Ante su hermano declaró nuevamente su postura ante la
eutanasia y recibió inmediatamente su aprobación... Qué fácil le
resultó eso a Ozzie, ni siquiera tuvo que cambiar de postura para
conseguir que su hermano lo apoyara y aprobara. Ozzie mismo fue
quien nos dio todos estos ejemplos al relatar cómo interactuaba
normalmente con los demás. Ozzie deambulaba por sus círculos
sociales sin tener opiniones propias, pues su necesidad de halago
era tan fuerte que constantemente estaba mudando de posición a fin
de agraciarse con los demás. Ozzie no existe, sólo existen las
reacciones de los demás que no sólo determinan lo que siente Ozzie,
sino también lo que piensa y dice. Ozzie es lo que los demás quieren
que sea.
Cuando la
búsqueda de apoyo es una necesidad, las posibilidades de encontrar
la verdad desaparecen casi por completo. Si tienes que ser alabado y
emites esa clase de señales, entonces quiere decir que nadie puede
tratar contigo con franqueza. Y tampoco puedes declarar con
confianza lo que piensas y sientes en cualquier momento presente de
tu vida.
Sacrificas tu
verdadera personalidad, tu yo por las opiniones y predilecciones de
los demás.
Los
políticos conforman una clase que por lo general no inspira
confianza. La necesidad de aprobación que tienen es prodigiosa. Sin
ella no tienen trabajo. En consecuencia, a menudo parecen hablar en
dos direcciones simultáneas diciendo por un lado cosas que agradarán
al Grupo A, y por otro, lo que será aprobado por el Grupo B. No
puede haber una verdad cuando el orador es acomodaticio y se mueve
en torno a los temas maniobrando de modo de complacer a todo el
mundo. Este tipo de comportamiento es fácil de reconocer en un
político, pero difícil cuando se trata de nosotros mismos. Quizás
has dejado "enfriar, el tema para aplacar a alguien o te has
descubierto dándole la razón a alguien cuya desaprobación temes.
Sabías que te sentirías desgraciado si te censuraban y modificaste
tu comportamiento para evitarlo.
Es
difícil enfrentarse con un rechazo o una censura y más fácil adoptar
un comportamiento que inspirará aprobación. Pero cuando optas por
este comportamiento más fácil lo que estás haciendo es darle mayor
importancia a la opinión de la demás gente que a tu propia
valoración. Es una trampa peligrosa, y una trampa difícil de evitar
en nuestra sociedad.
A fin de
evitar la trampa de la búsqueda de aprobación, una trampa que
concede el control de tu persona a la opinión de los demás, es
importante examinar los factores que impulsan la necesidad de la
búsqueda de aprobación.
He aquí
una breve excursión por la senda del desarrollo personal que conduce
a un comportamiento de búsqueda de aprobación.
Antecedentes
históricos de la necesidad de aprobación
La
necesidad de aprobación se fundamenta en una sola suposición: "No
confíes en ti mismo; confirma todo con otra persona primero".
Nuestro ambiente cultural refuerza el comportamiento de búsqueda de
aprobación como norma de vida. El pensamiento independiente no sólo
es anticonvencional, sino que es el enemigo de las mismas
instituciones que constituyen los baluartes de nuestra sociedad. Si
has crecido en esta sociedad, no hay duda de que esta idea te ha
polucionado. El "no te fíes de ti mismo" es la esencia de la
necesidad de tributo y la espina dorsal de nuestra cultura.
Si dejas que
la opinión de los demás sea más importante para ti que la tuya
propia y si no logras luego su aprobación, tendrás toda la razón del
mundo para sentirte deprimido, culpable e indigno, puesto que ellos
son más importantes que tú.
La
concesión de apoyo y aprobación puede llegar a ser un gran medio de
manipulación. Como el sentimiento de lo que vales como persona, se
encuentra localizado en los demás y si ellos rehúsan alimentarte con
su aprobación te quedas sin nada. No vales nada. Y de ahí en
adelante, mientras mayor sea tu necesidad de halago, más podrás ser
manipulado por los demás. Cualquier paso dado en dirección a la
independencia y a la búsqueda de la aprobación propia es un paso que
nos aleja del control de los demás. Como resultado, estas actitudes
tan sanas son calificadas de egoístas, desconsideradas, indiferentes
y así por el estilo, dentro del esfuerzo externo para mantenernos en
una situación de dependencia. Para comprender este círculo vicioso
de manipulaciones, piensa en la profusión de mensajes culturales de
búsqueda de aprobación que empezaron a dirigirnos desde que éramos
pequeños y con los que siguen bombardeándonos hoy en día.
Primeros
mensajes familiares de busqueda de aprobación
Es
importante hacer hincapié en el hecho de que los niños pequeños
necesitan realmente la aprobación y aceptación de los adultos
importantes (los padres) en sus años formativos. Pero el sistema de
aprobación no debe ser absoluto. Tampoco el niño debe tener
necesidad de la autorización de sus padres para todo lo que hace,
piensa o dice. La confianza en sí mismo puede enseñarse desde la
cuna, y al leer esta sección la búsqueda de aprobación no debe
confundirse con la búsqueda de amor o necesidad de amor.
Para fomentar
la independencia adulta de la necesidad de aprobación, es importante
y sirve de gran ayuda el apoyar mucho al niño desde el principio.
Sin embargo, si un niño, durante su desarrollo, siente que no puede
pensar o actuar sin antes requerir el permiso de sus padres, esto
quiere decir que las semillas neuróticas de la desconfianza de sí
mismo han sido plantadas desde muy temprano. Aquí menciono la
búsqueda de aprobación como necesidad autofrustrante en el sentido
de que un niño puede ser condicionado a necesitar la autorización o
el control de papá o mamá en vez de la actitud sana y normal de
desear el amor y la aceptación de padres cariñosos.
En la
mayor parte de los casos, nuestro ambiente cultural, el tipo de
educación fomentado por nuestra cultura, enseña al niño a fiarse de
los demás en vez de confiar en su propio juicio. Todo hay que
consultarlo con papá o mamá: "¿Qué como?", "¿Cuándo?", "¿Cuánto?"
"Pregúntaselo a Mamá:"
"¿ Con quién
puedo jugar?" "¿ Cuándo?" "¿Dónde?" "En tu habitación, pero la
tienes que arreglar de esta manera! La ropa colgada, la cama hecha,
los juguetes en el cajón de los juguetes, etcétera".
He aquí
una conversación que refuerza la dependencia y la búsqueda de
aprobación:
-Puedes
ponerte lo que quieras.
-¿Qué te
parece esto, mamá?
-No, no,
mi amor , las rayas y los lunares no se ven bien juntos! Vete a
cambiar, ya sea la blusa o los pantalones para que haga conjunto.
Una semana
después:
-¿Qué me
pongo, mamá?
-Ya te lo
he dicho, ponte lo que quieras. ¿Por qué me preguntas cada vez?
-¿Por
qué?, realmente...
En la
tienda de comestibles el cajero le pregunta al niño: "¿Quieres un
caramelo?". El niño mira a su madre. "¿ Quiero un caramelo?",
pregunta.
Ha aprendido a
buscar la autorización de sus padres para todo, incluso para saber
lo que quiere o lo que no quiere. En la amplia gama que va desde sus
juegos, la comida, el sueño, hasta sus pensamientos y el
establecimiento de amistades, son pocos los mensajes de confianza en
sí mismos que se envían a los niños en la familia. Esto parte de la
creencia fundamental de que papá y mamá son los dueños de sus hijos.
En vez de ayudar a los niños a pensar por sí mismos, a solucionar
sus propios problemas y desarrollar la confianza en sí mismos, los
padres tienden a tratar a sus hijos como una propiedad privada.
Khalil
Gibran habla elocuentemente de los niños que son tratados como
propiedad privada en “El Profeta.”
Tus niños
no son tus niños.
Son los
hijos y las hijas de los anhelos que siente la Vida por sí misma.
Vienen a
través de ti pero no de ti. Y aunque están contigo, no te
pertenecen.
Los
resultados de esta estrategia son muy evidentes en todo niño
"dependiente". Mamá se convierte en el árbitro, en el eterno
mediador, en la persona a la que se acude como delator cuando uno de
los hermanos se está portando mal, alguien que, literalmente, tiene
que pensar, sentir y actuar por el niño. No te fíes de ti mismo para
resolver tus dificultades; papá y mamá lo harán por ti. No te fíes
de ti mismo para tomar las decisiones que eres capaz de tomar por ti
mismo; busca primero la autorización y el beneplácito de los demás.
Los niños
se resisten a ser moldeados como buscadores de aprobación.
Hay muchos
ejemplos de esto en las vidas de todos los que entran en contacto
con la gente joven. Una infinidad de padres me han relatado sus
experiencias de la época en que enseñaban a sus hijos a no mojarse
los pañales y usar el orinal. Dicen que el niño parece saber lo que
se le pide y ellos se dan cuenta de que el niño tiene la capacidad
de controlar sus esfínteres. Y sin embargo el niño, porfiada,
deliberadamente, se niega a hacerlo. {ésta es la primera protesta
contra la necesidad de la aprobación de los padres. Los mensajes
internos son: "Me podéis decir qué tengo que comer, qué me voy a
poner, con quién voy a jugar, cuándo tengo que dormir, dónde tengo
que poner mis juguetes e incluso qué tengo que pensar. Pero esto lo
haré cuando yo quiera". Es la primera protesta positiva contra la
necesidad de la aprobación de papá y mamá.
Cuando
niño querías pensar por ti mismo, tener confianza en ti mismo. Si tu
padre te estaba ayudando a ponerte el abrigo cuando eras pequeño, tú
decías "Yo lo puedo hacer solito". Pero el mensaje de vuelta era a
menudo: demasiado a menudo, "Yo te lo haré. No tengo tiempo para
esperar a que lo hagas tú solo". O "eres demasiado pequeño". La
llamarada de independencia, el deseo de ser tú mismo tan vivo en ti
cuando eras niño era aplastado a menudo con un rotundo: "Confía en
papá y mamá. Si no lo haces, te reprobaremos y si te reprobamos
nosotros, tú tendrás que reprobarte a ti mismo". El núcleo familiar
alimenta, bajo la apariencia de buenas intenciones, la dependencia
de sus miembros y la necesidad de aprobación.
Los padres que
no quieren que a sus hijos les pase nada malo deciden protegerlos
de todo peligro. Pero el resultado es exactamente lo contrario de lo
que se pretende, pues sin las armas necesarias para saber cómo
confiar en uno mismo en los momentos difíciles (solucionando
nuestras propias peleas, enfrentándonos con los insultos y la
agresividad de los demás, luchando por el honor propio, ganándose la
propia "vida"), es imposible construir un arsenal de comportamiento
independiente que nos sirva para toda la vida.
Puede que
no recuerdes todos los mensajes de búsqueda de aprobación que te
fueron telegrafiados cuando eras un niño, pero seguro que muchos te
llegaron cuando eras muy pequeño. Y mientras muchos de los mensajes
de pide la autorización de papá o mamá eran importantes para tu
propia salud y seguridad, otros te fueron enviados para enseñarte un
concepto crítico: aprender la buena conducta; la conducta que hay
que tener para ganar la aprobación de la gente. Esa aprobación, que
debería haber sido gratuita, se condicionaba al hecho de agradar a
alguien o a darle gusto. Lo fundamental aquí no es que la aprobación
no sea importante, sino que debe ser otorgada libremente a los
niños, no como un premio a la buena conducta.
No hay que
contribuir a que el niño confunda su propia estima con la aprobación
de cualquier otra persona.
Mensajes
escolares de búsqueda de aprobación
Cuando
abandonabas tu casa para ir al colegio, entrabas en una institución
especialmente diseñada para inculcar a los niños el comportamiento y
el pensamiento adecuado para lograr la aprobación de los demás. Pide
permiso para todo. No te bases nunca en tu propio juicio.
Pídele permiso
a la maestra para ir al lavabo. Siéntate en la silla señalada. No te
levantes si no quieres incurrir en una sanción. Todo estaba
orientado hacia un control ejercido por los demás. En vez de
enseñarte a pensar, te estaban enseñando a no pensar por ti mismo.
Dobla tu papel formando dieciséis cuadrados y no escribas en los
márgenes. Estudia los capítulos uno y dos esta tarde. Estudia la
ortografía de estas palabras.
Dibuja así.
Lee esto. Te enseñaron a ser obediente. Y en caso de duda, a
consultar con la maestra. Si incurrías en el enfado de la maestra o,
peor aún, del director, tenías que sentirte culpable durante meses,
o al menos era eso lo que se esperaba de ti. Tu libreta de
calificaciones era un mensaje para tus padres para comunicarles el
grado de aprobación que habías alcanzado.
Si lees
la declaración de los postulados de tu colegio, que sin duda fueron
escritos bajo la presión de un grupo de supervisores y pedagogos
oficiales, dirá sin duda algo parecido a lo que sigue:
Nosotros, los
fundadores de este colegio, creemos en la educación y desarrollo
total de todos y de cada uno de los alumnos. El currículum ha sido
diseñado de manera que pueda responder a las necesidades
individuales de todos los alumnos de nuestro colegio. Tratamos de
conseguir, y apoyamos todos los esfuerzos que van dirigidos en esa
dirección, el desarrollo individual y la puesta al día, de nuestro
cuerpo estudiantil... etc.
¿Cuántos
colegios o profesores se atreven a poner en acción estas palabras?
Cualquier alumno que empieza a mostrar señales de ponerse al día y
de tener un verdadero control de sí mismo es puesto rápidamente en
su lugar... Los alumnos independientes, seguros de sí mismos, llenos
de amor a sí mismos, poco susceptibles a la culpa o preocupación,
son sistemáticamente considerados como problemas y como
alborotadores.
Los
colegios no son eficaces para tratar con niños que dan muestras de
un pensamiento independiente. En la mayoría de colegios, la búsqueda
de aprobación es el camino del éxito. Los viejos clichés del "mimado
de la maestra, o "lameculo" se han convertido en clichés con razón.
Existen y funcionan. Si logras el aplauso de los profesores, te
comportas de la manera que ellos te han enseñado, estudias el
programa que te han puesto por delante, saldrás triunfante. Peor
aún, también saldrás con una fuerte necesidad de aprobación, puesto
que habrán logrado desalentar todos tus impulsos para actuar por ti
mismo y con confianza en ti mismo.
Por lo
general, cuando llega a la escuela secundaria el alumno ya ha
aprendido la lección. Ante la pregunta de su consejero sobre las
materias que le gustaría estudiar en la secundaria, contesta con un
"No sé. Dígame usted lo que necesito". En la secundaria le costará
decidirse por los estudios que querrá hacer y se sentirá mucho más
cómodo cuando las decisiones las toma un tercero. En el aula,
aprenderá a no dudar de lo que le enseñan. Aprenderá a escribir una
tesis correctamente y a interpretar a Hamlet. Aprenderá a escribir
disertaciones basadas no en su propio juicio y sus propias opiniones
sino en citas y referencias que apoyarán todo lo que él diga. Y si
no aprende estas cosas, será castigado con malas notas (y con la
desaprobación del maestro). Y al tiempo de graduarse, se dará cuenta
de que le cuesta tomar por sí mismo cualquier decisión ya que
durante doce años le han enseñado cómo pensar y lo que debe pensar.
Ha sido alimentado con una dieta sólida de consúltalo con el maestro
y ahora el día
de su
graduación se da cuenta de que es incapaz de pensar por sí mismo.
Así es que suspira por la aprobación de los demás y aprende que el
logro de esta aprobación es equivalente al triunfo y a la felicidad.
En la
universidad se repite el mismo esquema de adoctrinamiento. Escriba
dos disertaciones mensuales; use el formato apropiado; use una
distancia de 16 y 84 para los márgenes; no se olvide que deben ser
escritas a máquina; no se olvide de la introducción, el cuerpo y la
conclusión; estudie estos capítulos... La gran línea de montaje.
Sométase; complazca a los profesores y le irá bien. Cuando
finalmente el estudiante se inscribe en un seminario en el que el
profesor dice: "Este semestre podéis estudiar lo que queráis dentro
del campo de vuestros intereses. Yo os ayudaré a escoger lo que os
conviene dentro del tema de vuestro interés, pero se trata de
vuestra educación y podéis hacer con ella lo que os plazca. Yo os
ayudaré todo lo que pueda". Cunde el pánico. "Pero ¿cuántas
disertaciones tendremos que hacer?" "¿Cuándo tenemos que
entregarlas?" "¿Quiere que las escribamos a máquina?" "¿Qué libros
tendremos que leer?" "¿Cuántos exámenes habrá que pasar?" "¿Qué tipo
de preguntas?" "¿De cuántas páginas de extensión tienen que ser las
disertaciones?" "¿Dónde ponemos los márgenes? "¿Tendré que venir a
clase todos los días?"
Éstas son
preguntas típicas de quienes buscan la aprobación de los demás y no
pueden causar la menor sorpresa si consideramos los métodos
educativos que acabamos de examinar. Se ha entrenado al alumno a que
todo lo haga para otra persona, para complacer al profesor, para
estar a la altura de las normas y expectativas de otras personas.
Sus preguntas son el resultado de un sistema que demanda la búsqueda
de aprobación para poder sobrevivir en él. El alumno tiene miedo a
pensar por sí mismo. Es mucho más fácil y seguro hacer lo que otra
persona espera de nosotros.
Mensajes
institucionales de búsqueda de aprobación
También
adquirimos síntomas de búsqueda de aprobación de otras fuentes.
La Iglesia
ciertamente ha tenido una gran influencia en este campo. Tienes que
complacer a Jehová o a Jesús o a alguien que está fuera de ti. Los
líderes de la Iglesia han desvirtuado el sentido de las enseñanzas
de los grandes maestros religiosos tratando de enseñar conformidad y
sometimiento y usando como armas el miedo al castigo y el deseo de
recompensa. Así, el hombre tiene una conducta moral no porque cree
que es lo apropiado, sino porque Dios quiere que se comporte así. Si
tienes alguna duda, consulta con los mandamientos en vez de
consultar contigo mismo o con lo que tú crees.
Pórtate bien
porque alguien te lo ha dicho y porque alguien te castigará si no lo
haces, no porque sabes que ése es el comportamiento apropiado para
ti. La religión organizada apela a tus necesidades de búsqueda de
aprobación. Puede que el resultado sea la misma conducta que habrías
escogido tú, pero no la habrás escogido libremente.
La
experiencia religiosa más auténtica sería la de poder fiarte de ti
mismo como guía y no necesitar la aprobación de una fuerza externa.
Sería la religión del ser verdadero, en la cual el individuo
determina su propia conducta basada en su propia conciencia y en las
leyes de su medio ambiente que funcionan para él, en vez de permitir
que alguien le dicte su conducta y decida cómo debe comportarse. Un
estudio cuidadoso de Jesucristo nos demostrará que era un ser
extremadamente realizado, un individuo que predicaba la confianza en
uno mismo y no temía provocar la censura de los demás. Sin embargo
muchos de sus seguidores han adulterado el sentido de sus enseñanzas
haciendo de ellas un catecismo de miedo y de odio a uno mismo. (En
el Capítulo 12 hay una descripción completa de las características
del individuo realizado.)
El Estado
es otro buen ejemplo de institución que usa la búsqueda de
aprobación como motivador de conformidad. "No confíes en ti mismo.
No tienes los conocimientos ni capacidades para funcionar solo.
Nosotros nos ocuparemos de ti. Nosotros cobraremos tus impuestos
descontándolos de tu sueldo para que no te gastes el dinero en otras
cosas antes de recibir tu factura de impuestos. Te obligaremos a
tomar un Seguro Social porque tú serías incapaz de decidirlo por ti
mismo; o de salvarte a ti mismo. No tienes que pensar por ti mismo;
nosotros reglamentaremos tu vida." Y así vemos muchos gobiernos que
van más allá de su responsabilidad de proveer a las necesidades
esenciales de los ciudadanos y de gobernar a la sociedad.
Hay más reglas
codificadas que gente para desobedecerlas. Si alguien decidiera
hacer poner al día todas las normas que existen, descubriríamos que
violamos la ley cientos de veces al día. Alguien ha decidido cuándo
puedes salir de compras, y que no debes beber alcohol a ciertas
horas o ciertos días. Hay reglas contra todo, incluso para lo que
uno se tiene que poner a cierta hora y en ciertos lugares, sobre
cómo puedes disfrutar del sexo, lo que puedes decir y por dónde
puedes caminar. Afortunadamente la mayor parte de estas normas son
inoperantes. De todos modos, la gente que elabora normas es gente
que insiste en la creencia de que ellos saben más que el propio
individuo sobre lo que le conviene a este último.
A diario
nos bombardean con mensajes de nuestro medio ambiente cultural que
nos estimulan a buscar aprobación. Las canciones que oímos a diario
están llenas de mensajes líricos que nos instan a buscar la
aprobación de los demás, especialmente las "bestsellers" populares
de las últimas tres décadas. Esas letras dulzonas e inofensivas
pueden resultar más dañinas de lo que uno piensa. He aquí una breve
lista de títulos que envían mensajes declarando que algo o alguien
es más importante que uno mismo. Sin la aprobación de ese alguien
tan especial el "Yo" se derrumba.
- "No puedo
vivir, si vivir significa estar sin ti."
- "Me haces
tan feliz."
- "Me haces
sentir como una mujer."
- "No eres
nadie hasta que alguien te quiere."
- "Todo
depende de ti."
- "Me haces
sentir completamente nuevo."
- "Mientras él
me necesite."
- "Si tú te
vas."
- "La gente
que necesita a la gente."
- "Tú eres el
rayo de sol de mi vida."
- "Nadie me
puede hacer sentir los colores que tú me traes."
- "Sin ti yo
no soy nadie."
Podrías
intentar hacer un ejercicio la próxima vez que oigas una canción que
envía mensajes en busca de aprobación. Pon atención a las letras que
reflejan la manera que te han enseñado a sentir, esto es, que no
llegarás a nada si alguien te critica o te falla. Reescribe la
canción para que encaje en un patrón mental de control de uno mismo
en vez de la búsqueda de aprobación. Por ejemplo:
- Yo me
siento mujer por mí misma; eso nada tiene que ver contigo.
- Yo
elegí amarte. Debo haber querido hacerlo entonces, pero ahora he
cambiado de opinión.
- La
gente que necesita de la otra gente es la gente más desgraciada del
mundo. Pero la gente que quiere amor y disfruta de la gente es la
que logra ser feliz.
- Yo me
hago a mí mismo muy feliz por las cosas que me digo a mí mismo
respecto de ti.
- Yo soy
el rayo de sol de mi propia vida, y al tenerte a ti, la hago brillar
aún más.
- Yo
puedo dejar de amarte, pero no quiero hacerlo.
Aunque es
seguro que canciones así no se venderían, con este método al menos
podrás empezar a cambiar la dirección de los mensajes inconscientes
que oyes y que reflejan lo aprendido por la gente de nuestro medio
cultural. Hay que traducir el "Sin ti no soy nadie" a "Sin mí mismo
no soy nadie, pero el tenerte hace que este momento presente sea muy
agradable"
Los
anuncios de la televisión apelan de una manera especial al
pensamiento condicionado a la búsqueda de aprobación. Muchos de
estos anuncios reflejan los esfuerzos que hacen los fabricantes para
manipular tu voluntad y lograr así que compres sus productos,
reforzando la noción de que lo que la demás gente cree es más
importante que lo que tú piensas.
Analiza
el siguiente diálogo cuando recibas a amigos en tu casa para jugar
al bridge.
Primer
amigo (husmeando): "¿Comiste pescado frito anoche, querida?", dice
con tono de desaprobación.
Amigo
segundo: "Por lo que veo, George sigue fumando los mismos puros",
con un tono muy parecido que refleja desaprobación.
Tú quedas
ofendido, desconcertado, es más, destruido, porque los demás
censuran los olores de tu propia casa.
Mensaje
psicológico: "Lo que los demás piensan de ti es mucho más importante
de lo que tú piensas de ti mismo, de modo que si no complaces a tus
amigos, mereces sentirte mal".
Analiza
los dos anuncios siguientes y sus mensajes:
1. Una
camarera observa que el cuello de la camisa de uno de los clientes
no está muy limpio cuando le ayuda a ponerse la servilleta. La
esposa se avergüenza al darse cuenta que la camarera, que es una
desconocida, reprueba su comportamiento.
2. Una
mujer se estremece de miedo cuando piensa en lo que pensarán de ella
sus amigas si se dan cuenta que sus medias "panty" le quedan
grandes. "No podría soportar que pensaran mal de mí. Necesito su
aprobación, así es que escogeré otra marca en vez de la que llevo."
Los
anuncios de pastas dentífricas, desodorantes, enjuagues bucales y
lacas especiales están llenos de mensajes psicológicas que te
convencen de que tienes que buscar la aprobación de la gente y de
que la manera de conseguirla es usando un determinado producto. ¿Y
por qué usan los fabricantes ese tipo de tácticas? Porque les dan
buenos resultados. Porque con ellas venden sus productos. Se han
dado cuenta de que la gente tiene necesidad de ser aceptada y se
aprovechan de esta necesidad creando pequeños anuncios que mandan
los mensajes apropiados.
Ahí
tienes una cultura que valonza y fomenta la necesidad de aprobación.
No es nada sorprendente que descubras que le das demasiada
importancia a lo que piensan los demás. Has sido condicionado en
este sentido a lo largo de toda tu vida e incluso si tu familia tuvo
conciencia de que necesitabas su ayuda para fomentar tu seguridad en
ti mismo, los factores culturales de los que dependían les
impidieron hacerlo como debían. Pero tienes que darte cuenta de que
no tienes por qué aferrarte a este comportamiento de necesidad de
aprobación. En su Puddinhead Jilson's Calendar, Mark Twain nos
describe convincentemente un método para romper con una costumbre
arraigada como puede ser la de la búsqueda de aprobación.
"Las
costumbres son costumbres y ningún hombre debe tirarlas por la
ventana; debe engatusarlas y hacer que bajen por las escaleras de
escalón en escalón."
Engatusando a
la búsqueda de aprobación para que baje las escaleras de escalón en
escalón.
Echa un
vistazo a cómo funciona el mundo. Para resumir, diremos que jamás
puedes complacer a todos. En realidad si logras complacer a un
cincuenta por ciento de la gente, lo estás haciendo bastante bien.
Esto no es ningún secreto. Sabes muy bien que por lo menos la mitad
de la gente que compone tu mundo va a estar en desacuerdo con al
menos la mitad de las cosas que digas. Y si esto es correcto (para
comprobarlo no tienes más que ver cómo en una elección donde uno de
los candidatos obtiene un triunfo rotundo, el 40% de la gente ha
votado en contra del ganador), así siempre tendrás un 50% de
posibilidades de incurrir en algún tipo de repulsa o desaprobación
cada vez que expresas una opinión.
Movido de
este conocimiento, puedes empezar a enfocar de otra manera las
actitudes críticas de la demás gente. Cuando alguien no esté de
acuerdo con algo que tú dices, en vez de sentirte herido piensa que
te has encontrado con una de las personas que están dentro del 50%
que no está de acuerdo contigo. Saber que, digas lo que digas, o
pienses lo que pienses, o hagas lo que hagas, habrá alguien que no
esté de acuerdo contigo, es la mejor manera de salirse del túnel de
la desesperación. Cuando seas consciente de la posibilidad de
crítica y la esperes, no te sentirás inclinado a ofenderte por ello,
y simultáneamente dejarás de considerar que el rechazo de un
pensamiento o sentimiento tuyo implica el rechazo a tu persona.
No puedes
evitar la desaprobación de la gente por más que quieras. Por cada
opinión que puedas tener, habrá siempre alguien que tenga
exactamente la opinión opuesta a la tuya. Abraham Lincoln habló de
esto en una conversación en la que participó en la Casa Blanca y
sobre la que nos da cuenta Francis B. Carpenter.
...Si yo fuera
a leer, incluso a contestar, todos los ataques que me dirigen,
habría que cerrar esta tienda para ocuparnos únicamente de ese
negocio. Yo actúo lo mejor que puedo y mejor me parece; y pienso
seguir haciéndolo hasta el final. Si al final el resultado es bueno,
lo que se diga en contra de mí no tendrá ninguna importancia. Pero
si al final el resultado es malo y aunque diez ángeles juraran que
yo tenía razón, no habría ninguna diferencia, igual estaría mal.
Algunos
ejemplos típicos de comportamientos de búsqueda de aprobación
Al igual
que el rechazo de sí mismo, la búsqueda de aprobación incluye una
gran variedad de comportamientos de autocapitulación. Entre las
actividades más comunes y usuales del comportamiento de búsqueda de
aprobación se encuentran las que detallo en la siguiente lista:
- Cambiar
de postura o de manera de pensar porque alguien da muestras de
desaprobación.
-
Suavizar un comentario o declaración para evitar reacciones de
desagrado.
- Adular a tu
interlocutor para que te quiera.
- Sentirte
deprimido o angustiado cuando alguien no está de acuerdo contigo.
-
Sentirte insultado o humillado cuando alguien comenta o declara una
opinión contraria a la tuya.
- Decir
que la otra persona es una "snob, o un "engreído" lo que es
simplemente otra manera de decir "Préstame más atención".
- Ser
excesivamente amable y adulador aunque estés en desacuerdo con lo
que se dice.
- Hacer
cosas para otra persona y sentir resentimiento porque no te
atreviste a decirle que no.
-
Sentirte intimidado por un vendedor agresivo y comprar algo que no
te gusta o no quieres... o... tener miedo de devolverle alguna
mercancía porque le disgustará y no te querrá.
- En un
restaurante, comerte un trozo de carne que no está hecho como lo
pediste porque no le caerás simpático al camarero si lo devuelves.
- Decir
cosas que no piensas para evitar que la gente no te quiera.
-
Propagar noticias de muertes, divorcios, asaltos y cosas por el
estilo y disfrutar de la atención que por ello recibes.
- Pedir
permiso para hablar, o para comprar algo, o hacer cualquier cosa, a
una persona importante en tu vida porque temes su desagrado.
- Pedir
excusas continuamente los excesivos "lo siento" y "perdón" que están
destinados a hacer que los demás te perdonen y te aprueben
constantemente.
-
Comportarte de una manera inconformista a fin de llamar la atención,
lo que equivale al mismo tipo de neurosis que conformarse para
lograr la aprobación externa. De este modo, usar zapatillas de tenis
con un smoking o comerse el puré de patatas con las manos para
llamar la atención son otras formas de buscar aprobación.
- Llegar
invariablemente tarde en todas las ocasiones, de forma patológica
para hacerte notar, es también un truco del comportamiento de
búsqueda de aprobación con el que logras llamar la atención de todo
el mundo. Puede que lo hagas por una necesidad de sentir que te
distingan y en consecuencia estás bajo el control de los que prestan
atención a tus impuntualidades.
Tratar
de impresionar a los demás con tus conocimientos de algo que ignoras
"pretendiendo" saberlo.
-
Solicitando el halago de una manera indirecta esperando la
aprobación de la gente y sintiéndote mal cuando no lo consigues.
-
Sentirte infeliz porque alguien que tú aprecias tiene una opinión
contraria a la tuya y te la expresa.
Evidentemente que la lista podría continuar ad infinitum. La
búsqueda de aprobación es un fenómeno cultural fácilmente observable
en todos los rincones del globo. Sólo es reprochable cuando se
convierte en necesidad, lo que equivale, por supuesto, a entregarse
y colocar la responsabilidad de cómo te sientes en manos de otros
cuya aprobación buscas.
Los dividendos
de la búsqueda de aprobación.
Una
mirada a las motivaciones de este comportamiento autofrustrante será
muy útil para ayudarnos a descubrir ciertas estrategias con las que
lograr eliminar la necesidad de buscar la aprobación de los demás.
Abajo enumero algunas de las razones más comunes (generalmente de
naturaleza neurótica) para aferrarse al comportamiento de búsqueda
de aprobación.
Entre las
retribuciones de la necesidad de búsqueda de aprobación están
incluidas las siguientes:
- Colocar
la Responsabilidad de tus sentimientos en los demás. Si te sientes
así (fatal, dolido, deprimido, etcétera) porque alguien no te
aprueba, entonces {él, esa persona, no tú, es responsable de lo que
tú sientes.
- Si
ellos son responsables de cómo te sientes porque no te aprueban,
cualquier Cambio en ti se vuelve imposible, puesto que es por culpa
de los demás que te sientes así. Entonces él o ellos serán
responsables también de que tú no cambies. Así la búsqueda de
aprobación te ayuda a evitar cualquier cambio.
-
Mientras los demás sean los responsables y tú no puedas cambiar, tú
no tendrás que correr ningún riesgo. En consecuencia el aferrarte al
comportamiento de búsqueda de aprobación te ayudará convenientemente
a evitar cualquier actividad que implique correr un riesgo en tu
vida.
-
Reforzar la imagen pobre de ti mismo y con ello fomentar tu
autocompasión y desidia. Si eres inmune a la necesidad de
aprobación, serás también inmune a la autocompasión cuando no la
consigas.
-
Reforzar la idea de que otros tienen que ocuparse de ti; de ese
modo, puedes volver a la infancia y ser mimado, protegido y
manipulado.
- Culpar
a los demás de lo que estás sintiendo, con lo que creas un efecto de
chivo emisario para todo lo que no te gusta en tu vida.
-
Engañarte a ti mismo diciéndote que cuentas con la simpatía de
aquellos que tú has hecho más importantes que tú mismo en tu vida;
de ese modo, te sientes cómodo exteriormente aunque por dentro
alimentes las semillas del descontento. Cuanto más importantes sean
los otros, más importancia tienen las apariencias externas.
- Gozar,
solazándote con el hecho de que otra gente te presta atención; lo
que te da pie para jactarte ante amigos que, como tú, van en busca
de aprobación.
- Encajar
en el medio ambiente cultural que aplaude ese tipo de comportamiento
y lograr el favor de la mayoría.
Este tipo
de retribuciones neuróticas son sorprendentemente parecidas a las
retribuciones del odio a uno mismo. De hecho, el tema de evitar la
responsabilidad, los cambios y los riesgos se encuentra en el meollo
del pensamiento y del comportamiento autodestructivos descritos en
este libro. Sin emplear el elaborado idioma de los diagnósticos,
puedo decir que simplemente es más fácil, más corriente y familiar,
y menos arriesgado, aferrarse a comportamientos neuróticos. Y
obviamente la búsqueda de aprobación como necesidad no es una
excepción.
Una mirada a
la suprema ironía del comportamiento de búsqueda de aprobación.
Vamos a
fantasear unos instantes. Hazte cuenta que realmente quieres la
aprobación de todos y que es posible obtenerla. Más aún, imagínate
que es una meta sana y digna de alcanzar. Ahora bien, teniendo esto
en cuenta, ¿cuál sería el mejor método, el más eficiente para lograr
tu cometido?
Antes de
contestar piensa en la persona que, en el círculo de tus relaciones,
es la que recibe mayor aprobación. ¿Cómo es este individuo?
¿Cómo se
comporta? ¿Qué hay en él que atrae a toda la gente? Lo más probable
es que estés pensando en alguien que es directo y franco,
independiente de la opinión de los demás, un ser realizado. Lo más
probable es que tenga poco o nada de tiempo para dedicarlo a la
búsqueda de aprobación. Casi seguro que es una persona que dice las
cosas tal como son a pesar de las consecuencias que esto le pueda
acarrear. Quizá piensa que el tacto y la diplomacia son menos
importantes que la honestidad. No es una persona susceptible,
simplemente un individuo que tiene poco tiempo para el tipo de juego
que significa el hablar delicadamente y teniendo cuidado de decir
las cosas bien para evitar herir a los demás.
¿No te
parece irónico? La gente que parece conseguir la mayor cantidad de
aprobación en la vida es precisamente la que nunca la busca, que no
la desea y a la que menos le preocupa conseguirla.
He aquí
una pequeña fábula que podemos aplicar para ilustrar este caso, ya
que la felicidad es la ausencia de la búsqueda de aprobación como
necesidad.
Un gato grande
vio cómo un gatito pequeño trataba de pescarse la cola y le
preguntó: "¿Por qué tratas de pescarte la cola en esa forma?". El
gatito dijo: "He aprendido que lo mejor para un gato es la
felicidad, y que la felicidad es mi cola. Y por eso la persigo y
trato de pescármela; y cuando la pesque habré logrado la felicidad.
El gato viejo le dijo: "Hijo mío, yo también le he prestado atención
a los problemas del universo, yo también he pensado que mi cola era
la felicidad. Pero, me he dado cuenta que cuando la persigo se me
escapa y cuando voy haciendo lo que tengo que hacer ella viene
detrás mío por dondequiera que yo vaya".
De modo que, si tanto quieres merecer aprobación es irónico pensar
que la mejor manera de lograrla es no desearla y evitar correr tras
ella y no reclamársela a todo el mundo. Estando en contacto contigo
mismo y usando la imagen positiva de ti mismo como consejera,
recibirás mucha más aprobación.
Por
supuesto que nunca recibirás aprobación de todo el mundo por todo lo
que haces, pero cuando te consideres a ti mismo como una persona
valiosa no te deprimirás cuando te la niegan. Considerarás que la
desaprobación es una consecuencia natural de la vida en este planeta
donde la gente es individualista en sus percepciones.
Algunas
estrategias específicas para eliminar la búsqueda de aprobación como
necesidad.
A fin de
amenguar tu comportamiento de búsqueda de aprobación, necesitarás
ponerte en contacto con las retribuciones neuróticas que te impulsan
a continuar con ese comportamiento. Aparte de los pensamientos
positivos sobre tu valía cuando entras en contacto con algún tipo de
reprobación (que es la mejor estrategia que puedes emplear), he aquí
otras estrategias positivas con las que puedes trabajar para evitar
la dependencia de la búsqueda de aprobación.
-
Etiqueta la desaprobación con nuevas respuestas que empiecen con la
palabra tú. Por ejemplo, te das cuenta de que tu padre no está de
acuerdo contigo y se está enfadando. En vez de cambiar de posición o
defenderte, simplemente contesta con un "tú te estás enfadando y
piensas que yo no debería pensar como pienso". Esto te mantendrá en
contacto con el hecho de que la desaprobación le pertenece a él y no
a ti. La estrategia del tú puede ser empleada en cualquier momento y
con resultados sorprendentes si llegas a dominar la técnica. Tendrás
que luchar contra la tentación de empezar con "Yo, es decir,
poniéndote en la posición de necesitar defenderte o de modificar lo
que acabas de decir para lograr que te acepten.
- Si
piensas que alguien está tratando de manipularte rebajando tu
autoestima, dilo. En vez de ablandarte con el propósito de lograr
aunque sea algo de aprobación, puedes decir en voz alta:
"Normalmente yo modificaría mi posición para lograr que me aceptes y
me quieras, pero realmente creo en lo que acabo de decir y tú
tendrás que entendértelas con tus propios sentimientos al respecto".
O "Supongo que te gustaría que yo cambie de opinión". El hecho de
etiquetarlo te mantendrá en contacto con tus propios pensamientos y
tu propio comportamiento.
- Puedes
agradecer a la persona que te está proporcionando datos que te serán
útiles para tu crecimiento y desarrollo, aunque sean cosas que no te
gusten. El acto de agradecer pone fin a cualquier tipo de búsqueda
de aprobación. Tu marido te dice que te estás portando de una manera
tímida y nerviosa, que no le gusta. En vez de tratar de complacerlo,
simplemente le agradeces que te lo haga notar. Así desaparecerá el
comportamiento de búsqueda de aprobación.
- Puedes
buscar a propósito que te desaprueben y trabajar contigo mismo para
que eso no te moleste. Busca a alguien con quien estás seguro de no
coincidir y enfréntate cara a cara con la desaprobación manteniendo
de forma serena tu posición. Poco a poco irás molestándote menos y
te será menos difícil no cambiar de punto de vista. Te dirás a ti
mismo que esperas esta "contra", que les está bien a ellos ser así,
y que en realidad no tiene nada que ver contigo. Al ir en busca de
la desaprobación en vez de evitarla aumentarás tu repertorio de
comportamientos para tratarla en forma eficiente.
- Puedes
practicar técnicas para ignorar los actos de desaprobación y para no
prestarle atención a los que tratan de manipularte con sus
acusaciones. Por ejemplo, en una ocasión en que un colega mío daba
una conferencia ante numeroso público en Berlín, uno de los que lo
escuchaban, evidentemente muy irritado por algunas de las cosas que
éste decía, no pudo aguantar más y utilizando un argumento
secundario, le dedicó una serie de comentarios insultantes en forma
de preguntas. Estaba tratando de que el orador cayera en la trampa y
se enredara con él en una discusión neurótica.
La respuesta
de mi colega a esta retahíla agresiva fue un simple "de acuerdo" y
luego siguió con su conferencia. Al no prestar atención a los
insultos, demostró que no iba a valorarse a sí mismo por lo que el
otro podría pensar. Como es de suponer el inoportuno dejó de
interrumpir la conferencia. Si el conferenciante no hubiese tenido
una buena opinión de sí mismo, hubiera dejado que la opinión del
otro fuese más importante para él que su propia valoración de sí
mismo y se hubiera molestado cuando esa persona se la hubiera
cuestionado.
- Puedes
romper la cadena que conecta con lo que los demás piensan, dicen y
hacen, y tu propia valoración. Habla contigo mismo cuando te
enfrentes con la crítica. "Éste es asunto suyo, yo me imaginaba que
iba a actuar así. Pero eso no tiene nada que ver conmigo." Esto
eliminará el dolor que te provocas a ti mismo cuando relacionas los
sentimientos de otra persona con tus propios pensamientos.
- Hazte a
ti mismo esta importante pregunta cuando sientas que te critican.
¿Me iría mejor si estuvieran de acuerdo conmigo? La contestación es
no, obviamente. Lo que ellos piensan no puede tener ningún efecto
sobre ti al menos que tú permitas que lo tenga. Más aún, es muy
probable que descubras que gente importante como tu jefe, y el ser
que tú amas, te quieren y aceptan más cuando no te preocupa el no
estar de acuerdo con ellos.
- Acepta
el hecho muy simple que mucha gente ni siquiera te comprenderá, y
que eso está bien. Por tu parte tú tampoco comprenderás a mucha de
la gente que está muy cerca tuyo. No tienes por qué hacerlo. Está
muy bien que ellos sean diferentes y la comprensión más fundamental
que puedes demostrarles o sentir, es que no comprendes. Gustav
Eschheiser lo demuestra muy claramente en las líneas siguientes de
su Apariencias y realidades:
.. Si la gente
que no se comprende, al menos comprendiera que no se comprende,
entonces se comprenderían mejor que cuando, sin comprenderse, ni
siquiera comprenden que no se comprenden los unos con los otros.
- Puedes
negarte a discutir o a tratar de convencer a los demás de lo
acertado de tu posición, y simplemente creer en ella.
- Confía
en ti mismo cuando compres ropa u otros efectos personales sin
consultar primero con alguien cuya opinión valoras más que la tuya
propia.
- Deja de
buscar respaldo para lo que dices buscando justificación y apoyo de
parte de tu cónyuge o cualquier otra persona con frases como las
siguientes: "¿No es así, querida?" o "¿No es cierto que así lo
hicimos, Raph?" o "Pregúntaselo a Marie, ella te lo dirá".
-
Corrígete en voz alta cada vez que vayas en busca de aprobación,
para que te des cuenta de que tienes esta tendencia y pruebes nuevos
comportamientos para evitarla.
- Trabaja
conscientemente en tratar de evitar las múltiples excusas que das
incluso cuando no te arrepientes de lo que acabas de decir. Todas
las apologías son ruegos de perdón. Y las peticiones de perdón son
formas de búsqueda de aprobación como por ejemplo: "Yo sé que no me
querrías si yo pensara realmente lo que te acabo de decir, así que,
por favor, dime que todavía me aceptas. Disculparse es perder el
tiempo. Si necesitas que otra persona te perdone para poder sentirte
mejor, quiere decir que estás dejando que controlen tus
sentimientos. Y si puedes decidir no portarte de cierta manera y
pensar que algunas expresiones de tu conducta no están bien, vivir
disculpándose es un tipo de comportamiento enfermizo que otorga el
control de uno mismo a un tercero.
- En
cualquier conversación, toma el tiempo que pasas hablando tú y
compáralo con el tiempo que han estado hablando los demás, tu
cónyuge o tus conocidos. Puedes trabajar para no ser el que habla
menos y sólo cuando te piden que participes en la conversación.
- Puedes
verificar en la próxima reunión a la que asistas cuántas veces te
interrumpes y si siempre eres condescendiente cuando hablas al mismo
tiempo que otro miembro del grupo. Puede que tu búsqueda de
aprobación se esté convirtiendo en timidez. Busca estrategias para
poder hablar sin que te interrumpan poniendo de manifiesto ese
comportamiento cuando aparezca en tu medio.
- Toma
nota de cuántas frases afirmativas pronuncias y cuántas en forma de
interrogación. Acaso haces preguntas, pides permiso y aprobación, en
vez de dar tu opinión de frente? Por ejemplo, la pregunta "Qué buen
día hace, ¿no?, pone a la otra persona en posición de resolver un
problema y a ti en la de buscar aprobación. Un simple "Qué buen
día", es una afirmación más que una indagación. Si siempre estás
haciendo preguntas quiere decir que estás embarcado en la búsqueda
de aprobación en un área que puede parecer sin importancia, pero que
refleja la falta de confianza en tu propia capacidad para hacerte
cargo de tus cosas.
Éstos son
los primeros pasos para eliminar la necesidad de la búsqueda de
aprobación en tu vida. Si bien no tratas de eliminar toda aprobación
externa, intentas al menos evitar que cualquier pequeñez te
inmovilice. Los aplausos son agradables y la aprobación es una
experiencia muy satisfactoria. Y es muy agradable sentirte aprobado.
Lo que buscas es la inmunidad ante el dolor cuando no logras los
aplausos que buscas. Igual que el que decide hacer una dieta para
adelgazar no puede probar su fuerza de voluntad cuando está con el
estómago lleno, o el individuo que ha decidido dejar de fumar no
mide su tenacidad después de haber apagado el último cigarrillo, así
no te probarás a ti mismo mientras no te enfrentes con la
desaprobación. Puedes alegar hasta ponerte rojo como un tomate que
puedes enfrentarte con los desaires y que no vas a exigir que todo
el mundo te aprecie, pero hasta que te enfrentes con las situaciones
contrarias no sabrás cómo te está yendo. Si logras eliminar esta
molesta zona errónea de tu vida lo demás te parecerá fácil, porque
has sido condicionado a necesitar la aprobación de los demás desde
que respiraste por primera vez en esta Tierra. Tendrás que practicar
mucho para lograrlo pero bien vale la pena cualquier esfuerzo que
pongas en ello. La inmunidad ante la desesperación de enfrentarnos
con la desaprobación de los demás es como un billete que nos
garantiza una vida llena de deliciosos momentos presentes libres y
persónales.
La ruptura con
el pasado
Sólo los
fantasmas se revuelcan en el pasado, explicándose a si mismos con
descripciones basadas en sus vidas ya pasadas. Tú eres lo que eliges
ser hoy en día, no lo que antes elegiste ser.
¿Quién eres?
¿Cómo te describes a ti mismo? Para contestar estas dos preguntas
tendrás sin duda que referirte a tu propia historia, a un pasado ya
vivido, pero al que sin duda sigues ligado y del que te parece
difícil escaparte. ¿ Cómo te describes a ti mismo? Son pequeñas
etiquetas muy ordenaditas que has ido acumulando durante toda la
vida? Tienes acaso un cajón lleno de autodefiniciones que usas
regularmente? Algunas de ellas pueden ser tan grandilocuentes como:
Yo soy una persona muy nerviosa; soy tímido; soy perezoso; no tengo
oído musical; soy torpe; soy muy olvidadizo, y todo un catálogo de
cosas que eres y que usas. Sin duda tienes también una serie de
"Soy" positivos como: soy muy cariñoso; soy amable; y juego bien al
bridge. No hablaremos de ellos aquí ya que el propósito de este
capítulo es de ayudarte a crecer y desarrollarte más que aplaudirte
por las actividades en las que estás operando eficientemente.
Las
autodefiniciones no son inadecuadas por naturaleza, pero pueden ser
usadas de forma perjudicial. El hecho mismo de etiquetar puede ser
un impedimento para el desarrollo de la personalidad. Es fácil usar
la etiqueta como excusa para seguir igual. Sren Kirkegaard escribió:
"Si me clasificas (o me etiquetas), me niegas". Cuando el individuo
tiene que estar a la altura de la etiqueta que lo clasifica, el ser
deja de existir.
Y pasa lo
mismo con las autoclasificaciones. Es muy probable que al
identificarte con tus etiquetas clasificadoras te estés negando a ti
mismo, en vez de aprovechar tu propio potencial de crecimiento.
Todas las
autoclasificaciones proceden del pasado histórico del individuo.
Pero el pasado, como dijo Carl Sandbug en Prairie, "es un cubo lleno
de cenizas".
Trata de
averiguar hasta qué punto estás encadenado a tu pasado. Todos los
"Yo soy" autodestructivos provienen de estas cuatro frases
neuróticas:
(1) "Así
soy yo."
(2) "Yo
siempre he sido así."
(3) "No
puedo evitarlo."
(4) "Es
mi carácter."
Ahí están
todas en un paquetito. Las trabas que te impiden crecer, cambiar y
hacer tu vida (desde este momento en adelante, que es la única vida
que tienes) nueva, estimulante y llena de momentos presentes plenos
y felices.
Conozco a
una abuela que, todos los domingos cuando recibe en su casa a su
familia para comer, decide cuánto va a comer exactamente cada
persona y deliberadamente calcula las porciones que pone en cada
plato de acuerdo con sus propias especificaciones. A cada persona le
da dos pedazos de carne, una cucharada de guisantes, unas patatas y
así con todo. Cuando le preguntan: "¿Por qué haces eso?", contesta
diciendo, "Oh, siempre he sido así", ¿Por qué? Porque "Así soy yo".
La razón del
comportamiento de la abuela procede de ; su propia etiqueta que a su
vez procede de un pasado en el que siempre se ha comportado de esa
manera.
Hay
personas que usan las cuatro frases a la vez cuando se cuestionan
sus comportamientos. Si le preguntas a alguien por qué se perturba
tanto al oír hablar de accidentes, puede que te responda: "Oh, así
soy yo, siempre he sido así, realmente no puedo evitarlo, es mi
carácter,". Las cuatro a la vez, todas y cada una le sirven para
explicar por qué nunca será diferente ni considerará la posibilidad
de cambiar.
Tus "Yo
soy", que describen un comportamiento autoneutralizador se remontan
a algo que aprendiste en el pasado. Y cada vez que usas una de estas
cuatro frases i lo que realmente estás diciendo es: "Pienso seguir
siendo lo que he sido siempre".
Puedes
empezar a deshacer los nudos que te atan al pasado y eliminar las
inútiles frases que se dicen para seguir siendo lo que siempre has
sido.
He aquí una
típica lista de "yo soy" que podría incluirse en tu autorretrato.
Yo soy tímida
Yo soy perezoso Yo soy apocado
Yo soy
asustadizo Yo soy desordenada Yo soy nervioso
Yo soy
olvidadizo Yo soy pésima para la mecánica
Yo soy malo
para las matemáticas Yo soy un solitario Yo soy frígida
Yo soy
aburrido Yo soy una pésima cocinera Yo soy malo para la gramática
Yo soy de los
que se cansan muy pronto Yo soy enfermizo Yo soy tosco
Yo soy
proclive a los accidentes Yo soy corto de genio Yo soy hostil
Yo soy solemne
Yo soy apática Yo soy gorda Yo soy negado para la música
Yo soy fatal
para el deporte Yo soy torpe Yo soy porfiada Yo soy inmadura
Yo soy
meticulosa Yo soy descuidado Yo soy vengativo Yo soy irresponsable
Yo soy de los
que se angustian fácilmente.
Es muy
probable que te hayas topado con varias de estas frases o que quizás
estés haciendo tu propia lista. De lo que se trata no es de qué
etiquetas escoges, sino del hecho que escojas ponerte en las
etiquetas. Si auténticamente estás satisfecho de alguno de los "Yo
soy", déjalo estar, pero si reconoces que algunos de estos "Yo soy"
u otros que hayas podido recordar se te atraviesan en el camino
entorpeciendo tu vida, quiere decir que ha llegado el momento de
hacer unos cambios. Empecemos por comprender el origen de los "Yo
soy".
La gente
quiere ponerte etiquetas, quiere encasillarte en cierto tipo de
categorías que le resultan cómodas. Así es más fácil. D. H. Lawrence
nos demuestra lo insensato que resulta este proceso de clasificación
en su poema 2 ¿Qué es él?
-¿Qué es él?
-Un hombre,
por supuesto.
-Sí, pero ¿qué
hace?
-Vive y es un
hombre.
-¡Oh, por
supuesto! Pero debe trabajar. Tiene que tener una ocupación de
alguna especie.
-¿ Por qué?
-Porque
obviamente no pertenece a las clases acomodadas.
-No lo sé.
Pero tiene mucho tiempo. Y hace unas sillas muy bonitas.
-¡Ahí está
entonces! Es ebanista.
- No, no!
-En todo caso,
carpintero y ensamblador.
-No, en
absoluto.
-Pero si tú lo
dijiste.
-¿ Qué dije yo
?
-Que hacía
sillas y que era carpintero y ebanista.
-Yo dije que
hacía sillas pero no dije que fuera carpintero.
-Muy bien,
entonces es un aficionado.
-¡Quizá!
¿Dirías tú que un tordo es un flautista profesional o un aficionado?
-Yo diría que
es un pájaro simplemente.
-Y yo digo que
es sólo un hombre.
-¡Está bien!
Siempre te ha gustado hacer juegos de palabras.
Cómo empezaron
esos "yo soy"
Los
antecedentes a los "Yo soy" caen en dos categorías. El primer tipo
de etiquetas o clasificaciones procede de la demás gente. Te las
colocaron cuando eras niño y las has llevado contigo desde entonces.
Las otras etiquetas son el resultado de una elección de tu parte
para evitar tener que hacer cosas incómodas o difíciles.
La
primera categoría es la más corriente. La pequeña Hope está en
segundo grado. Va a clases de pintura todos los días, feliz de jugar
con los colores y pintar. Su profesora le dice que no tiene mucha
facilidad para la pintura, y ella empieza a faltar a las clases
porque no le gusta que la censuren. Y al poco tiempo ya tiene un
principio de "Yo soy": Yo soy bastante mala para la pintura. Y si
sigue actuando de forma negativa al respecto, evitando las ocasiones
de pintar, reforzará este concepto y más tarde, cuando sea mayor y
le pregunten por qué no dibuja, dirá: "Oh, no sirvo para eso;
siempre he sido así". La mayoría de los "Yo soy" son residuos de
frases como: "Él es bastante torpe; su hermano es bueno para la
gimnasia, él es el estudioso de la familia,". O "Eres igual a mí; yo
también era pésima para la gramática". O "Billy fue siempre el
tímido del grupo". O "Ella es igual a su padre; si acierta una nota
es como el burro que toca la flauta por casualidad,". {éstos son los
derechos innatos de una vida entera de "Yo soy" que nunca se
discuten. Que se aceptan simplemente como una condición natural de
la vida.
Habla un
día con la gente que tú crees responsable de muchos de los "Yo soy"
de tu vida (tus padres, viejos amigos de la familia, antiguos
profesores, abuelos, etc.). Pregúntales por qué creen que te
volviste como eres y si has sido siempre así. Diles que estás
decidido a cambiar y comprueba si creen que eres capaz. Sin duda te
sorprenderán sus interpretaciones y el hecho de que piensen que no
puedes ser de otra manera puesto que "Siempre has sido así",.
La
segunda categoría de "Yo soy" tuvo su origen en esos rótulos tan
apropiados que aprendiste a colocarte a ti mismo para dejar de hacer
las cosas que no te gustan. Yo he tratado a un paciente que tiene
cuarenta y seis años y tiene muchos deseos de ir a la Universidad,
pues perdió la oportunidad de hacerlo en su juventud a causa de la
Segunda Guerra Mundial.
Pero a Horace
le asusta la perspectiva de entrar en competencia con gente joven
recién salida del colegio. El miedo al fracaso y las dudas que tiene
respecto a su capacidad intelectual lo espantan. A menudo estudia
catálogos de distintas universidades, y con la ayuda que ha recibido
en su tratamiento ha pasado los exámenes de admisión y ha concertado
una entrevista con uno de los miembros del Comité de Admisión de una
universidad local. Pero aún usa sus "Yo soy" para evitar
incorporarse activamente a los estudios. Justifica su actitud
diciendo: "Soy demasiado viejo; no soy suficientemente inteligente;
no me interesa realmente". (Yo soy... demasiado viejo; Yo soy...
poco inteligente...; Yo soy de los que no se interesan realmente por
esas cosas.)
Horace
usa sus "Yo soy" para dejar de hacer algo que realmente quiere
hacer. Uno de mis colegas los usa para liberarse de las tareas que
no le divierten. Evita tener que arreglar el timbre, o la radio, o
hacer cualquiera de esas incómodas tareas caseras, recordándole
simplemente a su esposa que: "Pero querida, si tú ya lo sabes, a mí
no se me dan bien estas cosas",. Este tipo de "Yo soy" entra dentro
de los comportamientos acomodables, pero no por eso dejan de ser
excusas engañosas. En vez de decir: "Encuentro que este tipo de
actividad es aburrida y sin interés, y escojo no trabajar en ella en
mis momentos presentes" (lo que es perfectamente lógico y
saludable), resulta mucho más fácil sacar un "Yo soy," del bolsillo.
En estos
casos, la gente está diciendo algo respecto a sí misma. Está
declarando que "Yo soy un producto acabado en este sector y nunca
voy a ser distinto". Si eres un producto acabado, atado y
encasillado, quiere decir que has dejado de crecer, y si por un lado
quieres aferrarte a algunos "Yo soy", puede que descubras que muchos
otros te limitan y que son autodestructivos.
Más
adelante he anotado una lista de etiquetas que son reliquias del
pasado. Si reconoces alguna de ellas como tuya, puede que quieras
cambiarla. El quedarte exactamente como eres en cualquier sector de
tu vida equivale a tomar una de esas decisiones que se parecen a esa
muerte de la que hablamos en el Capítulo 1. No te olvides de que no
se trata de las cosas que simplemente no te gustan, sino más bien de
echar una mirada al comportamiento que te aleja de actividades que
podrían proporcionarte mucho placer y fascinación.
Diez
categorías típicas de "yo soy" y sus dividendos neuróticos
1. Yo soy malo
para las matemáticas, la gramática, la literatura, los idiomas,
etcétera.
Este "Yo soy"
garantiza que no te esforzarás por cambiar. El "Yo soy" académico
sirve para evitar que tengas que hacer alguna vez el trabajo pesado
que se necesita para dominar una materia que siempre te ha parecido
difícil y aburrida. Mientras conserves la etiqueta de tu incapacidad
ante ti mismo, tienes una disculpa hecha a medida para evitar el
esfuerzo.
2. Yo soy
pésimo para el tipo de actividades que necesitan cierta habilidad
manual como por ejemplo, la cocina, los deportes, hacer punto,
dibujar, hacer teatro etcétera.
Este "Yo soy"
te da la seguridad de que no tendrás que hacer ninguna de estas
cosas en el futuro y justifica cualquier mala actuación en esos
campos en el pasado. "Siempre he sido así; así soy por naturaleza."
Esta actitud refuerza tu inercia y, lo que es aún más importante, te
ayuda a aferrarte a la absurda noción de que no vale la pena que
hagas cualquier cosa si no la haces realmente bien. Así que, a menos
que seas el campeón mundial, siempre es mejor esquivar el bulto que
hacerla.
3. Yo soy
tímida, reservada, temperamental, nerviosa, asustadiza, etcétera.
Aquí se
recurre a la genética para apoyar estos "Yo soy". En vez de
enfrentarte con ellos y con el pensamiento autodestructivo que los
apoya, simplemente los aceptas como confirmación de tu manera innata
de ser.
También puedes
echar la culpa a tus padres y usarlos a ellos como justificación o
como el motivo de tu "Yo soy" actual. Haces que ellos sean los
causantes de tus problemas, y no te tienes que esforzar ni trabajar
para ser diferente. Escoges este comportamiento como una manera de
evitar el ser asertivo en ciertas situaciones que siempre te han
resultado molestas. {éste es un residuo de la infancia en la que
había gente que tenía especial interés en hacerte creer que eras
incapaz de pensar por ti mismo. {éstos son los "Yo soy," que tienen
que ver con la personalidad.
Estas
autodefiniciones te ayudan a evitar el difícil trabajo de ser
diferente de lo que has sido siempre. Defines tu personalidad con un
"Yo soy" apropiado y todos los comportamientos negativos diciendo
que están fuera de tu control. Niegas la noción de que puedes
escoger , tu propia personalidad y permites que una supuesta
deficiencia genética sea la explicación de todos esos rasgos de
personalidad que te gustaría poder repudiar.
4. Yo soy
torpe, me falta coordinación, etcétera.
Estos "Yo soy"
que aprendiste de niño te permiten evitar el ridículo que podrías
sufrir en caso de enfrentarte con ciertas habilidades físicas que
tienen otras personas. Por supuesto que tu falta de habilidad
proviene de un largo historial de creer en esos "Yo soy" que te
hicieron evitar todo tipo de actividad física y no de una falla
innata. Sólo puedes ser competente en lo que practicas; no en lo que
evitas hacer. Conserva tu "Yo soy" y quédate entonces en los
aledaños de las cosas mirándolas y suspirando por ellas, pero
haciendo como si este tipo de cosas realmente no te gustara.
5. Yo soy poco
atractiva, fea, huesuda, demasiado alta, etcétera.
Estos "Yo soy"
fisiológicos te sirven para evitar correr riesgos con el sexo
opuesto y para justificar la pobre imagen que tienes de ti misma y
la falta de amor que has escogido para tu vida. Mientras sigas
describiéndote a ti misma de esta forma, tendrás la excusa perfecta
y hecha a medida para no ponerte en línea para una relación amorosa.
Y tampoco tendrás que trabajar para verte bien y ser atractiva. Usas
tu espejo como justificativo para no hacer la prueba. Sólo hay un
problema: vemos exactamente lo que escogemos ver, incluso en los
espejos.
6. Yo soy
desorganizado, meticuloso, desordenado, etcétera.
Estos "Yo soy"
relacionados con la conducta son muy útiles para manipular a los
demás y para explicar por qué las cosas tienen que hacerse de cierta
manera. "Siempre las he hecho así." Como si la tradición fuese un
motivo para hacer cualquier cosa. "Y siempre las haré así" es el
mensaje no formulado. Confiando en la forma que lo has hecho siempre
no tienes por qué mantener la noción llena de riesgos y peligros de
que podrías hacerlo de una manera diferente, y a la vez asegurarte
de que todos los que están a tu alrededor lo hagan a tu manera
también. Éstos son los "Yo soy" que recurren a la "política" como
sustituto del pensamiento.
7. Yo soy
olvidadiza, descuidada, irresponsable, apática, etcétera.
Estos "Yo soy"
te resultan particularmente útiles cuando quieres justificar algún
comportamiento ineficaz. Estos "Yo soy" evitan que trabajes para
mejorar tu memoria, o tu descuido y simplemente te disculpas con un
cómodo y simple "Así soy yo". Mientras puedas sacar a relucir este
"Yo soy" cuando te comportas de alguna de las maneras descritas más
arriba, jamás tendrás que trabajar para intentar un cambio.
Simplemente sigue olvidando y recordándote a ti misma que no puedes
evitarlo, y siempre serás olvidadiza.
8. Yo soy
italiana, alemana, judía, irlandesa, negra, china, etcétera.
Éstos son tus
"Yo soy" étnicos y funcionan muy bien cuando se te acaban las otras
excusas necesarias para explicar ciertos comportamientos, que no te
favorecen pero que son demasiado difíciles de cuestionar. Cada vez
que te comportas de manera estereotipada relacionada con tu
subcultura, tú simplemente echas mano de tu "Yo soy" étnico como
justificativo. Una vez le pregunté a un maitre de hotel por qué era
tan excitable y reaccionaba con esos terribles exabruptos ante el
menor problema. Me contestó: "¿Qué puede esperar de mí?
Soy italiano.
"No puedo evitarlo".
9. Yo soy
mandón, prepotente, autoritario, etcétera. Aquí tus "Yo soy" te
permiten continuar tus actitudes hostiles en vez de trabajar para
desarrollar una : autodisciplina. Recubres el comportamiento con "No
puedo evitarlo, yo siempre he sido así".
10. Yo soy
viejo, anciano, estoy cansado, etcétera. Con estos "Yo soy" puedes
usar tu edad como justificativo para no participar en lo que pueden
ser actividades arriesgadas o peligrosas. Cada vez que tienes que
enfrentarte con una actividad como puede ser un encuentro deportivo,
una cita amorosa después de un divorcio o de la muerte de un cónyuge
o un viaje, puedes decir simplemente "Estoy demasiado viejo para
esas cosas" y habrás eliminado los riesgos que lleva consigo la
posibilidad de hacer algo nuevo y que impulsa tu crecimiento y
desarrollo. Lo que implican los "Yo soy" basados en la edad es que
estás definitivamente acabado en esos campos; como cada vez serás
más viejo, ya has terminado de crecer y de experimentar cosas nuevas
EL circulo del "Yo Soy"
Las
retribuciones que te brinda aferrarte a tu pasado por medio de los
"Yo soy," que sacas a relucir cuando te conviene, pueden ser
resumidos nítidamente en una palabra: evasión. Siempre que quieres
evitar cierto tipo de actividades o ignorar algún defecto de tu
personalidad, podrás justificarte con un "Yo soy". Y si usas estas
etiquetas durante un tiempo lo suficientemente largo, verás que
empiezas a creerlas tú mismo y en ese momento presente eres ya un
producto acabado destinado a seguir siendo lo que eres para el resto
de tus días. Las etiquetas te permiten evitar el riesgo y el difícil
trabajo pesado de tratar de cambiar. también perpetúan el
comportamiento que las provocó. De este modo si un muchacho joven va
a una fiesta convencido de que es tímido, se portará como tal y su
comportamiento reforzará aún más su imagen de sí mismo como un ser
tímido.
Es un círculo
vicioso.
Ahí lo
tienes. En vez de intervenir entre los puntos 3 y 4 del círculo,
simplemente exonera su comportamiento con un "Yo soy" evadiéndose
así del riesgo necesario para salir de la trampa. Pueden haber
muchos motivos que expliquen la timidez del joven; algunos de ellos
estarán sin duda relacionados con su niñez. Sea cual fuere el motivo
de su miedo, él ha decidido no hacer nada por solucionar su problema
de contacto social justificándolo más bien con un simple "Yo soy".
Su miedo al fracaso es tan grande que no le deja ni hacer la
intentona. Si él llegara a creer en su momento presente y en su
posibilidad y capacidad de elección, su frase cambiaría de "Yo soy
tímido,", a "Hasta ahora me he comportado con timidez". El círculo
vicioso de la timidez puede ser aplicado a casi todos los "Yo soy"
que sirven para subestimarse a sí mismo. Toma el caso por ejemplo
del estudiante que piensa que es malo para las matemáticas cuando le
toca hacer un deber de álgebra.
En vez de
detenerse entre el 3 y el 4, dedicar más tiempo, consultar con un
profesor o hacer un esfuerzo, el estudiante se da por vencido. A la
pregunta por qué falló el curso de álgebra dirá: "Siempre he sido
pésimo en matemáticas",. Recurre a esos infernales "Yo soy" como
elementos que invoca para exonerarse y explicar a los demás por qué
persiste en una conducta autofrustrante.
Puedes
echarle una mirada a tu propio círculo de lógica neurótica y empezar
a desafiar cualquier aspecto de tu vida en el que has elegido ser un
producto acabado. La recompensa número uno por aferrarte al pasado y
refugiarte en tus "Yo soy," es rechazar cualquier posibilidad de
cambio. Cada vez que usas un "Yo soy" para explicar un
comportamiento que te disgusta piensa en ti mismo como encerrado en
una caja alegremente decorada, envuelto y empaquetado como un
producto listo y acabado.
Por
supuesto, es más fácil describirte a ti mismo que cambiar. Puede ser
que culpes de tus etiquetas a tus padres o a los adultos importantes
que te influenciaron en la niñez: a los maestros, vecinos, abuelos y
gente por el estilo. Al hacerlos responsables de tus actuales "Yo
soy" les has otorgado un grado de control sobre tu vida de hoy en
día, les has elevado a una posición más alta que la tuya propia y te
has creado una coartada ingeniosa para permanecer en una condición
inmovilista. Esta retribución te sirve perfectamente de garantía
contra cualquier posibilidad de correr un riesgo. Si tu "cultura" es
culpable de que tengas ese "Yo soy", pues entonces no puedes hacer
nada al respecto.
Algunas
estrategias para liberarte del pasado y eliminar tus fastidioso e
inoportunos "yo soy"
Dejar
atrás el pasado implica correr ciertos riesgos. Tú estás
acostumbrado a tus autodefiniciones. En muchos casos funcionan como
sistema de apoyo en tu vida cotidiana. He aquí algunas estrategias
específicas que te servirán para eliminar esos "Yo soy":
-
Eliminar los "Yo soy" cada vez que te sea posible. Sustitúyelos con
frases como: "Hasta ahora había escogido ser así", o "Yo solía
clasificarme así...".
Anuncia
a tus seres más próximos que vas a tratar de eliminar algunos de tus
"Yo soy,". Decide cuáles son los más importantes y pídeles que te lo
recuerden cada vez que los saques a relucir.
Ponte
metas de conducta para comportarte de manera muy diferente de lo que
has hecho hasta ahora. Por ejemplo, si consideras que eres tímido,
preséntate tú solo a alguna persona a la que normalmente hubieras
evitado.
- Habla
con algún amigo de confianza que te ayude a combatir las poderosas
influencias del pasado. Pídele que te haga alguna señal silenciosa,
como darse un pequeño tirón de orejas cada vez que te vea caer en
uno de tus viejos "Yo soy".
- Escribe
un diario donde vayas anotando tus comportamientos autodestructivos,
y apunta no sólo tus actos sino también lo que sentías cuando te
comportabas de esa manera. Durante una semana apunta en una libreta
la hora exacta, la fecha y la ocasión en que usas cualquiera de los
"Yo soy" autodestructivos, y esfuérzate por disminuir el número de
apuntes. Usa la lista que dimos al principio de este capítulo como
guía para las anotaciones en tu diario.
- Está
siempre alerta para notar cualquiera de estas cuatro frases
neuróticas y cada vez que vuelvas a pensarlas corrígete en voz alta
de la siguiente manera. Cambia.
"Así soy
yo"... a... "Así era yo".
"No puedo
evitarlo"... a... "Puedo cambiar si lo intento seriamente".
"Siempre
he sido así"... a... "Voy a ser diferente". "Es mi naturaleza",...
a... "Así
creía yo que era mi naturaleza".
Trata de
concentrarte para eliminar un "Yo soy" en un día determinado.
Si has usado
el "Yo soy olvidadizo" para describirte a ti mismo, dedica el lunes
para tomar conciencia de esa tendencia e intenta alterar uno o dos
comportamientos olvidadizos. Igualmente si no te gusta tu "Yo soy
tozudo", date un día específico para ser tolerante con las opiniones
contrarias a la tuya; la cuestión es deshacerse de los "Yo soy"
concentrándote en uno de ellos cada día.
- Puedes
interrumpir tu propio "Círculo de "Yo soy"" entre los puntos 3 y 4 y
decidir sacarte de encima esas viejas excusas que te servían para
evadirte.
-
Encuentra algo que no has hecho nunca y dedica una tarde para esa
actividad. Después de haberte sumergido durante tres horas en una
actividad completamente nueva, alguna actividad que siempre habías
evitado, fíjate si aún puedes usar el mismo "Yo soy," que usaste esa
mañana.
Todos tus
"Yo soy" son fórmulas aprendidas de evasión y tú puedes aprender a
hacer casi cualquier cosa si así lo decides.
Algunos
pensamientos para terminar
No existe
algo que se pueda llamar naturaleza humana. La frase está diseñada
para encasillar a la gente e inventar excusas. Tú eres producto de
la suma total de tus elecciones, y cada uno de los "Yo soy" que
tanto cuidas, podría ser rebautizado o reetiquetado: "He escogido
ser". Vuelve a la pregunta que abre este capítulo. ¿Quién eres tú? y
¿Cómo te describes a ti mismo? Piensa en algunas etiquetas
deliciosas que sean completamente nuevas y no estén relacionadas en
absoluto con las cosas que los demás han elegido para ti, o con las
que tú habías elegido para ti hasta ahora. Esas aburridas y viejas
etiquetas pueden estar impidiendo que tengas una vida tan plena como
quisieras.
Recuerda lo
que dijo Merlin sobre la educación:
" Lo mejor
para la tristeza -contestó Merlin, empezando a soplar y resoplar- es
aprender algo. Es lo único que no falla nunca. Puedes envejecer y
sentir toda tu anatomía temblorosa; puedes permanecer durante horas
por la noche escuchando el desorden de tus venas; puedes echar de
menos a tu único amor; puedes ver al mundo a tu alrededor devastado
por locos perversos; o saber que tu honor es pisoteado por las
cloacas de inteligencias inferiores. Entonces sólo hay una cosa
posible: aprender.
Aprender por
qué se mueve el mundo y lo que hace que se mueva. Es lo único que la
inteligencia no puede agotar, ni alienar, que nunca la torturará,
que nunca le inspirará miedo ni desconfianza y que nunca soñará con
lamentar, de la que nunca se arrepentirá. Aprender es lo que te
conviene.
Mira la
cantidad de cosas que puedes aprender: la ciencia pura, la única
pureza que existe. Entonces puedes aprender astronomía en el espacio
de una vida, historia natural en tres, literatura en seis. Y
entonces después de haber agotado un millón de vidas en biología y
medicina y teología y geografía e historia y economía, pues,
entonces puedes empezar a hacer una rueda de carreta con la madera
apropiada, o pasar cincuenta años aprendiendo a empezar a vencer a
tu contrincante en esgrima. Y después de eso, puedes empezar de
nuevo con las matemáticas hasta que sea tiempo de aprender a arar la
tierra."