Los niños
se consideran hermosos e importantes por naturaleza, pero al llegar
a la adolescencia los mensajes de la sociedad ya han echado raíces.
La desconfianza en sí mismos está en pleno apogeo. Y con el pasar de
los años esta sensación recibe constantemente refuerzos. Después de
todo no debes andar por el mundo amándote a ti mismo. ¡Qué pensarán
de ti los demás!
Las
indirectas son sutiles y la intención que las alienta no es mala,
pero logran mantener a raya al individuo. Empezando con los padres y
la familia y siguiendo con el colegio y los amigos, el niño aprende
estos encantadores modales sociales que son como la marca de ley del
mundo de los adultos. Los niños nunca actúan así entre ellos a menos
que sea para darles gusto a los mayores. Que digan siempre por favor
y gracias, que hagan una venia, que se levanten cuando entra un
adulto en la habitación, que pidan permiso para levantarse de la
mesa, que aguanten las eternas caricias en las mejillas y las
sobadas de cabeza de los adultos. El mensaje es muy claro: los
adultos son importantes; los niños no cuentan. Los demás tienen
importancia; tú eres insignificante. No te fíes de tu propia opinión
era el corolario número uno, y había un enorme paquete de refuerzos
que venían bajo el título de "buena educación". Estas reglas
encubiertas por la palabra "modales" te ayudaban a internalizar los
juicios de los demás a expensas de tus propios valores. No es
sorprendente pues que estas mismas preguntas y dudas, estas mismas
definiciones que te niegan como persona persistan en la madurez. ¿Y
cómo logran introducirse estas dudas de uno mismo? Quizá tengas
problemas en el importante tema de amar al prójimo.
Pero el amor a
los demás está relacionado directamente con el amor que te tienes a
ti mismo.
El amor:
sugerencias para una definición
El amor
es una palabra que tiene tantas definiciones como personas hay para
definirlo. Prueba ésta a ver cómo te va. La capacidad y la buena
disposición para permitir que los seres queridos sean lo que ellos
elijan para si mismos, sin insistir en que hagan lo que a ti te
satisficiera o te gustase. Puede que ésta sea una definición
practicable pero el hecho es que muy pocas personas son capaces de
adoptarla para sí mismos. ¿Cómo puede llegarse al punto de poder
dejar que los demás sean como quieren y eligen ser sin insistir para
que se pongan a la altura de lo que esperas de ellos?
Muy sencillo.
Amándote a ti mismo. Sintiendo que eres importante, hermoso y que
vales mucho. Cuando hayas reconocido lo que vales y lo bueno que
eres no tendrás necesidad de que los demás apoyen y refuercen tu
valor y tus valores ajustando su conducta a tus instrucciones. Si
estás seguro de ti mismo y tienes confianza en lo que piensas, no
querrás ni necesitarás que los demás sean como tú. En primer lugar,
tú eres un ser único. Por otro lado eso los privaría de su
individualidad, y lo que te gusta en ellos son precisamente esos
rasgos que los diferencian y hacen que sean lo que son.
La cosa
empieza a armarse. Logras amarte a ti mismo y de pronto eres capaz
de amar a los demás, y eres capaz de hacer cosas por los demás al
poder dar y hacer cosas para ti mismo primero que nada. Así no
tendrás necesidad de artimañas para amar y dar. No lo harás porque
esperas retribución o gratitud sino por el auténtico placer que
sientes al ser generoso y amante.
Si tu ser no
vale nada, o no es amado por ti, entonces es imposible dar.
¿Cómo puedes
dar amor si no vales nada? ¿Qué valor tendría tu amor?
Y si no puedes
dar amor, tampoco puedes recibirlo. Después de todo, ¿qué valor
puede tener el amor que se le da a una persona que no vale nada? El
estar enamorado, el poder dar y recibir, todas esas cosas empiezan
con un ser que es capaz de amarse totalmente a sí mismo.
Toma por
ejemplo el caso de Noah, un hombre maduro que pretendía amar
tiernamente a su mujer y a sus hijos. Para demostrarles su cariño
les compraba regalos caros, les costeaba vacaciones lujosas y tenía
buen cuidado, cuando se ausentaba en viajes de negocios, de firmar
siempre sus cartas con la palabra "amor". Sin embargo Noah nunca
lograba decir a su mujer y a sus hijos que los amaba. Y tenía el
mismo problema con sus padres a quienes quería mucho también. Noah
quería pronunciar las palabras que a menudo le pasaban por la cabeza
y sin embargo se atoraba cada vez que trataba de decir "Te amo".
En la
mente de Noah las palabras "Yo te amo" lo dejaban al descubierto. Si
él decía "Yo te amo" alguien tenía que contestar "Yo también te amo,
Noah". Su declaración de amor tiene que encontrarse con una
afirmación de su propio valor personal. El decir esas palabras
implicaba un riesgo demasiado grande para Noah, porque podrían
quedar sin respuesta y entonces todo su valor se ponía en duda. Si,
por otro lado, Noah pudiese empezar con la premisa de que él era
amable o querido, no tendría ninguna dificultad en decir "Yo te amo,
o "Yo te quiero". Y si no le respondían con el deseado "Yo también
te amo, Noah", él vería que eso nada tiene que ver con su propia
autovaloración puesto que ésta estaba intacta desde antes de que
siquiera empezara a hablar. Si su amor era correspondido, era
problema de su esposa, o de quien sea que Noah amara en ese momento.
Podría ser que él deseara el amor de la otra persona, pero éste no
sería indispensable para su autovaloración.
Puedes
desafiar todos tus sentimientos de acuerdo a tu habilidad de amarte
a ti mismo. Recuerda siempre que en ningún momento y en ninguna
circunstancia es más sano odiarse a sí mismo que amarse a sí mismo.
Incluso si te has portado de alguna manera que te desagrada, odiarte
a ti mismo sólo te llevará a inmovilizarte y a perjudicarte. Y en
vez de odiarte a ti mismo, trata de tener sentimientos positivos.
Que la equivocación o el error te sirvan de lección; haz el
propósito de no repetirlos pero no los asocies con tu autoestima o
autovaloración.
He aquí
el meollo tanto del amor a uno mismo como a los demás. No confundas
nunca tu propio valor (que es un valor dado) con tu comportamiento o
con el comportamiento de los demás hacia tu persona. Y, lo repito,
no es fácil. Los mensajes que nos manda la sociedad son abrumadores.
"Eres un niño malo", en vez de "Te portaste mal". "Mamá no te quiere
cuando te comportas de esta manera", en vez de "A mamá no le gusta
cómo te portas". Las conclusiones que sacas de este tipo de mensajes
son:
"Ella no me
quiere, debo ser un desastre" en vez de "no le gusto a mamá.
Ésa es su
decisión; y aunque no me gusta que así sea, sigo creyendo que soy
importante. En su libro "Knots" (Nudos) el doctor R. D. Laing resume
el proceso de internalización de los pensamientos de los demás para
equipararlo con la propia autoestima.
Mi madre me
ama. Yo me siento bien.
Yo me siento
bien porque ella me ama. Mi madre no me ama.
Yo me siento
mal
Yo me siento
mal porque ella no me ama.
Yo soy malo
porque me siento mal. Yo me siento mal porque soy malo. Yo soy malo
porque ella no me ama. Ella no me ama porque yo soy malo.
No es
fácil deshacerse de los hábitos de la niñez. Es muy posible que la
imagen de ti mismo se base todavía en las opiniones de los demás. Si
bien es cierto que tus primeras ideas respecto a ti mismo las
aprendistes de la opinión de los adultos, no es cierto que tengas
que cargar con ellas para siempre. Sí, es difícil desligarse de las
viejas cadenas y limpiar las heridas abiertas, pero es aún más
difícil aferrarse a ellas si uno considera las consecuencias que
esto implica. Con un poco de práctica y entrenamiento mental, podrás
hacer unas elecciones de amor a ti mismo que te sorprenderán.
¿Quiénes
son las personas que aman con facilidad? Son acaso las personas que
tienen un comportamiento autodestructivo? No, jamás. ¿Son las que se
humillan y se esconden en un rincón? No, por cierto. El volverse
eficiente, el lograr dar y recibir amor eficazmente empieza en casa
por uno mismo, con el propósito de terminar con los comportamientos
emanados de la baja valoración de sí mismo que se han convertido en
una costumbre y en una manera de vivir.
Sintonizando
la onda de la autoaceptación
Lo
primero que tienes que hacer es destruir el mito de que se tiene un
solo concepto de sí mismo y que éste es positivo o negativo
permanentemente. Se tienen muchas imágenes de sí mismo y éstas
varían de un momento a otro. Si te preguntaran "¿Te gustas a ti
mismo?", podría ser que contestaras con un "No" colectivo después de
amontonar todos tus pensamientos negativos sobre ti mismo. El romper
las áreas de lo que no te gusta para catalogarlas en zonas
específicas, logrará dirigir tus esfuerzos hacia unas metas
definitivas. Tienes diversas opiniones respecto a ti mismo, desde un
punto de vista físico, intelectual, social o emocional.
Tienes tu
propia opinión respecto a tu talento para la música, el deporte, el
arte, las tareas mecánicas, la literatura y demás. Tus autorretratos
son tan numerosos como lo son tus actividades, y a través de todos
estos comportamientos siempre estás TU, la persona que aceptas o
rechazas. Tu autoestima, esa sombra amable siempre presente, tu
consejera para tu felicidad personal y para el dominio de ti mismo
no debe estar en relación directa con tu autovaloración. Tú existes.
Tú eres un ser humano. Eso es todo lo que necesitas.
Tú eres quien
determina lo que vales sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Y
tu propio valor que es un hecho en sí no tiene nada que ver con tu
comportamiento ni con tus sentimientos. Puede ser que no te guste
como te has portado en un momento dado, pero eso nada tiene que ver
con tu autovaloración. Tú puedes escoger el ser valioso para contigo
mismo para siempre, y de ahí emprender la tarea de elaborar tus
imágenes de ti mismo.
El amor al
cuerpo
Todo
empieza con tu yo físico. ¿Te gusta tu cuerpo? Si has contestado que
no, trata de dividir esta respuesta en diferentes partes. Haz una
lista de las cosas que no te gustan. Empezando por arriba: tu
cabello, tu frente, tus ojos, párpados, mejillas. ¿Te gustan tus
ojos, tu nariz, dientes y cuello? Y ¿qué pasa con tus brazos, dedos,
pecho y estómago? Haz una lista larga. Incluye también tus órganos
interiores. Tus riñones, el bazo, las arterias y el fémur. Ahora
piensa en los oscuros ingredientes que te componen. ¿Qué piensas de
tu Cisura de Merlando, de tu zona coclear, de tu úvula, de tus
glándulas adrenales y de tu pabellón auditivo externo? Tienes que
hacer una lista larga y completa. No es que tengas buen cuerpo; tú
eres tu cuerpo; y el que no te guste significa que no te aceptas a
ti mismo como ser humano.
Puede que
tengas algunos rasgos físicos que te desagraden. Si son partes de tu
cuerpo que pueden ser modificadas, haz que cambiarlas sea una de tus
metas. Si tu barriga es demasiado grande o tu pelo de un color que
no te sienta bien, puedes considerarlos como elecciones hechas en
anteriores momentos-presentes, y puedes hacer nuevas decisiones
apropiadas a este momento-presente. Esas partes que desapruebas y
que no pueden ser modificadas (piernas demasiado largas, ojos
demasiado estrechos, pechos demasiado pequeños o demasiado grandes)
pueden ser vistos bajo una óptica diferente. Nada es demasiado nada
y las piernas largas no son ni mejor ni peor que pelo o no pelo. Lo
que tú has hecho es aceptar la definición de la sociedad
contemporánea respecto a la belleza. No dejes que los demás te
dicten lo que te resulta atractivo a ti. Decide que te agrada tu yo
físico y que es valioso y atractivo para tu modo de ver, para ti,
rechazando las comparaciones y las opiniones de los demás. Tú puedes
decidir lo que es agradable y de tu gusto; y hacer que la falta de
aceptación de ti mismo sea una cosa del pasado.
Eres un
ser humano. Los seres humanos tienen ciertos olores, hacen ciertos
ruidos y tienen pelos en ciertas partes. Pero la sociedad y la
industria nos envían mensajes constantemente respecto a la condición
física del ser humano. Avergüéncese de estas características, nos
dicen. Aprenda a disfrazar el comportamiento, especialmente si
disimula su verdadero yo con nuestro producto. ¡No se acepte a sí
mismo tal como es y esconda su verdadero yo!
No se
puede estar ante la televisión ni una hora sin recibir este tipo de
mensajes. Los anuncios que te bombardean a diario te informan sobre
lo mal que huelen tu boca, tus axilas, tus pies, tu piel e incluso
tus órganos genitales. "Use nuestro producto y siéntase nuevamente
como un ser real y natural. Así desodorizas todos los orificios de
tu cuerpo con el producto perfumado apropiado, porque no aceptas esa
parte de ti mismo que existe en todos los seres humanos.
Yo sé de
un hombre de treinta y dos años, llamado Frank, que ha aprendido a
rechazar todas sus funciones corporales y a considerarlas como
innombrables y asquerosas. Frank es compulsivamente limpio en todo
lo que respecta a su cuerpo hasta tal punto que se siente ' incómodo
cuando suda, y espera que su mujer y sus hijos se comporten de la
misma manera. Corre a la ducha para librarse de cualquier olor que
pueda resultar ofensivo, después de haber cortado la hierba o jugado
una partida de tenis. Y además él y su mujer no pueden tener
relaciones sexuales si no se han duchado antes y después de hacer
el amor. No puede tolerar sus propios olores corporales ni tampoco
vivir con alguien que se acepte más a sí mismo. Frank vaporiza con
perfumes especiales su cuarto de baño, usa una multitud de
cosméticos y productos de tocador para siempre tener buen olor, y
se preocupa de que los demás no lo quieran o no lo acepten cuando
se humaniza
y empieza a
oler como un ser humano. Frank ha aprendido a rechazar sus olores y
sus funciones corporales naturales. Él ha adoptado actitudes que
reflejan un autorrechazo personal al sentirse avergonzado u obligado
a dar excusas cuando permite a su cuerpo funcionar con naturalidad.
Pero un ser humano implica tener muchos olores naturales, y la
persona que está trabajando para aceptarse a sí misma y para amarse
a sí misma no debe sentirse ofendida ni molesta por sus
características naturales. En realidad, si Frank fuese completamente
honrado respecto a su persona, y borrase todos los mensajes
aprendidos que lo llevaron a un rechazo de sí mismo, podría incluso
reconocer que disfruta de su propio cuerpo y de todos esos olores,
gloriosos olores, que el cuerpo es capaz de producir. Y si no quiere
compartir esos olores con los demás, podría por lo menos ser capaz
de aceptarlos en sí mismo, decirse a sí mismo que a él, en realidad,
le gustan, y no sentir vergüenza ante los demás.
El
aceptarse a sí mismo implica la aceptación del yo físico y la
posibilidad de disfrutar del mismo, eliminando las imposiciones
sociales y culturales que te obligan a ser limpio o simplemente a
tolerar el propio cuerpo cuando se comporta de una manera natural
anticosmética. Esto no quiere decir que tengas que andar haciendo
ostentación de tus olores y de tu persona, pero sí quiere decir que
puedes aprender a gozar de ser tú mismo.
Muchas
mujeres han aceptado estos mensajes socioculturales y se comportan
como se supone que tienen que comportarse cuando se trata de sus
propios cuerpos. Aféitese las piernas y las axilas, desodorícese
completamente, aromatice su cuerpo con perfumes manufacturados, no
naturales, esterilícese la boca, maquíllese los ojos, labios,
mejillas, ponga rellenos falsos en sus sujetadores, vaporice sus
genitales con un perfume apropiado y falsifíquese las uñas. Dentro
de todo esto va implícita la idea de que hay algo desagradable en el
yo natural, en el yo esencial y humano y que la única manera de ser
atractiva es siendo artificial. Esto es lo más triste: el producto
terminado es un yo falso que toma el lugar de tu yo natural que es
el que llevas contigo por donde vayas durante la mayor parte de tu
vida. Se te está impulsando a rechazar tu hermoso yo. El que los
anunciadores te estimulen a hacer esto es comprensible en vista a
las ganancias que logran, pero el que tú compres los productos es
menos
comprensible
puesto que estás escogiendo desechar a tu yo real y verdadero. Y tú
puedes dejar de ocultar y esconder tu yo hermoso y natural. De modo
que si escoges usar cualquier ayuda cosmética, no lo hagas porque no
te gusta lo que estás ocultando, sino por motivos de realización
personal o para disfrutar de algo nuevo. El ser honrado contigo
mismo en este campo no es fácil, y lleva su tiempo aprender a
distinguir entre lo que realmente nos gusta y lo que la industria
cosmética dice que debe gustarnos.
La elección
de las imágenes mas positivas de uno mismo
Es
posible hacer el mismo tipo de elecciones con todas las imágenes que
tienes de ti mismo. Puedes elegir considerarte una persona
inteligente aplicándote a ti mismo tus propias normas. En efecto,
mientras más feliz te haces a ti mismo, más inteligente eres. Si hay
áreas en las que fallas o funcionas deficientemente como en álgebra,
ortografía o redacción, éste es simplemente el resultado natural de
las elecciones que has estado haciendo hasta ahora. Si te decidieras
a dedicar más tiempo a la práctica de cualquiera de estas tareas, no
hay duda que llegarías a hacerlas mejor. Si la imagen de ti mismo es
la de una persona no demasiado inteligente, acuérdate de lo que
dijimos respecto a la inteligencia en el Capítulo 1.
Si te
subestimas, es porque has adquirido esa noción y te comparas con
otros en cierto tipo de variables relacionadas con categorías
académicas o escolares.
Sin duda
esto te sorprenderá, pero puedes escoger ser tan inteligente como
quieras. La capacidad es realmente una cuestión de tiempo, más que
una cualidad innata. Un hecho que apoya esta declaración es el de
las normas para clasificar los tests de aptitud escolar. Estas
normas demuestran que las puntuaciones logradas por los mejores
alumnos de un nivel dado, son alcanzadas por la mayoría de los
alumnos de los niveles posteriores. Otros estudios demuestran que
aunque la mayoría de los alumnos logran dominar ciertas tareas
aprendidas, algunos lo hacen más pronto que los otros. Sin embargo
la etiqueta "deficiente" e incluso "retardado" se aplica a menudo a
los que avanzan más lentamente hacia el logro de un completo dominio
en cualquier campo que sea. Escuchemos a John Carroll cuando habla
al respecto en su artículo "Un Modelo para el Aprendizaje Escolar"
que aparece en Teachers College Record:
La aptitud es
el tiempo requerido por un estudiante para dominar una disciplina.
Está implícita en esta formulación el supuesto de que dado el tiempo
suficiente, todos los estudiantes podrán llegar a dominar una
disciplina determinada.
Con
suficiente tiempo y esfuerzo podrías, si así lo decidieras y
eligieras hacerlo, dominar casi cualquier disciplina académica. Pero
no haces esa elección y tienes muy buenos motivos para no hacerla.
¿Con qué fin aplicarías energías de tu momento-presente para
resolver oscuros problemas o aprender algo que realmente no te
interesa? Ser feliz, vivir efectiva y eficientemente y amar son
metas mejores y más importantes. Se trata de demostrar que la
inteligencia no es algo que has heredado o que te ha sido otorgado.
Tú eres tan inteligente como decidas serlo. El que no te guste lo
inteligente que has escogido ser es simplemente una forma de
subestimar, de despreciarse a sí mismo, que sólo puede tener
consecuencias perjudiciales para tu propia vida.
La lógica
de poder escoger tus autorretratos es aplicable a todas las
fotografías de ti mismo que almacenas en tu mente. Tu comportamiento
social es tan apropiado como tú eliges que sea. Si no te gusta como
te comportas socialmente, puedes tratar de cambiar sin confundir tu
comportamiento con tu propia autovalorización. Al mismo tiempo, tu
talento, ya sea artístico, mecánico, atlético, musical, etcétera, es
en gran parte el resultado de elecciones que ya has hecho y no se
debe confundir con lo que es tu valor personal. (Ver el Capítulo 4
donde se tratan amplia y detalladamente las descripciones que haces
de ti mismo y del porqué las has escogido.) Con el mismo enfoque, el
capítulo precedente trató de demostrar que tu vida emocional era el
resultado de lo que tú habías elegido. El aceptarte a ti mismo en
base a lo que tú consideras que es lo apropiado para ti es algo que
puedes decidir hacer ahora mismo. El reparar o modificar aquellas
cosas que no están a la altura de lo que quieres, puede llegar a ser
una ocupación encantadora, y no hay motivo para que elijas sentirte
inapropiado o indigno, simplemente porque hay cosas en ti mismo que
has decidido mejorar.
El
disgusto con uno mismo puede tomar muchas formas y quizá tú
mantienes un comportamiento de subestima de ti mismo. He aquí una
breve lista de comportamientos típicos de autosubestimación que
entran en la categoría del autoveto:
Rechazar los
cumplidos que recibes ("Oh, no es nada... En realidad no soy
inteligente; simplemente tengo buena suerte,...).
Inventar
excusas para explicar por qué te ves bien ("Gracias a mi peluquera,
ella es capaz de hacer que una rana parezca una belleza"... "Créeme,
es gracias a mi guardarropa"... "El verde es mi color").
- Darle el
crédito a los demás cuando en realidad tú te lo mereces ("Gracias a
Miguel, sin él yo no sería nada"... "Marie hizo todo el trabajo; yo
sólo la supervisé").
- Usando
referencias a otras personas cuando hablas ("Mi marido dice"... "A
mamá le parece"... "Jorge me dice siempre que"...).
- Apoyar
tus opiniones en los demás ("No es cierto que así es esto,
querido?",... "Eso fue lo que dije, no es cierto, Marta?"...
"Pregúntenle a mi marido, él se lo dirá"...).
- Negarte
a pedir algo que te gusta, no porque pienses que no te lo puedes
permitir (aunque éste puede ser el motivo que alegues para no
hacerlo), sino porque piensas que no te lo mereces.
- No
tener orgasmos.
- No
comprarte algo porque piensas que lo tienes que comprar para otra
persona, aunque no sea necesario este sacrificio, o no comprarte las
cosas que te gustaría tener porque piensas que no las mereces.
- Evitar
darte gustos como por ejemplo flores, vino o lo que sea, que te
encantan porque consideras que es un despilfarro.
- En una
habitación llena de gente cuando alguien llama en voz alta diciendo
"Oye, tontuelo, miras a la persona dándote por aludido".
- El usar
motes con implicaciones peyorativas para referirte a ti mismo (y
hacer que los demás también los usen).
- Un
amigo o un amante te regala una joya. Inmediatamente te pasa por la
cabeza un pensamiento de este tipo... "Debes tener un cajón lleno de
joyas en tu casa para regalar a las otras chicas".
- Alguien
te dice que te ves muy bien. La frase que se forma en la cabeza es:
"Eres completamente ciego, o estás tratando de hacerme sentir bien".
- Alguien
te lleva a un restaurante o un teatro. Tú piensas: "Así es siempre
al principio, pero ¿cuánto durará cuando descubra qué tipo de
persona soy realmente?".
- Una
chica acepta una invitación para salir contigo y tú piensas que lo
hace por un sentimiento caritativo.
Éxito
con los hombres
Su nombre
era Shirley y siempre decía que todas sus relaciones acababan mal, y
que aunque deseaba casarse desesperadamente, nunca había tenido la
oportunidad de hacerlo. Durante su tratamiento llegamos a la
conclusión de que era ella misma la que estropeaba sus relaciones
sin darse cuenta. Si algún joven le decía que la quería, el
pensamiento de Shirley inmediatamente lo contradecía, "él dice eso
sólo porque sabe que es lo que yo quiero oír". Shirley estaba a la
pesca de la frase que la subestimaría.
No sentía amor
por sí misma y rechazaba los esfuerzos que hacían los demás por
quererla. Creía que nadie la podía encontrar atractiva. ¿Por qué? En
primer lugar porque no creía que merecía ser amada. Y así un
interminable ciclo de renunciaciones era su manera de reforzar la
pobre idea que tenía de sí misma.
Aunque
muchos de los conceptos que aparecen en la lista pueden parecer
mezquinos o pequeños, son sin embargo como pequeños síntomas de
autodesprecio. Si te sacrificas por los demás o rehúsas mimarte a ti
mismo, tal como podría ser en el caso que escojas una hamburguesa en
vez del buen solomillo que te apetece, puede que lo hagas porque
piensas que no mereces el mejor trozo de carne. Quizá te han
enseñado que la buena educación requiere que rechaces los cumplidos
o simplemente que no eres atractiva.
Éstas son las
lecciones que has aprendido y el sacrificarte por los demás, el
anularte, se han convertido para ti en una segunda naturaleza. Hay
muchos ejemplos de comportamiento autofrustrante que salen a la
superficie en las conversaciones y en la conducta diarias. Y cada
vez que te rebajas a ti mismo, de cualquier manera que sea,
refuerzas los motes peyorativos que los demás te han colocado y
disminuyes tus propias oportunidades de amar, ya sea amarte a ti
mismo o a los demás. Ciertamente vales demasiado como para pasarte
la vida disminuyéndote a ti mismo, humillándote.
Aceptandose a
si mismo sin chistar
El amor
propio, el amarse a sí mismo, implica aceptarse a sí mismo
reconociéndose como un ser humano valioso y porque así lo decide uno
mismo.
Esta
aceptación implica también una plenitud, una falta de protestas y
quejas. La gente que funciona plenamente no protesta jamás,
especialmente no protesta porque la calle tiene baches ni porque el
cielo está muy nublado o el hielo demasiado frío. La aceptación
implica no protestar o no quejarse, y la felicidad implica no
protestar por lo que no tiene remedio o por lo que no hay nada que
hacer. La protesta y la queja son el refugio de la gente que
desconfía de sí misma. Contarle a los demás las cosas que no te
gustan de ti mismo contribuye a que tú sigas insatisfecho, pues lo
único que ellos no pueden hacer es negarlas, y entonces, tú no les
crees.
Así como
lamentarse ante los demás es un acto inútil, aceptar que los demás
abusen de ti cargándote con sus fardos Ilenos de problemas y
autoconmiseración, tampoco ayuda a nadie. Una pregunta muy sencilla
terminará generalmente con este comportamiento tan inútil como
desagradable. "¿Por qué me estás contando esto?" o "¿ Hay algo que
pueda hacer por ti para ayudarte a solucionar este problema?" Al
hacerte a ti mismo esta pregunta, empezarás a darte cuenta de que la
conducta de los lamentos es realmente una locura total. Es tiempo
malgastado, tiempo quepuede emplearse mejor practicando alguna
actividad de autoestima como podría ser elogiarte un poco en
silencio o ayudando a que otra persona pueda realizarse.
Hay dos
instancias en las cuales la queja es la peor de tus posibilidades:
1) Cada vez que le dices a alguien que estás cansado, y 2) Cada vez
que le dices a alguien que no te sientes bien. Si estás cansado,
puedes hacer distintas cosas para remediarlo, pero quejarte aunque
sea a una sola persona, peor aún si esta persona es uno de tus seres
queridos, es un abuso de confianza. Y no hará que te sientas menos
cansado. Y el mismo tipo de lógica se puede aplicar a tu "no me
siento bien".
No hemos
dicho nada aquí sobre los casos en los que comunicar a los demás de
que no te sientes bien puede significar que éstos te ayuden de
alguna manera por más pequeña que sea. De lo que hablamos aquí es de
las quejas a los demás en los casos en que éstos no pueden hacer
nada por nosotros, aparte de aguantar estos rezongos. Además, si
realmente estás trabajando para aumentar tu amor por ti mismo, y
sientes alguna molestia o dolor, querrás ocuparte tú mismo de esto,
trabajar tú mismo con esto, en vez de elegir a alguien como apoyo y
obligarle a compartir tu carga.
La
lamentación de uno mismo es una actividad inútil que impide que
vivas tu vida en forma positiva y eficiente. Te impulsa a tenerte
pena a ti mismo e inmoviliza tus esfuerzos por dar y recibir amor.
Más aún, disminuye tus oportunidades de mejorar tus relaciones
afectivas y aumentar tus relaciones sociales. Y aunque logres atraer
la atención de los demás sobre tu persona, lo lograrás de una manera
que sin duda ensombrecerá tu propia felicidad.
La
posibilidad de aceptarte a ti mismo sin protestar implica una
comprensión amplia, tanto del proceso del amor por uno mismo como
del proceso de elaboración de estas quejas y protestas dentro de
nosotros mismos, que resultan ser términos mutuamente excluyentes.
Si auténticamente te amas a ti mismo, entonces las quejas a los
demás, que no pueden hacer nada por ti, se convierten en una
actividad imposible de defender o justificar. Y si encuentras en ti
mismo (y en los demás) cosas que te disgustan, en vez de quejarte
puedes empezar inmediatamente a hacer lo necesario para corregir esa
situación.
La
próxima vez que te encuentres en una reunión social con otras
parejas, puedes ensayar el ejercicio siguiente. Anota cuánto tiempo
se ha empleado en conversaciones en que se lamentaban de algo. Ya
sea de uno mismo, o de los demás, de cosas que pasan, los precios,
la meteorología o cualquier otra cosa. Entonces, al finalizar la
reunión, cuando todo el mundo se ha ido a su casa, pregúntate a ti
mismo: "¿Qué se logró con la mayoría de las quejas y protestas que
se hicieron esta noche?", "¿A quién le importan realmente las cosas
de que nos lamentamos esta noche?".
Entonces, la
próxima vez que estés a punto de protestar o quejarte de algo,
recuerda la inutilidad de aquella noche.
El amor propio
y la soberbia
Debes
estar pensando que todas estas palabras sobre el amor a uno mismo
implica un tipo de comportamiento detestable semejante a la
egolatría. Nada puede estar más lejos de la verdad. El amor por uno
mismo no tiene nada que ver con el tipo de comportamiento que se
caracteriza por la insistencia en decirle a todo el mundo lo
maravilloso que es uno. Ése no es amor a uno mismo sino más bien una
forma de tratar de conseguir la atención y el aprecio de los demás.
Es una actitud tan neurótica como la del individuo que está
sobrecargado de desprecio por sí mismo. El comportamiento arrogante
y jactancioso está motivado por el deseo de ganar el aprecio de los
demás. Quiere decir que el individuo se valora a sí mismo en base a
lo que los demás ven en él. De no ser así, no sentiría la necesidad
de convencerlos. El amor a uno mismo quiere decir que te amas a ti
mismo; no exiges el amor de los demás. No hay ninguna necesidad de
convencer a los demás. Es suficiente contar con la propia aceptación
interna. No tiene nada que ver con los puntos de vista de los demás.
Las
retribuciones que te brinda el no amarte a ti mismo
¿ Qué
motivo puede tener un ser humano para elegir no amarse a sí mismo?
¿Qué ventajas puede tener? Los dividendos, por más malsanos que
sean, existen y puedes examinarlos. Y lo más importante para
aprender a ser una persona eficiente y positiva es comprender por
qué te comportas de manera autofrustrante. Todo comportamiento tiene
sus causas y el camino que lleva hacia la eliminación de cualquier
tipo de comportamiento autodestructivo está lleno de baches
provocados por la incomprensión de tus propias motivaciones. Cuando
logres comprender el porqué de la maldad dirigida contra tu propia
persona y los motivos de permanencia del sistema necesario para
retener esa maldad, entonces podrás empezar a combatir estos
comportamientos. Sin una verdadera comprensión de ti mismo, volverás
a actuar como antes.
¿Por qué
has elegido comprometerte con actitudes autodestructivas, por más
insignificantes que te parezcan? Puede ser que te resulte más fácil
aceptar lo que te dicen los demás que pensar por ti mismo. Pero hay
también otros dividendos. Si escoges no amarte a ti mismo y tratarte
a ti mismo como a un ser sin importancia colocando a otras personas
por encima tuyo, lograrás...
- Tener
una excusa interna para justificar el hecho de que no te amen en
esta vida. Simplemente, no mereces que te amen. La excusa es la
retribución neurótica.
- Poder
evitar cualquiera y todos los riesgos que implica el establecimiento
de relaciones afectivas con los demás, y eliminar de esta manera
cualquier posibilidad, de ser rechazado o censurado.
-
Encontrar que es más fácil seguir siendo así como eres. Mientras no
valgas nada ni merezcas nada no tiene sentido que trates de crecer y
desarrollarte o de ser mejor y más feliz; la retribución reside en
seguir siendo el mismo.
-
Conseguir que te tengan mucha lástima, te presten atención e incluso
te aprueben, todo lo cual es un buen sustituto de la arriesgada
empresa que implica comprometerse con una relación amorosa. De esta
manera, la compasión y la atención son tus retribuciones
autofrustrantes.
- Tener
muchos chivos emisarios para culparte de tus propias desgracias. Así
puedes quejarte y protestar sin necesidad de hacer nada al respecto.
- Ser
capaz de pasar tus momentos presentes con minidepresiones y evitar
el comportamiento que te ayudaría a ser diferente. La compasión a ti
mismo te servirá de válvula de escape.
-
Retroceder en el tiempo hasta convertirte en un niño bueno
recurriendo a las reacciones infantiles, o sea a las que son del
agrado de aquellos "mayores" que has aprendido a considerar como
superiores a ti. Tu regresión es más segura que el riesgo del cambio
- Ser
capaz de reforzar el comportamiento de dependencia de los demás
dándoles a ellos más importancia de la que te das a ti mismo. Un
poste en el que apoyarse es ciertamente un dividendo aunque te
resulte perjudicial.
- Ser
incapaz de hacerte cargo de tu propia vida para vivirla como eliges
vivirla, simplemente porque no sientes que eres digno de la
felicidad que anhelas.
Éstos son
los componentes del mantenimiento de tu sistema subestimativo. Son
las razones que eliges para continuar aferrado a tus viejas maneras
de pensar y actuar. Simplemente es más fácil, es decir, menos
arriesgado echarte que tratar de elevarte. Pero recuerda, la única
prueba verdadera de vida es el crecimiento, así es que la negativa a
convertirse en una persona que se ama a sí misma es una elección que
se asemeja a la muerte. Armado con estas percepciones interiores de
tu propio comportamiento, puedes empezar a practicar algunos
ejercicios mentales y físicos que impulsarán y apoyarán el
desarrollo de tu amor a ti mismo.
Algunos
ejercicios fáciles para amarse a si mismo
La
práctica del amor a uno mismo empieza por la mente. Debes aprender a
controlar tus pensamientos. Esto requiere ser muy consciente del
presente cuando te comportas de una forma destructiva. Si logras
pescarte haciéndolo, podrás empezar a enfrentarte de una manera
positiva con el pensamiento que inspira semejante conducta.
Descubres
que has dicho algo como: "En realidad no soy tan listo; fue cuestión
de suerte sacar una nota tan alta en el examen". En este instante
debería sonar una campana de alarma en tu cabeza. "Acabo de hacerlo
otra vez. Me comporté de una manera autodespreciativa, como si me
odiara a mí mismo. Pero ahora estoy consciente de ello y la próxima
vez evitaré decir esas cosas que he estado diciendo toda mi vida."
Tu estrategia es corregirte en voz alta, diciendo: "Dije que tuve
suerte pero en realidad la suerte no tuvo nada que ver en ese
asunto; me saqué esas notas porque las merecí. Esto representa un
pequeño paso hacia la autoestima, este paso consiste en reconocer tu
comportamiento autodestructivo en el momento-presente y en decidir
actuar de una manera diferente. Antes tenías una costumbre; ahora
eres consciente de que quieres ser diferente y que has elegido
lograrlo. Es como aprender a conducir un coche con cambios fijos.
Con el tiempo,
habrás adquirido un nuevo hábito que no necesitará que estés
constantemente alerta ni consciente al respecto. Muy pronto y con
toda naturalidad empezarás a actuar con respeto y amor a ti mismo.
Con tu
mente actuando ahora a favor tuyo en vez de en contra tuya, se
vislumbran en el horizonte una serie de fascinantes actividades de
autoestima. He aquí una breve lista de esta clase de comportamientos
que luego podrás ampliar cuando consigas un sentido de autoestima
basado en tu propia valía.
- Escoge
una serie de reacciones nuevas ante las tentativas de los demás de
llegar a ti con amor y aceptación.
- En vez
de dudar inmediatamente de la sinceridad de cualquier gesto
afectivo, acéptalo con un "Muchas gracias", o "Cuánto me alegro que
pienses así".
- Si hay
alguien por quien sientes verdadero amor díselo de frente:
"Te amo" y
mientras observas su reacción puedes darte una palmadita en la
espalda por haberte atrevido a correr ese riesgo.
- En un
restaurante, pide algo que realmente te guste sin preocuparte por lo
que pueda costar. Date un verdadero gusto porque lo mereces. Empieza
a elegir las cosas que más te gusten en todas las situaciones,
incluso en los mercados y tiendas de comestibles. Date el lujo de
adquirir tu producto favorito, sea lo que sea, porque lo mereces.
Abomina y destierra toda conducta abnegada en la que te niegues a ti
mismo a menos que sea absolutamente necesario. Y rara vez lo es.
- Al cabo
de un día agobiante y después de haber comido mucho, toma tiempo
para una siesta o date un paseo por el parque, incluso si tienes
mucho que hacer. Te ayudará a sentirte ciento por ciento mejor.
-
Inscríbete en alguna organización o apúntate para tomar parte en
alguna actividad que te guste. Quizás has estado postergando hacerlo
porque tienes tantas responsabilidades que simplemente no tienes
tiempo para ello.
Al
escoger amarte a ti mismo y coger las tajadas de la vida que te
apetecen, los demás, a los que tú sirves, aprenderán también a tener
confianza en sí mismos. Y descubrirás que no sientes resentimiento
hacia ellos.
Los servirás
porque eliges hacerlo y no porque tienes obligación de hacerlo.
- Elimina
la envidia reconociéndola como una manera de rebajarte a ti mismo.
Al compararte con otra persona e imaginarte que eres menos querida
que ella, haces que otros sean más importantes que tú. Mides tus
propios méritos comparándolos con los de los demás. Recuérdate a ti
mismo que 1) un tercero puede preferir a otra persona sin necesidad
de que ello sea un reflejo negativo de tu persona, o, 2) si eres o
no elegido, por cualquier persona significativa, no quiere decir
nada, pues no es así como evalúas tu propio mérito. Si haces así,
estás condenado a dudar de ti mismo eternamente, porque siempre
estarás pendiente de cómo sentirá alguna otra persona en cualquier
momento de cualquier día. Si él o ella escogen a otra persona, la
elección es un reflejo de su personalidad y no de la tuya. Con la
práctica y la costumbre de amarte a ti mismo, cualquier
circunstancia que antes te daba celos o envidia funcionará de manera
inversa. Creerás tanto en ti mismo que no necesitarás ni la
aceptación ni el amor de los demás para sentir que vales.
- Tu
actividad basada en el amor a ti mismo puede incluir nuevas formas
de tratar tu cuerpo, tal como elegir comida buena y nutritiva;
eliminar el exceso de peso (lo que puede ser un riesgo para la salud
a la vez que una indicación de autorrechazo); hacer paseos en
bicicleta o caminatas regularmente; hacer muchos ejercicios
saludables; salir a disfrutar de la naturaleza y el aire puro porque
es agradable y uno se siente bien; y en general cuidando tu cuerpo
para que sea atractivo y goce de buena salud. Siempre que tú quieras
ser sano. ¿ Por qué? Porque eres importante y te vas a tratar como
si lo fueras. Un día entero pasado encerrado o llevando a cabo
actividades aburridas es un voto de hostilidad hacia tu propia
persona. A menos que te guste estar encerrado, en cuyo caso, tú
habrás elegido esa situación que entonces será válida.
-
Sexualmente, puedes practicar un mayor amor a ti mismo. Puedes
contemplarte desnudo frente al espejo y decirte lo atractivo que
eres. Puedes ponerte en contacto con tu propio cuerpo. Explórate a
ti mismo sensualmente y acaricia tu piel. Con otros puedes también
elegir realizarte sexualmente en vez de que el placer de tu
compañero sea más importante que el tuyo propio. Sólo al escoger
gratificarte a ti mismo podrás dar placer a otra persona. Si no eres
feliz, por lo general tu compañero o compañera se sentirá
desilusionado. Y lo que es mejor aún, cuando te escoges a ti mismo,
a los demás les es más fácil escoger su propia felicidad. Puedes
demorar todo el proceso del sexo, enseñándole a tu amante lo que te
gusta, tanto con palabras como con acciones. Puedes elegir el
orgasmo para ti mismo. Puedes obligarte a lograr el colmo de la
experiencia sexual creyendo que la mereces y luego perdiéndote en la
excitación de verificarla por ti mismo o para ti mismo. ¿Por qué?
Porque te lo mereces.
- Puedes
dejar de equiparar tu actuación o funcionamiento en cualquier cosa
con tu propia valía. Puedes perder tu puesto, o fracasar en algún
proyecto. Puede que no te guste como hiciste algún trabajo. Pero eso
no quiere decir que tú no valgas, que no tengas méritos. Tú debes
saber que tienes un valor dado ajeno a tus logros. Sin este
conocimiento, siempre estarás confundiéndote a ti mismo con tus
actividades exteriores. Es tan absurdo hacer que lo que tú vales
dependa de algún logro externo como lo es hacer que dependa de la
opinión de otra persona. Cuando hayas logrado eliminar esta
confusión, serás capaz de emprender toda clase de empresas.
El resultado
final, aunque pueda tener interés para ti, no determinará de ninguna
manera tu valor como persona.
Éstas y
muchas acciones similares son típicas de la gente que se ama a sí
misma. Puede que a menudo pongan en entredicho las lecciones que has
aprendido en tu vida. En un momento dado, fuiste la negación del
amor a uno mismo. Cuando niño sabías instintivamente que valías
mucho
Ahora
vuelve a las preguntas que se plantearon en la introducción de este
libro.