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¡Amor SINCERO,  amor SIN FIN!

¡Hola! ¡Soy Jesús!

Te pido que no me cierres la puerta en las narices, que no me des la espalda.

 Tengo ganas de hablar contigo, nada más; no de tus pecados y defectos, no para sermonearte ni hacerte sentir culpable.

 Quiero que sepas lo mucho que te amo.

 No estoy  lejos de ti.

No habito en las alturas, en ningún punto remoto del espacio llamado cielo.

 Estoy aquí mismo, a tu lado.

 Si me pides que entre en tu corazón, hasta puedo vivir en tu interior.

 Te conozco como la palma de mi mano.

 Hasta sé lo que pretendes ocultar a los demás y lo que ni tu mismo quieres reconocer.

 Conozco tus pesares y sufrimientos.

  tus preocupaciones, tus deseos y sueños más íntimos.

 También estoy al tanto de las decepciones que has tenido y de las inquietudes ante el futuro.

 Soy consciente de tu inseguridad y de los momentos en que envidias a otros y te sientes inferior a ellos.

Entiendo que no siempre puedes ser lo que quisieras, y que a veces dices o haces cosas que luego te pesan.

 Hay ocasiones en que te preguntas si habrá alguien de que deberás comprenda y se preocupe por ti.

 ¿Será que existe el amor, una amor que sea voluble, que no se acabe nunca, amor sincero?

 A veces te invade la soledad y te da la impresión de que la vida carece sentido.

 Piensas: ¿Para que nací?, ¿Cuál será mi misión en este mundo?

¿Existirá Dios? Y si existe.

¿Quién es?

Dónde está?

 Te he oído plantearte todas estas interrogantes.

 Comprendo la batalla interior que tienes, tu agitación, tu pesadumbre, tu frustración.

 Se que a veces te enojas porque quisieras ser mejor.

 Pero aun cuando te esfuerzas al máximo, las cosas no siempre te salen como tú lo esperabas.

 Viendo la monotonía de la vida, te dices:

¿Es ésta toda la realidad?

¿No habrá algo más profundo que dé sentido y razón de ser mi existencia?

 Mi querido amigo o amiga, la respuesta a todas estas preguntas y la satisfacción que buscas no se halla en el mundo visible,

 Sólo las encontraras en la dimensión espiritual, donde el amor es el rey.

 Dios, el gran creador y señor del universo, es ni más ni menos que amor.

 Es el espíritu invisible del amor.

 El objeto de la existencia es precisamente conocer, recibir y transmitir ese amor.

 Sin embargo, ese tesoro –el mayor que hay-, no es algo que uno se gane a base de bondad y rectitud, observando ciertas reglas, por mucho empeño que ponga.

 Es un regalo que sólo puede aceptar por fe.

 De nada servirá que te esfuerces por alcanzarlo, que procures merecértelo.

 Dios te ama tanto que quería que te resultara fácil conocerlo y entender su amor.

 Quiso ilustrártelo, poner un ejemplo que te permitiera ver que Él y su amor de verdad existen.

 Ese amor en más que un tema de debate, de estudio o de lectura; puede convertirse en una vivencia.

 ¡ Es poder, es calor, es luz y es vida !

El amor de Dios entraña todo eso.

 A Dios no se le ocultaba que, siendo Él tan grande, tal excelso y tan abarcador, te resultaría difícil conceptuarlo, entender su amor y saber qué hacer para recibirlo.

 Por eso permitió que yo –Jesús- encarnara ese amor para ti.

 Me envió al mundo para que viviera y pensara como cualquier ser humano, como tu.

 Todos los sentimientos que tu tienes, yo lo tuve; Por eso me identificó contigo.

Te comprendo.

 Ahora soy enlace entre tú y Dios.

 Soy el mediador, la escalera para llegar al cielo.

Por medio de mí puedes pasar de una vida vacía, marcada por los desengaños, la confusión y la desesperación, a una de paz, plenitud y amor.

 Está a tu alcance.

Hasta el menor de tus deseos es importante para mi

 Nada me proporciona más placer que echar mano de las riquezas del cielo para darte cuanto necesitas para ser feliz.

 El amor que tengo es perfecto, inagotable.

No me fijo en tus imperfecciones, errores y pecados.

No me causan enojo ni alteran el amor que siento por ti.

¡ Que va !

¡ Te amo a pesar de todo !

Te amo por ser quien eres y por lo que puedes llegar a ser.

 Te amo como nadie te ha amado ni te amará jamás.

Hagas lo que hagas, nunca te volveré la espalda.

Lo único que se podría interponer entre tú y mi amor sería tu negativa al aceptarlo, ya que no te lo puedo imponer.

 Si tan sólo me abres los brazos y me recibes, descubrirás el amor que te he prometido.

Te amo como ama un padre a un hijo único.

Del mismo modo que una madre vela la ternura por su recién nacido, velare yo por ti.

Jamás te olvidaré ni te abandonaré.

 Te vengo observando con cariño desde que naciste.

He seguido tus buenos y malos momentos, tus éxitos y tus fracasos, tus ratos de alegría y tus horas de pesar.

Todos estos años te he conocido íntimamente; pero he estado a la espera de esta oportunidad, del día en que llegarías a conocerme, en que por fin se encontrarían nuestros corazones y yo podría expresarte cuanto te amo.

Eres la razón de mí existir.

Te amo como si no hubiera nadie más que tu.

No eres uno más del montón, perdido en medio de la masa humana, entre millones de seres: para mí eres una persona única y especial.

Te conozco y te amo individualmente.

Di la vida por ti a fin de que llegaras a experimentar mi amor y así pudiéramos estar unidos para siempre.

 Te ruego que aceptes mi amor hoy, en este momento.

Quiero amarte, bendecirte y velar eternamente por ti.

¡ No dejes de recibirme !

Así por fin me sentiré satisfecho, ya que sin ti algo me falta.

Te necesito.

Abremé tu corazón.

Cree en mi amor, y daremos comienzo a la experiencia más emocionante que te puedas imaginar.

Llevaremos juntos una vida de amor, no sólo en el presente, ¡ sino por la eternidad !

 

Siempre te querré.

Jesús

 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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