Has llegado demasiado lejos. Has
perdido tus raíces. No recuerdas ni a tu padre, ni a tu madre ni
a tu tierra. Estos territorios son demasiados extraños para ti.
Peligrosos tal vez. Eres un forastero. Ya no eres el que eras, ni siquiera
el que siempre quisiste ser. ¿Qué caso tiene quedarse? Tampoco
perseveres en esta dirección. El viento frenará cada vez
más tu marcha. No sigas avanzando. Si continúas haciéndolo,
quizás ya nunca puedas volver a casa. Extraviarás el camino
para siempre, y vagaras errante por los mundos.
Entonces vuelve a tu origen, a tu
raíz. Remonta los ríos recorridos y refúgiate en la
matriz. Volverás a sentirte protegido como un niño. Volverás
a ser lo que eras antes de extraviarte. Sentirás el calor del vientre
de tu madre, la tibieza del fuego de tu madriguera. Nadie podrá
hacerte daño allí. Estás a salvo. Deberás reponerte
antes de iniciar un nuevo viaje. Estás muy débil ahora, aunque
no puedas notarlo. Ten paciencia, renueva tus energías. Te sentirás
seguro, listo para emprender el viaje nuevamente. Antes de hacerlo, besa
á tu madre, a tu padre y a tu tierra.
Del libro
"EL ORÁCULO DEL
GUERRERO"
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