Debes aceptar con humildad tu equivocación.
Si heriste, pide perdón. Sí destruiste, construye. Si separaste,
une. Lo importante es que no cometas de nuevo el mismo error. Sólo
así podrá el Sol brillar para ti. Ahora bien, además
de hacer cuanto esté a tu alcance por reparar lo dañado debes
estar preparado para enfrentar las consecuencias que de tu accionar devengan.
Reflexionar, corregir, esperar.
Luego actuar.
El cielo se refleja en el mar y
sólo entonces mira hacia la Luna.