Ya no es posible seguir viviendo
así. El Demonio te ha acosado demasiado tiempo. Le has dado demasiada
ventaja. Estás jugando su juego, te tiene a su merced. Si quieres
ser libre, debes invertir los papeles. Reúne tus ejércitos
antes de emprender el viaje. Búscalo dentro de ti, atrévete
a mirar en tu interior. En la jornada encontrarás alimañas
y carne putrefacta. Pero encontrarás Princesas y Maestros también.
Ellos te ayudarán en el Combate. Ello no significa que lucharán
por ti, pero tal vez puedan secar el sudor de tu frente, la sangre de tus
heridas. Persigue al Demonio, acósalo, enfréntalo. Desciende
hasta el fondo del infierno a buscarlo. Verás que se esconde y rehuye
tu presencia. Cuando eso ocurra no pienses, sin embargo, que has triunfado.
Que en ese momento la cobardía no se apodere de ti y te haga cejar
en la búsqueda. Si no lo ves cuando lo buscas, escarba en los rincones
no explorados aún. Persíguelo día y noche.
Aprende a reconocer sus huellas, sus olores, sus marcas. Y cuando lo encuentres,
pártelo en dos de un sólo sablazo. Sin ira, pero con la fuerza
del trueno. Obsérvalo cuidadosamente. Cerciórate de que está
muerto. Luego regresa a la superficie.
Serás victorioso, consérvate
humilde. Siéntate, respira.
Y luego sigue tu camino.
Del libro
"EL ORÁCULO DEL
GUERRERO"
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