Durante
largo tiempo has sido esclavo de tu debilidad. Hay una
tarea delante de ti. Sabes que debes hacerlo, pero lo
has estado postergando. Ya sea porque será doloroso, o
porque te sientes incapaz de hacerlo. Pero no puedes
dejar de oír tu voz interior. En algún momento deberás
tomar las riendas del carruaje. Así es que asume tu
condición de Guerrero y cumple con tu deber ahora. Es un
acto ciego, sin arrepentimiento posible una vez
iniciado. No prestes atención ni a tu comodidad, ni a tu
pereza ni a tu indulgencia. Menos aún a los ignorantes
de piel mustia y mirada opaca. Blande el hacha y corta
las cadenas. Sólo entonces serás liberado.
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