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LA CREACIÓN

*Si el espíritu no domina  a  la  materia,  la materia  corrompe  al  espíritu*.

 

Extraido del libro

EL CIELO RESPONDE

del Profesor J.R.OLGUIN

 

 Que pueden descargarse desde aquí

El cielo responde  I

 

 

Al comienzo era la Singularidad, era la Nada y era el Todo. Había terminado un Ciclo y el Absoluto no se encontraba manifestado. Luego, en un nanosegundo, se manifestó a través de diversas creaciones.  Hubo un Big Bang donde comenzó nuevamente el espacio-tiempo para dar cabida al universo físico y a los supra universos espirituales.

La Esencia Cósmica crea entonces a los elohim o dioses menores, que son los que continúan la tarea creadora en los distintos universos. Deriva la tarea principal a 72 elohim.

Los elohim crean entonces a los distintos seres angélicos (serafines, querubines, tronos, dominaciones, potestades, virtudes, principados, arcángeles y ángeles), a los elementales de la naturaleza (gnomos, sílfides, salamandras, ondinas, hadas, ninfas, trasgos, sátiros, faunos, peris, vestiglos, sirenas, etc.) y a los espíritus, que encarnan en el plano físico para comenzar su evolución.

De todas las creaciones del Absoluto, este mundo físico es la vibración  no 3.

Como hay distintos niveles de vibración, el ser humano no puede ver, normalmente, a los seres espirituales ni a los elementales de la naturaleza.

Esta creación tiene 9 grados o ciclos internos: del 9 al 6 hay oscuridad. Son los grados primarios, donde el espíritu comienza su evolución. Del 5 al 3 hay Luz, pues la sabiduría interior predomina sobre las tinieblas de la ignorancia.  Los grados  2 y 1  son de Maestría. Actualmente,  parte de la humanidad se encuentra en los umbrales del grado 2 [1].

Obviamente, cuanto mayor es la categoría espiritual, mayores son las pruebas a superar.

En los comienzos de esta creación, Dios se ocupó de enviar al principal protagonista de esta escuela  de  superación  interior.  Su  nombre era  Luzbel,  un  ángel  que  irradiaba  tanta bondad que  la  Luz  de  su  amor  llenaba  de éxtasis  a  sus  hermanos.  

Dios  lo  envió  a tentar  a  los  hombres  y  él  no  pudo  negarse al mandato divino. Trajo a una legión  de  72  ángeles,  a  los  cuales  se  les borró  la  memoria  para  que  pudieran  llevar a  cabo  su  misión  sin  titubeos.  Así  fue  como se  transformaron  en  Demonios,  habitando  los  ciclos  de  la  Oscuridad  (son ciclos que interfieren en todos los planos de vibración).

Estos demonios, en forma de tentaciones, dominan el cuerpo de deseos del ser humano y también actúan acrecentando el ego [2]  en los espíritus del error.

 

II

GRADOS DE EVOLUCIÓN ESPIRITUAL 

  / oscuridad /  luz   / maestría/

 /  9  8  7  6 / 5 4 3 /   2   1    /

 

En   los   comienzos   de   la   historia   de   la humanidad,  los hombres  prehistóricos  se manejaban  de  manera  totalmente  instintiva, con  una  tremenda  violencia,  que  usaban incluso  hasta  para  aparearse  con  la  hembra, llegando   a   someterla   por   la fuerza para satisfacer su necesidad fisiológica.

Se  dice  que  vinieron  grandes  Maestros  de un  planeta  del  sistema  de  Orión  hasta  las tierras  de  Egipto,  dejaron  sus  enseñanzas y  la  humanidad  comenzó  a  evolucionar.

También  se  dice  que  alguno  de  los  faraones eran  seres  de  aquella  civilización  extraterrestre y  por  eso  fueron  considerados  dioses  por  los hombres  de  aquella  época. 

Desgraciadamente,  muchas  de esas  enseñanzas cayeron  en  manos  de  algunos  sacerdotes  con ansias  de  poder, que usaron ese conocimiento para someter a sus semejantes.

Otros sacerdotes de espíritu más elevado sirvieron a la Luz y guardaron esa sabiduría bajo escritura jeroglífica, para que no sea fácil de descifrar por las personas que sirviesen al Mal.

Uno de esos grandes Maestros venidos de Orión era Thot,[3]  que fue considerado el dios tutelar de la ciudad de Hermópolis, dios lunar, señor de la sabiduría, inventor de las ciencias, de las artes y de la ya nombrada escritura jeroglífica. El pueblo griego lo conocía como Hermes Trimegisto.

De  esta  forma  griega  de  denominar  a  Thot proviene  el  título  de  los  Libros  herméticos, aplicado  a  42  tomos  sagrados  de  sabiduría egipcia.

 Una  de  las  sociedades  que  estudian esas  ciencias  ocultas  es  la  Orden  Hermética  del   Alba   de   Oro  (Hermetic  Order  of  The  Golden  Dawn),  fraternidad  inglesa  fundada en  1887,  por  miembros  de  una Orden de carácter Rosacruz.

La  creación  siguió  su  curso  y,  para  seguir apuntalando  espiritualmente  al  ser  humano, llegaron  a  encarnar  grandes  Maestros  de  la Luz:  Moisés,  profeta  hebreo,  cuyo  verdadero nombre  se  dice  que  era  Osarsiph  y  habría sido  iniciado  en  los  Misterios  de Heliópolis.

El  patriarca  Enoch,  a  quien  se  le  atribuye  el  llamado  Libro  de  Enoch,  en  donde  éste cuenta  sus  místicas  y  simbólicas  visiones.

El  profeta  Elías,  que  fue  enviado  por  Jehová, uno  de  los  elohim,  para  unir  a  las  familias y  sembrar  el  amor  en  todas  las comunidades de aquella época tan oscura.

Y al final vino el Maestro Jesús, que enseñó la religión sin religión, que predicó el Amor con  mayúsculas,  que  clamó  tantas  veces  que al  Padre  se  lo  encuentra  en  el interior  del  hombre,  no en la cima del monte ni en la sinagoga.

Eran  palabras  muy  avanzadas para  aquella  época,  incluso  para este tiempo.

Muchas  personas  todavía  viven  en  una búsqueda  infructuosa,  ávidas  de  diálogo personal con  el  amante  Dios  y  tratan de  buscarlo  en  una  imagen, en un santuario,  mientras  siguen con  su  egoísmo  cotidiano,  sin  ver más allá de  sus  narices.  Preocupándose  poco  y  nada por  su  prójimo,  y  pensando que más  tarde, con  un  poco  de  arrepentimiento,  la  tarea ya  estaría  hecha [4].

No  se  dan  cuenta  que  así lo  toman  a  Dios  por  un  tonto,  queriendo engañarlo,  como  si  Él  no  estuviera  dentro  de  cada uno de nosotros.

El Maestro Jesús nos dejó una provechosa enseñanza, dio conceptos para los seres de oscuridad y también para los que empiezan a asomar a la Luz. Ya hay seres encarnados que están en el grado 2 de evolución, el grado donde comienza la maestría.  Actualmente hay 7 elohim trabajando.

Estas jerarquías son las únicas que quedan de las originales 72, y siguen creando espíritus que comienzan el camino evolutivo por el grado 9.

Jesús, el Gran Maestro de la Luz, movilizó la conciencia espiritual y consiguió que muchos espíritus del grado 6 pasaran al grado 5, o sea, de la Oscuridad a la Luz.

Hay  Maestros  de  Luz  que  trabajan  en  este plano  material,  así  como  hay  Espíritus  de Luz  que  operan  en  los  planos  espirituales.

Hay seres humanos que ya están en los grados 2 y 3 de maestrías y reconocen que cada día es más difícil evolucionar estando encarnados. En los planos espirituales de Luz también se sigue evolucionando, pero al no existir el ego es mucho más fácil dicha evolución.

De todas maneras, los espíritus encarnados no estamos tan desamparados como pensamos, pues los ángeles vienen a proteger y orientar al ser humano. Aparte, los Maestros de Luz tienen la misión de apuntalar al hombre para que no retroceda en su evolución.

El ego es un tremendo lastre para que el ser humano se eleve espiritualmente. Algunos se dicen “Maestros”, sin saber que en muchos casos ni 50 años de “maestría terrenal” alcanzan para llegar a los grados 2 y 3.

Los que no están en los dos primeros ciclos son aprendices, pero no todos son buenos discípulos. La base para comenzar a ser un destacado discípulo es el Amor, con el respaldo del Conocimiento, el Respeto y la Humildad... sin dejar de lado el Servicio. Por eso no  hay que ser reticentes en dar Conocimiento.

Los exámenes en estas categorías espirituales se pagan con lágrimas.

 

 III

EL   UNIVERSO   SUPRAFÍSICO

  

“Es suma estupidez creer en una opinión a causa del número de los que la tienen.

Giordano Bruno

 

Según antiguos conocimientos se decía que la materia estaba conformada por vórtices de energía. Lord Kelvin, el físico que definió el cero absoluto y elaboró una escala de grados de temperatura, opinaba que no había nada sólido en lo material, que todo era una gran ilusión alimentada por una falsa realidad.

Dio el ejemplo de un anillo de humo que, al girar, guardaba su consistencia sin desarmarse. Así como ese anillo en vórtice daba una apariencia de solidez, gracias a la ilusión dada por el movimiento giratorio del mismo, Lord Kelvin utilizaba esa figura simbólica para poder explicar que los átomos también eran anillos en vórtice, pues se comportaban de la misma manera.

Más aún, proclamó que todas las propiedades de esas pequeñas partículas derivaban de ese movimiento giratorio en forma de vórtice, en medio del éter.

Pero como había una convicción generalizada de que la materia se componía de partículas tangibles (comparaban la forma del átomo con la de una bola de billar), la teoría de Lord Kelvin quedaba totalmente relegada al olvido.

La ciencia siguió avanzando. El átomo fue dividido y se llegó a visualizar como un sistema planetario en miniatura, donde el núcleo estaba formado por protones (carga positiva) y neutrones (sin carga aparente), y alrededor de ese núcleo giraban los electrones (de carga negativa).

Se demostró que el éter no existía como tal y que lo que imperaba era un vacío casi absoluto. Albert Einstein había escrito una fórmula: E = M x C2, donde E es la energía, M es la materia y C2 es el cuadrado de la velocidad de la luz.

Esa fórmula se llegó a demostrar algunos años después con el estallido de la bomba atómica, donde una fracción de materia se transformó en una inmensa cantidad de energía, llegando a arrasar una ciudad entera.

Si Kelvin viviera hoy no hablaría de átomos en forma de vórtice girando en medio del éter, sino que sería más sutil. Se preguntaría: si puede existir una onda de energía... ¿por qué no un vórtice de energía? ¿Y cómo estaría conformado un vórtice de energía? ¡Por una partícula elemental!

O sea:  Una partícula elemental es un vórtice de energía.

El propio Einstein una vez definió la materia como una energía congelada. El vórtice nos da un panorama mucho más claro: demuestra que la partícula elemental se mueve en espiral y el movimiento es el fundamento mismo de la materia.

El gran logro de esta teoría es el poder demostrar que la materia es una forma de energía.

¿Cómo puede ser —dirán algunos— si la energía es inmaterial?

La respuesta es simple. De la misma forma que el movimiento no puede existir si no se avanza en una dirección determinada, la energía no existe si no es con una forma definida.

No es que dicha energía forme un vórtice o una onda:el vórtice es la energía en sí.

En el mundo que conocemos a simple vista, el universo material que todos podemos observar, hay dos formas básicas de energía: la electricidad y la luz visible.

La materia es el tercer tipo de energía.

La mayoría de los vórtices tienen forma de cono, por ejemplo, los remolinos y los tornados, que giran como si fueran un gigantesco trompo.

Pero en el mundo de las partículas subatómicas, el vórtice forma una figura geométrica distinta: ni como “anillos de humo” ni como trompos. En este caso, la partícula elemental tiene la forma de un vórtice esférico. O sea: el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones y así llega a formar una bola giratoria de energía.

Para configurar ese vórtice en nuestra imaginación, podemos representarlo mentalmente como un pequeñísimo ovillo de lana, con una rotación continua.

El movimiento giratorio es lo que crea la estabilidad de la partícula, al igual que el anillo de humo (que no se desarma) y el trompo (que no se cae mientras gira).

No son ejemplos exactos, pero sirven para dar una idea aproximada de lo que estamos hablando.

Ahora volvamos a lo que se dijo precedentemente, donde se demostró que mediante una fisión nuclear podía liberarse una gran cantidad de energía.

¿Cómo ilustramos el tema con el ejemplo del ovillo de lana?

Es fácil. Si desenrollamos dicho ovillo en una habitación cualquiera, tendría una longitud tal que no cabría en ella, mientras que enrollado lo contendríamos dentro de una mano.

Si pudiéramos desenrollar así un vórtice de energía, la cantidad liberada sería impresionantemente grande.

Así como  el ovillo de lana es una figura muy compactada de ese material, una partícula elemental en vórtice es una forma muy concentrada de energía.

Esta teoría también puede explicar la carga eléctrica de la materia.

Por ejemplo, dijimos que el vórtice es un movimiento en espiral de tres dimensiones, pero ese movimiento giratorio tiene dos sentidos posibles: desde el centro de la espiral hacia fuera o desde el borde hacia el punto central.

El vórtice centrípeto corresponde a una carga positiva y el vórtice centrífugo a una carga negativa.

La teoría también aclara el concepto de la masa: La masa es una medida de la cantidad de energía que contiene una espiral.

La materia se ve así como una ilusión de lo real.

Siempre acostumbramos a decir: “Tan sólido como una montaña”, pero... ¿hasta qué punto la montaña es una entidad sólida?

Si la materia es un conjunto de partículas elementales y éstas, a su vez, son vórtices de energía, nada de lo aprendido hasta el presente tiene vigencia. Una partícula elemental de materia es una bola giratoria de energía, un vórtice esférico en movimiento.  Pero hay distintas vibraciones en ese vórtice y cada vibración representa una partícula distinta (un quark, un leptón, etc.) [5] Si el movimiento ocurre a la velocidad de la luz,  el vórtice deja de ser  una partícula elemental  para transformarse en un fotón.

Según  Einstein, ningún cuerpo puede moverse a mayor velocidad que la de la luz. Pero... ¿esa regla es también aplicable a la energía en sí?

Si el movimiento del vórtice llegara a vencer esa barrera y superara la velocidad de la luz, daría origen a un tipo de energía por completo distinto, a la que llamaríamos la superenergía o supraenergía.

Obviamente, la energía y la supraenergía serían distintas. La materia que formaría la energía se diferenciaría en sustancia de la que formaría el vórtice supraenergético.

La materia conocida se detecta en el universo físico. La materia formada por la supraenergía estaría contenida en un universo suprafísico. Habría suprapartículas y suprafotones, y juntos darían cabida a  una realidad suprafísica.

Nuestra materia no podría afectar a ningún elemento de ese mundo, pues su sustancia sería completamente distinta. Su vibración sería tan alta que ese suprauniverso no podría captarse por nuestra realidad. Los elementos de ese mundo serían absolutamente invisibles e intangibles para nosotros.

¿Cómo comprobar la existencia de tales formas suprafísicas, si nuestros sentidos no las pueden captar?

Si la supraenergía no se encuentra en nuestro espacio-tiempo, las formas suprafísicas están en un nivel superior de vibración.

Así se explicarían muchos de los fenómenos paranormales que tanto nos intrigan. Por ejemplo, la transustanciación.

Todos hemos escuchado historias donde había objetos que desaparecían y aparecían en forma misteriosa. La ciencia tradicional nunca tuvo explicación para tales hechos.

Antes habíamos dicho que cada partícula elemental era un vórtice de energía donde el movimiento en espiral es inferior a la velocidad de la luz. Imaginemos que ese movimiento en vórtice se acelera más y más.

Al sobrepasar el límite de la velocidad de la luz, la energía se transformaría en forma instantánea en supraenergía. La partícula elemental dejaría de interactuar con la luz visible y la materia, y no se podría detectar por medios normales. No se movería a ningún otro sitio, pero dejaría de ser perceptible para nosotros.

Si en forma hipotética se pudiera revertir el proceso, el vórtice deceleraría y la supraenergía se revertiría a energía y podríamos detectar la partícula, que reaparecería de inmediato.

Dicho proceso de ida y vuelta se denomina transustanciación. Es el puente entre lo normal y lo paranormal.

Si tuviéramos el poder para cruzar ese puente podríamos desmaterializar o materializar todo objeto que quisiéramos estudiar.

 

Según la religión judeocristiana, los cielos podrían ser la denominación bíblica para los planos de supraenergía, existentes más allá de la velocidad de la luz.

Falta aclarar qué papel tiene el espacio casi vacío de materia en esta teoría.

El centro del vórtice energético sería la materia y la energía de los bordes del vórtice, que no logramos percibir en forma directa, sería el espacio.

El espacio se origina en las regiones más tenues del vórtice y la materia está compuesta por las partes más densas del mismo.

 

 

 

 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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