Neale Donald Walsch – Conversaciones con Dios – Libro 2 – Capitulo 15

Conversaciones con Dios – Libro 2 – Capitulo 15
Neale Donald Walsch
Neale Donald Walsch – Conversaciones con Dios – Libro 2 – Capitulo 15
Estoy confundido. ¿Podemos retroceder un poco? Me parece que hay ciertas contradicciones. Pensé que estabas diciendo que, algunas veces, la mejor ayuda que se les puede dar a las personas es dejarlas solas. Después creí que habías dicho que nunca dejáramos de asistir a alguien si esa persona necesitaba ayuda. Aparentemente, se contraponen estas dos exposiciones.
Déjame aclarar tu pensamiento al respecto.
Nunca ofrezcas la clase de ayuda que inhabilita. Nunca insistas en ofrecer ayuda cuando tú piensas que se necesita. Permite que las personas conozcan todo lo que tienes para dar, y entonces escucha lo que quieren; percibe lo que están preparados para recibir.
Ofrece la ayuda que se quiere. Con frecuencia, te dirán, o lo mostrarán con su conducta, que sólo quieren que se les deje en paz. A pesar de lo que tú pienses que te gustaría darles, el dejarlos solos podría ser el Regalo Más Elevado que les puedes ofrecer.
Si, posteriormente, se quiere o se desea algo, te darás cuenta de si tú eres el llamado a dar. Si así es, da entonces.
Sin embargo, procura no dar nada que inhabilite. Lo que inhabilita es lo que promueve u origina la dependencia.
En verdad siempre hay una forma en que puedes ayudar a los demás y que, a la vez, los faculta.
La respuesta no consiste en ignorar la situación difícil de otro que está buscando verdaderamente tu ayuda, ya que si lo que haces es demasiado poco no habilitas más al otro que si actúas en demasía. Cuando tu conciencia es elevada, no puedes ignorar deliberadamente la situación apremiante de hermanos o hermanas, aduciendo que el permitirles que “sufran las consecuencias de sus actos” es el mayor regalo que les puedes dar. Esa actitud es soberbia y arrogante en el nivel más alto. Sólo te permite justificar tu falta de colaboración.
Me refiero de nuevo a la vida de Jesús y sus enseñanzas.
Fue Jesús quien instruyó que Yo diría a aquellos a Mí derecha: “Venid, vosotros Mis hijos benditos, heredad el reino que he preparado para vosotros.”
“Porque tuve hambre y vosotros me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estaba sin hogar, y me encontrasteis un albergue.”
“Estaba desnudo y me vestisteis; estaba enfermo y me visitasteis; estuve en prisión y me llevasteis consuelo.”
Y ellos me dirán: “Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento, y Te alimentamos? ¿O sediento, y Te dimos de beber? Y ¿cuándo Te vimos sin casa y Te encontramos un albergue? ¿O desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo Te vimos enfermo, o en prisión y Te consolamos?”.
Y Yo les contestaré:
“En verdad, en verdad, os digo: cuanto hayáis hecho por el menor de éstos, Mis hermanos, lo habréis hecho por Mí”.
Ésa es Mi verdad, y todavía se sostiene para todas las épocas.
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