CÓMO CREAR UN
ESQUEMA MENTAL FAVORABLE A LOS MILAGROS
Nuestra causa es nueva, nuevo pues debe ser nuestro modo de
pensar y de actuar. ABRAHAM LINCOLN
La tarea final en el viaje hacia la realidad mágica es la de
poner a tu mente, a tu yo invisible, en el camino que lleva
a los milagros. En el capítulo precedente hemos examinado la
idea de un universo con propósito y de
ti en tanto que entidad con un propósito dentro de ese
universo. Has examinado el modo de poner tus pensamientos y
acciones del lado del propósito divino que te ha traído
desde un estado sin forma en la eternidad a este mundo de
forma. Tu conciencia reconocerá ahora también la existencia
de una guía amorosa, que está a tu disposición y que sólo
necesitas saber utilizar sabiamente. Tal vez entiendas las
palabras de Hazrat Inayat jan cuando dijo: «El místico hace
algo mas que citar escrituras, no sólo dice "busca primero
el reino de Dios", sino que su vida entera está inmersa en
esa búsqueda».
Se trata de un embebimiento vital total que, sin embargo, no
supone que haya que retirarse del mundo o
cambiar de vida o de situación laboral. Lo que sí vas a
cambiar es esa realidad invisible que es únicamente tuya.
Lo que sigue en este capítulo es una guía para que cambies
de esquema mental a fin de experimentar un mundo donde la
realidad mágica no sólo sea posible sino que constituya tu
derecho de nacimiento. Con este cambio, el hacer milagros se
convertirá en algo no sólo en lo que creerás sino que
manifestarás en tu vida cotidiana. Yo he estudiado y pasado
tiempo con personas a quienes considero como hacedores de
milagros, y
sé por sus experiencias y las mías que éste es el paradigma
de la mente que una y otra vez crea ese esquema mental
milagroso.
CATORCE
CLAVES PARA CREAR UN ESQUEMA MENTAL MILAGROSO
He aquí catorce claves para crear un entorno en el que
puedan florecer los milagros y la realidad mágica. Aunque se
trata en realidad de intenciones para tu mente, esa parte
invisible de tu ser, hay cosas reales y específicas que
puedes practicar también. Después de cada clave doy una
lista de sugerencias para poner en práctica este esquema
mental milagroso en el mundo físico y visible.
1. Resérvate tu juicio y tu incredulidad.
Como a la mayoría de nosotros, con toda probabilidad te han
enseñado a ser escéptico en relación con todo cuanto no
puedas ver o tocar. Necesitas superar esa incredulidad, al
igual que lo haces cuando ves una película o lees una
novela.
Cuando estás vi endo una película o leyendo una novela no te
cuesta un gran esfuerzo eliminar la
incredulidad. De este modo, te es posible disfrutar de la
historia que se narra sin recordarte constantemente a ti
mismo que no puede ser cierta. Y lo mismo ocurre con el
mundo de la realidad mágica. Eliminas de buena gana tu
incredulidad y penetras temporalmente en un mundo de
posibilidades infinitas. Si éste no te gusta, puedes en
cualquier momento interrumpir la actividad y volver a entrar
en el mundo del escepticismo y la incredulidad. Deja que
comparta contigo una experiencia que tuve recientemente.
En el libro de Shirley Maclaine Going Wíthin hay una
descripción de un caballero brasileño llamado Mauricio
Panisset. La autora lo describe como un hombre poseedor de
poderes milagrosos, hasta un punto para mí desconocido
cuando leí el libro. De hecho, toda mi preparación me hacía
considerar tales alegatos con duda y escepticismo. He aquí
un extracto:
Mauricio Panisset nació el 6 de marzo de 1930 en Minas
Gerais, Brasil. Era el tercer hijo de una familia cuyo
padre, un pastor metodista, se interesaba también por la
metafísica. Pero pronto la madre de Mauricio se vio incapaz
de manejar la incontrolable rebeldía de su hijo.
Desesperados, cuando el niño tenía nueve años, los padres lo
enviaron a vivir con su abuela en una granja... El niño iba
a menudo al bosque, donde, según diría
(más tarde), era seguido por unas «luces». Estas luces
aparecían en forma de bolas que despedían un
resplandor y «le hablaban» siempre que las veía... Cuando
llegó a la pubertad, las luces desaparecieron. En
1949, a la edad de diecinueve años, entró en el ejército;
una noche, mientras se hallaba de guardia, las luces
aparecieron de nuevo... En 1969 las luces adquirieron tal
fuerza que empezaron de nuevo a «hablar». El 19 de abril de
1969 una de las luces habló con tal intensidad que Mauricio
no pudo hacer caso omiso de ella. La luz decía: «Debes
utilizar tu propia luz para curar a los enfermos. Debes ir
al hospital y empezar».
Me intrigaba este Mauricio, pero debo confesar que pensé si
Shirley no sería objeto de un truculento engaño
o incluso si no «se estaría pasando». Al fin y al cabo,
todos sabemos que las luces no hablan ni actúan como ella
describe en su libro. La oportunidad para eliminar mi
incredulidad llegaría el verano siguiente.
Hacia finales de nuestra estancia de todos los ve ranos en
Maul, Hawai, fui invitado a hablar en la Iglesia Unitarista
de Maui. Es esto algo que hago todos los años antes de
partir, y es mi modo de devolver algo a ese paraíso hermoso
y espiritual del océano Pacífico donde he recibido tanta
inspiración y guía divina.
Después de la charla se me acercó una mujer y nos invitó a
mi esposa, Marcie, y a mí a reunirnos con ella,
su esposo y un pequeño grupo de amigos en su cas a de la
ciudad de Lahaina. La mujer, Gall Longhi, y su esposo Bob
son propietarios de uno de los más famosos y concurridos
restaurantes de Hawai. Gail explicó que tenía un invitado
muy especial, alguien de quien Shirley Maclaine había
escrito en Going Within. Este invitado
se llamaba Mauricio y ella creía que, a juzgar por mis
palabras en la iglesia, nos encantaría tener una charla
privada con ese notable personaje. Recordé inmediatamente mi
reacción al leer lo que decía Shirley de las dotes de
Mauricio y acepté de buena gana la invitación. Marcie y yo
estuvimos de acuerdo en que era una buena oportunidad para
conocer de primera mano la magia de este maestro y, lo que
era igual de importante, dejar de lado nuestras
incredulidades y nuestros prejuicios.
Cuando llegamos, nos dijeron que Mauricio se reuniría con
nosotros pasados cuarenta y cinco minutos. Mauricio tenía
una sesión con la madre de Gail en un dormitorio cuya
ventana daba al patio. De repente, mientras estábamos fuera
en el patio, vimos en el dormitorio lo que parecían
relámpagos (la estancia parecía explotar con enormes
estallidos de luz multicolor, todo un auténtico espectáculo
de luces). La madre de Gail bajó la escalera poco después.
Pasó por delante de nosotros con una mirada vacía y apacible
y desapareció
en otra parte de la casa. Unos minutos más tarde bajó la
escalera Mauricio, cuya camiseta sin mangas estaba
empapada de sudor. Nos juntamos con él en la cocina, donde
estaba ingiriendo grandes cantidades de agua. Parecía tener
casi cincuenta años. Era de poca estatura, con una magnífica
cabellera blanca y una constitución robusta y gloriosamente
sereno y humilde. Pidió disculpas y explicó que necesitaría
otros quince o veinte minutos antes de poder vernos. Le
dimos las gracias y, en un inglés entrecortado, contestó:
-NO, no, gracias a mí no. Es obra de Dios, no mía.
Pasaron unos veinte minutos; en este espacio de tiempo Bob
se encargó de asegurar a todos los presentes que no había la
menor posibilidad de fraude. Explicó que el espectáculo de
luc es había tenido lugar en su dormitorio, que él había
escoltado a Mauricio personalmente hasta la estancia y había
tenido con él una primera sesión. Nos dijo incluso que había
registrado la estancia. Yo esperaba simplemente con la mente
abierta y dispuesto a superar mí incredulidad.
Mauricio nos pidió que subiéramos la escalera tras él.
Marcie y yo habíamos decidido tener esta sesión
juntos a fin de poder corroborar mutuamente nuestra
experiencia y compartir lo que presenciáramos. Nos tendimos
sobre la cama en diagonal, con las cabezas juntas y sin
soltarnos las manos ni por un momento. Mauricio puso en
marcha un casete y la estancia se llenó de una música de
flauta a bajo volumen, para la meditación. Se nos acercó por
detrás y posó los dedos sobre la frente de Marcie. Pronunció
luego en voz alta
las palabras «Energía, energía, energía» y otras palabras en
portugués que no pudimos entender. Apartó los dedos de la
frente de Marcie y los chasqueó con fuerza, repitiendo una y
otra vez «Energía, energía». De pronto, milagrosa y
literalmente, la estancia se iluminó. Emanaba luz de sus
manos, era como si un rayo hubiese dado en plena estancia.
Marcie tenía los ojos cerrados, pero podía ver la luz a
través de los párpados.
Yo no cerré los ojos ni por un instante, y quedé paralizado.
Luego, Mauricio me tocó la frente con los dedos. Tenía la
mano muy caliente. De nuevo, «Energía, energía, energía»
seguido de otras palabras en portugués. Yo me sentí
temporalmente transportado a otra dimensión. Eran una luz y
una energía eléctricas. Todo mi cuerpo era presa de un
enorme shock y sufría convulsiones. La estancia estaba
encendida. ¡De la total oscuridad a una brillante luz que
surgía de las manos de este hombre! Permanecimos en el
dormitorio más de veinte minutos. Durante este tiempo
Mauricio posó una mano sobre
mi rodilla y la otra sobre mi tobillo, que me había dañado
la semana anterior al caer sobre unas rocas
resbaladizas. Yo sentía un enorme calor; de nuevo la luz
emanaba de Mauricio e iluminaba la estancia. Esto se repitió
de doce a quince veces durante la sesión. Luego, Mauricio
abandonó la estancia y bajó la escalera empapado de sudor.
Antes de marcharse, nos pidió que permaneciéramos tendidos
en la cama unos momentos para dejar que la experiencia nos
impregnara, y explicó que tal vez nos sintiéramos mareados.
Permanecimos unos minutos tendidos sobre la cama, cogidos de
la mano y sintiéndonos más cerca el uno
del otro que nunca en nuestra vida juntos. No necesitábamos
hablar. Bajamos lentamente la escalera, mirando
más allá de las otras siete u ocho personas congregadas en
la estancia.
Mi esposa es muy cariñosa con nuestros hilos. Se consagra
totalmente a ellos, y parece estar cada vez más unida al
nuevo bebé que nace, de los siete que ha tenido. La noche de
nuestra cita con Mauricio, nuestra hija Stephanie, ya
crecida, estaba cuidando de nuestra pequeña Saje Eykis, que
tenía nueve meses y estaba sometida a lactancia completa.
Marcie bajó la escalera después de nuestra sesión casi en
trance, con una expresión tot almente distinta y apacible en
el rostro. Unos minutos más tarde sonó el teléfono; era
Stephanie para decirnos que tenía problemas con la niña, que
no paraba de llorar y armar jaleo. En cualquier otro
momento, una llamada como ésta habría hecho que nos fuéramos
inmediatamente para que Marcie pudiera amamantar a la niña y
darle el consuelo que sólo ella podía proporcionarle. Pero,
después de la experiencia de
las luces, Marcie estaba en otro mundo. Su respuesta a
Stephanie me sorprendió de tal modo que salí de mi
propio trance.
-Lo siento, Stephame, vas a tener que ocuparte tú. No
tardaremos mucho, pero entretanto haz lo que tengas que
hacer para que pare de llorar.
Era una Marcie distinta de la que yo había conocido hasta
entonces o de la que haya podido conocer después. Cuando
volvíamos a casa en coche, estuvimos de acuerdo en que
acabábamos de vivir una experiencia muy especial e
indescriptible.
Al día siguiente, observé que el molesto grano que tenía
desde hacía años en la clavícula había desaparecido por
completo y la pierna que me había herido ya no me dolía. De
hecho, las costras habían casi desaparecido y apenas había
rastro de la herida.
Cuando tuvo lugar este acontecimiento yo llevaba varias
semanas meditando acerca de escribir este libro. En
mi meditación, oía constantemente cómo se me aseguraba que
iba a recibir todas las pruebas necesarias para poder
escribir un libro sobre la manifestación de milagros. Se me
aseguraba una y otra vez que las dudas desaparecerían y que
yo sabría. La presencia de Mauricio y la experiencia de las
luces parecían una prueba convincente de que la realidad
mágica es verdaderamente real.
Creo que experimenté la realidad mágica porque había dejado
de lado sin esfuerzo mi incredulidad. Estoy
convencido de que el primer paso para preparar nuestra mente
para hacer milagros es la eliminación de la incredulidad. Te
animo a que cultives una actitud abierta, nueva y franca,
hacia cualquier cosa que represente para ti una posibilidad.
Este acertijo del matemático Douglas Hofstadter constituye
un rápido test para comprobar hasta qué punto está abierta
tu mente:
Un padre y su hijo se dirigen en coche a un partido de
rugby. Empiezan a cruzar un paso a nivel y, cuando están a
medio cruzar, el coche se cala. Al oír un tren a lo lejos,
el padre, presa del desespero, intenta poner de nuevo el
motor en marcha. No lo consigue y el tren arrolla el
automóvil. El padre muere al instante, pero el hijo
sobrevive y es llevado apresuradamente al hospital para una
operación del cerebro. El cirujano, el entrar en el
quirófano, palidece y dice: «No puedo operar a este chico.
Es mi hijo». La pregunta es: ¿cuál es la relación entre el
chico y el cirujano? Reflexiona unos minutos antes de mirar
la respuesta, que escribo con las letras al revés: le
onajuric are al erdam led ocihc.
Tener una mente abierta y dejar de lado nuestra incredulidad
nos permite experimentar nuevas perspectivas, mientras que
una mente cerrada y una falta de disposición a librarnos de
nuestras incredulidades nos mantiene atrapados en nuestros
viejos modos de pensar y ver. La realidad mágica sólo está
al alcance de aquellos capaces de imaginar cualesquiera
posibilidades, dejando que el cómo venga por sí solo. No te
pido aquí más que que hagas eso. Nada más. Simplemente, abre
tu mente y deja de lado tu incredulidad. Así comienza la
realización de milagros.
Sugerencias para poner en práctica este esquema mental
Practica afirmaciones interiores en las que te des a ti
mismo permiso para adoptar nuevas ideas. Deberás decirte a
ti mismo: «Mantendré la mente abierta» «Me niego a juzgar a
nadie ni a ninguna idea», «Estoy abierto
a un infinito número de posibilidades que están en la
actualidad a mi alcance», «El hecho de que yo no lo
acabe de ver o de entender no significa su no existencia»,
«Hoy , por un día, dejé de lado mi incredulidad y estaré
abierto a la posibilidad de cualquier cosa», «Actuaré de
acuerdo con esta nueva actitud abierta y no de acuerdo con
mi viejo escepticismo».
Mantén abierto un pequeño rincón de tu mente a la
realización de milagros. Investiga las vidas de personas
que hayan experimentado milagros. Debes saber que eso te es
posible a ti también. Habla con tus amigos y nuevos
conocidos y pregúntales si han experimentado alguna vez lo
que tú considerarías un milagro. Lee libros
y artículos que traten de personas que han tenido este tipo
de experiencias. Permitiéndote ser receptivo a esas
historias y a esas experiencias auténticas, abrirás tu mente
y harás tuyas esas mismas posibilidades.
2. Crea en tu mente una zona de realidad mágica.
Una vez empieces a dejar de lado tu incredulidad y tu
escepticismo, podrás comenzar a adecuar tu mente a
la realización de milagros. Haz de esto una parte muy
privada de tu vida. Reserva una pequeña parte de tu
conciencia para el fin exclusivo de probarte a ti mismo en
esta área. Yo he sido capaz de manifestar lo que constituye
milagros en mi vida teniendo esta zona privada.
Un día, mientras me estaba duchando y meditaba
tranquilamente, pensé en dejar por completo el alcohol. La
bebida no constituía para mí un gran problema, pero sí era
algo cotidiano: sólo unas cervezas después de correr, pero,
de todos modos, era algo que, intuitivamente, yo no creía
que me favoreciese. Me pregunté (o pregunté a mi guía, Eykis):
«¿Puedo dejar el alcohol a partir del primero de enero del
año que viene?». Una simple pregunta reflexiva en mi mente.
La respuesta fue clara como el cristal: «No bebas hoy, y
vuelve a preguntar mañana. Sólo hoy. ¡Ya! No tienes que
mirar más allá». Mi zona mágica privada está reservada a
preguntas como ésta sobre la dirección que debía tomar en
relación con el alcohol. Nunca me falla. Te recomiendo que
reserves tu propia zona invisible y sin forma en tu mente y
que la consideres como tu rincón de libertad. Retírate a
ella a menudo para pedir la ayuda amorosa y la guía que se
te puede brindar.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Afírmate a ti mismo en voz alta cada día que eres un ser
espiritual con experiencia humana y que en este reino
espiritual no hay limitaciones. Afirma en voz alta que la
inteligencia universal que fluye a través de toda forma del
universo fluye también a través de ti y que la ley universal
que ha permitido la aparición de un milagro
en cualquier momento de la historia de este planeta no ha
sido abolida. Sigue funcionando y actuando hoy, y
está a tu disposición. Esta afirmación te ayudará a abrirte
a ti mismo para poder utilizar las fuerzas universales
en lugar de seguir siendo un escéptico que jamás permite a
éstas actuar en su vida. Haz primero esta afirmación y luego
empieza a actuar de acuerdo con ella.
3. Afírmate en tanto que persona sin límites.
Cuando hayas desarrollado esta zona de realidad Mágica en tu
mente y confíes en que puedes acudir a ella
a voluntad, empieza a afirmarte en privado que no hay
literalmente límite alguno para los poderes que posees. He
aquí una gran regla general: si puedes concebirlo en tu
mente, puedes también sacarlo al mundo físico.
Hace un tiempo yo no me creía capaz de dar un revés en tenis
y, mientras lo creí así, ése fue el resultado.
Hoy, el revés es mi golpe más certero. Cambié de creencia y
mi forma siguió esa creencia. Créeme, cuando doy un revés de
campeonato en un partido de tenis, eso es para mí un
milagro. La creencia en cualquier limitación, y digo
cualquier limitación, será un punto en tu contra en el deseo
de experimentar la realidad mágica.
La cuestión es que tú y sólo tú tienes la capacidad de crear
magia en tu mente. La elección te corresponde siempre a ti.
No tiene nada que ver con la suerte, sino con el hecho de
que creas en ti mismo como parte de la fuerza divina que
impregna toda forma del universo.
Probablemente, cuando eras niño, tenías buenas relaciones
con esa magia invisible que hay dentro de ti. Creabas en ti
lo que en realidad eran fantasías: podías andar a gatas,
podías caminar, podías subir a un árbol. Podías nadar, por
difícil que esto pareciera. Sabías que lo ibas a hacer, y el
acto se ponía en marcha en tu mente. A los pensamientos
invisibles seguía cualquier cosa que fuera necesaria en el
mundo material. Aprendías a montar en bicicleta, aun cuando
fueras tambaleándote todo el rato y cayeras al suelo una y
otra vez. No había limitaciones en tu mente. Todos tus
logros empezaban con una fe. No eras físicamente distinto
en el momento en que te soltabas del borde de la piscina y
te ponías a nadar solo. Tu yo físico era exactamente el
mismo cuando «nadabas» que cuando «no nadabas». La
diferencia estaba en la fe. Lo mismo puede decirse de cuando
andabas y cuando no andabas. De cuando subías al árbol y de
cuando no subías. No
te parabas a decir: «No, nunca podré permanecer de pie,
seguiré aquí sentado siempre. Creo que no he heredado los
genes necesarios para estar de pie». No había en tu mente
espacio para la duda acerca de tu grandeza en esas áreas.
Concebías primero la idea imposible en tu mente y luego
actuabas en consecuencia.
En algún punto del camino empezaste a dudar de tu capacidad
para crear magia en tu vida. No dudes ni por
un instante de que poder caminar, desde el punto de vista
del niño que anda a gatas, es realmente un milagro. Perdiste
la capacidad de ampliar esta fe a nuevos milagros más
«imposibles». Empezaste a adoptar las incredulidades de
aquellos que te rodeaban, personas «de muchos límites», y
que decían: «Debes aprender tus limitaciones»; o bien: «Eso
no puedes hacerlo»; o «Eres igual que tu padre, y el tampoco
podía hacer eso».
La lista era interminable, como lo eran las limitaciones.
A fin de recobrar esa magia de la infancia y convertirte en
tu propio hacedor de milagros, deberás cambiar los
pensamientos que crearon tu mundo de límites y fronteras.
Esto tiene lugar primero dentro de tu mente, y, como sea que
los pensamientos tienen su origen en ti, tienes la capacidad
de recrear tu propia imagen de lo que va a ser tu vida a
partir de ahora. ¿Por qué no incluir también la presencia de
la realidad mágica en tu vida?
Sugerencias para poner en práctica este esquema mental
Haz una lista de aquellos límites que crees ver y que te has
convencido son ciertos en tu caso. Examina luego cada uno de
ellos a la luz del modo en que otros los han trascendido.
Una vez te des cuenta de que tienes el poder interior de ir
más allá de estas autodefiniciones, estarás en el buen
camino para crear la realidad mágica de la que hablo a todo
lo largo de este libro.
4. Desarrolla un nuevo esquema mental en relación con el
concepto de intuición.
Debes familiarizarte con la idea de que las fuertes
«súplicas interiores» y «corazonadas repentinas» son en
verdad voces interiores que te ofrecen guía. Como he dicho
en el capítulo 2, ve en tu yo intuitivo la palabra de Dios
que te habla a ti en privado, del mismo modo que tú hablas
en privado con Dios y lo llamas oración. No es descabellado
pensar en una respuesta, especialmente si crees que hay allí
una inteligencia universal a la que
te diriges. Recuerda, lo importante no es el nombre que des
a esa inteligencia universal. Yo utilizaré aquí la
palabra Dios. pero si tú prefieres otra, utilízala. No es la
etiqueta lo que importa. Lo importante es saber que esa
inteligencia está ahí y que forma parte de ti y de toda la
vida.
Familiarízate con tus voces intuitivas y óyelas en tanto que
guías amorosas procedentes del mundo inmaterial y
espiritual. Mi propia fórmula personal es: si lo siento, es
que es real; y, porque es real, me niego a ignorarlo. He
aquí dos ejemplos.
En un viaje de vacaciones a Panama City, Florida, mi esposa
conducía el coche mientras mi hija Tracy y su
prima dormían en el asiento trasero. Yo echaba un sueñecito
después de haber conducido durant e seis horas.
De repente, una abrumadora sensación hizo que me incorporara
y pude ver que el coche que tenía delante estaba a punto de
chocar de cabeza con el coche de delante de él. Mi esposa no
podía ver por encima del coche que teníamos delante y no se
daba cuenta de lo que iba a ocurrir cuando el conductor del
automóvil giró bruscamente hacia la grava del borde de la
carretera para evitar el choque. Al mismo instante que el
coche giraba, yo agarré el volante de nuestro automóvil y
giré hacia la grava, con lo que alerté súbitamente al
conductor que venía detrás. Se había evitado otro espantoso
choque múltiple.
¿Qué era el sentimiento intuitivo que me dirigió en ese
instante? Dadle el nombre que queráis; yo sé que era Dios
quien me hablaba. Estoy convencido de que Dios, de una
manera incomprensible, me dio un codazo para despertarme
aquel día de verano de los años setenta. ¿Por qué? Me
inclino a creer que yo tenía todavía mucho que hacer aquí:
los hijos que todavía no habían nacido, mi escritura, todas
las actividades de mi vida desde ese momento eran mi razón
para continuar. ¿Cómo vamos a cuestionar la perfección del
universo? Así
se escapa, por los pelos. Y cuando llegue nuestra hora,
tampoco nada podrá detener eso.
Nuestro amigo Larry, quien hace años ayudó en la decoración
de nuestra casa, nos contó que un día se acercaba a un
semáforo en verde a setenta kilómetros por hora cuando, de
repente, una fuerte voz interior le suplicó que pusiera el
freno sin ningún motivo aparente. Obedeció a esta intuición
y el coche se detuvo a unos centímetros de un coche que
atravesaba a toda velocidad un semáforo en rojo.
Yo estoy convencido de que tú también tienes numerosas
historias que contar en las que una voz interior te
ha instado a comportarte de una manera al parec er
irracional y que, en cambio, te salvó la vida. Le sucede a
todo el mundo. Algo que sucede a todo el mundo no puede
atribuirse sólo a la coincidencia o a la simple suerte.
Tiene que haber algo más. La mayoría de nosotros recibimos
estas señales intuitiva s de manera regular.
Sabe en tu mente invisible que las corazonadas no son
accidentes. Responde de manera que te puedas beneficiar de
esa guía. Estás siendo guiado. A medida que aprendas a
confiar en esas guías, empezarás a reconocer las lecciones
que se te ofrecen, aun cuando no sean discernibles de
inmediato.
Los milagros y la realidad mágica no están al alcance de
muchos de nosotros, los occidentales, debido en gran parte a
que nos enseñan quienes no tienen ninguna fe en su propia
intuición. Hacemos frente a unas expectativas existenciales
que ponen casi todo su énfasis en el pensamiento lógico y
racional y en la solución
de problemas. Nuestras escuelas se concentran en la
adquisición de conocimientos, al tiempo que hacen
prácticamente caso omiso de los aspectos sensibles de la
vida de los alumnos. La intuición, la parte más
profundamente sensible de la vida, es tratada como algo
infantil e inferior y no digno de atención. De hecho tu
intuición, esa indistinta voz interior que tan a menudo
oyes, forma parte de tu vida en igual medida que tu
capacidad para resolver ecuaciones de segundo grado, leer un
poema o eliminar tus desechos corporales. Está ahí, es real.
¡Préstale atención! Porque sólo cuando trasciendas la
creencia de que el saber cognoscitivo es superior a la
intuición y los sentimientos se convertirá la realidad
mágica en un modo de vida para ti.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Practica una vez al día el escuchar y seguir tu intuición.
Sostén conversaciones contigo mismo para afirmar
el poder de tus corazonadas invisibles. Intenta seguir una
de esas corazonadas de manera distinta sólo una vez, hoy.
Olvídate de los resultados y recuerda que, escuchando esas
instancias intuitivas, superas una inclinación mental
interior a desdeñarlas. Empezar a prestar atención es un
gran paso hacia la comprensión del vocabulario de esos
pensamientos intuitivos. Todos tus pensamientos tienen su
origen en esa guía intuitiva amorosa que recibes
constantemente. Empieza a afinar tus antenas intuitivas para
saber cuándo debes prestar atención. Si sintonizas de manera
consciente, adquirirás pericia en la recepción de esas
señales.
5. Descubre el secreto que está sentado en el centro y sabe.
Familiarízate y hazte amigo de la idea de que la nada tiene
algo que ofrecerte en tu camino hacia la realidad mágica.
Reflexiona acerca de las incitantes palabras de Robert Frost
inspiradoras de esta idea:
Nosotros danzamos en un círculo y suponemos, pero el secreto
está sentado en el centro y sabe.
¿Que nos quiere decir Robert Frost con este «secreto sentado
en el centro»? Cuando tengas la respuesta a esta pregunta
habrás abierto la más difícil puerta que bloquea tu entrada
a la realidad mágica.
Considera que es el espacio entre las notas el que hace la
música. La música (sonido en forma) no es una
nota ni tampoco una serie de notas. Lo que se necesita para
que haya música es un espacio vacío y silencioso entre las
notas. Una nota sin espacio es un largo sonido. La música
procede del silencio existente entre las notas. ¿La nada?
Sí, pero absolutamente necesaria a fin de crear sonido en el
mundo de la forma. Sin la nada
no hay música.
Considera que es el espacio existente dentro del jarrón el
que permite que éste sea un jarrón. El jarrón no es
simplemente arcilla o metal, o cualquier otro material
utilizado. Lo que se precisa para tener un jarrón es un
espacio invisible, vacío y silencioso, rodeado de material.
Golpea con un martillo el jarrón y seguirás teniendo todo el
material, pero no el jarrón. Es absolutamente necesaria la
nada del espacio invisible, vacío y silencioso, para tener
un jarrón. Sin la nada no hay jarrón.
Considera que una estancia no es una estancia sin un espacio
vacío y silencioso dentro de ella, rodeado por
la forma del material. La estancia no es el mortero, la
madera o las vigas que constituyen la parte material de la
estancia. Haz un montón con todo ello y no tendrás estancia.
Necesitas ese espacio invisible, vacío y silencioso, rodeado
de toda esa forma para tener una estancia. Sin la nada no
hay estancia.
Ese espacio invisible, vacío y silencioso, que se halla
dentro de todas las formas se llama el Tao. Se ha escrito
que el Tao que puede describirse no es el Tao. El Tao está
más allá de la descripción, más allá del lenguaje, más allá
de ol s símbolos. Paradójicamente, forma parte de todo. Shen-hsui
lo dijo así: «Ver en la nada: en esto consiste ver de
verdad, con una visión eterna». El jarrón, la estancia y la
música tienen sentido para nosotros cuando intentamos
comprender la nada con nues tra mente racional. Su
existencia es imposible sin el espacio vacío. Y lo mismo
ocurre con todas las cosas hechas de materia. Para que
existan, es precisa la silenciosa nada. «Así, del mismo modo
que aprovechamos lo que es, debemos reconocer la utilidad de
lo que no es», dijo Lao Zi (Lao-tsé).
También tú eres forma material (piel, huesos, sangre y
cartílagos) que rodea el vacío silencioso e invisible que
eres también tú. Sin esta nada interior, tú no existirías.
Sin la nada, tú no existes. Cada una de las células
de tu cuerpo se compone de partículas que rodean un vacío
hecho de nada. Cada molécula está también
formada por partículas que rodean la nada. Ésta es la
historia misma de la vida. La vida no pesará menos cuando
abandone tu cuerpo. Tu vida, tu misma existencia, no tiene
por lo tanto peso y es invisible. ¡La nada!
El secreto que está sentado en el centro y sabe no es sino
el vacío, callado por fuera, pero que está siempre
ahí. También a partir de ese secreto del centro serás capaz
de crear milagros en tu vida.
Como ocurre a menudo, los poetas están en contacto con estos
difíciles conceptos. He aquí lo que dice
Wordsworth al respecto:
Y he sentido... una sublime sensación
De algo fundido mucho más profundamente Que habita en la luz
de los soles ponientes En el redondo océano y en el aire
viviente
En el cielo azul y en la mente del hombre;
Un movimiento y un espíritu que empuja
A todas las cosas pensantes y a todos los objetos del
pensamiento
Y discurre por todas las cosas.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Recuerda que el mundo de la forma rodea el vacío invisible.
Recuerda que eres forma que rodea la energía vital
invisible. No olvides esto y esfuérzate cuanto puedas por
descubrir «el secreto que está sentado en el centro y sabe».
Puesto que es invisible, necesitas ir allí mentalmente.
Pregúntate: «¿Por qué estoy aquí?
¿Quién soy?». Tus respuestas, tan ansiosamente buscadas, te
asombrarán.
Pasa tiempo en ese espacio interior trabando amistad con el
invisible regidor que guía tu vida. Confía en él hoy.
Permítele actuar con amor, como él quiere. Acepta lo que te
guía a hacer con confianza y entrega y descubrirás que
puedes confiar en el secreto que está sentado en el centro y
sabe. Establece contacto a menudo con ese regente interior y
no te avergüences por ello. Cuanto más confíes en que tu
vida tiene un propósito y en que no vas a ser mal
encaminado, más comulgarás en el mundo apacible y armonioso
de la realidad mágica.
6. Aprende a aprender a través del conocimiento y la
confianza y no de la duda y el temor.
Dos son los principales modos de adquirir una nueva
comprensión. Puedes elegir el camino del temor y de la duda
o el camino de la confianza y el conocimiento. Al elegir el
segundo, te abrirás realmente a tu potencial mágico. Tu
aprendizaje probablemente ha consistido en gran medida en el
cuestionamiento de tu capacidad para lograr una capacidad
determinada. En algún momento has estado lleno de dudas
acerca de casi todas las cosas que hoy das por ciertas.
Por lo que a mí respecta, en un momento de mi vida dudaba de
mi capacidad para hablar improvisadamente
a un auditorio durante varios minutos, y menos aún durante
varias horas. Mis dudas me provocaban temor y diversas
conductas destinadas a superar este temor. El aprendizaje a
través del proceso del miedo y la duda fue una experiencia
larga y penosa. Tanto si se trataba de un grupo escolar como
de una reunión de negocios, me ponía literalmente enfermo
cada vez que tenía que ponerme en pie delante de un
auditorio.
Mucho más gratificante fue la experiencia de aprender a
hablar ante un auditorio por el camino del
conocimiento y la confianza. Empecé a considerarme capaz de
dar una charla, sabiendo dentro de mí que podía hacerlo y
confiando en que estaría bien atendido si hacía a un lado
mis dudas. Aprendí que al auditorio
no iba a importarle que yo cometiera algunos errores o me
perdiera momentáneamente siempre que hablara con el corazón
y trans mitiera pasión por el tema. El día en que recibí el
premio Golden Gavel de Toastmasters International como
orador destacado del año supe que el paso del temor y la
duda al conocimiento y la confianza había producido un
auténtico milagro en mí.
Del mismo modo podemos contemplar muchas de nuestras
experiencias. Se te ha enseñado a dudar, en una cultura que
hace hincapié en cosas como éstas: no puedes, está mal, eres
demasiado pequeño, demasiado grande, demasiado joven,
demasiado viejo, una chica, un chico, no eres de la
procedencia adecuada, no tienes los títulos, la preparación
o la experiencia adecuados. De la duda ha salido el temor a
tu grandeza, el temor a la desaprobación, al fracaso, a la
intimidad e incluso al éxito.
Es cierto que la duda y el temor proporcionan experiencias
enriquecedoras, pero las consecuencias
negativas son evidentes. Es fácil ver que no es así como se
llega a ser una persona feliz, realizada y en plenitud de
facultades. Si deseas conocer la realidad mágica, debes
sustituir el temor y la duda como método principal de
aprendizaje por la confianza y una fuerte dependencia del
conocimiento interior.
Para pasar del temor y la duda a la confianza y el
conocimiento deberás desarrollar un esquema mental distinto.
Tu nuevo pensamiento debería ser algo así:
Voy a aprender de todos modos lo que tengo que aprender, así
que, en lugar de tomar el restrictivo camino del temor y la
duda, voy a trabajar para aprender las lecciones de la vida
mediante la confianza y el conocimiento. Confiaré en mi
propia y personal capacidad para crear en mi mente lo que
desee. Ésta es mi mente y éstos son mis pensamientos, y
puedo elegir la duda o la confianza. Escojo la confianza.
Puedo dudar
de mi capacidad de realizar milagros o puedo confiar en
ella. Actuaré de acuerdo con lo que haya elegido. Creo
que el dicho «Según pienses, así serás» constituye una
descripción muy acertada de la condición humana.
Cuando mi hija Serena tuvo cinco años la animamos a utilizar
este modo de pensar para aprender a montar
en una bicicleta de dos ruedas. Durante ocho meses no había
querido que le quitaran las dos ruedas suplementarias
diciendo que no estaba preparada. Ahora estaba preparada y
se pasó tres días practicando la confianza y el conocimiento
antes de montarse en la bicicleta. Practicaba en voz alta
estas afirmaciones personales: «Me veo a mí misma montando
en bicicleta. Puedo montar sobre dos ruedas. Poseo la
capacidad
de mantenerme en equilibrio. Confío en que soy una persona
capaz de aprender lo que sea, incluso a montar
en bicicleta». Cuando llegó la hora de subirse a la
bicicleta, Serena estaba tan animada para ello que el temor
era imposible. Rara vez he visto semejante confianza y
decisión en alguien que emprendiera una nueva tarea.
Su esquema mental creó el milagro. En cuestión de minutos
conducía la bicicleta sola. Unas caídas, cierto temblequeo
al comienzo, pero allá se fue por la acera ella solita, muy
orgullosa y exclamando en voz alta: «¡Sé montar sobre dos
ruedas, sé montar sobre dos ruedas!».
Después de tropezar con la boquilla de una regadera y caer
sobre la hierba, cambió de idea por una fracción
de segundo y permaneció tumbada en el suelo musitando: «No
sé montar sobre dos ruedas». Pero sus afirmaciones positivas
y la confianza y el conocimiento interiores la hicieron
superar inmediatamente la duda momentánea y se colocó de
nuevo sobre el sillín, buscó el equilibrio, me pidió que la
empujara un poquito y en seguida gritó: «¡Sí sé!».
El esquema mental de Serena fue la causa del milagro. Y no
dudes por un instante de que se tratara de un
milagro. Cuando llegó el momento y se sintió preparada, fue
lo que había trabajado en su mente en cuanto a confianza y
conocimiento interior lo que la permitió salir al mundo
material y realizar su milagro. El milagro tuvo
su origen en su mente sin forma ni dimensiones y se hizo
realidad en el mundo físico como consecuencia de su
confianza y conocimiento interiores.
Sean cuales fueren los milagros que deseas ver en tu vida,
es imprescindible un cambio hacia una actitud de
confianza y conocimiento. No pierdas de vista, al pasar a
esta nueva conciencia, que detrás del temor está la
impotencia. Combates aquello que temes y el luchar siempre
debilita. El temor nos vuelve impotentes y hace imposible
acceder a niveles superiores. En cambio, detrás de la
confianza están el poder interior y el amor. No
se juzga, no se siente ira ni odio ni temor y no es
necesario luchar. El amor te faculta para acceder a niveles
superiores. La elección te corresponde siempre a ti y
empieza en ese mundo interior y amorfo de la mente.
Sugerencias para poner en práctica este esquema mental
Por unos instantes, cuando hoy te encuentres con extraños,
pásate al conocimiento y la confianza como modo de
interacción. Abandona las dudas y trata a ese empleado o a
ese contacto telefónico con confianza y
fe. Pruébalo. Debes decirte a ti mismo: «Confío en esta
persona. No voy a dudar de ella, y sé que las cosas tendrán
un cariz positivo». Esta actitud, que consiste en aprender a
través del conocimiento y la confianza, te servirá en una
multitud de sentidos. Deja de lado tus dudas y temores y
confía en que las cosas van a salir bien.
7. Afirma que tu intención crea tu realidad.
Memoriza y repítete constantemente: «Mi intención crea mi
realidad». Probablemente no estarás familiarizado con la
idea de la aplicación de la intención como modo de crear
milagros. A casi todos nosotros se nos ha educado de tal
modo que consideramos nuestros deseos, necesidades y
fantasías como las semillas de nuestra realización personal.
Sin embargo, los deseos son algo estancado, no ponen en
movimiento la energía
ni crean nada en tu vida. La intención es la energía de tu
alma que entra en contacto con tu realidad física. Lo que
ves a tu alrededor -con quién te relacionas, cómo funcionas
día a día, cómo son tus relaciones, cuánto dinero ganas,
cómo te llevas con los demás, la forma física de tu cuerpo y
prácticamente todo cuanto tiene que ver con tu yo físico- es
consecuencia de tu intención o del modo en que tus
pensamientos se ponen en acción
a través de la energía.
El tomar conciencia de tus intenciones te llevará a ser
consciente de tu naturaleza espiritual. Tu intención puede
sincronizarse con lo que sabes es tu propósito o bien
definirse de otro modo. Si sabes que tu propósito
es dar, amar y servir, ya sea en el campo de la educación,
como progenitor, como abogado o como taxista, tu
intención vendrá por añadidura. Probablemente te hallas a
menudo rodeado de personas con valores similares. Tus
valores y tu yo espiritual superior reflejan tus
intenciones. Ves en el mundo un lugar de servicio;
probablemente eres optimista en cuanto a la capacidad del
ser humano para ser menos agresivo; probablemente ves la
bondad de los demás; y probablemente ves a muchas personas
deseosas de recompensarte. Experimentas una gran gratitud y
enseñas a los demás a amar.
También lo contrario es cierto. Si tu intención es conseguir
cuanto puedas, probablemente te encontrarás con
montones de personas codiciosas y sedientas de poder. Las
personas con quienes te relacionas tienen un
esquema mental parecido y te convences una y otra vez a ti
mismo de la codicia y superficialidad del mundo.
¿Ves cómo tus propias intenciones invi sibles pueden crear
tu realidad?
El secreto para cambiar de vida está en las intenciones.
Deseando, teniendo expectativas y fijándose metas
no se logra el cambio si no hay intención. Lo que hace falta
es pasar de la energía inerte del deseo a la energía activa
de la acción y la intención. Date cuenta de que todo cuanto
has logrado, incluso aquellas cosas de las que no te sientes
especialmente orgulloso, se han produc ido como consecuencia
de tus intenciones. Tus relaciones constituyen un reflejo de
lo que has creado con tus intenciones. Tu situación
económica es el resultado de tus intenciones. Cuando sepas
que tienes el control sobre tus intenciones y que éstas
tienen su origen en ti, acabarás sabiendo también que
controlas por completo tu mundo y lo has controlado siempre.
A medida que trabajas hacia la consecución de un esquema
mental favorable a la realidad mágica, debes tener en cuenta
primordialmente esta idea: la creación de milagros en tu
vida es consecuencia de tu intención,
no de tu deseo ni de tu objetivo. Debes pasar de una actitud
inerte a una actitud activa dentro de tu mente a fin
de establecer un entorno interior de potencial para la
realidad mágica. Entonces y sólo entonces volcarás este
potencial en tu realidad en el mundo material.
Sugerencias para poner en práctica este esquema mental
En lugar de limitarte a fijarte metas o plantearte deseos
sobre el modo en que deseas que se desarrolle tu vida,
intenta pasar al lenguaje activo de la intención. Si estás
enfermo, intenta decirte a ti mismo: «Pienso curarme de esta
enfermedad». Y no «Deseo ponerme bien», o «Me he fijado como
meta librarme de esta enfermedad». El concepto de la
intención, de la aplicación de la acción a tus instancias
interiores, te permitirá activar aquello cuya ejecución es
necesaria a fin de completar el pensamiento y convertirlo en
realidad física. Debes hacer una clara distinción entre lo
que para ti son simples deseos o es peranzas y lo que ahora
tienes intención de hacer realidad. Cuando tengo la
intención de curarme, y sé que es en esto en lo que pienso,
suelo levantarme en seguida y hacer algo de ejercicio,
aunque sólo sea dar la vuelta a la manzana. La intención
puede, literalmente, convertir el pensamiento en acción.
Ésta es la esencia misma de los milagros.
8. Experimenta la entrega y el satori.
La entrega es un acto del corazón, una aceptación de lo que
siempre habíamos presentido vagamente:
Éste es un sistema inteligente del cual formo parte. Esta
inteligencia es invisible.
Esta inteligencia forma también parte de mí.
Decido confiar en esta inteligencia.
Entregarte equivale a poner inspiración en tu vida. Cuando
estás inspirado sientes que tienes un propósito. Cuando
confías en la invisible inteligencia del universo, te
sientes guiado. Este proceso no es algo que requiera
el difícil dominio de un aprendizaje esotérico. Puede
suceder en un instante, y es así como ocurre con frecuencia.
En el zen se llama a este proceso satori, que puede
traducirse más o menos por despertar instantáneo. Alan Watts
lo des cribe así:
Esencialmente, el satori es una experiencia súbita; se lo
describe a menudo como un «vuelco» de la mente, como cuando
una balanza se vuelca de repente al colocar la suficiente
cantidad de material en un platillo como para sobrepasar el
peso del otro.
Yo llamo a este proceso del satori «atravesar la puerta».
Puedes pasarte décadas preguntándote, luchando,
preocupándote, vacilando y cayendo en un lento proceso de
acercamiento a esa puerta que parece tan lejana. Entonces,
inexplicablemente, llega el instante en que atraviesas la
puerta. Es posible que mires entonces atrás,
a esos tiempos en que te estabas acercando a la puerta, y te
preguntes, asombrado: «¿Cómo he podido estar tan ciego
durante todos esos años?». Lo que parecía tan difícil, casi
imposible, para ti en cierto momento es ahora tu modo de
ser. El esfuerzo es tan mínimo que te das cuenta de que la
«gran mentira» está en la idea de que sólo a través de la
lucha y el esfuerzo se puede conseguir algo. Este
sentimiento de satori, de atravesar la puerta, es
consecuencia de la decisión interior de estar en armonía con
uno mismo y con su mundo físico. Es una decisión de entrega.
Yo he experimentado muchos satoris en diferentes áreas de mi
vida. Uno de ellos estuvo relacionado con el hecho de haber
crecido con conciencia de pobreza. De niño aprendí que había
que comprarlo todo de rebajas
o a precio de ganga, y creía que era imposible tener lo
suficient e de nada. Deduje que nunca tendría suficiente
dinero, que nunca podría pasarme con los gastos y que lo
máximo a lo que podía aspirar en la vida era a que
se me designase como perteneciente a la clase media en el
censo nacional. Durante aproximadamente los
primeros treinta años de mi vida actué de acuerdo con esta
imagen interior de mi esquema mental. Pensaba mucho en la
penuria, y me veía a mí mismo en esta vida sin tener nunca
lo suficiente de nada. Mostraba una prudencia extrema cuando
había que hacer algún gasto, controlaba mis gastos con gran
cuidado. Resumiendo, aunque no pasaba hambre, era una
víctima de la conciencia de penuria y mis acciones estaban
gobernadas por creencias interiores invisibles que dictaban
en gran medida cómo era mi mundo.
Luego atravesé la puerta en este sentido. ¡Bum! ¡Satori!
Ocurrió en una meditación, cuando oí: «Ya lo eres
todo». Cuatro simples palabras que me golpearon y me dieron
toda una nueva visión de la riqueza. En ese momento llevaba
una batalla interior sobre si debía abandonar mi seguro
puesto en la enseñanza, con unos
ingresos garantizados, y ponerme a trabajar por mi cuenta,
sabiendo que esto iba a salir bien. Luego llegaron las
palabras «Ya lo eres todo» y supe en ese instante, mientras
meditaba, que ya no necesitaba. Yo era ya lo que necesitaba.
Podía dejar de perseguir, podía dejar de luchar y saber que
estaba aquí, que había llegado. Debía dar un propósito a mi
vida y dejar de preocuparme por lo que no tenía. Me
entregué, ahí mismo y en ese preciso instante. Sabía algo
nuevo. Pasé de saber que nunca tendría lo suficiente a
pensar: «Estarás atendido.
No necesitas ya malgastar tu energía vital preocupándote por
eso». ¡Y no lo he hecho!
El resultado es que he estado atendido hasta extremos
imposibles de describir. Me he convertido en una persona
mucho más centrada. He dado más de lo que habría podido
imaginar tener. Fue un acto de entrega que tuvo lugar en un
momento de despertar. Esto es el satori.
También tú puedes probablemente mirar atrás, a los cambios
positivos importantes de tu vida, y darte cuenta
de que experimentaste un momento de despertar. Una mujer que
perdió ochenta kilos en un periodo de cinco meses me dijo
que podía recordar el instante en que se miró en el espejo y
un pensamiento la embargó con fuerza abrumadora: «Ahora es
el momento. Te ayudaré. No es preciso que sigas
envenenándote comiendo en exceso».
Cierto cliente me habló de cómo había pasado de una
ocupación a otra:
Después de años de saber que estaba haciendo lo que no debía
y que me había desviado de mi propósito, una mañana, camino
del trabajo, mi mente me dijo de repente que no podía seguir
engañándome. En ese supremo instante me entregué. Sabía que
iba a estar atendido. Hecho. Dejé el trabajo ese mismo día y
en ningún momento miré atrás . Antes vendía seguros y me
ganaba bien la vida. Ahora trabajo como asesor en
campamentos para niños menesterosos. Me siento realizado y
nunca me han preocupado mis ingresos. El momento de mi
renuncia fue tan intenso que sólo puedo decir que por
primera vez sentí total confianza en que todo me iba a ir
bien y en que podía efectuar ese cambio sin ansiedad ni
estrés. Supe algo dentro de mí, y a partir de ahí me
entregué.
El satori está a tu alcance en cualquier momento de la vida.
Pero sólo vendrá si tienes una actitud abierta en relación
con él y si estás dispuesto a la entrega. Todos los maestros
espirituales nos dicen que la realidad de la vida nos habla
en silencio. Es posible que tu ruidosa conciencia de vigilia
no te permita oír esa súplica callada.
Lo que precisas para entrar en el marco mental necesario
para experimentar milagros es renunciar. Sólo saber.
Sólo, simplemente, confiar. Quédate en silencio y luego
escucha tu pensamiento. Déjate guiar por una actitud
despierta de entrega. Liberarse de una perpetua disputa
interior con la vida es un agradable preliminar para el
satori.
Seguro que has conocido momentos de tranquilidad y
contemplación en los que has tenido una visión
intuitiva repentina y el conocimiento interior de que puedes
y debes hacer algo. Puedes atraer hacia ti esos momentos a
través de la práctica de la entrega. Entrégate al
conocimiento de que eres poderoso y capaz de tener un
propósito en la vida. El resto vendrá cuando «veas la luz» o
experimentes la gloriosa sensación del satori.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Piensa en los hábitos que durante largo tiempo te han
acosado. Puede tratarse de adicciones, pereza, mal carácter,
fobias, fatiga, sabotaje de las relaciones o cualquier cosa
que no produce los resultados que deseas. Decide atravesar
la puerta y cambiar los hábitos no deseados de día en día.
Convoca la sabiduría del satori. Entrégate a esta idea
radical, necesaria para que despiertes a la conciencia de
que todos los hábitos empiezan por el pensamiento. Entrégate
a una nueva conciencia, un pensamiento que susurra: «Puedo
hacer esto en este instante. Recibiré toda la ayuda que
necesite siempre que siga fiel a esta intención y busque
ayuda en mi interior». Anúnciate ahora a ti mismo que no
eres ya, por el momento, aquella persona de siempre. El
satori es
tu experiencia. Has despertado por un instante. Pasa ahora
al siguiente momento con esa misma entrega, sin
pensar en el mañana ni en nada del futuro. Debes estar
simplemente en el ahora; en este instante tienes la
respuesta. Así es como lograrás esos cambios aparentemente
difíciles: un paso tras otro, con una gracia interior que te
permita entregarte y dejar de luchar.
9. Aprende a actuar como si la vida que imaginas estuviera
ya aquí.
Actúa como si aquello que percibes en tu mente estuviera ya
aquí, en el mundo físico. Empieza por tratar tus
pensamientos y visiones como mucho más que simples
vagabundeos amorfos de tu mente. Tú creas tus pensamientos,
tus pensamientos crean tus intenciones y tus intenciones
crean tu realidad. Debes, en consecuencia, poner manos a la
obra e iniciar la práctica de no hacer caso de tus dudas
acerca de la importancia de tu mundo interior e iniciar
también la práctica de actuar como si las imágenes de tu
deseo fueran ya tu realidad. Esto puede parecer un
autoengaño, pero es el único modo que conozco para superar
las limitaciones que crees tener.
Si deseas ser enérgico y te comportas con cansancio estás
saboteando tu propia visión. Aun cuando te mires
en el espejo y veas arrugas u otras pruebas de tu cansancio,
debes ponerte a actuar como Si tu visión de una persona
enérgica se hubiera materializado ya. No permitas, en
ninguna circunstancia, que una persona cansada penetre en tu
cuerpo. Afirma la persona enérgica que deseas ser, la visión
que tienes en tu mente, está ya aquí, y ponla en práctica
realizando alguna actividad elegida por ti. No se trata ya
de un deseo, ese otro
«tú» ha llegado. Tal vez el inicio sea un autoengaño, pero
con sólo un instante en que te comportes como si tu
milagro estuviera hecho, lo habrás hecho realidad en tu
vida. Aunque creas que es una tontería actuar como si
nadaras en la abundancia cuando estás rodeado de penuria,
hazlo de todos modos. Actúa como si estuvieras
en posesión de todo cuanto necesitas sólo por un momento y
luego el momento siguiente, porque más que esto en realidad
no tenemos.
Este mismo principio es válido para el modo de tratar a los
demás y ayudarlos a entrar en el reino de la
realidad mágica. Trátalos como si los vieras siendo todo lo
que pueden ser o en posesión de todo cuanto pueden tener. Un
niño que oye cómo le dices: «Tú ya eres brillante y dotado;
ya sabes hacerlo, y yo sé lo grande que eres; digas lo que
digas, yo sé en lo más profundo de mi ser que eres capaz de
hacer cualquier cos a que te propongas», tiene ya mucho de
ganado en el juego. Cuando mis hijos expresan dudas acerca
de sí mismos, yo atiendo a sus sentimientos, pero actúo
siempre hacia ellos como si fueran capaces de cualquier cosa
que se propongan. «Ya sé que tú todavía dudas, pero yo no
opino lo mismo. Para mí, tú estás ya preparado y capacitado
pero has decidido disimularlo y dudar de ti mismo. Quizás
engañes a otros, y a lo mejor incluso consigas engañarte a
ti mismo durante un tiempo, pero a mí no me engañas. Yo sé
lo que hay.»
Cuando le coges el tranquillo empiezas a tratar a todo el
mundo como si estuvieran ya experimentando sus
propios milagros. Ves a tus padres ancianos, cuando se
quejan, capaces de superar las limitaciones que ellos mismos
se imponen. Los tratas como a personas capacitadas. Tratas a
la persona enferma como si gozara de
un buen estado de salud; te niegas a actuar como si su
estado fuera a empeorar. «Estás demasiado fuerte y
sana como para pensar siquiera en la enfermedad, te estás
curando ya.» Y lo mismo haces con respecto a tu propia
salud, tratándote a ti mismo como si estuvieras bien y no
permitiendo que tu mente le haga sabotaje al cuerpo con la
expectativa de la enfermedad y de la incapacitación. Aunque
una pierna rota es una pierna rot a, sólo es un impedimento
en tu vida si decides verlo así. Si decides que no vas a
quedarte inmovilizado por la fractura, que no vas a
dedicarte a pensar en lo desgraciado que eres y que vas a
hacer todo lo que podrías hacer si no hubieras sufrido este
accidente, ésta será tu realidad.
Yo he visto cómo mi esposa, Marcie, en sus numerosos
embarazos, se comportaba día tras día como si no
hubiera el menor impedimento para hacer lo que hace, esté o
no embarazada. Se ve a sí misma activa, sana, llena de vida
y asombrada ante la vida humana que crece dentro de su
cuerpo. Experimenta entonces esta realidad, y ha dado a luz
siete bebés siempre con la misma actitud hacia el milagro de
cuya creación ella es responsable. He visto también a muchas
de nuestras amigas pasar por el embarazo con quejas
constantes y predicciones acerca de lo desastroso que iba a
ser todo, y también ellas crean su propia realidad. Aprender
a actuar como si el milagro que deseas mentalmente estuviera
ya aquí te da una gran ventaja en el inicio en este mundo
fenomenológico de la realidad mágica.
En 1965 daba yo clases en un instituto público de Detrolt,
Michigan, y asistía a la escuela para graduados por
la noche. Un día, después de que acabaran las clases, estaba
de pie en la oficina de la escuela y oí cómo el director
preguntaba a una secretaria si sabía de algún miembro del
personal que estuviera al corriente de la concesión de
fondos federales. Estaba buscando a alguien para dirigir un
programa especial que requeriría financiación federal, pero
no conocía a nadie con las cualificaciones necesarias para
una empresa de tanta envergadura.
En esa época yo no ganaba mucho, y la idea de tener unos
ingresos extra y, además, encabezar un
programa especial de tutoría para alumnos sin medios me
parecía estupenda. Le dije inmediatamente al director que
era un experto en programas de financiación federal y que
podía redactar una propuesta y conseguir los fondos. Me
costaba trabajo creer en mis palabras. Anunciaba mi pericia
en algo con lo que sólo estaba ligeramente familiarizado.
El director me dio permiso para seguir adelante y aquella
misma tarde pasé seis horas en la biblioteca universitaria
enterándome de los pormenores de la financiación federal de
programas de tutoría para alumnos
de baja condición social. Al día siguiente redacté la
propuesta guiándome por las pautas que había descubierto
en la biblioteca. Me nombré a mí mismo director del
programa, detallé la financiación necesaria, incluido mi
sueldo, y, utilizando un modelo que figuraba en una
publicación federal, envié la propuesta a Washington.
Al cabo de tres semanas teníamos una subvención federal y yo
era el experto residente sobre financiación federal para
proyectos especiales. Otras dos es cuelas solicitaron mis
servicios como consultor y ofrecieron pagarme por dirigir
talleres sobre financiación federal entre su personal. Yo
tenía ahora un segundo trabajo bien pagado, ayudaba a
jóvenes rezagados y el director agradecía su buena estrella
por haber podido contar con un «experto» residente entre su
personal cuando lo necesitaba.
Cuando tienes una visión y actúas como si esta visión
estuviese ya materializada, no sólo creas las
capacidades necesarias sino que, literalmente, te conviertes
en tu propio hacedor de milagros. Si crees que nunca vas a
ser capaz de dirigir una empresa de este tipo porque «no
tienes la preparación, los títulos o la experiencia
necesarios» o por cualquier otra causa, actuarás en
consecuencia con ello. Empieza a actuar como
si fueras ese experto, aun cuando de entrada necesites
engañarte a ti mismo. Si tienes la suficiente fe en ti
mismo y estás dispuesto, el maestro aparecerá y tú te
lanzarás y crearás las cualificaciones necesarias para
llevar a cabo el trabajo.
Este proceso comienza en tu mente. Te permite ver más allá
de la prueba palpable y pasar a otra dimensión, una
dimensión en la que todo es posible y todo aprendizaje está
a tu alcance. Cuando anuncié al director mi pericia, no lo
estaba engañando a él ni me estaba engañando a mí mismo, yo
veía más allá de lo físico y había pasado a esa región
invisible donde sé que puedo hacer cualquier cosa que decida
hacer. En mi mente yo era
un experto, y lo único que tenía que hacer era traspasar mi
pericia desde el terreno del pensamiento al mundo
material. Resultó al final, como suele ocurrir casi siempre,
que un experto es alguien que cree en su propia pericia y no
teme actuar de acuerdo con esta creencia. Si bien yo no era
capaz de prac ticar una operación de cirugía cerebral, estoy
seguro de que, si me hubiera visto a mí mismo como cirujano,
habría conseguido la preparación necesaria. Evidentemente,
para esto haría falta mucho más que unas horas en la
biblioteca.
La pericia que necesitas para la mayoría de las cosas que
quieres lograr puedes conseguirla con gran
facilidad, pero debes empezar por creer en ello y luego
actuar como si eso en lo que crees o que imaginas fuera ya
tu realidad. Nunca me he visto a mí mismo como cirujano del
cerebro, pero sí puedo imaginarme con capacidad para
realizar muchos y distintos trabajos. De hecho, hay muy
pocos trabajos para los que me considere incapacitado,
incluidas las áreas política, administrativa y de gestión e
incluso técnica, con sólo un mínimo de preparación física
real. El hecho es que, en mi caso, sé que si creo en ello
con la bastante fuerza y tengo la suficiente confianza en mí
mismo como para aprender lo que necesito serán muy pocas las
cosas que
no pueda lograr en un periodo de tiempo bastante breve. Una
vez sabes que puedes hacerlo y actúas en
consecuencia, los medios no faltan. Actuar como si fueras lo
que quieres ser y sabes que puedes llegar a ser constituye
el modo de superar las dudas sobre uno mismo y entrar en el
reino de la realidad mágica.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Si quieres lograr algo que siempre se te ha mostrado
evasivo, actúa por un día como si lo hubieras conseguido ya.
Por ejemplo, si siempre has deseado estar en una excelente
forma física pero nunca lo has logrado, actúa como si hoy
tuvieras una forma fí sica perfecta. Pregúntate: «¿Qué haría
yo si gozara de una forma física perfecta?». Sé entonces esa
persona por un día. Ve a la tienda andando en lugar de
conducir. Nada cincuenta brazadas. Come adecuadamente. Haz
ejercicio. Lee un libro sobre dietética. Dicho de otro modo,
vive en el mundo físico como si aquello que deseas en tu
mente se hubiera ya materializado. Éste es el camino que
conduce a la realización de milagros. Si deseas tener
confianza en ti mismo pero te comportas normalmente como una
persona insegura, hoy, por una vez, actúa en el mundo físico
como crees que se comportaría una persona segura de sí
misma.
10. Vive de acuerdo con tu yo espiritual primero y con tu yo
físico después.
En el desarrollo de tu esquema mental favorable a la
realidad mágica debes iniciar el proceso que consiste
en vivir básicamente de acuerdo con tu yo espiritual. Es
ésta una concordancia de la que he hablado en profundidad en
el capítulo 2. Dentro de las enormes posibilidades de tu
conciencia superior está la capacidad
de crear milagros para ti mismo y para tu mundo. Estos
milagros tendrán lugar sólo si las elecciones que haces
están de acuerdo con tu yo espiritual. Esto significa que
debes hacer cada día elecciones basadas en las cualidades de
los doce ras gos de la espiritualidad (véase resumen página
88). El punto esencial en cuanto al mundo de los milagros es
la capacidad de hacer elecciones basadas exclusivamente en
la parte espiritual de tu ser, que sabe cómo servirte de
guía en el mundo físico.
Por ejemplo, es evidente que engañar a otra persona no está
de acuerdo con tu yo espiritual. Es, sin
embargo, posible que por algún motivo hayas decidido hacer
que tu engaño sea personalmente válido. Éste es
un ejemplo de concordancia con el yo físico en primer lugar.
Tu alma, o tu yo invisible, está del lado del amor,
la armonía, la verdad, el dar y el compartir la paz y el
perdón. Cualquier elec ción por tu parte que no esté de
acuerdo con o sea contraria a estas cualidades te impedirá
acceder a la realidad mágica.
Puedes empezar dentro de tu mente a buscar una nueva
concordancia y a practicar nuevas elecciones que
te alejen de la persona disminuida que eres y te lleven a
experimentar la totalidad y la unidad contigo mismo y con el
mundo. Experimentarás un auténtico poder para hacer milagros
si te pones del lado de tu yo espiritual primero y de tu
lado Físico después.
Si engañas a los demás, y sabes que ello está en desacuerdo
con tu yo espiritual o con tu propósito
existencial, comienza en tu mente, por este día, a
relacionarte de forma auténtica y verdadera con las personas
a las que engañas. Esto no exige una declaración noble ni
una confesión, pero te da la oportunidad de cambiar
de actitud. Cuando hayas empezado a experimentar la ausencia
de engaño ésta se hará habitual, como lo era antes éste. Y
ello te beneficiará, en el sentido de que serás capaz de
crear los milagros que se te escapaban cuando practicabas el
engaño. No puedes escapar a tu alma; como tu sombra, está
ahí aun cuando no lo parezca. Cuando te pones básicamente
del lado de tu yo físico y te beneficias de las aparentes
ventajas que te reporta una mentira, tu yo invisible está
ahí, paciente y despierto. Tu yo invisible, tu alma, no
permitirá que el yo físico vaya más allá de las limitaciones
que supone el hecho del autoengaño.
Esta nueva concordancia, primero con el lado espiritual y
luego con el lado físico, es necesaria en todas las
áreas de la vida. Tus pensamientos son mucho más importantes
de lo que hubieras podido creer. El amor es una virtud
anímica. Supone estar sobre todo del lado del yo espiritual.
Cuando ésa es tu actitud, actúas de acuerdo con ese
principio de amor. Si te pones básicamente del lado de tu yo
físico, probablemente verás que
te comportas con los demás de maneras carentes de amor y tu
alma lo lamenta. En la persona que ofende de manera física o
verbal a los demás y conoce el remordimiento interior hay un
error de concordancia, y más aún ocurre esto con la persona
que no tiene remordimientos.
Tu responsabilidad primordial es para con tu lado
espiritual. Consulta tu mente antes de actuar y sé así
auténtico contigo mismo. Crea una armonía interior en la que
tu alma amorosa guíe tu conducta física en lugar
de permitir que tu alma ocupe siempre un segundo lugar,
después de los exabruptos físicos.
El verdadero gozo y el sentimiento de alegría que
proporciona el estar en paz consigo mismo y con su mundo
pertenece a la persona que permite que su mundo físico fluya
a partir de las instancias del alma. Es ésta la atmósfera de
los milagros y de la realidad mágica. Entonces es cuando
estás inspirado, cuando sabes que todo cuanto deseas, todo
cuanto haces, procede de lo que piensas en ese es pacio
vacío y tranquilo que está dentro
de lo que podemos llamar tu alma. Se trata tan sólo de un
cambio interior. No es necesario que te libres de los
hábitos físicos ni hagas como si tus anhelos físicos no
existieran. Por el contrario, reordenas tus prioridades y
estableces contacto primero con ese mundo invisible e
interior que llamamos tu alma, le prestas atención a él
en primer lugar y permites que tus conductas materiales
fluyan a partir de esos pensamientos. En lugar de
convertir tus urgencias físicas en el objetivo primordial de
tu vida, como si cons tituyeran el motor que tira de todo el
tren, efectúas un cambio. Esas conductas físicas se
convierten en los vagones de compartimientos y el vagón de
cola, y de ellos tira el motor que es tu alma invisible.
Unos y otro son eternamente omnipresentes. De
lo que se trata es de quién está al frente y quién sigue
detrás. Cuando comprendas esto, sabrás lo que quiere
decir la frase «Según pienses, así serás» y te darás cuenta
de la gran diferencia que hay entre esa frase y esta otra:
«Según seas, así pensarás».
En Metaphysical Meditations, Pararrihansa Yogananda
describía esa concordancia con estas palabras de una gran
belleza. Te recomiendo que las leas a menudo:
Podrás percibir los gozosos rayos del alma si interiorizas
tu atención. Estas percepciones son posibles si preparas tu
mente para gozar del hermoso escenario de los pensamientos
en el reino invisible e intangible que hay dentro de ti. No
busques la felicidad sólo en las ropas bonitas, las casas
limpias, las cenas deliciosas, los cojines blandos y los
lujos. Estas cosas encarcelarán tu ef licidad detrás de las
rejas de lo externo, de lo superficial. Antes bien, en el
avión de tu imaginación, deslízate por encima del ilimitado
imperio de los pensamientos. Allí, contempla las sierras de
las aspiraciones espirituales, sin fisuras y majestuosas,
para mejora de ti mismo y de los demás.
Cuando contemples estas aspiraciones espirituales no sólo te
mejorarás a ti y mejorarás a los demás, sino que estarás en
condiciones de conocer el significado de la realidad mágica.
Para lograrlo basta el chas quido interior de tu mente que
te conecta al origen de tu alma del mismo modo que un
enchufe de pared conecta con una fuente de electricidad. En
lugar de determinar tu vida física, tu modo de sentir y
pensar, se ilumina con toda claridad el modo adecuado de
guiar tu vida física. Puedes ahora consultar tu alma, ese
espacio interior tranquilo y vacío. Siempre te guiará en la
dirección adecuada. Te proporcionará todas las herramientas
que necesites para producir resultados mágicos en tu vida,
pero sólo si le permites tener prioridad y guiar realmente
tu vida material. La elección es tuya. Esta nueva
concordancia es un acto del corazón que te conecta con tu
alma. Mira a tu interior y escucha, y tu yo físico verá y
oirá con toda claridad cuáles son tus prioridades.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Ordena de nuevo tus prioridades por un día. Haz que tus
imágenes mentales constituyan la parte más importante de tu
v1da y vive este día de acuerdo con ellas. Imagínate pasando
una velada agradable llena de amor, con tu esposa o tu
novia. Piensa en esta imagen y ve como se desarrolla del
modo exac to que sería más agradable para ambos. No dejes
que la imagen se te escape. Al hacer esto te estás poniendo
en primer lugar del lado de tu yo espiritual. Todavía es un
pensamiento invisible. Ahora, materializa ese pensamiento
del modo exacto en que al principio lo has creado en tu
mente. Así cambiarás de concordancia para tener en cuenta
primero tu lado espiritual y, luego, permitirás que tu mundo
físico fluya a partir de esa nueva actitud.
Puedes hacer esto con un encuentro de negocios, unas
vacaciones o cualquier cosa que ocupe tu vida cotidiana.
Primero ponte del lado de la presencia amorosa que está
contigo en tu mente, retén la imagen con fuerza y declara tu
intención de actuar de acuerdo con esa imagen. Los seres
espirituales no permiten que sus pensamientos y sentimientos
fluyan de sus acciones, sino que comprenden que sus
pensamientos crean su mundo físico. Poniéndote así
básicamente del lado espiritual y haciendo que esta
prioridad ocupe el primer lugar en tu mente, verás pronto lo
fácil que es hacer que esta concordancia funcione a lo largo
de toda tu vida cotidiana.
11. Estudia esta paradoja: «Nunca se tiene bastante de lo
que no se desea».
Deja que esta paradójica afirmación ocupe el primer lugar en
tu mente mientras te preparas para experimentar los milagros
de la realidad mágica. Piensa en todas las cosas que la
gente no desea. El alcohólico aborrece el alcohol que
consume su vida Y. sin embargo, nunca tiene bastante de él.
Lo mismo ocurre con el drogadicto. La persona peleona y
llena de ira aborrece la ira que la posee y, en cambio,
parece que nunca pueda resistir la invitación a pelear. La
persona obesa odia la comida que anhela y, sin embargo,
nunca tiene bastante. Del mismo modo, muchos de nosotros
desdeñamos el dinero que parece dirigir nuestras vidas y la
necesidad de ir detrás de él, pero siempre queremos más.
La respuesta a la cuestión de llegar al punto en que no se
anhele lo que nos envenena está en comprender
lo que queremos decir cuando hablamos de un deseo. Un
antiguo proverbio zen dice lo siguiente: «Cuando lo buscas,
no puedes encontrarlo». Aquello que anhelas te envía un
mensaje no escrito ni hablado y, sin embargo, real, que dice
algo así: «Sin aquello que anhelo estoy incompleto. Si lo
consigo, seré más yo, más completo». Pero esta visión de
nosotros como seres incompletos es una ilusión. Tú lo eres
ya todo, por lo que
no necesitas en realidad nada más para ser completo. Cuando
sabes esto de verdad, tus necesidades
desaparecen y eres capaz de prescindir perfectamente de
aquello que no deseas pero que, misteriosamente,
sigues anhelando. Esto no quiere decir que vayas a ser como
una pluma irreflexiva que vuela al azar y sin dirección en
el viento. Sin embargo, te verás libre de la locura que
representa perseguir con fuerza aquello que
no deseas y que, de algún modo, te hace daño.
Cuando yo dejé de ir detrás del dinero, éste empezó a llegar
a mi vida en mayor cantidad que nunca. ¿Por qué? Porque yo
vivía mi propósito y me entregaba al universo para que éste
proveyera mis necesidades. Cuando abandoné la necesidad de
sentirme animado, relajado o eufórico gracias al alcohol, mi
estado fue más que nunca el que yo buscaba en las sustancias
externas. ¿Por qué? Porque me puse en primer lugar del lado
de mi yo espiritual. Cuando supe que mi mente era capaz de
crear el nivel de euforia, excitación o relajación
que yo deseaba y cuando lo deseaba, y mi propósito fue dar,
amar y servir a los demás a partir de este estado idóneo, ya
no necesité las sustancias de las que hasta entonces quería
siempre más. Yo odiaba el entorno hostil que a menudo creaba
y, en cambio, parecía condenado a crear en mayor medida lo
que despreciaba. Cuando renuncié a la necesidad de tener
razón, renuncié a la ira y al pesar que acompañaban esa
necesidad. Creo de veras que no podemos entrar en el reino
de la realidad mágica obedeciendo diligentemente
pensamientos interiores indeseables.
San Juan de la Cruz nos dijo que si un hombre desea estar
seguro del camino que pisa debe cerrar los ojos y
andar en la oscuridad. Yo interpreto esto como una
instrucción para que confiemos en la guía que recibimos de
nuestro yo invisible.
Por paradójico que esto parezca, constituye el es quema
mental necesario para hacer milagros. Entrégate, confía,
renuncia a la acumulación y al logro exteriores y ten un
propósito y un guía. Cuando alcances este estado de
bienaventuranza hallarás un lugar apacible en tu mente y
verás que estás más activo, más realizado,
y cómo la riqueza que antes anhelabas llega a tu vida en
cantidades más que suficientes para bastar a tus
deseos y necesidades. Lo esencial es que sepas que eres ya
completo, que lo tienes ya todo y que nada exterior a ti en
el mundo físico puede convertirte en un ser más completo.
Al saber esto dejas de buscar aquellas cosas que en realidad
no necesitas ni deseas y tu vida adquiere un nuevo sabor, el
delicioso sabor del propósito. Se completa entonces el
círculo de la ironía. Las cosas que antes anhelabas y
deseabas llegan a tu vida sin que tú las persigas y tú,
desde esa nueva y gloriosa posición en la que no las
necesitas para sentirte completo, las transmites y las
mantienes en circulación. Debes abandonar el deseo, saber en
tu corazón que no necesitas nada más para ser completo y
observar luego cómo esas cosas externas van perdiendo
importancia en tu vida.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Haz un inventario de aquellas cosas que sigues persiguiendo
pero en realidad no deseas en tu vida. Haz luego un
inventario de lo que de verdad te gustaría. En tus
relaciones, podrías sustituir el engaño por la sinceridad.
Puedes sustituir el alcohol por ocho vasos de agua al día.
Puedes poner amor y armonía donde antes había ira.
Tomando conciencia de lo que envenena tu vida y utilizando
tu invisible mente hacedora de milagros para
crear lo que realmente deseas y sabes que mereces, te
encontrarás viviendo en armonía. Experimentarás en tu mundo
físico precisamente aquello que te crees con derecho a
crear. Haz un inventario de tu vida y dale un propósito.
12. No pidas nada de nadie y practica la aceptación
incondicional
Un esquema mental milagroso exige lo que en una primera
lectura tal vez parezca una postura exagerada:
«No pidas nada de nadie». Las demandas que haces a los demás
crean un entorno en el que los milagros son imposibles de
manifestar. El lugar que intentas alcanzar dentro de tu
mente es un lugar de aceptación completa
e incondicional de los demás. Es decir, debes estar
desprovisto de juicios y demandas a fin de experimentar la
realidad mágica en tu vida.
Es posible que esto parezca una tarea imposible al
principio, pero, antes de rechazarla, recuerda en esa
etapa que sólo estás trabajando tu esquema mental. Por lo
tanto, y puesto que tu mente es tu único territorio
particular, puedes por ejemplo hacer un ensayo privado de
esta aceptación incondicional durante unos días y ver cómo
empiezas pronto a experimentar una nueva y diferente
serenidad.
No pedir nada de nadie te da un auténtico sentimiento de
libertad. Siempre que te sientas a punto de
molestarte o indignarte con alguien, detente y aprópiate
estas palabras: «No me deben nada. No espero nada
de ellos. Los aceptaré, sin más, en el punto en que se
hallan ahora». Verás que dos días de práctica de esta
actitud te convierten, de veras, en especial si la practicas
con la persona más cercana a ti.
Esta persona es para mí mi esposa. Cuando me acuerdo de que
no me debe nada, de que es una presencia afectiva en mi
vida, sin obligaciones para conmigo, no puedo hacer otra
cosa que aceptarla de manera incondicional. Observa que no
he dicho que deba estar de acuerdo con ella al ciento por
ciento. Simplemente me recuerdo a mí mismo que no debo
exigir nada. Su presencia es un regalo para mí, y su alma y
su cuerpo tan bellos son regalos maravillosos que se me
hacen para que yo los comparta. Pero no constituyen
obligaciones ni deudas. Ella no es en modo alguno una
posesión mía, del mismo modo que yo tampoco soy propiedad de
ella ni de nadie. Somos responsables, total y
exclusivamente, de nuestras almas. Recuerdo esto,
y mi esposa y yo tenemos una relación hermosa, espiritual y
gozosa. Cuando lo olvido, lo cual me ocurre a
veces, se producen tensión e incomodidad y la realidad
mágica es imposible.
Es éste un principio enormemente liberador en todas las
áreas de la vida. Ves a los demás en tanto que regalos, de
los que no pides nada, y, simultáneamente, te empleas en tus
papeles mundanos. Incluso aquellos
a quienes se paga para que te sirvan, como son camareras,
funcionarios, dependientes, asistentes, empleados, etcétera,
deben recibir de ti esta forma de atención. Yo tengo
expectativas y agradezco todo cuanto aportan a mi vida a
cambio del sueldo o de los honorarios que les pago, pero no
soy en modo alguno mejor que ellos por el hecho de haber
escogido pagar y ellos cobrar. Son éstos papeles que se es
cogen. Ni más ni menos. Lo sorprendente de este tipo de
actitud es que, cuanto menos esperas o exiges, más parece
ser
lo que te encuentras y mejor también el servicio.
Ver la plenitud de Dios en el servicio a las gentes y
tratarlas con respeto, en lugar de exigir su atención, crea
casi siempre una respuesta mágica. Y sin embargo, si las
tratas así, no es por lo que vayas a conseguir, sino porque
ésta es la actitud que has decidido tener en el mundo. Tu
propósito son el amor y la armonía. Propágalos dondequiera
que vayas y lograrás resultados sorprendentes.
Esta actitud de no exigir nada de nadie es también apropiada
en tu relación con Dios, el universo, el espíritu
o como quieras llamar a esa inteligencia invisible que
impregna toda forma. Esa inteligencia invisible es también
parte de ti. «El reino de los cielos está en ti» no es una
hueca frase hecha, sino la realidad. Dios trabaja contigo,
no para ti. Debes saber que tu vida es un regalo y que el
universo no te debe nada ni está en modo alguno obligado a
ti.
Para llegar a una posición desde la que seas capaz de crear
milagros debes comprender la diferencia entre
desear que ocurra algo extraordinario y estar dispuesto a
que ello ocurra. Exigir un milagro a fin de demostrar
la existencia de Dios es un ejercicio de futilidad. Los
milagros no se producen ni se producirán en tu vida ni en
la vida de nadie como respuesta a una exigencia. Debes estar
dispuesto a permitir que el milagro salga a la superficie
sin forzarlo.
Me di cuenta con toda claridad de este punto mientras
investigaba para este libro. Todas las mañanas
pasaba una hora meditando debajo de un árbol hawaiano en
flor que me gustaba de manera especial. Todas
las mañanas miraba la misma rama del árbol y pensaba: «Si
hay algo de verdad en este sentimiento espiritual que
experimento ahora, si realmente tengo el poder mental de
incidir en el mundo que me rodea y si los milagros están
realmente a nuestro alcance, que esta flor de ahí arriba
caiga al suelo sobre mi palma extendida. Que yo sea capaz de
conseguirlo con sólo el pensamiento y entonces quedaré
convencido». Así se desarrollaba el diálogo interior entre
mi mente y el mundo físico. Pero la flor no titubeó en
ningún momento. Todas las mañanas, yo pensaba: «Hoy es el
día. Hoy conseguiré que caiga sólo con el poder de mi
mente».
Un día fui invitado a dar una charla ante una reunión de la
iglesia del lugar. A las cinco y media de la mañana
en que debía dar esta charla estaba yo meditando debajo de
mi árbol y preguntaba a la guía amorosa interior
de la que tanto hablo: «¿Cómo puedo ser útil? ¿Quién soy yo
para dar mensajes espirituales a gentes que han venido de
cerca y de lejos sólo para oírme? ¿Tiene realmente algún
sentido este creciente conocimiento mío que me dice que los
milagros son una posibilidad para todos nosotros? ¿Debo
escribir y hablar sobre este tema
en mayor profundidad de lo que me ha parecido hasta ahora?».
Era una de las mañanas más apacibles y tranquilas que he
vivido jamás. La rama encima de mí estaba quieta mientras yo
pensaba en lo que diría a aquellas gentes que iban a
congregarse dentro de unas horas. Sólo tenía un asomo de
duda, pero en todo caso éste estaba allí. En el instante
mismo en que me cuestionaba
la autenticidad de mi posición y si debía realmente
dedicarme a hablar de milagros, la flor cayó de la rama y
fue
a parar a mi mano extendida; en el preciso instante en que
yo no estaba concentrado en mi deseo. En una mañana
apacible, aquella rama era la única cosa que se movía. Se
movía sobre mi cabeza de manera curiosa, como si una fuerza
invisible estuviera presente en ella y sólo en ella.
Me embargó en ese momento una extrañísima calma. Lo que
debía hacer estaba claro como el cristal, toda
duda desapareció y ha estado ausente de mi conciencia desde
esa mañana. «No puedes provocar milagros, Wayne, lo que
debes hacer es estar dispues to a que ellos vengan a ti y a
través de ti.» En ese instante dejé de meditar, cogí conmigo
la flor y me dirigí a la iglesia sabiendo de qué iba a
hablar esa mañana. Fue en ese servicio donde me encontré con
Gail Longhi, y luego tuvo lugar la reunión con Mauricio.
Supe que esa mañana se me había enviado un mensaje muy
especial. Nada habría podido convencerme de que esa flor,
que se había desprendido en una mañana apacible y había
aterrizado en mi mano cuando yo no pedía nada de ella
después de haber estado intentando hacerla caer mágicamente
con sólo mi pensamiento, era en sí una enorme coincidencia.
Cuando dejé a un lado mi exigencia, recibí la respuesta que
necesitaba. Por decirlo de algún modo, el maestro apareció
en el instante preciso, y empecé a ver cómo aparecían
milagros en mi vida de maneras apasionantes y no
experimentadas con anterioridad. Cuando esa flor cayó a mi
mano supe también que yo estaba capacitado para hablar y es
cribir acerca del mundo de la realidad mágica y que se me
darían las herramientas necesarias para ello. Este
insignificante acontecimiento que tuvo lugar esa mañana en
Maui, Justo antes de que yo diera mi primera charla sobre el
tema, transformaría mi vida de un modo que jamás había
imaginado; y eso fue hace tan sólo unos pocos años.
La vida es lo que es, ni más ni menos. No hay que pedir nada
de ella, como nos recuerda Emerson: «Estas
rosas debajo de mi ventana no son ninguna referencia a
antiguas rosas ni a rosas mejores; son rosas en sí mismas;
existen con Dios y hoy». Como tú y yo. Despierta en tu mente
hasta el punto de no exigir nada de nadie, ni siquiera de la
misma vida. Ve lo divino en todas las personas que te
encuentres. Acepta esto y te hallarás en el marco mental
interior necesario para crear realidad mágica.
En lugar de pedir algo de los demás, intenta darles algo.
Intenta ser el que da, aun cuando lo que des no sea más que
una irradiación del amor y la aceptación incondicional que
sientes dentro de ti. Es el que da y no el que toma el que
hace realmente el milagro e, irónicamente, es el que se
concentra en dar como su propósito
en la vida el que normalmente recibe mucho más que aquellos
que siempre buscan más. ¡Tu esquema mental
es la causa!
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
No pidas nada de nadie por un día, Decide dar en lugar de
tomar: a tu esposa, a tus hijos, a tus compañeros
de trabajo, a todos cuantos te encuentres hoy. Tendrás una
gran sorpresa cuando simplemente te ofrezcas a
los demás sin esperar nada a cambio. Verás que, cuanto menos
esperas de los demás y menos exiges que te sirvan, más son
las cosas con las que te encuentras.
Prodiga amor y una aceptación incondicional a aquellos con
quienes te encuentras, y ve qué ocurre. ¿Cómo puedes
sentirte furioso o herido cuan do no tienes expectativas? Es
éste un magnífi co pensamiento para poner
en práctica cuando te sientes víctima de algo o crees que no
se te tiene la sufi ciente consideración. No esperes
que se te considere y deja que aquellos con quienes te
encuentras sean lo que necesitan ser. Verás entonces que la
consideración que crees necesitar es, en realidad,
innecesaria. De hecho, sentirte molesto porque ella te falta
no es más que otro modo de permitir que otra persona te
controle con sus acciones u omisiones. Cuando renuncias a
esto y simplemente das a los demás, porque tal es tu
propósito y por ningún otro motivo, verás que recibes esa
misma consideración que con tanto desespero ambicionabas. Ya
no la necesitarás. La reconocerás, y luego volverás a tu
propósito.
13. Empieza a crear en tú auténtico pode r personal
A medida que creas tu esquema mental milagroso, piensa qué
es lo que te daría auténtico Poder como ser humano. A menudo
se baraja este concepto del poder personal sin que nos
detengamos a considerar qué hace falta para ser
personalmente poderoso.
No me refiero con auténtico poder a la capacidad de dominar
o controlar a los demás. Si medimos así el
poder, ¿adónde va a parar éste cuando esas personas a
quienes controlamos desaparecen? Para ser auténticamente
poderoso, el poder no debe residir en el modo en que los
demás reaccionan ante nosotros, ni tampoco, exclusivamente,
en nuestra fuerza o aspecto físicos. Si el poder depende de
nuestro atractivo físico,
¿adónde va a parar ese poder cuando el atractivo desaparece?
El auténtico poder no está ubicado en el
cuerpo físico: en el mundo material se producen cambios
inevitables. Ponerse de manera exclusiva del lado físico de
nuestra condición humana es apartarnos del auténtico poder,
porque es algo transitorio que depende
de la reacción de los demás, Y cualquier cosa que dependa
del mundo físico y material para su autenticidad se nos
escapará siempre a medida que ese mundo material cambie y
vaya perdiendo, digamos, su atractivo y fuerza.
Adquirir auténtico poder constituye un viaje de tipo
diferente. Lo hallamos en el camino de la concordancia
con el propósito anímico. Con cada paso que das en el
sentido de la concordancia con el propósito de tu alma,
adquieres más poder. Debes recordar, sin embargo, que te
hallas en una cultura que hace hincapié principalmente en el
lado físico y muy poco en el lado espiritual o invisible. Se
te anima constantemente a ponerte de manera exclusiva del
lado del aspecto físico de tu condición humana. Así, al leer
estas páginas, recuerda que tu propósito es el poder
personal: convertirte, literalmente, en tu hacedor de
milagros.
Transformar tu cuerpo en un ejemplar lo más sano posible
exigirá probablemente un giro en redondo en tus
hábitos alimentarlos y de ejercicio. Estos hábitos se han
desarrollado en una cultura que te tentaba a diario a buscar
una concordancia exclusiva con tu yo físico. Según cambies
de actitud, tu lado espiritual te suplicará que elimines los
elementos nocivos, al tiempo que tu lado físico intenta
atraerte con tentaciones tóxicas. Tu concordancia física
puede literalmente dejarte sin poder y hacer imposible el
milagro transformador que ima- ginas para ti mismo. Sin
embargo, la luz que hay en tu interior, aun siendo
imperceptible para tus cinco sentidos, sabe exactamente qué
es lo que necesitas en cuanto a nutrición y a ejercicio
activo. Cuando cambies
de concordancia seguirás casi sin esfuerzo tus señales
interiores. Verás y sentirás el cambio que se produce
en ti. Ese desplazamiento indicará un alejamiento del falso
poder en dirección al poder personal. Seguirán existiendo
las tentaciones físicas, por las que ocasionalmente te
dejarás vencer, pero tu vida estará dominada por esa nueva
actitud espiritual, y un desliz de vez en cuando no hará que
tu auténtico yo se tambalee. Esta nueva concordancia será
patente en casi todas las áreas de tu vida.
Estar del lado de lo físico hará que caigas en la tentación
de engañar, robar, hacer chapuzas, mentir, abusar,
tener accesos de cólera o ceder ante una adicción. Si sigues
alienado así, serás testigo de la desintegración de
tu poder. Habrás hecho la elec ción irresponsable que te
despojará de poder. Es posible que las recompensas
inmediatas te hagan parecer más poderoso, especialmente de
cara a los demás, pero sabrás en tu interior que eres más
débil. Sabrás que una vez más has sucumbido a la debilidad
de la tentación y has hecho caso omiso
de tus instancias interiores.
El auténtico poder, la capacidad de crear lo que parece
imposible cuando se está en total concordancia con nuestros
cinco sentidos , se logra paso a paso a través de la magia.
Estos pasos son pensamientos interiores que te guían a
prestar atención a algo que ya sabías, pero que hacías a un
lado en favor de la inmediata gratificación de tus
sensaciones mundanas. Conocer de una en una pequeñas
victorias es el modo de experimentar, tal vez por primera
vez en la vida, la auténtica adquisición de poder.
La auténtica adquisición de poder es saber en tu interior
que tienes un propósito y que actúas en nombre de
Dios, en paz y armonía. Es saber que puedes crear cualquier
cosa que necesites para llevar más allá esa labor
sin recurrir a manipular o hacer daño a otro. Se trata de un
nuevo modo de ser, que puede manifestarse de un sinnúmero de
maneras aparentemente insignificantes.
Por ejemplo, en los veintiséis kilómetros que recorro en
automóvil entre mi despacho y mi casa hay
numerosos semáforos, y a menudo un tráfico denso y
muchísimas demoras por obras en la calzada. Cuando
mi concordancia era de tipo más físico, yo siempre tenía
prisa, cualquier pequeña demora o cualquier persona que
conducía con lentitud me ponía furioso y cruzaba a toda
prisa las luces ámbar de precaución; ello representaba
generalmente estar enfadado unos noventa minutos al día. Me
dejaba enfurecer por dentro como consec uencia de las
realidades mundanas que formaban parte de la vida que yo
había elegido para mí mismo. Cuando cambié de actitud,
empecé a experimentar auténtico poder en la misma situación.
Ahora, antes de iniciar esa excursión de veintiséis
kilómetros a través de unas condiciones mundanas, me lo
represento todo en
mi mente primero antes de subir al automóvil. Lo veo como me
gustaría que fuera. Me imagino a mí mismo en
un estado apacible a lo largo de todo el viaje, me detengo
en los semáforos en ámbar, no me salgo de mi carril
e incluso bendigo a aquellos que conducen a una velocidad
que me obliga a aminorar la marcha. Éste es el cuadro mental
que me represento cuando subo al coche para dirigirme a la
oficina. Estoy tranquilo y relajado, a punto para gozar de
los siguientes cuarenta minutos de mi existencia.
¡Tengo auténtico poder! No soy ya una víctima emocional del
modo en que los otros deciden conducir ni del
capricho de los semáforos. No necesito ninguna condición
exterior específica para sentirme afectuoso, lleno de
propósitos, y gozar de esos momentos de mi vida inmerso en
el tráfico. He cambiado de concordancia, que es ahora,
principalmente, con el reino espiritual e invisible y sólo
de manera secundaria, con el físico.
Del mismo modo que mis pensamientos y sentimientos en el
reino invisible de mi vida fluían antes de lo que pudiera
estar ocurriendo en el mundo físico, el proceso es ahora a
la inversa. Mis pensamientos y sentimientos
-mi yo invisible y espiritual- dictan el modo en que voy a
experimentar mi mundo físico. Se trata de auténtico poder,
del poder de controlar el propio entorno, y ello es posible
en prácticamente todas las áreas de la vida si decidimos
estar capacitados por el milagro que es la preeminencia del
alma espiritual e invisible en todas las empresas del mundo
físico.
Ser personalmente poderoso en cualquier situación vital
resulta fácil y natural cuando estás del lado de tu yo
físico. Es éste un poder que funciona en todo lo que haces y
con todos aquellos con quienes te encuentras. Busca la
concordancia con tu alma, escucha esa voz interior que te
pide estar en paz y tener un propósito y tu vida pasará a
ser la de una persona auténticamente poderosa. Con este
esquema mental, la realidad mágica estará a tu alcance como
elección vital.
Sugerencia para poner en práctica este esquema mental
Apártate por un breve periodo de tiempo de la conducta que
te hace controlar a los demás a través de tu estatura, tu
autoridad, tus proezas físicas, tu aspecto físico, tu edad,
tu riqueza o cualquier cosa exterior a ti. Imagina que eres
simplemente un alma en interac ción con otras. Trata
realmente a los demás como
si en ellos estuviera la plenitud de Dios. Imagina que no
existe ninguna forma de atributos del mundo físico.
Haz la prueba durante un día o dos para ver en qué medida
posees en verdad auténtico poder.
Yo suelo hacer esto con mis hijos pequeños. Me imagino a mí
mismo con mi estatura de adulto y sin el poder que acompaña
al hecho de ser mayor. Intento conducirme con ellos durant e
un periodo de tiempo, por ejemplo
en el camino hasta la es cuela, como si careciéramos todos
de cuerpo y en el coche no estuvieran presentes más que
nuestros pensamientos y nuestras almas. Veo en qué medida
esto les da poder a ellos y me lo da a mí. Los escucho en
lugar de darles órdenes. Les doy amor en lugar de
instrucciones. Me ven como a un guía afectivo y no como a un
padre mayor que puede obligarlos a hacer lo que yo quiero
que hagan.
Renuncia a tu necesidad de controlar y sustitúyela por una
especie de aceptación incondicional de aquellos con quienes
te encuentras en tanto que almas hermanas iguales todas a
los ojos de DIOS. Convierte tu matrimonio o tu relación más
importante en una relación espiritual. Sin que haya
autoridad ni nadie al mando. Simplemente dos compañeros,
conectados por un lazo invisible y ninguno de los cuales
necesita dominar al otro. Te sorprenderá ver hasta qué punto
facultas a los demás cuando te facultas y a ti mismo cuando
alejas tu mundo interior del dominio y el control para pasar
al respeto incondicional y a la armonía afectiva. Si bien
ese mundo es por supuesto invisible, es sin embargo mucho
más poderoso y auténtico que aquel que hallamos
exclusivamente en el mundo temporal y material.
14. Practica la meditación todos los días.
Aprende a meditar y haz de la meditación una parte integral
de tu vida cotidiana. Este paso final en la creación de tu
esquema mental milagroso es para mí el más importante.
Hace cinco años, yo no me habría imaginado meditando de
manera regular. Hoy, no puedo imaginar mi vida
sin meditación. Es éste el vehículo que utilizo para crear
el estado mental del que he hablado en este capítulo.
No puedo imaginarme subiendo al estrado para hablar sin
primero haber meditado. Del mismo modo, cada sesión de
escritura se ve precedida por la meditación. Mi vida gira
principalmente en torno a la meditación, el entrar
tranquilamente en mi interior para descubrir la invisible
inteligencia y la guía afectiva que están siempre a
mi disposición.
El proceso de meditación consiste simplemente en entrar
tranquilamente en tu interior para des cubrir el componente
superior de tu ser. Pasado un rato, entras en contacto
directo con lo que siempre ha sido un misterio en tu vida.
Descubres a Dios, esa inteligencia infinita e invisible que
forma siempre parte de ti y de tu vida cotidiana. Así lo
describe Richard D. Mann en the Light of Consciousness:
El cuerpo parece estremecerse, purificado. Las imágenes
tienen una claridad desconocida y terrible; el registro es
pontáneo de lo que nuestra vida y nuestras experiencias
actuales en su conjunto suponen realmente puede adoptar la
forma de percepciones intuitivas lacerantes. Incluso la
quietud aparece como una bendición y
un descubrimiento. Ocurra lo que ocurra, sugiere siempre un
cambio en la estructura interior de la propia
conciencia...
Aprender a meditar, como todo aprendizaje, empieza por una
creencia, un pensamiento que ha de tener su origen en ti. El
pensamiento es simple: «Creo que debe de haber algo en la
experiencia de la meditación y estoy dispuesto a dedicarle
la energía necesaria para descubrirlo». ¡Eso es! El simple
reconocimiento de que la meditación, de la que quizá no
sepas nada, posee un valor inherente, y la decisión de
abordarla con espíritu abierto.
A fin de crear este espíritu abierto, observa por un
instante a los más grandes pensadores que hayas
admirado. Fíjate en las vidas y en los consejos de estos
maestros espirituales, que han influido ellos solos más que
los otros billones de personas que puedan haber vivido en
este planeta. Nos animan todos ellos a meditar,
a entrar en nuestro interior, a buscar guía en el espacio
vacío, invisible y silencioso, que existe en todos
nosotros. La meditación te ofrece la oportunidad de llegar a
conocer tu yo invisible. Te permite vaciarte de la constante
hiperactividad de tu mente y alcanzar la calma. Te enseña a
ser apacible, a eliminar la tensión, a recibir respuestas
allí donde antes reinaba la confusión, a adoptar un ritmo
más lento y, en última instancia, cuando adoptas la
meditación como modo de vida, a ser capaz de acudir a ese
lugar de paz en cualquier momento. Y digo en cualquier
momento. En medio de una reunión de negocios, en plena
tragedia, durante una competición atlética: ¡en cualquier
momento! La meditación puede ayudarte y te ayuda a
convertirte en tu propio hacedor de milagros y a llegar a
conocer lo que significa la realidad mágica. Quiero
recordarte otra vez
lo que el brillante filósofo y científico francés Pascal
dijo acerca de los beneficios de la meditación: «Todas la
desdichas del hombre derivan del hecho de que no es capaz de
estar sentado tranquilamente, solo, en una habitación». A mí
esta idea me parece fascinante, y me pregunto por qué no se
incluye la meditación en nuestros programas de enseñanza a
todos los niveles. En mi breve experiencia con la meditación
me he sentido siempre más en paz, más afectuoso y más seguro
de mí mismo después de meditar. He aquí algo sencillo y al
alcance de todos nosotros cuando nos decidimos a utilizarlo,
algo que contribuye de manera enorme a nuestro bienestar.
Y ¿cómo se hace? ¡Es muy sencillo! Sólo hay que ponerse a
hacerlo. Lee lo que dice el genio de la literatura
Franz Kafka:
No es necesario que abandones tu estancia. Permanece sentado
junto a tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, espera nada
más. Ni siquiera esperes, permanece tranquilo, silencioso y
solitario. El mundo se te ofrecerá de buena gana para que lo
desenmascares, porque no puede hacer otra cosa, y vendrá en
éxtasis hasta tus pies.
No existe un modo correcto o un modo equivocado de meditar.
No hay una estrategia específica que haya que seguir. Se
trata simplemente de que te permitas pasar a otra dimensión
en la que no hay las limitaciones que experimentas en tu
mundo fí sico. En el estado meditativo puedes representar en
tu interior una dificultad o
un problema. Míralo, experiméntalo primero dentro de tu yo
invisible y luego represéntalo tal como querrías que fuese
en tu mundo físico. Puedes pedir también guía divi na
haciendo calladamente preguntas como éstas:
«¿Cómo puedo actuar con amor y serte útil en tu
participación en este próximo acontecimiento?» «¿Qué puedo
pensar en sustitución de los pensamientos autodestructivos
que tengo ahora y que están dando al traste con mi
felicidad?». Recuerda la clave: «Según pienses, así serás».
La meditación constituye una oportunidad para crear lo que
vamos a ser. Entrando en el mundo invisible del
pensamiento y representándolo primero todo allí como si se
tratara de un ensayo divi no de nuestra vida. Sí, recibirás
las respuestas que bus cas. Sí, serás capaz de manifestar
milagros que eran prácticamente imposibles antes. Sí, podrás
abandonar tu cuerpo físico y entrar en el reino de los
cielos que hay en ti para volver y experimentar entonces
realmente la realidad mágica.
En The Three Pillars of Zen, Phillip Kapleau resumió lo que
se puede recibir comprometiéndose con el
ejercicio de la meditación:
Para el hombre corriente, cuya mente es un tablero de
reflejos, opiniones y prejuicios que se entrecruzan, la
atención pura es prácticamente imposible. Su vida está así
centrada no en la realidad en sí, sino en sus ideas acerca
de ella. Al concentrar la mente por entero en cada objeto y
en cada acción, el zazen (meditación) la despoja de
pensamientos extraños y nos permite entrar en una relación
plena con la vida.
Sí, pasarás realmente de las ideas acerca de tu vida a
experimentar tu propósito, tu misión heroica en ella. Otro
modo de expresar esto es el que nos ofrece Taísen Deshimaru:
«Si tienes un vaso lleno de líquido podrás discurrir
eternamente acerca de sus cualidades, hablar de si el
líquido es frío, caliente, de si se compone real y
verdaderamente de H2O o incluso de si es agua mineral o sake.
¡La meditación es beberlo!».
¡Hermoso! Aprender a meditar es aprender a vivir en lugar de
hablar de la vida. Es una auténtica
concordancia con tu propósito en tanto que ser es piritual
con experiencia humana.
Hay muchos libros y guías fabulosos sobre el tema de la
meditación, escritos por personas mucho más cualificadas de
lo que estaré yo nunca. Voy a describir cómo funciona la
meditación, pero quiero dejar en claro que así es cómo
funciona en mi caso. Me encantaría que mi descripción te
animara a prac ticar la meditación;
sin embargo, no sabrás lo que es ni qué beneficios te ofrece
hasta que la experimentes directamente.
Yo he comprobado que mi mejor momento para meditar es a
primeras horas de la mañana. Quizá tú también desees
tomarla, antes de la hora en que normalmente te
despertarías, y dedicarla a la meditación. No te preocupes
por el hecho de que estés cansado: parece que una hora de
meditación puede equivaler a una noche de sueño. Cuando
termino de meditar, me siento más descansado que al des
pertar después de haber dormido toda la noche. Tomo una
larga ducha o un baño caliente, me siento en el suelo con
las piernas cruzadas y cierro los ojos.
Mi primer objetivo en la meditación es llegar al estado
alfa. Éste es, para mí, el equivalente de], modo en que
me sentiría si estuviera hipnotizado. Las ondas cerebrales
están alteradas. En realidad, están ralentizadas. Me doy
cuenta de cuándo he llegado porque empiezo a sentirme ligero
y eufórico. Siento los brazos más ligeros, parecen plumas y
se alzan con un mínimo esfuerzo, ayudados al parecer por una
fuerza invisible que está en mí. Es un sentimiento general
de mareo y aturdimiento agradables, al que llego sin
necesidad de productos químicos 0 alcohol. Después de varios
años de meditación, llego a este estado alfa en cuestión de
segundos.
Burt Goldman, en How to Better Your Life With Mind Control,
tiene un soberbio capítulo llamado «Getting to
Alpha» («Cómo llegar a alfa»), en el que describe con todo
detalle el modo de llegar a ese punto. A mí me funciona de
este modo: respiro hondo varias veces y me concentro por
completo en la aspiración y la expiración más largas que
puedo hacer sin que entre ellas intervenga ningún
pensamiento. Evito la tentación
de que los pensamientos bombardeen interminablemente mi
conciencia repitiendo «Ey-kiss» como en un
mantra interior, muy despacio, para adecuarlo a mi patrón de
respiración. Siento realmente cómo se altera la química de
mi cerebro mientras estoy sentado, concentrado en mi
respiración y repitiendo una y otra vez, des - pacio, «Ey-kiss».
Para llegar a alfa he utilizado también lo que yo llamo el
sistema del «reloj de veinticuatro segundos». Imagino un
reloj en el que está destacado con una luz el número 24.
Paso luego al «23». Mi regla personal en
un principio es hacer que el reloj que tengo en la mente
baje de «24» hasta «0», viendo yo cómo se enciende cada uno
de los números. Si en algún momento de este intervalo me
distraigo o bien un pensamiento entra en
mi mente durante aunque sea una fugaz milésima de segundo,
vuelvo a poner el reloj a «24» y bajo entonces
hacia «0» sin que intervengan pensamientos ni haya
distracciones mentales. De este modo, se aprende a
disciplinarse para concentrarse en una sola cosa y vaciar la
mente de todo otro pensamiento. ¡Llegar desde
«24» hasta «0» es un logro gigantesco! Cuando lo consigo
estoy en alfa.
El estado alfa es una increíble ligereza del ser. Me siento
más ligero y una sensación gozosa, maravillosa, de piel de
gallina interior se apodera de mí. Como ya he dicho, cuando
me hallo en este estado mis brazos son ligeros como plumas y
mi cabeza ingrávida. Me concentro entonces con mayor
intensidad en mi visión interior,
y puedo optar por crear una pantalla de colores al pastel o
de color blanco puro. Me siento solo, en paz,
dichoso y preparado para utilizar este tiempo de meditación
de la manera que me plazca.
QUÉ HACER
MIENTRAS SE MEDITA
Cada
sesión ofrece numerosas oportunidades para utilizar el
tiempo de una manera provechosa. Las posibilidades son
ilimitadas. Cuando eliges entrar en tu interior y descubrir
a Dios, entras en el mundo espiritual. Es éste el camino a
través del cual empezarán a manifestarse milagros en tu
mundo fí sico. Este tiempo es para mí una bendición, y
sugiero que lo trates como algo divino y especial. No
permitas que nadie lo estropee o se inmiscuya en él.
La práctica de la
meditación activa incluye presentar problemas o preguntas
para su consideración. Acerca
de un problema vital del momento, a menudo pregunto: «¿Qué
me enseña esto?» o «¿De qué modo puedo aprovechar esta
situación?». Por ejemplo, una vez tenía dificultades con mi
hija de catorce años. El problema era que mi hija quería
salir con un chico, y resultaba imposible hablar con ella
sin que en la comunicación primaran el disgusto y la
obstinación. En una sesión de meditación pregunté: «¿Qué me
enseña esto? ¿De qué modo puedo serle útil a mi hija?». De
repente, la vi en mi pantalla interior. Lloraba y yo le
pregunté: «¿Qué te pasa? Hablemos de ello».
-No puedo contártelo -me contestó ella-, tú eres mi padre,
eres de ot ra generación. No ibas a entender.
Imaginé entonces lo que yo llamo mi «círculo de la verdad»,
mi técnica de meditación en la que cualquiera que entre en
el círculo no puede decir más que la verdad. Coloqué a mi
hija en el círculo y me dijo que le era imposible compartir
conmigo, su padre, lo que sentía. Me uní a ella en el
círculo, la cogí de la mano y dije:
«Estoy de acuerdo contigo. Estás preocupada y no puedes
hablar del problema conmigo porque tengo prejuicios y, como
padre, soy excesivamente protector. Me preocupa tanto que te
hagan daño o que te pierdas que no puedo en verdad oír lo
que dices o sientes. Pero sí conozco a alguien con quien
podrás hablar».
A continuación, en
mi mente, me transformé en el niño que yo era cuando tenía
más o menos su edad. Ahí estaba yo, a los quince años,
cogiéndole las manos a mi hija. Podía experimentar en mi
mente mi aspecto de entonces, incluidos la loción barata
para después del afeitado, los mocasines y la brillantina en
el pelo. Mi yo adolescente le preguntó qué le ocurría.
De pie en el círculo de la verdad mi hija se sinceró y me
dijo, de chica a chico, todo lo que le molestaba en
relación con su padre. Entre otras cosas, me contó que yo
era incapaz de ser objetivo y no confiaba en su buen juicio.
Cuando salí de la meditación estaba llorando, pero sentí que
había dado un gran paso. Si bien se había
tratado «simplemente» de un ritual de la mente, el efecto
era realmente milagroso.
Esa misma mañana más tarde sostuve con mi hija la que quizá
fue la conversación más importante de nuestras vidas. Le
conté lo que había tenido lugar en mi meditación. Nos
sentamos, nos cogimos las manos y nos explicamos lo que
sentíamos, y nos prometimos mutuamente compartir con mayor
franqueza lo que nos preocupara. La situación quedó
resuelta. Nos abrazamos y ambos dijimos las palabras
mágicas: «Te quiero. Me esforzaré más por enterarme de lo
que te preocupa». He incluido esta historia como ejemplo de
una de las muchas cosas que se pueden hacer en la
meditación.
El vehículo de la meditación ofrece innumerables
oportunidades para resolver conflictos. La guía está ahí,
dentro de ti. Mientras meditas, puedes hacer preguntas y
recibir respuestas. Puedes también volver atrás en tu vida,
revivir experiencias y ser capaz de ver la lección que cada
una de esas experiencias existenciales te ha aportado.
Puedes comunicarte con aquellos que una vez formaron parte
de tu vida y, ahora, o se hallan en otra parte del mundo
físico o lo han abandonado. Puedes establecer contacto con
la inteligencia divina que hay en
tu interior y hacer un uso nuevo y espectacular de ella.
Puedes aprender a llegar al meollo de cualquier
enfermedad que forme parte de tu vida, bendecir ese malestar
o ese mal y buscar el sentido de la enfermedad. Puedes
también entrar en contacto con tu capacidad curativa. Puedes
descubrir en tu mente la capacidad de crear sustancias
químicas que reduz can tu malestar y contribuyan a tu
curación. Puedes aprender a pedir y recibir el valor
necesario para efectuar cambios -importantes que te alejen
de la adicción a las sustancias tóxicas y de los estilos de
vida poco sanos.
Llegarás, por último, al punto en que irás más allá de los
pensamientos y de la actividad mental.
«Trascenderás» a ese campo unificado de la conciencia donde
no hay ni mantra ni pensamiento: esto es la dicha. Y es
imposible explicar lo que vislumbrarás de ese estado. Lo
experimentarás y lo atesorarás, te lo prometo.
Después de meditar, gozo de una continuación de la
experiencia que representa esa increíble ligereza del ser.
Me siento centrado y con un propósito y, en mi relación con
los demás, veo en ellos la plenitud de Dios. Resulta que,
automáticamente, como mejora, mis elecciones son más sanas,
bebo más agua, hago más ejercicio y me siento más generoso,
más indulgente, menos en tensión y menos fatigado. Me faltan
palabras para decir hasta qué punto la práctica de la
meditación me resulta valiosa.
Recientemente, se me pidió que contribuyera, junto con el
Dalai Lama, la madre Teresa y otras casi treinta
personas, en una experiencia divina personal para un libro
titulado For the Love Of God. La meditación constituye en la
actualidad mi más significativa experiencia divina, por lo
que es de ella que hablé. He aquí una parte de lo que dije:
Encuentro a Dios tomándome todos los días tiempo, a través
de la oración o de la meditación, o como queráis llamarlo,
para pasar a otro nivel de conciencia. Cierro los ojos y
respiro. Me centro, vacío mi mente y empiezo a sentir el
amor que hay allí cuando me tranquilizo lo suficiente como
para sentirlo. En esta operación, trasciendo el tiempo y el
espacio y me hallo en presencia misma de Dios, y me veo en
un estado de armonía y dicha que trasciende todo lo por mí
conocido...
No importa como lo consigas. No se llega de una manera
lineal ni se logra estudiando los sistemas de otros.
El secreto está en que te permitas experimentarlo de primera
mano y, luego, vivas cualesquiera mensajes que puedas
recibir. Cuando experimentas esta vivencia, conectas de
manera afectiva con cuanto existe en el universo.
Yo tengo una técnica propia. No forma parte de una
preparación formal para la meditación como pueda ser la
meditación trascendental. A mí me funciona, y, como ocurrirá
con la tuya, ha evolucionado a partir del propósito
de establecer contacto con la parte superior de mi ser.
Cuando creas en su presencia, descubrirás el cómo. No
será igual al mío ni al de nadie. Será tu modo propio,
totalmente personal y efectivo, de entrar en tu interior.
Existen muchos libros y guías maravillosos que pueden
ayudarte a conseguirlo. Pero, en este punto, lo que ne-
cesitas es el propósito de descubrirlo por ti mismo.
RESUMEN DE
LAS CATORCE CLAVES PARA UN ESQUEMA MENTAL FAVORABLE A LOS
MILAGROS
Una vez te
hallas comprometido a lograr tu es quema mental milagroso,
la siguiente lista puede serte de utilidad. Estas catorce
sugerencias, en las que no hay ningún orden de preferencia,
son sólo un comienzo. Todas ellas tienen su origen en tu
mente invisible. Son las claves que pueden abrirte la puerta
al pensamiento mágico en tu vida cotidiana.
1. Reserva tu juicio y tu incredulidad.
2. Crea en tu mente una zona de realidad mágica.
3. Afírmate en tanto que persona sin límites.
4. Desarrolla un nuevo esquema mental en relación con el
concepto de intuición.
5. Descubre el secreto que está en el centro y sabe.
6. Aprende a aprender a través del conocimiento y la
confianza y no de la duda y el temor.
7. Afirma que tu intención crea tu realidad.
8. Experimenta la entrega y el satori.
9. Aprende a actuar como si la vida que imaginas estuviera
ya aquí.
10. Vive de acuerdo con tu yo espiritual primero y con tu yo
físico después.
11. Estudia esta paradoja: «Nunca se tiene bas tante de lo
que no se desea».
12. No pidas nada de nadie y practica la aceptación
incondicional.
13. Empieza a crear en ti auténtico poder personal.
14. Practica la meditación todos los días.
Una vez tengas el cómo interior, el exterior vendrá por sí
mismo. Los siguientes capítulos están destinados a ayudarte
en cuanto a ese modo exterior. Mientras pasas a la puesta en
práctica de este
esquema mental milagroso en todas las áreas de tu mundo
físico, deja que las palabras de Lao Zi en el
Tao-te Ching resuenen en tu mente: