Simultáneamente,
pero en otro campo del saber tan alejado como la arqueología, la
interpretación de los manuscritos del mar de Muerto, hallados a
mediados del siglo XX en las cuevas de Qumran, ha venido a
demostrar que los esenios, los “cristianos” originarios, tenían
una manera diferente de orar a la actual.
El
investigador Greg Braden fue quien llamó “Efecto Isaías” a la
manera de orar de los esenios, en referencia a uno de los
rollos, atribuido a este profeta, el único que fue hallado
intacto. En su libro El efecto Isaías: Decodificando la pérdida
ciencia de la oración y la plegaria, Braden afirma que la manera
de orar de los esenios era muy diferente a la que los cristianos
posteriores adoptarían.
En lugar de
pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que
pedían ya se había cumplido y realizado, una técnica muy
utilizada actualmente en el ámbito del deporte de alta
competición. Esta regla, utilizada por la moderna PNL
–Programación Neuroligüística–, recurre al presente, y no el
futuro, cuando se pretende conseguir algo, como si ya se hubiera
cumplido, como si fuera realidad. Sin embargo, si nos atenemos a
este conjuro recogido por Martín Sevilla, procedente del
Atharveda III,23, ya era conocida por las hechiceras de la
antigua India.
Este hechizo
combatía la esterilidad: “Por lo que has resultado estéril/ eso
hacemos desaparecer de ti/ eso ahora muy lejos de ti/ en otra
parte lo dejamos/ Te hago capaz de tener hijos/ a tu matriz
venga un niño/ consigue tú un hijo, mujer/ que te haga feliz/ y
házle feliz tú a él”. Algunos terapeutas de la Nueva Era,
corriente espiritual ligada a la física cuántica, están
empleando hoy esta técnica para curar enfermedades, visualizando
el sistema inmunológico, luchando, por ejemplo contra el cáncer.
De momento, los resultados son, cuando menos, dudosos.
No así, en
el caso del fortalecimiento del sistema inmunológico o la
respuesta al dolor, en donde sí se han obtenido resultados
positivos. En un estudio dirigido por Richard Davison, de la
Universidad de Wisconsin, y el experto en budismo y meditación,
John Kabat Zinn, se inyectaron vacunas para la gripe a un grupo
de meditadores recién entrenados y a otro de no meditadores.
Seguidamente, se midieron los niveles de anticuerpos en su
sangre y sus actividades cerebrales para ver qué medida de la
actividad mental se desplazaba del hemisferio derecho al
izquierdo. El resultado fue que los meditadores no sólo tenían
mayor cantidad de anticuerpos, tanto a las cuatro como a las
ocho semanas después de inocular la vacuna, sino que, además,
las personas cuya actividad experimentaba mayor desplazamiento
de uno a otro hemisferio, habían creado más defensas. Kabat-Zinn
propone que cuanto mejor sea la práctica de la técnica de
meditación, su sistema inmune será más saludable.
La teoría,
extraída de los experimentos de la física cuántica es que cuando
enfocamos nuestra mente en una de esas opciones, la hacemos
real. Y al expresarla por medio del verbo, de la palabra, al
exteriorizarla en suma, ese pensamiento toma fuerza. Allí reside
parte del poder del tradicional conjuro, algo que se utiliza en
psicología deportiva: los corrillos de los jugadores de
baloncesto o los ya clásicos All Blacks neozelandeses en el
rugby ponen en marcha ese mecanismo antes de jugar, la creación
a través del sentimiento.
Según Braden,
los antiguos esenios usaron las cualidades del pensamiento, de
la emoción y el sentimiento para describir cómo experimentamos
la vida en este mundo. Los psicólogos y místicos ligados a la
cuántica afirman hoy que la emoción es el sistema energético que
nos hace avanzar cada día a través del deseo; el sistema de
energía no tiene un direccionamiento hasta que se encauza
mediante el pensamiento.
Éste traduce
el deseo en acción, ya sea del tipo negativo –“no soy capaz de
hacerlo”, “va a salir mal”–, como positivo –“me lo merezco”,
“soy capaz”–. Cuando el pensamiento adquiere emoción se
convierte en sentimiento. La moderna física cuántica afirma que
el sentimiento nos lleva a otro universo paralelo, a otra
realidad tanto para lo bueno –optimismo– como para lo malo
–pesimismo–.
Los
tibetanos también han utilizado los cánticos y los mudras en sus
plegarias para entrar en el sentimiento correcto antes de orar,
eso sí, en el momento de la plegaria no exteriorizan ese estado;
ha de ser interior, parecida técnica a la usada por los monjes
cristianos. En otras religiones, sin embargo, como las africanas
umbanda, candomblé o santería, en las que los iniciados son
poseídos por espíritus o en las sectas evangélicas, ese
sentimiento sí es expresado de manera desbocada.
Según las
teorías que estamos viendo, estarían en un nivel inferior en
cuanto a su actividad, moviéndose más en la emoción que en el
sentimiento. La PNL abunda en este mismo protocolo, afirmando
que “con el lenguaje construimos nuestra realidad, al igual que
con los programas mentales, con los cuales elaboramos nuestras
estrategias y secuencias internas al llevar a cabo una tarea,
operando de manera similar a un ordenador”.
El psicólogo
Jim Loehr fue uno de los primeros en utilizar algunas de estas
técnicas en el mundo del deporte profesional. Concretamente, son
famosos los vuelcos que experimentaron en sus carreras tenistas
como Ivan Lendl, Jim Courier o Martina Navratilova, al pasar por
sus manos. A través del fortalecimiento de su mente, de la
repetición de una serie de movimientos rituales y de los gritos,
tan usuales hoy en el mundo del tenis, conseguían mejores golpes
a la pelota.
Ese chillido
es casi calcado al kiai que emiten los karatekas antes de
realizar algunas de sus proezas, como partir bloques de
ladrillos. Eduardo Padierna, cinturón negro de kárate, explica
que el kiai “se utiliza para llevar la energía desde la base del
estómago, el tercer chakra, enfocándola en el punto donde se
está dando el golpe, a la vez que se suelta el aire.
Digamos que
intensifica un golpe final al aumentar tanto la energía que se
canaliza como la concentración”. Las religiones orientales, de
las que bebe en gran parte la moderna psicología occidental a
través de la gestalt y la psicología humanista, ya utilizaban
hace milenios algunas de las técnicas hoy empleadas para mejorar
el rendimiento. Entre ellas, el uso de un mantra o palabra
repetida hasta que la mente quede embebida en el sonido, que
produce un estado de fluidez, en el cual la creatividad fluye
con facilidad.
Algunos de
los mejores discos de los Beatles nacieron de sus viajes a la
India para meditar con el Maharishi, del cual fueron devotos,
sobre todo, Lennon y Harrison –a Ringo Starr le aburría
soberanamente–. Así pues, el poder de la oración, como el del
conjuro, pues ambas técnicas son resultado de la misma lógica
interna, reside en que visualicemos que lo que pedimos se ha
cumplido y, al mismo tiempo, inhalemos la emoción y el
sentimiento para que “entre” en nuestra realidad,
“incorporándola”.
Estos son
algunos de los conocimientos que tenían –y tienen– logias como
los masones y los rosacruces, ligadas a los movimientos
gnósticos y herméticos cuyos orígenes se remontan a Oriente
Medio y Egipto. Llevando más lejos este poder, desde hace
décadas se han realizado diferentes experimentos utilizando la
meditación para llevar la paz a áreas de conflicto sobre la base
de un conocimiento ancestral.
El psicólogo
estadounidense David Orme-Johnson, afirma que la tensión
colectiva de una sociedad es la suma de las tensiones de cada
uno de los individuos. Cuando ésta aumenta, la violencia de una
población humana también lo hace, expresada en la forma de
tensiones territoriales, odios étnicos, nacionalistas, etc. En
este sentido, el experimento más polémico se realizó en el año
1993 en Washington DC, por aquel entonces sumido en una ola de
violencia como nunca se había conocido.
Basándose en
decenas de estudios previos, un artículo publicado en el
Institute Social Research pronosticó que si se reunía un grupo
de cuatro mil meditadores, los crímenes en la ciudad se
reducirían aproximadamente en un 20%. Esta suposición se
sostenía sobre la existencia de un campo de conciencia colectivo
–o campo mórfico–, en el que muchas mentes unidad pueden
influir. El escéptico jefe de policía de Washington respondió
que eso sólo ocurriría si, en mitad del verano, acontecía una
nevada de medio metro ya que, de este modo la gente no saldría
de casa.
Las
predicciones resultaron ser exactas, porque los crímenes, que
incluían robos, asesinatos y violaciones, se redujeron en un
23%, siendo la probabilidad de que ello ocurriera de dos entre
mil millones. Tras estos espectaculares resultados, el jefe de
policía apoyó la investigación. David V. Edwards, profesor de
gobierno en la Universidad de Austin (Texas) aseguró que “el
impacto potencial de esta investigación excede a la de cualquier
otro programa existente de investigacion científica, social o
psicológico.
Ha superado
una serie de pruebas estadísticas más amplias que la mayoría de
las investigaciones científicas en el campo de la resolución del
conflicto. La obra, y la teoría que la apoya, merecen la
consideracion más seria por parte del mundo académico y de los
creadores de la política social”.
El método
científico empleado fue tal que los escépticos sólo pudieron
aducir en su contra acerca de las suposiciones sobre los
conceptos en los que se basaba. Robert D. Duval, profesor de
ciencia política en la Universidad de Virginia Occidental,
escribió en 1988 que “este artículo es de un valor dudoso para
la investigacion científica de la política internacional porque
sus principios básicos son sospechosos. Las suposiciones
fundamentales de un ‘campo unificado’ y una ‘conciencia
colectiva’ no existen dentro del paradigma bajo el cual la
mayoría de nosotros opera”.
Duval, sin
embargo, admitió que “si aceptamos, solamente con el fin de
discutirlo, que estos principios son razonables, entonces la
investigación se conforma bastante bien a las normas
científicas”. Actualmente, la defensa a través de la meditación
se ha convertido en objeto de estudio en el campo ¡militar! La
revista norteamericana Jane’s Defense Daily publicó, en su
edición inglesa, varios anuncios en este sentido, y un
representante de la misma llegó a afirmar que “a pesar de no
haber tenido oportunidad de probarlos, los sistemas espirituales
de defensa podrían ser la próxima generación de armas”.
El mayor
Franklin M. Davis, practicante de la meditación trascendental, y
anteriormente, comandante del ejército norteamericano, predijo
en 1973 que el próximo siglo sería “el de la mente”, y que el
programa de la meditación trascendental podría tener un lugar
muy importante en esa época.