El sexo no es más que una mera manifestación
del Género en cierto plano del Gran Plano Físico: el de la vida
orgánica. Es necesario que esta distinción se imprima en la mente,
porque ciertos escritores que han adquirido algunas nociones de
filosofía hermética han tratado de identificar este séptimo
principio con estúpidas y a veces reprensibles teorías y enseñanzas
concernientes al sexo.
El oficio del género es solamente el de crear,
producir, generar, etc., y sus manifestaciones son visibles en todos
los planos fenomenales. Es un tanto difícil aportar pruebas de esto
siguiendo las líneas científicas, porque la ciencia no ha reconocido
todavía a este principio como de aplicación universal. Pero, así y
todo, van produciéndose algunas pruebas provenientes de fuentes
científicas. En primer lugar, encontramos una manifestación distinta
del Principio del Género entre los corpúsculos, iones o electrones,
que constituyen las bases de la materia como la ciencia lo reconoce
actualmente, y que, al constituir determinadas combinaciones, forman
el átomo, que anteriormente se consideraba como el punto final e
indivisible.
La última palabra de la ciencia es que el átomo está
compuesto por una multitud de corpúsculos, electrones o iones
(diversos nombres de la misma cosa), que giran unos en torno de
otros y vibran con un elevado grado de intensidad. Pero se postula
además que la formación del átomo se debe realmente a que los
corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno positivo.
Los corpúsculos positivos parecen ejercer cierta influencia sobre
los negativos, impulsando a estos a constituir ciertas combinaciones
que dan como resultado la «creación» o «generación» de un átomo. Y
esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas enseñanzas
herméticas, que han identificado siempre al principio masculino del
género con lo «positivo» y al femenino con lo «negativo», como en la
electricidad, por ejemplo.
Puédese agregar ahora que la mente pública se ha
formulado una impresión completamente errónea sobre las cualidades
del llamado «polo negativo» de la materia electrizada o magnetizada.
Los términos positivos y negativos han sido pésimamente aplicados a
este fenómeno. La palabra «positivo» significa algo real y fuerte en
comparación con la irrealidad o debilidad del negativo. Pero nada
está más lejos de los hechos reales de los fenómenos eléctricos. El
polo negativo de la batería es realmente el polo en y por el cual se
manifiesta la generación o producción de formas y energías nuevas.
Nada hay de «negativo» en él. Los hombres de ciencia de mayor
autoridad están actualmente empleando la palabra «cátodo» en vez de
«negativo», derivando cátodo de una raíz griega que significa
«desciende, el recorrido o camino de la generación», etc. Del cátodo
emerge el torbellino de electrones o corpúsculos; del mismo polo
surgen esos maravillosos «rayos» que han revolucionado las
concepciones científicas durante la pasada década. El polo catódico
es la madre de todos los extraños fenómenos que han convertido en
inútiles a los antiguos libros de texto y que han hecho que teorías
mucho tiempo aceptadas hayan sido relegadas al montón de los
desechos de las especulaciones científicas. El cátodo, o polo
negativo, es el principio madre de los Fenómenos Eléctricos y de las
más sutiles formas de materia que la ciencia conoce actualmente. De
manera, pues, que existen poderosas razones que impulsan a rechazar
el término «negativo», insistiendo en sustituirlo por la palabra
«femenino» en vez del término antiguo. Los hechos nos conducen a
esto, sin tener en cuenta para nada la doctrina hermética, y, por
consiguiente, emplearemos la palabra «femenino» en vez de «negativo»
al hablar de dicho polo de actividad.
Las últimas enseñanzas científicas dicen que los
corpúsculos o electrones creadores son femeninos. (La ciencia dice
que «están compuestos por electricidad negativa» y nosotros que
están compuestos por energía femenina).
Un corpúsculo femenino se destaca, o mejor dicho,
deja a un corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera.
Activamente busca una unión con un corpúsculo masculino, animado por
el impulso natural a crear nuevas formas de materia o energía.
Cierto autor va aún más lejos y dice que «enseguida busca, por su
propia voluntad, una unión»… este desprendimiento y unión forman la
base de la mayor parte de las actividades en el mundo químico.
Cuando un corpúsculo femenino se une a otro masculino, empieza
determinado proceso. Las partículas femeninas vibran más
intensamente bajo la influencia de la energía masculina y giran
rápidamente en torno de esta última. El resultado es el nacimiento
de un nuevo átomo. Este nuevo átomo está compuesto realmente por una
unión de electrones masculinos y femeninos, pero cuando la unión se
efectúa el átomo es una cosa separada, que posee ciertas
propiedades, pero que ya no manifiesta más la propiedad de
electricidad en libertad. El proceso del desprendimiento o
separación de los electrones femeninos se llama «ionización». Estos
electrones o corpúsculos son los obreros más activos en el campo de
la Naturaleza. De sus uniones o combinaciones surgen las diversas
manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del
magnetismo, de la atracción, de la repulsión, de las afinidades
químicas y sus contrarios, así como otros fenómenos de índole
similar. Y todo surge de la operación del principio de género en el
plano de la energía.
El papel del principio masculino parece ser el de
dirigir a cierta energía inherente hacia el principio femenino,
poniendo así en actividad el proceso creador. Pero el principio
femenino es el único que ejecuta siempre el trabajo activo creador
en todos los planos absolutamente. Pero, sin embargo, cada principio
es incapaz de energía operadora sin la ayuda del otro. En algunas de
las formas de la vida los dos principios se combinan en un solo
organismo. Por esta razón, todo en el mundo orgánico manifiesta
ambos géneros: siempre está el principio masculino presente en la
forma femenina. Las enseñanzas herméticas comprenden en gran parte
la operación de los dos principios del género en la producción y
manifestación de las diversas formas de energía, etc., pero no es
necesario entrar en detalles sobre el mismo en este asunto, pues no
es posible endosarlas momentáneamente con pruebas científicas que
aún no existen, debido a que la ciencia no ha progresado todavía
suficientemente. Pero el ejemplo expuesto sobre los fenómenos de los
electrones o corpúsculos demuestra que la ciencia está en el
verdadero camino y también da una idea general sobre los principios
subyacentes.
Algunos investigadores científicos han anunciado su
creencia de que, en la formación de los cristales, se encuentra algo
que corresponde a una especie de actividad sexual, lo que es una
prueba más de la dirección de donde sopla el viento actualmente
sobre el campo de la ciencia.
Y cada año que pasa aportará nuevos hechos que
corroborarán la exactitud del Principio Hermético de Género. Se
encontrará que el género está en operación constante, manifestándose
en todo el campo de la materia inorgánica, así como en el campo de
la energía o fuerza. La electricidad se considera actualmente como
«algo» en lo que todas las demás formas de energía se mezclan o
disuelven. La Teoría Eléctrica del Universo es la última doctrina
científica emitida, y está adquiriendo rápidamente gran popularidad
y aceptación. Y de esto se deduce que, si hemos podido descubrir en
el fenómeno de la electricidad, en la misma raíz o fuente de sus
manifestaciones, una evidencia clara e inequívoca de la presencia
del género y de sus actividades, se puede afirmar sin miedo que la
ciencia llegará, últimamente, a ofrecer pruebas de la existencia, en
todos los fenómenos del universo, de ese gran principio hermético:
el Principio de Género.
No es necesario perder el tiempo hablando del
conocido fenómeno de la «atracción y de la repulsión» de los átomos,
de la afinidad química, de los amores y odios de las moléculas, de
la atracción o cohesión entre las partículas de la materia. Esos
hechos son harto conocidos como para exigir mayores comentarios.
Pero, ¿se ha pensado alguna vez en que todas esas cosas no son más
que manifestaciones del principio de Género? ¿No se ve claramente
que el fenómeno es general, trátese de corpúsculos, moléculas o
electrones? Y todavía más: ¿no es enteramente razonable y lógica la
enseñanza hermética que afirma que la misma ley de la gravitación
—esa extraña atracción por la cual todas las partículas y cuerpos en
el universo tienden unos hacia otros— no es sino otra manera de
manifestarse del principio del género, que opera en la dirección de
atraer las energías masculinas hacia las femeninas y viceversa? No
es posible ofrecer pruebas científicas por el momento, pero si se
examinan los fenómenos a la luz de las doctrinas herméticas sobre el
asunto se verá que no existe hipótesis alguna mejor que la actual,
que explique los problemas. Sométanse todos los fenómenos físicos a
la prueba, y se verá que el principio del género se hace evidente.