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Poesias de Khalil Gibran

Entonces dijo Almitra: Háblanos del amor.
Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silencio cayó sobre todos, y con fuerte voz dijo él:
Cuando el amor os llame, seguidle, aunque sus caminos sean agrestes y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, dejadle, aunque la espada oculta en su plumaje pueda heriros.
Y cuando os hable, creedle, aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños.
Como el viento asola vuestros jardines. Porque así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os agranda, también os poda.

Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón", sino "estoy en el corazón de Dios".
Y no penséis que podréis dirigir el curso del amor, porque el amor, si os halla dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su plenitud. Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean así:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que se tiene del amor; y de sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y dar gracias por otra jornada de amor.
De volver a casa al crepúsculo con gratitud, y luego dormirse con una plegaria en el corazón por el bienamado, y con un canto de alabanza en los labios.

"Id pues a vuestros campos y huertas
y allí aprendereis que el placer de la abeja es el de succionar la miel de la flor,
pero que el placer de la flor es el de entregarle la miel a la abeja.

Pues, para la abeja, una flor es una fuente de vida.

Y para la flor una abeja es la mensajera del Amor.

Y para ambas, la abeja y la flor,
dar y recibir el placer es una necesidad y un éxtasis".


K. Gibran

 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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